LAS SIETE IGLESIAS

Tiatira (4a. Conferencia) (JND)

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SIETE CONFERENCIAS ACERCA DE LOS MENSAJES PROFÉTICOS A LAS SIETE IGLESIAS

 

J. N. DARBY

 

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960, excepto en los lugares en que, además de las comillas dobles (""), se indican otras versiones mediante abreviaciones que pueden ser consultadas al final del escrito.

Escritos Compilados, Proféticos, Volumen 5

 

CUARTA CONFERENCIA

 

Lectura Bíblica: Apocalipsis, Capítulos 2 y 3

 

 

 

TIATIRA. La tarde anterior yo aludí en unas pocas palabras a la iglesia de Tiatira a causa de la relación de Balaam y Jezabel; siendo Balaam un profeta que actúa entre los santos para seducirlos; y Jezabel, una profetisa, establecida dentro de la iglesia, siendo un avance superior en el mal, — no meramente un seductor, como Balaam, sino una madre de hijos allí, como Jezabel, teniendo hijos de esta corrupción.

 

Y ahora llegamos (en esta parte del capítulo) a lo que podemos llamar un nuevo terreno. Dos cosas señalan esto. El Espíritu de Dios que se eleva muy por encima de nuestro fracaso dirige la vista del remanente fiel hacia la venida del Señor Jesús. Y la expresión, "El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias", ya no está en relación con el mensaje a la iglesia en general, sino después de las promesas a aquellos que "vencieren". Y esto distingue al remanente como separado del cuerpo en general. La posición del remanente está especialmente distinguida, como no estando más en conexión con el cuerpo general de la iglesia, sino en el lugar en que se hallan aquellos a quienes es enviada la promesa, como "Al que venciere". En el mensaje a esta iglesia, y para las tres iglesias siguientes, la exhortación a oír está puesta DESPUÉS de la promesa especial.

 

El rasgo distintivo que encontramos incluido al interior de la anterior iglesia (Pérgamo) es que el mundo es el lugar del trono de Satanás. Por consiguiente, la iglesia debe estar en alguna de estas dos posiciones, —a saber, una iglesia sufriente y perseguida en el mundo a causa de su fidelidad, o perder ese carácter y ser llevada a conformarse y continuar en el mundo.

 

Nosotros vimos en Éfeso el decaimiento que caracterizó su estado, — pues leemos, "has dejado tu primer amor". En Esmirna entra la persecución y leemos, "el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel", aclarando de esta forma la situación de ellos por Dios. Y después, en Pérgamo, las instrucciones corruptoras comienzan a operar en su interior; y todas estas, no con respecto al fracaso individual, sino al estado colectivo de la iglesia, siendo este el estado que estuvo caracterizando a la iglesia en ciertos períodos de tiempo en esta época de la gracia. En el mensaje a Pérgamo encontramos la enseñanza seductora comenzando a corromper lo que estaba adentro, pero no aún como establecida e instalada adentro, como para que lo que caracterizaba el interior debiera ser productor del mal. La maternidad del mal estaba ahora en la iglesia.

 

El falso profeta Balaam estaba seduciendo y uniendo a la iglesia al mundo. "Tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam", y para el que "venciere" es dada la promesa individual y la bendición del maná escondido y de la piedrecita blanca. Pero ahora hay algo más allá, — pues leemos, "toleras a esa mujer Jezabel". (Apocalipsis 2: 20 - VM). Aquí se permitía el mal. Nosotros vimos que cuando Balaam no logró obtener que Dios maldijera a Israel, él trató de ponerlos en problemas a través de la asociación en el mal con el pueblo del adversario. Esto ahora había tenido éxito en la iglesia profesante.

 

En Tiatira tenemos, por lo tanto, un aún más terrible estado de cosas que en Pérgamo. No solamente estaba la enseñanza maligna, — es decir, aquellos que "retienen la doctrina de Balaam", sino una persona establecida en el interior, teniendo hijos de esta seducción; no meramente seduciendo a los hijos de Dios hacia esto, sino Jezabel estaba, por así decirlo, tan a gusto allí, que le nacieron hijos, encontrando su hogar y lugar de nacimiento en el mal, ¡sí!, brotando de la corrupción misma. Pero noten entonces que, en este aumento de mal y maldad, también encontramos aumentada energía de parte de los fieles; puesto que Dios tenía un remanente en medio del mal cuya fidelidad brilló mucho más resplandeciente por causa de la densa oscuridad alrededor. Vemos esto ejemplificado en la historia de Israel. En medio de la idolatría, adorando el becerro de oro o bajo una perseguidora Jezabel, hombres de poder como Elías y Eliseo fueron levantados en un poder especial de testimonio para Dios, manifestando de esta forma que Dios era y es siempre suficiente para las necesidades de Su pueblo.

 

Cuando el mal llega a tal altura como para hacer imposible a los fieles seguir junto a él, entonces ellos obtienen un estado más avanzado de conocimiento y poder en separación de él que el que tenían cuando la iglesia estaba en una condición más próspera (aunque pueda ser un estado de mayor prueba). En los tiempos de Elías Dios preservó Su nombre de una manera muy especial. La totalidad de la nación de Israel estaba tan horrendamente mal que Dios habría estado obligado a cortarlos; pero el tiempo aún no había llegado. Pero, en el tiempo de Eliseo ellos no tenían nada correctamente en orden; no había templo, ni sacrificio, ni sacerdocio en el Monte Carmelo; no obstante, Dios estaba allí para los pocos fieles de una manera en que el pueblo en Jerusalén no tenía conocimiento ni gozaba de ella; puesto que el inmenso poder de Dios estaba allí para dar testimonio a la palabra de Su profeta. Y así nuevamente con Moisés, él siguió adelante fielmente con el Señor mientras Israel estuvo fracasando en todo alrededor de él. No fue cuando a Israel le fue bien que Moisés estuvo más cercano a Dios, sino cuando a ellos todo les había salido mal. Cuando fue hecho el becerro de oro, entonces "Moisés tomó el tabernáculo, y lo levantó lejos, fuera del campamento" (Éxodo 33: 7); y entonces él fue a encontrarse con Dios, y allí "hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero". (Éxodo 33: 11). Y encontramos que Dios se refiere a esto en Números 12 como distinguiendo gloriosamente a Moisés. Cuando Aarón y María hablaron contra Moisés, y no acerca de Moisés subiendo a Dios en el Monte de Sinaí, Dios dice, "mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa… Cara a cara hablaré con él… ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?" (Números 12: 7, 8).

 

Cuando Moisés se encontró con Dios en el tabernáculo fuera del campamento, él era más excelente, por decirlo así, que cuando Dios lo llamó a la cima del Monte de Sinaí. En efecto, encontramos en esto un principio constante en la Escritura y es que, donde está el fracaso más manifiesto y universal, allí Dios presenta en Sus fieles un testimonio y un poder mucho más grandes de los que hayan sido conocidos en el cuerpo completo, mostrando de esta forma, como dijo Jetro, "pues en aquello mismo en que los adversarios se mostraron altivos (por su pecado y rebelión contra Dios), él (Dios) fue más alto que ellos" (Éxodo 18: 11), en gracia y poder. Esto fue así en la época del Señor Jesús quien fue un ejemplo muy bendito y glorioso de este principio; siendo el Señor Mismo quién presentó el testimonio más pleno y más bendito de gracia y justicia, por sobre los caminos del mundo, y de Su propio pueblo, en el momento del pecado más oscuro y más profundo de Israel y del mundo al crucificar al Hijo de Dios. Porque al mismo tiempo que el corazón de Israel se engrosó — cuando ellos estuvieron en condición de recibir otros siete espíritus peores que el que los había poseído desde hacía tiempo, dispuestos a unirse en un último estado, el cual era peor que el primero, entonces Dios, quien les había hablado anteriormente de muchas maneras mediante sacrificio y tipo y profetas, les habló por Su Hijo, en la Persona del manso y humilde Jesús.

 

Este es el caso aquí cuando Jezabel ha entrado en Tiatira. "Yo conozco tus obras, . . .y que tus obras postreras son más que las primeras". El efecto de la condición de la iglesia profesante fue conducir a los santos en un tipo de energía que ellos no habían conocido antes. Y en efecto, así ha sido siempre en la historia de la iglesia en lo que ha sido llamado, 'las edades oscuras'. Nosotros encontramos el más fiel testimonio, tal medida de devoción (de la cual estoy seguro que debería alegrarme de verla ahora en cualquier manera), desconocida en otros tiempos, hombres que arriesgan sus vidas para dar testimonio para Dios; ¡pero cuán poco de esto hay en nuestros días de comodidad y pereza!

 

"Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras". (Apocalipsis 2: 19). Aquí tenemos obrando el amor y la fe, los que faltaban en Éfeso; y ahora el Señor dice, «Yo los animaré con "esperanza"», para que nosotros obtengamos fe, esperanza y amor, los tres grandes principios del Cristianismo. Aunque no producidos en su feliz orden propio como en Tesalónica, a pesar de todo ellos están todos aquí en un sentido. Y noten cuán rápido de visión es siempre Dios para tomar nota de las cosas buenas, y eso antes de que Él hable de las cosas malas.

 

Tenemos aquí en Cristo este carácter de juicio. Leemos, "Estas cosas dice el Hijo de Dios, el cual tiene los ojos como llama de fuego, y los pies semejantes a bronce bruñido". (Apocalipsis 2: 18 – VM). El fuego es un símbolo de juicio infalible; este penetró por todas partes, como el ojo de Dios. ¿Pero qué es lo primero que Él ve? Sin duda Él ve enseguida a través de este terrible mal; pero primero Él advierte lo que deleita Su corazón en estos pobres santos a los que a nadie les importaba nada. Él ve en los pocos despreciados aquello que es deleitoso para Él mismo; y mientras Sus pies, semejantes a bronce bruñido, señalan el carácter inmutable de esa justicia que Dios manifiesta aquí abajo (en Sus tratos espirituales y derechos sobre el hombre), y los que sostienen Su juicio puro e infalible. Por esta razón el altar del sacrificio en el tabernáculo era de bronce, y lo que en el hombre fue divinamente cumplido en Cristo y caracterizó a Su Persona, aun así el ojo de Dios reposa en la última chispa misma de fidelidad en medio del mal. No hay un latido del corazón que late sincero para con Él en medio de la iniquidad abundante que pase inadvertido para él; y esto es lo que sostiene el corazón en medio de las circunstancias inmanejables. Y para nosotros es muy feliz el saber (en la simplicidad de la fe) y realizar en poder en nuestras almas, el pleno significado de estas dos pequeñas palabras, "Yo conozco", andando de esta forma en el feliz conocimiento de que los ojos de Dios están sobre nuestro andar y nuestros caminos.

 

Versículo 20. "Pero tengo unas pocas cosas contra ti; que toleras que esa mujer Jezabel, etc…". Ahora la iglesia, tomada como un todo, está caracterizada por tolerar el mal; ahora no es como antes, "y que no puedes soportar a los malos"; existía ahora la plena aceptación pública de este espíritu del mal que estaba en la iglesia. Esto era descender mucho más abajo en la balanza que tener simplemente la enseñanza maligna entre ellos: pues leemos, "que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos". Ellos toleraban a una mujer que tenía un carácter profesante en la iglesia, "que se dice profetisa", — una profetisa falsa seguramente, aun así, una que profesaba retener y enseñar la palabra de Dios en la iglesia. "Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse" (versículo 21). Vemos de esta manera que Dios no entra inmediatamente en juicio con ella sino que le da tiempo para arrepentirse; Él tiene paciencia con ella, pero ella no se arrepiente. Él no estaba tratando aquí con los paganos: a ellos Él les predica el evangelio para que sus almas puedan ser ganadas para Cristo. Pero aquí estaba en la iglesia alguien que decía ser profetisa, enseñando a los siervos de Dios a "fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos", y Dios trata con ella en este terreno de su profesión. Él le ha dado "tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación": por consiguiente, Él tiene que ejecutar juicio.

 

Y noten que aquí no se hace mención de un candelero. Él le dio tiempo para arrepentirse; pero aquí no se dice, "quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido", — porque, de hecho, Jezabel no es reconocida como un candelero. Hay dos caracteres de juicio puesto que no todos ellos eran hijos de Jezabel. Cometer adulterio es una figura común en la Escritura de la unión con el mal, particularmente el mal idólatra, porque era el pueblo de Dios entregándose a otros en vez de entregarse a Él. En primer lugar, "He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella". (versículo 22). En segundo lugar leemos, "Y a sus hijos mataré con penosa muerte". (versículo 23 – RVA). Están aquellos que no son sus hijos, sino personas que tienen cosas para hablar con ella, quienes están satisfechos de acomodarse y tener compañerismo con el mal. «A ellos Yo los castigaré, ellos comerán del fruto de sus caminos: "y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón". (Versículo 23). Yo voy a ver a los que están satisfechos de descender flotando en la corriente con el mal, o quien resiste en fidelidad para conmigo. A los que han cometido adulterio con ella, que se han acomodado con este espíritu de falsa profecía, yo los arrojaré "en muy grande tribulación, a menos que se arrepientan" (versículo 22 - RVA); pero a aquellos que son sus hijos, a los que han obtenido su lugar y nombre de Cristianos en virtud de esta doctrina falsa, ellos tendrán un juicio pleno, "Y a sus hijos mataré con penosa muerte". (versículo 23 – RVA). No es meramente tribulación para ellos porque ellos son objeto de un juicio pleno y completo: sino que, habiéndoseles dado tiempo para arrepentirse, aquellos que son nacidos de ella serán visitados con juicio inmediato, Yo los "mataré con penosa muerte"».

 

Cuán triste, cuán verdaderamente triste, es ver a Cristianos, como a menudo vemos, entremetiéndose con semejante mal. Tomemos por ejemplo a los Gálatas: allí había santos que se estaban entrometiendo con el Judaísmo, los que querían introducir la ley; pero no se trata de que ellos no eran Cristianos, sino que estaban mezclados con aquello que era absolutamente aborrecible para Dios. Por consiguiente, Pablo les dice, "Me temo de vosotros" (Gálatas 4: 11), aunque después su fe los une con su Cabeza resucitada y en virtud a la inagotable gracia de Cristo y a su estar completos en Él, él dice, "Yo confío respecto de vosotros en el Señor" (Gálatas 5: 10). Se requiere gran vigilancia porque el alma está siempre en peligro de mezclarse con principios que Dios aborrece absolutamente. En los Colosenses ellos no estaban sostenidos de la Cabeza; ellos estaban poniendo algo entre la Cabeza y los miembros. El apóstol Pablo entra en una agonía cuando él ve la entrada de cualquier cosa que separa al santo de su relación inmediata, apropiada y personal con Cristo. Si es un verdadero Cristiano el que está entrometiéndose de esta manera con el mal, él debe ser puesto en tribulación para que se esmere para Dios; y si él no es convertido, entonces no hay nada ante él sino el juicio. Así que todos los que en el mundo público Cristiano de hoy se entrometen con la corrupción del Cristianismo, representada por Jezabel en Tiatira, serán arrojados a una aflicción desesperada, si no se arrepienten de sus obras. Este es un pensamiento muy solemne, pero es un pensamiento verdadero que, habiéndoles enseñado Dios a los santos que ellos son uno con Cristo, aquel que pone una cosa cualquiera entre ellos y la Cabeza, niega virtualmente el Cristianismo. Esta fue la gran verdad que se le dio a Pablo para que la revelara; fue lo que él recibió especialmente del Señor: "Yo soy Jesús, a quien tú persigues". (Hechos 9: 5). Por consiguiente, fue eso lo que puso a la mente de Pablo en una agonía, cualquier cosa que pudiera ser, o bien las obras de la ley, el sacerdocio, o cualquier otra cosa que, poniéndose entre el alma y Cristo, negaba la gran verdad que él había aprendido, la misma verdad a la que él se convirtió, que la iglesia era una con Cristo, miembros de Su cuerpo, de Su carne y de Sus huesos. (Efesios 5: 30).

 

Esta verdad bienaventurada, mantenida en la simplicidad de la fe, da poder al alma y limpia de cualquier otra cosa; y también limpia a través del curso completo de la vida diaria del Cristiano, si es que él tiene algo entre su alma y Cristo. Si yo fuera un Judío, yo necesitaría alguna cosa en la tierra, y a alguien entre yo y el Dios a quien conozco oscuramente; pero soy un Cristiano y por consiguiente todo lo que yo quiero está en el cielo. Pero repito, si soy un Cristiano, estoy unido con Cristo, soy uno con Él; por lo tanto, si estoy unido con Él, soy uno con Él, nada puede estar entre nosotros, de tal forma que intentar introducir cualquier cosa entre nosotros es realmente dejar completamente de lado el Cristianismo. Muchos Cristianos estarían horrorosamente asustados si supieran cuántas cosas están poniendo entre ellos y Cristo, negando virtualmente de esta manera su unión con Cristo en el cielo. Si ustedes ponen a un sacerdote en la tierra entre yo y Dios, cualquier otro sacerdote y no a Cristo en el cielo, ustedes destruyen de inmediato mi privilegio, porque si Cristo es un sacerdote y yo soy uno con Él, yo también debo ser un sacerdote; pero, ¿está este sacerdocio llevado a cabo en la tierra? No; el lugar de Su sacerdocio está en el cielo. Un sacerdocio terrenal niega doblemente el Cristianismo. Esto hace que el sistema y la posición sean terrenales, y esto niega nuestra asociación con Cristo. Si yo fuera un Judío, debería ir a un templo terrenal, y lo haría correctamente; pero siendo un Cristiano, cuando me acerco a Dios, esto debe ser en el cielo. Siendo uno con Cristo, yo no tengo ningún lugar de adoración en la tierra, aunque mi cuerpo pueda estar allí. Habiendo sido Cristo mismo echado fuera de ella, yo estoy en el cielo, y si voy a usar cualquier sacerdote en la tierra, debo dejar el cielo para bajar aquí abajo para usarlo allí. El sacerdocio es ejercitado en el lugar al cual pertenece. Un sacerdocio terrenal era apropiado donde Dios estaba entre los querubines detrás del velo en la tierra. Un sacerdocio celestial tiene su lugar de ejercicio en el cielo. Si, queridos amigos, si nuestras almas son lavadas en la sangre de Cristo, todo lo que podemos posiblemente desear está en el cielo. Nuestra vida "está escondida con Cristo en Dios" (Colosenses 3: 3); y entonces, necesariamente, "tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos" (Hebreos 7: 26). Solamente el buen Señor da a Su propia verdad bendita más poder en nuestras almas y entonces todas las interrogantes del sacerdocio terrenal, las ordenanzas y lo similar, pronto se desvanecerán. O yo tengo un sacerdote verdadero en el cielo o no tengo a un verdadero Cristo para mi alma.

 

Noten ahora el carácter que toma Dios: "yo soy el que escudriña la mente y el corazón" (versículo 23). «Ustedes no se escaparán de mí; y no obstante cuán creíble pueda ser el mal, e independientemente de que ustedes puedan poner el nombre del Señor sobre esto (así como Israel nombró como Jehová al becerro de oro cuando ellos dijeron, "Israel, estos son tus dioses… Mañana será fiesta para Jehová" (Éxodo 32: 4, 5), a pesar de eso, esto se encontrará con el juicio completo, porque ustedes han puesto a mis santos más abajo de lo que yo los había puesto en Cristo y han corrompido en forma idólatra la verdad de Dios.»

 

Versículo 24. Desde este versículo en adelante, el Señor se dedica al remanente fiel, y, por consiguiente, Le encontramos asumiendo otra forma de tratamiento. "Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esa doctrina", (es decir, cometer fornicación y comer cosas sacrificadas a los ídolos), "y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás, yo os digo: No os impondré otra carga". Esta abstención del mal, aunque es bienaventurado, a pesar de eso, no es el alma creciendo de fuerza en fuerza hasta su porción total en Cristo; "Solamente aferraos a lo que tenéis". "Y a sus hijos mataré con penosa muerte… Solamente aferraos a lo que tenéis, hasta que yo venga". (versículos 23, 25 – RVA). Esto es ahora hacia lo que Él dirige la fe de ellos, el ojo de sus almas, —a saber, a Su venida. Él no espera que ellos vuelvan al punto de donde la iglesia se apartó, sino que los dirige hacia delante, hacia Su venida. «Yo voy a ejecutar juicio. "Y a sus hijos mataré con penosa muerte". Por consiguiente, ustedes no deben esperar que Jezabel se corrija, o que esté en la condición de un candelero. No, vuestros ojos deben reposar sobre otra cosa»; y aquí entra la esperanza. Aún no es presentada en la forma de la resplandeciente y bienaventurada esperanza que ellos tenían al comienzo, como los Tesalonicenses, donde ellos se convirtieron "de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo" (1a Tesalonicenses 1: 9, 10). Ahora esto tiene un carácter diferente, siendo presentado como un refugio para el fiel, debido a que "en el lugar de la justicia, allí había iniquidad". (Eclesiastés 3: 16 - VM). Éste es el consuelo ofrecido en medio de la ruina total, a saber, "hasta que yo venga". El Señor efectivamente reconoce "tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia" (versículo 19) , que efectivamente existen. «Ustedes tienen ahora solamente este poco, "Solamente aferraos a lo que tenéis, hasta que yo venga". (versículos 23, 25 – RVA)». Una cosa es tener la venida del Señor presentada como un alivio a unos pocos fieles en medio del mal y la corrupción del estado 'Jezabel' de la iglesia, y otra cosa muy diferente es tenerla como la resplandeciente y bienaventurada esperanza de la iglesia para sostenerla y sacarla de las corrupciones del mundo. Pero no es meramente el hecho de Su venida: solamente el resplandor de Él mismo, del que viene, puede satisfacer el deseo del corazón.

 

Versículos 26-28: Él revela ahora las consecuencias de Su venida para las naciones y para la iglesia. "Yo le daré autoridad sobre las naciones" (versículo 26). Esta es una expresión notable y nosotros no encontramos nada parecido cuando la iglesia estaba en plena prosperidad. Pero ahora, cuando la iglesia profesante llegó a una posición de ser ella misma la prueba más grande posible para los santos, y su asociación con el mundo ha hecho que lleve su nombre la madre de los hijos de la corrupción, los fieles, en medio de esto, tienen promesas especiales para aquietar sus almas. Sabemos por la historia, de qué forma en los tiempos más oscuros los hombres de fe han tenido que pasar a través del mal en la iglesia, y temiendo ser detectados por aquellos que se llamaban a sí mismos con ese nombre, y bajo una amarga persecución del poder gobernante en la tierra. Siendo realmente la iglesia nominal el poder de Satanás por medio de la corrupción ejercitada entre las naciones. Y así es aquí; los santos, teniendo fe y paciencia, siguen perseverando a través de cada dificultad, sea esta Jezabel y sus hijos con el nombre de iglesia por un lado, y persecución por parte de las naciones por el otro. La promesa es la asociación con Jesús mismo, la estrella resplandeciente de la mañana; y donde haya habido fe en esto, habrá poder sobre las naciones. El mundo que bajo el poder de Satanás ha sido la prueba de los santos será sujeto a ellos. "Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin", (en medio de esa corrupción que aún tiene el nombre y la responsabilidad de una iglesia), "yo le daré autoridad sobre las naciones". (En Mateo 24 tenemos lo mismo en cuanto a principio, aunque no como aplicándose a la misma época: "Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo". (Mateo 24: 13). "Y le daré la estrella de la mañana". (Apocalipsis 2: 28). Él está dando de esta manera al remanente fiel, mientras está en esta condición, el conocimiento especial de la unión con Él. La dificultad de la posición en la que ellos se encontraban era que todos alrededor de ellos se estaban volviendo hacia Jezabel y su corrupción, a comer cosas sacrificadas a los ídolos y a cometer fornicación. Y entonces ellos claman, «¿qué debo hacer yo?», a lo que el Señor contesta, «Sígueme, — guarda tus obras hasta el fin, y entonces tendrás Mi porción al final, "como yo también la he recibido de mi Padre " (versículo 27)».

 

Vemos aquí señalados, en la promesa hecha al fiel, dos caracteres de la venida del Señor. El primero se relaciona con la posición de ellos con respecto al mundo, — y se trata de "autoridad sobre las naciones" (versículo 26); y luego, en segundo lugar, la propia y apropiada bendición de los vencedores, a saber, la estrella de la mañana. En relación con el primero, hay una referencia a ello en el Salmo 2 : 9. La iglesia del Dios viviente en su caminar en la tierra debería haber juzgado al mundo, pero ahora, habiendo cometido fornicación con el mundo, ella no tiene el poder para juzgarlo: por consiguiente el Señor dice, "Me es necesario"; porque habiendo fracasado la iglesia en la santidad y la separación de su andar para condenar el mundo, el Señor tiene que dar testimonio de lo que el mundo es cuando es juzgado (Ver Salmo 2). Si los perseguidos se inclinaron ante la autoridad del mundo, como algo ordenado por Dios, a pesar de todo ellos fueron separados de éste. Y ellos se mantuvieron totalmente apartados con horror de la corrupción de Jezabel, sin importar cual pudiera ser la influencia de Jezabel. Se sentían honrados por ser martirizados. Al final, los poderes del mundo se asociarán contra el ungido de Dios, pero, a pesar de todo, Él tomará Su autoridad sobre las naciones. ¿Y cuáles son el lugar y la porción de la iglesia allí? Cristo está ahora sentado a la diestra de Dios y el Espíritu Santo ha descendido para reunir a la iglesia; y después que los santos sean llevados al Señor, entonces Él aparecerá para juzgar al mundo.

 

"Yo mismo he ungido a mi rey sobre Sión, mi santo monte. Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te he engendrado hoy". (Salmo 2: 6, 7 - RV1977). La palabra hijo no es usada aquí en el carácter del eterno Hijo del Padre, sino como alguien nacido en el mundo, el hombre elevado en gloria para gobernar sobre la tierra. "¡Pídeme, y te daré las naciones por tu herencia!" (Salmo 2: 8 - VM). Cristo no está haciendo esto ahora; Él no está orando ahora por el mundo. En el momento que Él le pregunta a Dios con respecto a éste, debe sobrevenir el juicio en el mundo. "Los quebrantarás con vara de hierro". (Salmo 2: 9). En Juan 17 Cristo dice, "no ruego por el mundo, sino por los que me diste". Él deja el mundo fuera de Sus peticiones. Él no está quebrantando las naciones ahora, sino que Él está haciendo avanzar Su bienaventurado evangelio para reunir almas fuera del mundo; y el Espíritu Santo es enviado para unirlas a Él mismo, formando de este modo la iglesia. Pero, cuando Él pregunte por las naciones, será para desmenuzarlas como vasija de alfarero. Este será el juicio de los vivos. Y por este motivo tenemos la palabra de advertencia al final del Salmo 2, "¡Ahora, pues, oh reyes, obrad con cordura;… Besad al Hijo, no sea que se enoje" (Salmo 2: 10, 12 – VM); «porque si ustedes no se inclinan a esta convocación, dándoles de esta manera con paciencia una oportunidad para que se arrepientan, ustedes deben inclinarse ante la ira del Cordero». "Ante mí se doblará toda rodilla". (Romanos 14: 11; Isaías 45: 23).

 

Y presten atención aquí a lo que es la porción de la iglesia al ser ella una con Cristo, "Al que venciere… yo le daré autoridad sobre las naciones,… como yo también la he recibido de mi Padre". (Apocalipsis 2: 26, 27). Y de Cristo se dice, "(Él) las regirá con vara de hierro". El mundo debe ser puesto en orden y Él ejecutará juicio sobre él, y cuando Él venga a hacerlo la iglesia estará asociada con Él en esto; pero ella está ahora morando donde está el trono de Satanás, con el mal por todos los lados, y no puede tocarla a modo de arreglarla. Y, por consiguiente, es como si Cristo debiera decir a Su remanente fiel, «No temas, no estés inquieto por causa de las persecuciones, ni siquiera acerca de las corrupciones de Jezabel: solamente guarda "mis obras hasta el fin". Este es el tiempo para la paciencia y para la humilde fidelidad. Anda tú a través del mundo como yo anduve a través de Israel, y Yo te "daré autoridad sobre las naciones… como yo también la he recibido de mi Padre". El poder será tuyo cuando yo asuma el mío y reine». Este es el carácter especial de asociación con Cristo en poder.

 

Pero, mientras tanto, ¿qué tenemos que hacer nosotros con respecto a poner en orden el mundo? Nada, y esto la carne no lo puede entender. No debemos entrometernos con la furia de las naciones, ni involucrarnos con las alianzas de las naciones (aun teniendo en cuenta que tenemos que someternos y obedecer a los poderes que existen, tal como Dios lo ordenó), ni siquiera contaminarnos tocando las maldades de Jezabel, sino esperar en Dios. Guarda "mis obras hasta el fin" y espera pacientemente; porque cuando Cristo tendrá el control, así también nosotros. Nuestros intereses son los Suyos y los Suyos son los nuestros; éstos están tan juntos y englobados que no pueden ser separados. La fuerza de esa expresión en Colosenses: "Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos…? (Colosenses 2: 20), — es justamente esto: Él está escondido en Dios y yo también (ese es el razonamiento); Su vida es nuestra. "Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios". (Colosenses 3: 3). Él se refiere así a nuestro estado con Él, que si Él está escondido en Dios, nosotros también estamos escondidos. Y si se habla de Su manifestación, "Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria". (Colosenses 3: 4). Así, siendo enteramente uno con Cristo mientras Él está esperando en el trono del Padre, nosotros estamos llamados a esperar aquí abajo en espíritu con Él.

 

A propósito, yo podría mencionar que en el Salmo 110 puede haber alguna explicación de la expresión, "Pero de aquel día… nadie sabe,… ni el Hijo". (Marcos 13: 32). El Hijo está sentado a la diestra de Dios y es contemplado proféticamente como esperando allí, como Jehová le dijo, "Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies". (Salmo 110: 1). Por consiguiente, en este sentido, del Hijo, —como ministro profético de la verdad revelada, y como tal Él habló en Israel (véase Hebreos 1), — puede decirse que no sabe ni el día ni la hora; porque, como dice Pablo en Hebreos 10, Él está "de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies" (Hebreos 10: 13), cuando ellos también sean nuestro estrado. Por ese motivo en el mensaje a Filadelfia nosotros somos llamados a guardar la palabra de Su paciencia, y si Él está esperando, no hay duda de que nosotros también tenemos que esperar; y es Él, quien es la mejor parte de lo que nosotros estamos esperando.

 

Esta es la porción apropiada y característica de la iglesia, —a saber, asociación con Él; y lo otro, es decir el poder sobre las naciones, es meramente el fruto y la consecuencia de ello. Él debe juzgar, pero para ustedes Él es la "estrella de la mañana". El juicio es Su "extraña obra". Él es lento para la ira pero debe ejecutar juicio debido a que no puede permitir que la iniquidad continúe para siempre; porque Él va a tomar posesión de Su propio trono y no puede tener un trono relacionado con Satanás y su maldad y, por consiguiente, Él debe eliminar el mal porque no lo puede permitir; así que el poder anticristiano en el mundo debe ser abatido, tal como Él no puede instaurar Su trono y dejar lo que existe. Como está dicho en el Salmo 94 : 20, "¿Se juntará contigo el trono de iniquidades?" Esto no podría ser. Por consiguiente, Él tiene que hacer Su extraña obra: pero Su obra apropiada, por así decirlo, es brillar en Su propio resplandor celestial, — y nuestro lugar apropiado es estar asociados con Él allí.

 

"Le daré la estrella de la mañana". (Apocalipsis 2: 28). ¿Y quién es aquel que ve la estrella de la mañana? Es aquel que vela mientras es de noche. Todos ven el sol en su brillantez: pero solamente quienes no son de la noche, aun sabiendo que moralmente es de noche y están esperando la estrella de la mañana, — aquellos, y solamente aquellos, ven la estrella de la mañana y la obtienen como su porción. Ellos no son hijos de la noche sino del día; y, por consiguiente, ellos esperan el día. Cuando se levantó la estrella que anunció a Jesús, el cual nació Rey de los Judíos, Ana y Simeón estaban esperando la consolación de Israel. ¿Y quiénes eran los amigos de Ana en esos días de oscuridad? Simplemente aquellos que estaban esperando la redención en Israel, y ella les habló de Él. En ellos se cumplió esa palabra en Malaquías, — "Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero". (Malaquías 3: 16). Vemos que ellos se conocían unos a otros y que gozaron de consuelo en el espíritu por medio de la verdad de Jesús de lo que sigue en el profeta: "Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación". (Malaquías 4: 2). Hubo unos pocos pobres despreciados que fueron tan poco conocidos como faltos de atención; pero ellos estuvieron 'esperando' la redención en Israel, conscientes de la ruina y del mal, porque vivían para la gloria de Dios y por el privilegio de ser Su pueblo. En ellos, débiles como eran, encontramos una marca más brillante de fe que la que encontramos en Elías cuando él estuvo pidiendo que cayera fuego del cielo. Ellos no estaban arreglando el templo, sino que estaban juntos hablando de los pensamientos de Dios. Elías estuvo poniendo en orden las cosas exteriores, pero no tuvo fe para las cosas interiores. [Véase nota].

 

[Nota.] Observen el carácter de Cristo aquí. Siendo Él mismo perfecto bajo la ley, Él, por la paciencia inagotable de Su gracia, soportando todas las cosas, cumple trayendo la voz del pastor a cada oveja en el redil. El pobre Elías, tan devoto como era él, hace caer fuego del cielo sobre los desobedientes, pero no estuvo en contacto con los siete mil que Dios conocía. Cristo rehúsa a hacer caer fuego del cielo. Él soporta el juicio si bien Él cumplió la ley, e hizo que la voz de Jehová alcanzara a toda costa a los más pobres, a los más culpables y a los más escondidos del rebaño. La consecuencia es, — como de hecho es la causa — que las ovejas del rebaño son Suyas, y todo el poder de juicio se le da a Él por encima de todo.

 

Elías no tuvo una confianza apropiada en la gracia inagotable de Dios hacia el remanente. La ley fue la medida de su aprehensión; pero las Anas y los Simeones tuvieron el secreto de Dios en sus almas, ("El secreto de Jehová es para los que le temen, Y a ellos hará conocer su pacto". Salmo 25: 14 – RV1977 - JND), y estuvieron andando en la senda estrecha y silenciosa de la fe, no tratando de poner en orden el templo sino hablando a todos los que estaban esperando consolación en Israel. Pero, ¿estuvieron ellos satisfechos con el estado de las cosas? No; pero, en separación del mal ellos esperaron la consolación para Israel, qué era lo único que podría enmendar el mal. Y tal es así en nuestros días. El Cristiano no puede cambiar a Jezabel, ni él tampoco puede mezclarse con los simples 'adoradores del templo', el así llamado sistema religioso actual. Mientras los deja a ellos al juicio del Señor, él camina lejos de los violentos ataques que caen sobre los Cristianos, en silenciosa separación de todo mal, esperando pacientemente y velando durante la larga y oscura noche de dolor, a la estrella de la mañana en el día de gloria. "Al que venciere. . .le daré la estrella de la mañana"; y esta estrella de la mañana es Cristo mismo. Y Él es conocido de esta manera para aquellos que, siendo hijos del día, aunque están en la noche, no son de la noche. La estrella de la mañana se va antes que el mundo vea el sol, antes que salga el sol, antes que el día aparezca. Pero antes que salga el sol, allí está la estrella de la mañana para aquellos que están velando en la noche. El mundo verá el sol; pero, por lo que concierne al mundo, la estrella de la mañana se ha ido antes que salga el sol. Así nosotros nos iremos para estar con la estrella de la mañana antes que el día de Cristo aparezca para el mundo; y cuando Cristo aparezca, entonces también nosotros seremos "manifestados con Él en gloria". (Colosenses 3: 4).

 

Hay tres pasajes que se refieren a esta estrella de la mañana que es importante mencionarles. En 2ª Pedro 1, él dice, "Tenemos también la palabra profética más segura (esto es, confirmada) a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones". Los profetas de Israel habían profetizado acerca del día de plena bendición sobre la tierra, diciendo, "Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz". (Isaías 60: 1). "He aquí que para justicia reinará un rey". (Isaías 32: 1). Y el testimonio de ellos fue confirmado a los discípulos por medio de la visión en el monte santo. (Mateo 17: 1 a 9; Marcos 9: 2 a 8; Lucas 9: 28 a 36). Ellos profetizaron también de eventos por suceder en la tierra que confirmaban su juicio en todas sus rebeldes formas de voluntad y poder, — de Nínive y Babilonia, y de las bestias que se levantarían sobre la tierra,— de Jerusalén y su porción por apartarse de Dios; y el juicio fue así señalado, de tal manera que hubo una luz de advertencia, la cual, en medio de la oscuridad de este mundo mismo daba una luz que llamó a aquel que prestara atención a esto a evitar el crimen de la voluntad humana que llevaba al juicio divino.  Ellos hicieron bien en hacer caso a esto, hasta que el lucero de la mañana salió en sus corazones, porque él era la luz en un lugar oscuro. Pero el lucero de la mañana era, en sí mismo, algo aún más excelente.

 

En realidad, las profecías son claras, su advertencia es clara; ellas me guardan de estar mezclado con el espíritu del mundo, cuyo juicio es anunciado. En Apocalipsis yo leo acerca de espíritus inmundos a manera de ranas que van a los reyes de la tierra en todo el mundo para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso. Si yo ni siquiera entendiera exactamente quién y qué significan las ranas, a pesar de esto, la gran importancia de la profecía es evidente. Ellas no son el poder del bien; ellas guían a los reyes de la tierra a la batalla del gran día del Dios Todopoderoso. De esta forma, esto es una antorcha que alumbra en lugar oscuro que es la noche de la historia de este mundo en la ausencia de Cristo. Pero la estrella de la mañana es Cristo mismo, tal como nosotros lo vemos en Apocalipsis 22. Él es la estrella resplandeciente de la mañana. Él será el Sol de Justicia para el mundo cuando Él aparezca; pero entonces allí habrá juicio. El malvado será como cenizas bajo las plantas de los pies (Malaquías 4: 3), — como estopa (Malaquías 4:  1), — y el día del Señor será como fuego. Pero la estrella aparece a los que velan, antes que el sol aparezca para el mundo; porque, como yo puedo entender en la advertencia profética que este lugar oscuro va a ser juzgado, que "la noche está avanzada, y se acerca el día"; no obstante ahora todavía es la noche, aunque la gente piense cualquier otra cosa. Y yo quiero a la estrella de la mañana en mi corazón (la esperanza de Cristo antes del día, viniendo para llevarse a la iglesia consigo (Juan 14: 3), — porque la estrella de la mañana es dada a los que vencen), para que aliente mi alma a través de la noche larga y lúgubre que ahora es más oscura de lo que era entonces, pero aun así avanzada, así como la oscuridad de la noche siempre se espesa hasta que el amanecer de otro día se levanta más allá en el otro lado del cielo y la estrella de la mañana aparece para fijar el ojo del alma que está en vela y esperando, y alentar al corazón con una esperanza segura y cierta. ¿Y qué necesitamos nosotros, entonces, de las cosas de este lugar oscuro, el cual está ahora bajo juicio por haber clavado en la cruz al Hijo de Dios? Por consiguiente, no estén buscando las riquezas, los honores, el poder de este mundo, sobre el cual Cristo está viniendo para ejecutar juicio. Un rayo de la gloria de Cristo marchitará toda la gloria de este mundo manchado como una hoja de otoño. Por consiguiente, no sigan ustedes mezclándose con el mundo ni amontonando riquezas. ¿Qué van a hacer ustedes con ellas cuando Cristo venga? Recuerden que el Señor está cerca. Pero, ¿estoy yo separado del mundo simplemente por el hecho de que éste va a ser juzgado? Ciertamente no. Mi porción completa para el tiempo y la eternidad está en Cristo; el lucero de la mañana ha salido en mi corazón. Yo estoy apartado del mundo por afecto y no por temor.

 

Tenemos la venida de Cristo como la estrella de la mañana como una cosa distinta de la salida del sol porque cuando el sol salga en el mundo será para juicio. (Ver Isaías 2 y Malaquías 4 : 1 - 3) Pero además y antes de todo esto, nosotros tenemos nuestra porción en Cristo; nosotros no somos de este mundo, somos redimidos fuera de él y pertenecemos al Señor Jesucristo, y nos uniremos con Él antes que Él se manifieste para el juicio de este mundo y, por consiguiente, los truenos del juicio no nos pueden tocar porque estamos sentados con Él en el cielo, desde donde viene el juicio. En Apocalipsis 4 tenemos un retrato muy bienaventurado y consolador de la posición de la iglesia. Hay veinticuatro ancianos sentados en sus tronos, alrededor del trono de donde salen los truenos, los relámpagos y las voces; y ellos continuaban perfectamente impasibles. ¿Era esto insensibilidad? No ciertamente; porque, cuando Dios mismo es mencionado en Su santo carácter, inmediatamente ellos se postran y echan sus coronas delante de Él. Tampoco es esta santidad la causa de cualquier temor, cuando los seres vivientes proclaman la trina santidad de Aquel que está sentado sobre el trono; pues lo que irrumpe es su adoración y ellos se postran y echan sus coronas ante Él en la plena conciencia de la bienaventuranza de Aquel que se sienta solo sobre el trono. Cristo, entonces, es esta Estrella de la Mañana, y si el día ha amanecido y el lucero de la mañana ha salido en nuestros corazones, nosotros conocemos nuestra asociación con Cristo mismo, como dentro del lugar desde donde proceden los juicios.

 

Al final de Apocalipsis tenemos nuevamente el lugar de la Estrella; capítulo 22: 16. El Señor nos trae de regreso desde el testimonio profético a Él mismo, — leemos, "Yo Jesús he enviado mi ángel — Yo soy la raíz y el linaje de David (esto es en relación con que Él es la fuente de la promesa y el heredero de ella, como Rey de Sión, — "¡Domina tú en medio de tus enemigos!" – salmo 110: 2 – VM), la estrella resplandeciente de la mañana". Pero, en el momento que Él se presenta a Sí mismo como la estrella resplandeciente de la mañana, "el Espíritu y la Esposa dicen: Ven" (versículo 17); el Espíritu Santo en la iglesia dice, "Ven". Esta respuesta es lo que está conectado con Él. La mención de Él atrae y despierta la respuesta de la iglesia. Este es el carácter en el cual la iglesia misma debe hablar de Su venida. Dios, en el amor de Su propio corazón, ha asociado a la iglesia con Jesús, y la mención misma de Su nombre despierta la exclamación, '¡"Ven"! porque pulsa una cuerda que da una respuesta inmediata; y por consiguiente Él no dice aquí, "He aquí yo vengo pronto", como en el versículo 22. Aquí no se trata de CUÁNDO Él vendrá, sino de que es ÉL MISMO el que está viniendo. Él no habla de Su venida, aunque este pensamiento es bienaventurado, sino que Él se revela a Sí mismo; y esto es lo que despierta la respuesta del corazón por medio del poder del Espíritu Santo. Nosotros somos para Él y estaremos con Él: no puede ser nada menos que esto porque Él nos llama "Su cuerpo". ¡Qué glorioso lugar es este! No es meramente maravilloso, sino glorioso, —a saber, la identificación con el Cristo de Dios. Ninguna explicación de la Escritura profética (no obstante lo buena y verdadera que ella sea, — no obstante cuan útil sea como una solemne advertencia con respecto a este mundo), podría nunca tomar el lugar, en el alma que es enseñada por Dios, del conocimiento de su unión viviente con un Jesús que viene y de la actual espera por Él. Ninguna simple explicación de Su venida como una doctrina es la esperanza apropiada del santo. Esa esperanza no es profecía; es la expectativa real y bienaventurada y santificadora de un alma que conoce a Jesús y que espera verlo y estar con Él.

 

Solamente la esposa oye la voz del Esposo, la que de inmediato muestra la expresión de su deseo por Su venida. A esto Él responde asegurándole a ella Su venida; y entonces Apocalipsis finaliza dejándole esto como su propia expectativa, no obstante Él pueda haberle comunicado previamente lo referente al juicio de este mundo, al cual ella no pertenece. El Señor Jesús es representado como partiendo Él mismo, y viniendo y tomando a Su esposa para estar con Él. Entonces, cuando el mundo esté diciendo "Paz y seguridad", vendrá sobre ellos destrucción repentina, y no escaparán. (1ª Tesalonicenses 5: 3).

 

Pablo finaliza 1ª Tesalonicenses 4 con estas palabras, "y así estaremos siempre con el Señor". (1ª Tesalonicenses 4: 17). ¿Y eso es todo? Sí, eso es todo; porque Pablo no le puede decir nada más al corazón que ha aprendido a amarlo a Él. Entonces él añade, "Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba". (1ª Tesalonicenses 5: 1). [Ver nota].

 

[Nota.] Yo no dudo que la conexión directa del capítulo 5 es con el versículo 14 del capítulo 4, siendo desde el versículo 15 hasta el final del capítulo 4 un paréntesis.

 

Ustedes son hijos del día, ustedes esperan eso. Una explicación de esto como doctrina jamás puede alcanzar un corazón. Ustedes no pueden hacer que una persona entienda una relación: para entenderla la persona misma debe estar en la relación. Un alma reposada podría entender de una forma lo que significa la profecía; pero nada menor al sentido y al gusto de estar relacionados con Cristo mismo puede otorgar el deseo de Su propia venida personal. ¿Y por qué? Porque para esto se debe conocer la relación. En Apocalipsis 22: 16 la relación es conocida, el afecto es despertado y hay allí una respuesta inmediata.

 

Tomen ustedes un caso: una mujer está esperando a su esposo; él llama a la puerta. Ninguna palabra sale de su boca; pero esta esposa ya sabe quién está a la puerta, porque es aquel a quien ella ama el que está allí, y de esta forma son despertados los sentimientos y afectos naturales apropiados para una esposa cuando la cuerda es pulsada por aquello que actúa en ellos. Pero además, el vínculo debe estar en el corazón; para producir la respuesta el afecto debe estar allí; la cuerda que vibra con esta verdad bienaventurada tiene que estar allí para que sea despertada por ésta. Hay un conocimiento tal de unión con Jesús a través del poder del Espíritu de Dios, que en el momento mismo en que se habla de Él en este carácter, la cuerda es tocada, y la exclamación instintiva es, "Ven". Ninguna cantidad de inteligencia, meramente, producirá esto. ¡Y qué diferencia hay entre esperar al Señor Jesús porque Él me ha hecho a mí y a Sus santos una parte de Sí mismo y Su esposa, y esperar Su venida para juzgar a los pobres pecadores! Noten ahora el efecto práctico de esta espera por Jesús: nos toma limpios fuera del mundo al cielo. Si mi corazón es correcto en sus afectos hacia Él, yo también estoy mirando demasiado hacia lo alto como para darme cuenta de las cosas a mí alrededor. Hay bastantes cosas alrededor en el mundo, bastante bullicio y agitación; pero esto no perturba la bienaventurada calma de mi alma; porque nada puede alterar nuestra relación indisoluble con un Jesús que viene, así como nada debería dividirnos en la esperanza.

 

Ver la venida del Señor Jesús a buscar la iglesia cambia el carácter de mil Escrituras. Por ejemplo, tomen los Salmos, — esos que hablan acerca de los juicios sobre los impíos, como leemos, "el justo… sus pies lavará en la sangre del impío". (Salmo 58: 10). Nosotros no somos personas que dicen esto. Ese es el lenguaje de Judíos, y además de Judíos piadosos los cuales serán libertados por medio de la vara de poder golpeando con violencia a sus enemigos, cuando todas las tribus de la tierra se lamentarán debido a Él. Pero, ¿acaso quiero yo que mis enemigos sean destruidos para alcanzar a Cristo? No ciertamente. Yo los dejaré para estar con Él. Es verdaderamente un pensamiento doloroso, aunque reconocemos el justo juicio de Dios, que tal juicio se cumplirá sobre los que lo desprecian a Él y a Su gracia. Pero, por lo que a mí respecta, yo estoy yendo verdaderamente a Cristo en el cielo. Mi lugar está en Él, mientras Él está escondido en Dios, en la unión más cercana e íntima. Yo pertenezco a la esposa, soy un miembro de Su cuerpo, de Su carne y de Sus huesos. Cuando nos hemos sostenido de este bendito centro, Cristo, y con Él, por consiguiente, de Dios mismo, entonces toda Escritura cae en su lugar apropiado; y obtenemos un entendimiento espiritual de cosas celestiales por medio del Espíritu Santo y de nuestra relación con ellas; y de cosas terrenales y de nuestra separación de ellas; y, sobre todo, nuestros corazones se sitúan en su lugar apropiado, porque, estando situados en Jesús mismo, estamos esperándolo. Cuando Él se manifieste, nosotros seremos manifestados con Él en gloria (Colosenses 3: 4), pero estaremos para siempre con el Señor.

 

¡Que el Señor nos dé un entendimiento tal de la redención y de nuestra posición en Él, que pueda fijar de tal forma nuestros corazones en Él mismo, de tal manera que podamos andar diariamente aquí abajo como hombres que esperan a su Señor, el cual ha prometido venir y tomarnos consigo, velando en medio de una noche de tinieblas, conscientes de que es de noche, aunque no somos de la noche, sino que velamos y esperamos el día, teniendo a la estrella de la mañana saliendo en nuestros corazones! Que el Señor nos guarde de los ídolos y, sobre todo, de cualquier cosa que tenga sabor a Jezabel, que podamos estar en temor, en temor de contristarlo a Él en cualquiera de esas cosas que han entrado para estropear y corromper aquello tan hermoso que Él una vez plantó para ser para la manifestación de Su gloria en este mundo oscuro y malo.

 

J. N. Darby

 

Traducido del Inglés por: B.R.C.O. en 2001. – Texto revisado en Mayo 2021.

 

Otras versiones de La Biblia usadas en esta traducción:

 

JND = Una traducción del Antiguo Testamento (1890) y del Nuevo Testamento (1884) por John Nelson Darby, versículos traducidos del Inglés al Español por: B.R.C.O.

RVA = Versión Reina-Valera 1909 Actualizada en 1989 (Publicada por Editorial Mundo Hispano) RV1977 = Versión Reina-Valera Revisión 1977 (Publicada por Editorial Clie).

VM = Versión moderna, traducción de 1893 de H.B.Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza)

 

Versión Inglesa conferencias 3 y 4:

https://www.stempublishing.com/authors/darby/PROPHET/05042E_B.html

 

www.graciayverdad.net

 

Título original en inglés:
SEVEN LECTURES ON THE PROPHETIC ADDRESSES TO THE SEVEN CHURCHES
by John N. Darby
Delivered in London, 1852
Traducido con permiso
Publicado por:
www.STEMPublishing.com
Les@STEMPublishing.com