COMENTARIOS DE LOS LIBROS DE LA SANTA BIBLIA (Antiguo y Nuevo Testamento)

Disertaciones acerca del Evangelio de Mateo - Prefacio e Introducción (William Kelly)

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Disertaciones acerca del Evangelio de Mateo

 

William Kelly

 

Obras Mayores Neotestamentarias

 

Parte 1 de Disertaciones acerca del Evangelio de Mateo.

 

Prefacio

 

«El autor confía que el volumen pueda demostrar ser de ayuda a los que aceptan las Escrituras como la Palabra de Dios y tienen confianza en la guía benigna del Espíritu Santo, el cual es enviado desde el cielo a glorificar a nuestro Señor Jesús. Aquí se ha hablado sobriamente de los asuntos críticos: en otro lugar se puede entrar en ellos con más detalle; porque la verdad no tiene nada que temer y mucho que ganar de la criba más minuciosa, si esta es competente y sincera. Sin embargo, en la presente ocasión la interpretación directa ha sido el objetivo, y el provecho práctico de las almas.»

 

Guernsey, Febrero de 1868.

 

 

INTRODUCCIÓN

 

El hecho de que el Espíritu de Dios, al inspirar a Mateo, tuvo en perspectiva las aspiraciones y necesidades de los judíos, la evidencia del Mesianismo de Jesús y las consecuencias de Su rechazo tanto para ellos como para los gentiles, es una verdad que se ha impuesto a sí misma sobre la mayoría de los cristianos que han examinado los Evangelios con algún cuidado discernidor. Las pruebas internas de tal designio son tan amplias y variadas que lo único que sorprende es cómo una mente inteligente podría poner en duda los hechos o la inferencia. Sin embargo, se nos dice que si un objetivo judío hubiese sido mantenido constantemente ante el evangelista, la visita de los magos gentiles no podría haber sido relatada exclusivamente por Mateo, del mismo modo que la circuncisión de Jesús y Sus frecuentes asistencias a las pascuas en Jerusalén podrían haber sido relatadas exclusivamente por Lucas si él hubiera escrito para los gentiles. La objeción no tiene fuerza alguna cuando se ve que el Espíritu tuvo la intención, por medio de  Mateo, de hacer el seguimiento de la desafección de los Judíos para con un Mesías semejante tal como sus propias Escrituras retratan, no sólo exteriormente glorioso, sino primeramente como una Persona divina, aunque un hombre, insinuando en Su nombre mismo que Él era Jehová, que venía a salvar a Su pueblo de sus pecados, y no meramente de sus enemigos. (Mateo 1). ¡Qué retrato sigue a continuación en el capítulo 2! ¡Jerusalén turbada ante las noticias de Su nacimiento, y distantes magos Gentiles del Oriente que venían a rendirle homenaje! ¿Es esta la refutación del especial designio de Mateo? ¿Qué ilustración más hermosa de ello puede ser buscada? Y si Lucas nos presenta las más encantadoras visiones del remanente piadoso de Israel, y del Señor Jesús presentado primeramente en medio de ellos con la más exacta atención a cada requisito de la ley, ¿de qué manera deja esto de lado el testimonio de un Evangelio que abunda con evidencia de que Dios nos presenta allí a Cristo, remontándose en Su origen hasta "Adán, que era hijo de Dios" (Lucas 3: 38), y no desde Abraham y David, que eran el depositario de la promesa y del linaje del reino en Israel respectivamente? ¿Olvidaron los objetores que el gran apóstol de los Gentiles puso por obra regularmente el principio sobre el cual él insiste —"al judío primeramente, y también al griego"? (Romanos 1: 16; Romanos 2: 10). Los escritores inspirados reflejaron la riqueza de los modos de obrar de la gracia de Dios, no de la tecnicidad de la rutina humana.

 

Es evidente, asimismo, que las aparentes discrepancias en los relatos sincrónicos de los Evangelios sinópticos deben surgir, o bien de la debilidad de los instrumentos humanos, o de la sabiduría de gran alcance del Espíritu el cual imprimió sobre cada uno de ellos un designio especial, y así insertó, suprimió, o presentó variadamente el mismo hecho o verdad sustancial para la prosecución de aquel designio, no presentando jamás nada más que la verdad y, no obstante, presentando así la verdad completa. ¿Por qué la incredulidad afirma que una diferencia tal de designio es una teoría a priori? [Nota 1]

 

[Nota 1] A priori = locución adverbial. Antes de examinar el asunto de que se trata.

(Fuente: DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA - REAL  ACADEMIA  ESPAÑOLA).

 

El testimonio habitual de cada Evangelio debe decidir este asunto. ¿Qué puede ser más manifiestamente a priori que el hecho de imputar, sobre un terreno como este, «inexactitudes históricas demostrables» a los historiadores inspirados, de los asuntos de más peso dados alguna vez al hombre para que él los registrase? Si el único método de escribir una vida fuese el de una simple secuencia, podría haber una apariencia de razón; pero, algunas de las biografías más famosas entre los hombres se alejan, en general o en parte, del mero orden de ocurrencia. ¿Qué se pensaría acerca del hecho de  atacar el crédito de ellas por un motivo como este? La falta radica en aquellos que objetan, no en la Escritura.

 

Yo tengo la certeza de que Mateo y Lucas fueron guiados a seguir un orden exacto, uno de ellos el orden dispensacional, el otro el orden moral; y de que ellos son mucho más profundamente instructivos que si uno u otro, o ambos, hubiesen adherido a la misma manera básica de un analista; y que es un mero grave error el hecho de caracterizar cualquier diferencia o arreglo resultante (tal como Mateo 8: 28, etcétera, comparado con Marcos 5: 1, etcétera, y Lucas 8: 26, etcétera) como una discrepancia real. Que tales defensores de la fe hagan lo peor que pueden hacer, pero el Cristiano no tiene nada que temer, sino sólo creer, y él verá la gloria del Señor y la belleza de la verdad. Indudablemente, una disposición diferente consiste en, y supone, el mismo incidente situado de diversas maneras, y está pensado, con deliberado designio, como para sacar a la luz más plenamente la verdad; pero, ¿de qué manera demuestra esto ser una discrepancia 'real'?

 

En todas partes se acepta que el Señor puede haber repetido la misma verdad, tal como Él repitió a menudo milagros similares. Pero, una diferencia de designio, por sí sola, es la explicación de todo el fenómeno de los Evangelios, y esto no es para deshonra de los escritores, sino para alabanza de su verdadero y divino Autor. El testimonio presencial y el apostolado no logran satisfacer el caso, porque dos de los cuatro Evangelistas no fueron ni lo uno, ni lo otro. El fundamento del nuevo edificio consiste de profetas así como también de apóstoles; y aunque Dios proporcionó testigos presenciales, Él demostró Su supremacía proporcionando los detalles más gráficos del ministerio de nuestro Señor mediante los mismos dos que no habían visto lo que ellos describen con detalles más gráficos que los detalles que son encontrados en los relatos de los dos que describen lo que ellos vieron. Tan falso es este criterio, incluso en cuanto a los dos apóstoles, que sólo Juan no presenta la escena de la agonía, ni la de la transfiguración, y sin embargo, solamente él de entre los evangelistas estuvo entre los más cercanos a ambos acontecimientos. Sólo él presenta la caída a tierra de la banda armada (Juan 18: 6), aunque Mateo la contempló al igual que él. Y Mateo presenta con la mayor plenitud el discurso profético en el monte de los Olivos (Mateo capítulos 24 y 25); mientras que Juan no lo presenta en absoluto, aunque es el único Evangelista que estuvo presente para oírlo.

 

El propósito del Espíritu es la verdadera y única clave en cada caso. Así, en cuanto a la inscripción en la cruz, nada es más sencillo que la perfección de cada informe para cada Evangelio; mientras que puede ser que el verdadero escrito contuviera el informe de Juan con la adición de las palabras iniciales de Mateo, adecuando el Espíritu Santo cada forma a Su objetivo en los Evangelios respectivos. La inspiración plenaria no excluye en absoluto sino que acentúa el designio especial. La verdadera pregunta es: ¿Debemos atribuir sus diferencias de forma a la sabiduría de Dios o a la debilidad del hombre? Por otra parte, la diferencia de lectura es un asunto de copias humanas, no del original inspirado. Por último, el apóstol no insiste meramente en que los hombres fueron inspirados, sino en que el Libro, — sí, toda Escritura- es divinamente inspirada.

 

Existe la evidencia más sólida para demostrar que el Griego de Mateo es el original y no una versión, aunque el Evangelista, posiblemente, pueda haberlo escrito también en Hebreo para la Iglesia temprana en Judea. Esto podía caducar, y lo que se necesitaba permanentemente perduraría.

 

Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Noviembre 2021

Publicado originalmente en Inglés bajo el título:
"Lectures on the Gospel of Matthew", by William Kelly
Traducido con permiso
Publicado por:
www.STEMPublishing.com
Les@STEMPublishing.com

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