EDIFICACIÓN ESPIRITUAL CRISTIANA EN GRACIA Y VERDAD

EL TESORO, Y EL CORAZÓN (W.Kelly)

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EL TESORO, Y EL CORAZÓN

 

 

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y  han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:

 

LBLA = La Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation, Usada con permiso.

 

 

Mateo 6:21

 

W. Kelly

 

("The Bible Treasury" Vol. N5, p. 132 a 134)

 

 

El principio moral establecido aquí por nuestro Señor requiere nuestra profunda y constante atención; y cuanto más, debido a que la carne engaña siempre, y lucha contra este principio, para complacerse bajo un bello disfraz, por razones aparentemente poderosas y excelentes. Pero nosotros andamos por fe, no por vista, y sólo así lo hacemos correctamente.

 

"Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón." (Mateo 6:21).

 

Donde la fe no existe, un objeto presente ocupa el corazón, y se convierte en el tesoro. Se trata del 'yo' de una forma u otra, mediante el cual Satanás es el amo, y no Dios: ¿cuál debe ser, entonces, el final por la eternidad? El objeto más prevalente es lo que el Señor llama "ganancia deshonesta", puesto que el dinero es el medio más expedito de ganancia para gratificar los deseos carnales. Puede ser que el corazón se abandone a los placeres del pecado por una temporada. El poder, por otra parte, es la ambición de algunos, así como la fama lo es de otros. Puede adquirir, también, una dirección religiosa tan fácilmente y más peligrosamente que una dirección literaria, para obtener honra mundana. De tales maneras los hombres perecen, incluso donde no aparece ordinariez alguna, sino el más agradable refinamiento.

 

Sólo Cristo libera y preserva de todas estas trampas. Él es dado y enviado por Dios para ganar el corazón por medio de Su gracia inefable, adaptándose ella misma a nuestra culpa y miseria e inutilidad por el pecado, para salvar al más vil de su maldad, para reconciliar con Dios, para ser vida así como también justicia para aquel que no tiene ninguna de las dos, para asociar con el cielo, y separar así del mundo, no sólo en lo que es evidentemente malo, sino en todo lo que asevera ser bueno o lo mejor del mundo, para que nosotros no vivamos ya para nosotros mismos, sino para Aquel que murió y resucitó por nosotros (2ª. Corintios 5:15). Y como esto es para la gloria del Padre, lo es así  por el poder del Espíritu que está aquí, enviado ahora desde el cielo, en y desde Pentecostés, para glorificar a Aquel que nunca busco Su voluntad, sino que hizo, a toda costa, la voluntad de Dios.

 

Cristo es, por lo tanto, el tesoro verdadero, y en Él y por Él, las riquezas de la gracia de Dios, sí y mucho más allá de toda cuestión de necesidad, para la alabanza de la gloria de Su gracia que nos hará semejantes a Él delante de Él, no sólo en naturaleza, sino en relación, en la medida que esto puede ser. Pero, mientras tanto, nosotros tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros (2ª. Corintios 4:7). "Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas." (2ª. Corintios 4: 16 al 18).

 

Por eso es que nuestro Señor insta a que no acumulemos "tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y roban", sino a que acumulemos "tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban; porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón." (Mateo 6: 19 al 21 – LBLA). El corazón sigue necesariamente al objeto de su afecto; y Cristo, el tesoro del Cristiano, no era de la tierra sino que viene desde arriba, desde el cielo (Juan 3:31), "Y lo que vio y oyó, esto testifica; y nadie recibe su testimonio. El que recibe su testimonio, éste atestigua que Dios es veraz. Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida. El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado [para que estén] en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. (Juan 3: 32 al 26).

 

Entonces, no se trata solamente de cuál es el tesoro, sino de dónde el Señor insiste en que pongamos atención. Y esta verdad del tesoro en el cielo obtiene gran acceso y gran fuerza a partir de la ascensión de nuestro Señor adonde Él estaba antes (Juan 6:62), no sólo Hijo de Dios como Él descendió, sino como Hijo del Hombre como Él está también ahora en la gloria celestial. Porque esta es la manera correcta y plena en la que el Cristiano Le conoce. "De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura [nueva creación] es." (2ª. Corintios 5: 16 y 17).

 

El Cristiano está unido por el Espíritu a Cristo glorificado, ahora que él descansa en la consumada redención. "El que se une al Señor, un espíritu es con él." (1ª. Corintios 6:17). Ello pudo ser sólo entonces. Por eso es que, habiendo muerto con Cristo y habiendo resucitado con Él, somos exhortados a buscar las cosas de arriba, donde Cristo está, sentado a la diestra de Dios, a poner la mira en las cosas que están arriba, no en las cosas que están en la tierra. Porque hemos muerto, y nuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Y nosotros esperamos que cuando Cristo, nuestra vida, se manifieste, entonces nosotros también seremos manifestados con Él en gloria. (Colosenses 3: 1 al 4).

 

Podemos observar que en Lucas 12, la relación de esta verdad expresada más ampliamente ("Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón"), es no sólo con la advertencia de la precariedad de todo excepto de un tesoro en los cielos, sino con la venida del Señor como una esperanza próxima. "Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida." Sería escasamente posible concebir palabras más claras indicando el llamamiento a estar constantemente esperándole a Él.

 

En general, el objetivo es inequívoco si nosotros estamos andando en el Espíritu. Somos ahora "celestiales" en título (1ª. Corintios 15: 48 y 49), y esperamos que la autoridad más segura lo realice incluso para nuestros cuerpos a Su venida. Ocupémonos, mientras tanto, en vivir, servir, andar, y adorar, de manera consistente con nuestra fe y con nuestra esperanza. Nada menos que esto es el Cristianismo del Nuevo Testamento, cuando se conocieron las muchas cosas que los discípulos no pudieron sobrellevar hasta que ellos tuvieron redención por medio de Su sangre y el don del Espíritu. Cuando el Espíritu vino de Él desde lo alto, Él no dejó de guiarles a toda la verdad. (Juan 16: 12 al 15).

 

Lector, tenga cuidado de no ser engañado. Si usted no es un discípulo de Cristo, si no ha nacido del Espíritu, las exhortaciones del Señor no pueden ser aplicadas a usted: usted no es aún uno de los Suyos. Reconozca su mal y su estado culpable delante de Dios. Reconózcale a Él como el único Salvador eficaz, el Hijo del Hombre que vino a buscar y a salvar a los perdidos (Lucas 19:10). Entonces esas palabras, como las de Él a los discípulos, serán realmente preciosas y bienaventuradas por gracia para su alma. Pero usted debe nacer de nuevo, nacer de Dios, para recibirlas y comprenderlas. (Juan 3). Cuídese de aquellos que deifican, divinizan, o ensalzan excesivamente ordenanzas, para menosprecio de Cristo, y para su propio vano orgullo de un cargo religioso sin fundamento.

 

William Kelly

 

Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Febrero 2015.-

Título original en inglés:
The Treasure, and the heart, by William Kelly 
Traducido con permiso
Publicado por:
www.STEMPublishing.com
Les@STEMPublishing.com

Versión Inglesa
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