Disertaciones
acerca del
Evangelio de Mateo
William Kelly
Obras Mayores Neotestamentarias
Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("")
y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60).
Mateo 10
Al final del capítulo anterior nuestro Señor,
al ver las ovejas perdidas de la casa de Israel, habla de ellas con profunda
compasión como ovejas sin pastor. Había salido a relucir lo que los fariseos
eran realmente: nada más de lo que Él conocía antes; pero las circunstancias del
completo rechazo por parte de ellos a Él mismo, y el aborrecimiento de ellos, saliendo
a la luz cada vez más decididamente, sacaron a relucir ante Su espíritu aquello
a lo que estaban expuestas las ovejas de Dios. Si el espíritu de ellos era
implacable contra Aquel en quien no había pecado, Aquel que era el propio Hijo
de Dios, el Pastor de Israel, ¡cuál no debía ser la triste porción de aquellos
que tenían debilidades y fracasos que los exponían a la malicia de aquellos que
no se preocupaban por ellas aduciendo el nombre de Dios, de los que tendrían el
ojo más agudo y suspicaz para todo lo débil y necio acerca de ellas! Recordemos
siempre la gracia del Señor, recordemos que incluso aquello que es humillante
en nosotros atrae nada más que Su compasión. Yo no estoy hablando ahora del
pecado sino de lo que es débil; porque debilidades y pecados son dos cosas
diferentes. No queremos la compasión del Señor con el mal. El Señor padeció y
murió por nuestro pecado. Pero queremos compasión para con nosotros en nuestra
ignorancia, debilidad, temblor, propensión a las ansiedades, preocupaciones, tribulaciones:
queremos compasión en todas estas cosas que nos hacen padecer aquí; y el Señor
la tiene plenamente con nosotros. Este fue también el caso con Israel.
Inconscientes como ellos eran de su miserable condición, Jesús insta a los
discípulos, en el amor de Su propio corazón, que rueguen al Señor de la mies
para que envíe obreros a Su mies. Era Su mies y sólo Sus obreros podían
recogerla. Pero, inmediatamente después, — y esto es notable, — Él muestra que Él
mismo es el Señor de la mies; y Él envía obreros. El capítulo que sigue a
continuación ilustra esto y pone de manifiesto el ámbito de Mateo, el cual Le retrata
como Aquel que va a salvar a Su pueblo de sus pecados, — Emanuel, Dios con
nosotros. Presten ustedes atención a las circunstancias. Esto tiene lugar tras Su
rechazo por parte de Israel. Su propio ministerio, lleno de gracia y de poder,
ya lo hemos visto plenamente exhibido y terminando con la total indiferencia de
Israel y el aborrecimiento de los líderes religiosos. Mateo 8 nos presenta el
pueblo, y Mateo 9 sus guías, manifestándose ellos mismos así por separado.
Ahora bien, el capítulo 10 muestra que Jesús,
como Señor de la mies, envía obreros, y esto también con plena autoridad y
poder dados a ellos. Pero, observen ustedes que ello es aún en conexión
especial con Israel; y el Señor es consciente desde el principio del rechazo por
parte de Israel. Mientras tanto es una misión judía de los doce apóstoles
judíos a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Yo entiendo esto de manera
muy literal y no como si ello fuese dicho a la Iglesia, de la que nunca se
habla como ovejas perdidas; pero las ovejas de Israel en su condición de
desolación son descritas así muy acertadamente. Antes de que la Iglesia sea
reunida, lo que necesitamos es un Salvador. Nosotros, los gentiles, no éramos
en absoluto ovejas, sino perros, desde el punto de vista de nuestro
evangelista. (Véase Mateo 15). Y después de haber sido introducidos en la
Iglesia, nosotros no somos, ni podemos ser, ovejas perdidas. Mientras que se
habla de estos pobres del rebaño como ovejas perdidas de la casa de Israel.
Porque hasta ese momento no había sido llevada a cabo la obra por la cual ellos
podían ser puestos en la posición conocida de salvación.
Además, cuando nuestro Señor los envía, se
dice: "Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre
los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda
enfermedad y toda dolencia". (Versículo 1). Esta fue la misión de ellos de
manera peculiar. Ni una palabra es dicha acerca de la predicación de lo que
llamamos el evangelio, o la enseñanza de todo el consejo de Dios; sino que
ellos debían ir con el poder mesiánico contra Satanás y las enfermedades
corporales como testimonio a Israel. Debían dar a conocer el reino de los
cielos. Nuestro Señor dijo, "Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los
cielos se ha acercado". (Versículo 7). Pero el gran rasgo característico
de la misión fue conferirles poder contra demonios y enfermedades. La pertinencia
de esto en relación con Israel es manifiesta. Ello fue una brillante evidencia
de que el verdadero Rey, Jehová, estaba allí, quien no sólo podía expulsar demonios
sino conferir ese poder a Sus siervos. ¿Quién sino el Rey, Jehová de los
ejércitos, podía hacer esto? Fue un testimonio mucho mayor que si el poder
hubiera estado limitado a Su persona. La capacidad de impartir poder a otros
(que fue lo que Simón el Mago, esperando beneficiarse de ello codiciaba tan
fervientemente) Dios muestra aquí que está en Su Hijo. Ahora bien, los siervos
debían ser enviados y en el debido orden, — doce de ellos, en relación con las
doce tribus de la casa de Israel. Después encontramos la promesa de que ellos se
sentarán "sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel".
Mateo 19: 28). Por lo tanto, no hay duda de que se trató de una misión judía.
Cuando la Iglesia fue llamada, Dios interfirió en el mero orden judío llamando
a un apóstol extraordinario teniendo en especial perspectiva a los gentiles, — uno
que fue llamado después de que Cristo hubo muerto y resucitado, y hubo asumido Su
lugar a la diestra de Dios. Entonces entró esta nueva obra en el llamamiento de
la Iglesia, y el apóstol Pablo se convirtió en el ministro característico de la
Iglesia, aunque los doce también tuvieron su lugar. Pero, en este momento los
doce apóstoles iban a ser (lo que Pablo no fue) los ministros para Israel en
testimonio del reino de los cielos. Porque, observen ustedes que a ellos se les
dio el más estricto mandato de que no debían salir de los límites de Israel; ni
siquiera debían visitar a los samaritanos, ni entrar en ciudades de gentiles.
La ocupación de ellos fue únicamente con las ovejas perdidas de la casa de
Israel: una demostración positiva de que ello se refiere a aquellos de los
judíos que tenían conciencia de pecado y que estaban dispuestos a recibir el
testimonio del Mesías verdadero. Ellos se tenían que ocupar exclusivamente de
ellos. Ello es aún más notable porque en este Evangelio se nos dice que después
que Él murió y resucitó el Señor los envió a los gentiles; pero además, ello fue
en el terreno evidente de que Su muerte había entrado. "Yo, si fuere
levantado… a todos atraeré a mí mismo". (Juan 12: 32). Cristo en la cruz
se convierte en el centro de atracción para el hombre, así como en el
fundamento de todos los consejos de Dios. Ahora bien, en este caso no tenemos
nada de eso. La muerte del Señor ni siquiera es mencionada. Su rechazo es
sacado a relucir pero nada se dice acerca de la edificación de una nueva
estructura, — la Iglesia. Hubo que esperar a que se produjera un rechazo adicional
antes de que esto pudiera ser revelado como en Mateo 16.
Pero aquí el Señor Jesús envía a los doce y
les da instrucciones diciendo: "Por camino de gentiles no vayáis, y en
ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes
a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Y yendo, predicad, diciendo: El
reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad
muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia. No os
proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni de alforja para el
camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es
digno de su alimento". (Versículos 5-10). Es decir, ellos debían ir tal
como estaban, con la ropa que tenían encima, con el calzado que calzaban
entonces sus pies. No debían proveerse de nada, ni almacenar nada como medio de
subsistencia durante su misión. Esta no es una norma universal para los siervos
de Dios en todo momento. Fue una misión peculiar, para un tiempo especial, y
con referencia a Israel solamente. No era el evangelio de la gracia de Dios,
sino el evangelio del reino. Los dos van juntos ahora; pero en aquel entonces
no era así. Israel no recibió el testimonio del reino; se produce un cambio
total y el reino de los cielos, como establecido exteriormente, queda en
suspenso. El llamamiento de Dios ahora a los gentiles entra como un vasto
paréntesis entre este mensaje a las ovejas perdidas de Israel y su pleno
cumplimiento en los días postreros. Todo lo que el Señor manda debe cumplirse,
pero nada se cumple perfectamente hasta que el Señor lo toma todo en Sus manos.
Todo aquello de lo cual Cristo en breve va a
tomar posesión en poder y gloria es confiado primero al hombre. Pero el hombre
fracasa en todas partes, Israel como nación se arruina, la Iglesia se ha vuelto
mundana y dispersa. Sin embargo, todo será para alabanza de Cristo mismo. Por
tanto, con independencia de lo que ustedes consideren en los modos de obrar de
Dios, como norma general, primero es presentado el hombre; ello es hecho descansar
sobre él para ver si puede cargar con la responsabilidad y la gloria; y él no
puede. Pero todo aquello en lo que el hombre ha fracasado está destinado a
descansar sobre los hombros de Cristo en el día de gloria, y todo llegará
entonces a la perfección, y resplandecerá con un resplandor más que prístino, y
redundará en Su gloria.
Los doce fueron enviados en esta misión y fueron
instruidos a depender sólo de Cristo. Él proveería para ellos. Ellos debían
anunciar el reino de los cielos; y Él, el Rey, se haría cargo de todo. Debían
ir con la más plena confianza en Él. Ahora bien, aunque Sus siervos no han de recurrir
al mundo, ni utilizar medios humanos para tener influencia sobre los santos, y
aunque pueden recurrir con confianza a Dios para que provea para ellos, a ellos
no se los coloca en las mismas circunstancias que estos discípulos. La
diferencia está señalada enfáticamente. Tomen ustedes, por ejemplo, un mandato
como éste: "En cualquier
ciudad o aldea donde entréis,
informaos quién en ella sea digno, y posad allí hasta que salgáis". (Versículo
11). Un hombre que sale ahora con el evangelio, ¿ha de preguntar quién es
digno? Él busca a los indignos. Pero esta era una misión a Israel; y Jehová
quería a los íntegros que estaban en la tierra, a aquellos cuyos corazones
realmente deseaban al Mesías. "Y al entrar en la casa, saludadla. Y si la
casa fuere digna, vuestra paz vendrá sobre ella; mas si no fuere digna, vuestra
paz se volverá a vosotros". (Versículos 12, 13). Este no es, en absoluto,
el proceder del evangelio ahora. Por el contrario, es paz con Dios lo que el
siervo de Cristo está habilitado para proclamar a los enemigos de Cristo. La
orientación directa del evangelio es hacia aquellos que están en miseria, — los
viles y descorazonados; porque el evangelio es la plenitud de la gracia de Dios
para el hombre que no tiene absolutamente nada que dar a Dios. Si ellos están
más que quebrantados, sienten que son totalmente ineptos para Dios, y que Dios
ha proporcionado un Salvador tal como lo declara Su palabra, entonces nunca podemos
confiar en Él demasiado plenamente ni demasiado
sencillamente. La esencia del evangelio es esta: Que Dios no me pide dar, sino recibir.
Este es el evangelio de Dios, — el evangelio de Su Hijo; pero aquí, en Mateo,
es el evangelio del reino. Ustedes encontrarán constantemente esta frase en
Mateo. Este evangelio está dirigido a los que son dignos. Si la casa fuera
digna, la paz del mensajero viene sobre ella; y si no, vuelve. "Y si
alguno no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o
ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies", — el juicio sería sobre
ellos. "De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el
castigo para la tierra de Sodoma y de Gomorra, que para aquella ciudad", —
sólo porque tenían a los mensajeros del reino viniendo a ellos con un mensaje
de gracia, y ellos no los recibieron.
A partir del versículo 16 el Señor les
advierte de las circunstancias en las que el evangelio iba a ser predicado.
"He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues,
prudentes como serpientes, y sencillos como palomas". Es decir, Él llama a
tener prudencia, prudencia celestial. Debía haber una santidad total en el
objetivo y en el carácter de la prudencia, y estar libre de cualquier acusación
justa de ser perjudicial para los hombres. "Guardaos de los hombres",
— «no supongáis que, aunque salgáis con amor
en
vuestros corazones, no os encontraréis con lobos».
A los judíos se
les insinúa claramente. "Guardaos de los hombres, porque os entregarán a
los concilios, y en sus sinagogas os azotarán; y aun ante gobernadores y reyes".
Aunque los judíos odiaban el yugo gentil, ellos estarían muy dispuestos a
invocar la autoridad gentil cuando se tratara de los seguidores de Cristo. Los
judíos los arrastrarían ante reyes y gobernadores gentiles, aborrecidos como
ellos lo eran. Pero nuestro Señor añade esta palabra de gracia: "por causa
de mí, para testimonio a ellos y a los gentiles".
Dios vuelve así las armas del adversario
contra él mismo. "Ciertamente la ira del hombre te alabará; Tú reprimirás
el resto de las iras". (Salmo 76: 10. Uno no puede dejar de sentir que una
verdad como ésta, aunque tiene una aplicación especial para los apóstoles saliendo
en esta misión, ciertamente permanece para nosotros. "Mas cuando os entreguen,
no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado
lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el
Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros". Al mismo tiempo, Él los
prepara para la conducta más despiadada hacia ellos, incluso de parientes. El
hermano conocería las prácticas de su hermano, el padre sabría todo sobre el
hijo, y el hijo sobre el padre: todo esto se volvería contra los siervos de
Cristo. "Seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere
hasta el fin, éste será salvo". (Versículos 19-22). "Cuando os
persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no
acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del
Hombre", o como dice el margen de la Biblia Inglesa, "hasta que venga
el Hijo del Hombre", — una notable declaración. Ella recuerda la expresión
que utilicé antes, la Iglesia es un gran paréntesis. La misión de los apóstoles
cesó abruptamente con la muerte de Cristo. Ellos todavía la llevaron a cabo
durante un tiempo, pero terminó completamente con la destrucción de Jerusalén:
todo terminó por el momento, pero no para siempre. El llamamiento de la Iglesia
comenzó entonces; y cuando el Señor haya sacado a la Iglesia del mundo al
cielo, Dios volverá a levantar testigos del Mesías en la tierra, cuando el
judío se convertirá. Dios ha declarado que Él daría Su tierra a Su pueblo, y
así lo hará, porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios. (Romanos
11: 29). La fidelidad de Dios está involucrada en ello, para que el pueblo
judío sea restaurado a Su tierra cuando la plenitud de los gentiles haya entrado.
El llamamiento de la plenitud de los gentiles es el paréntesis que está
ocurriendo ahora. Cuando esto termine el Señor reanudará Sus vínculos con
Israel. Ellos volverán a la tierra en incredulidad. El testimonio del reino,
que fue iniciado en el tiempo de nuestro Señor por los apóstoles, será reanudado
hasta que venga el Hijo del Hombre. Entonces "Enviará el Hijo del Hombre a
sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a
los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego:… Entonces los
justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre". (Mateo 13:
41-43). El Señor llevará a cabo plenamente en aquel día lo que fue encomendado
al hombre y que fue arruinado por la mano débil o inicua del hombre. Entonces,
todo lo que esté bajo el Renuevo de Israel será glorioso. Yo concibo que esto es
lo que va acompañado de la notable expresión de que ellos no acabarían de
recorrer las ciudades de Israel hasta que viniera el Hijo del Hombre. Todo el
período en que el Señor se apartó para llamar a entrar a los gentiles es pasado
en silencio. Él habla de lo que estaba saliendo a la luz en aquel entonces, y
de lo que sería reanudado en Israel, — pasando por alto lo que mientras tanto
se está llevando a cabo.
En la última parte del capítulo el Señor presenta
dulces motivos para animarlos. "El discípulo no es más que su maestro, ni
el siervo más que su señor. Bástale al discípulo ser como su maestro, y al
siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a
los de su casa? (Versículos 24, 25).
Él estaba demostrando esto ahora, y ellos
tendrían que sentirlo en su momento. "Así que, no los temáis". El
primer motivo para no temer es: «yo
he atravesado la
misma senda; no tengáis miedo». "No los
temáis… porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto,
que no haya de saberse". Tanto como decir: «Si no entendéis
ahora las razones y motivos de la incredulidad de la gente, los entenderéis
otro día. Todo el que conoce la verdad y no la sigue debe sentir aversión por los
que la siguen. Tal como fue conmigo, así será con vosotros: pero no os
alarméis. Estad llenos de valor y perseverad en el testimonio.»
"Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído,
proclamadlo desde las azoteas". (Versículo 27). Él los anima a la mayor
franqueza y audacia. La segunda amonestación en cuanto a no temer es en otro
terreno: ¿Y qué daño pueden ellos hacer? «Ellos no pueden
tocar el alma; ni siquiera pueden tocar el cuerpo, a menos que vuestro Padre celestial
lo permita.» "Y no temáis a
los que matan el cuerpo, mas
el alma no pueden matar". «Ellos no pueden
dañarte.»
No hay nada que un creyente tenga que temer excepto lamentarse y pecar contra
Dios. Por lo tanto, él añade inmediatamente: "Temed más bien a aquel que
puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno". Una cosa temible está
ante los enemigos de Dios, — a saber, ¡la destrucción del alma y del cuerpo en
el infierno!
"¿No se venden dos pajarillos (en griego: gorrión común) por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a
tierra sin vuestro Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así
que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos". (Versículos 29-31).
El cuidado especial, minucioso, de nuestro Padre por Sus hijos se extrae de
esto, que el gorrión mismo, aunque es un ave tan despreciada y trivial entre
los hombres, aun así no puede caer a tierra "sin vuestro Padre". Él podría
haber dicho, 'sin Dios'; pero dijo, "vuestro Padre",
— el amor de un padre se preocupa por sus
hijos.
Desde el versículo 32 hasta el final del
capítulo tenemos la importancia de confesar a Cristo, y los efectos de ello en
este mundo. El primer gran principio es éste, "A cualquiera, pues, que me
confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre
que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo
también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos". Nosotros
hemos tenido el cuidado del Padre; ahora tenemos la confesión del Hijo en la
actualidad. El cuidado del Padre lo conocemos en la tierra con independencia de
cuál sea la prueba. La confesión del Hijo
acerca de nosotros será en el cielo, cuando toda la escena de la prueba
haya terminado.
Luego Él les advierte que el resultado del
testimonio de ellos puede ser muy doloroso, — hogares en desacuerdo, miembros
de una familia discrepando unos de otros. No se sorprendan. "No
penséis", dice Él, "que he venido para traer paz a la tierra". Nosotros
sabemos que el Señor siempre puede darnos paz, ¡por supuesto!: pero Él habla
aquí del ingreso de Su testimonio, por medio de Sus discípulos, en un mundo que
Le aborrece. Entonces, inevitablemente los dos principios entran en colisión.
No es que Él desee la confusión, sino que ello es el efecto natural de
que el conocimiento de Cristo entre en una casa donde algunos de sus miembros Le
rechazan.
Como es en el mundo, así es en el hogar. Hay
quienes creen y quienes no creen. "No penséis que he venido para traer paz
a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada". No sueñen ustedes
que todo va a ser triunfante. Viene el día en que el Señor hará que la paz
fluya como un río; pero ese no es el resultado de Su primera venida. Ahora es
la enseña de la guerra debido a la oposición que la incredulidad siempre crea
contra la verdad. "Porque he venido para poner en disensión al hombre
contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y
los enemigos del hombre serán los de su casa". El Señor se enfrenta
audazmente al caso. «Yo he venido a introducir
Mi principio, y ello coloca al hijo contra el padre.»
Ahora bien, esto se convierte en una de nuestras pruebas más severas, — a
saber, el efecto que el testimonio de Dios tiene sobre las familias. Las
personas hablan de familias que se rompen y de parientes que se desunen. El
Señor utiliza ya las mismas
palabras y nos fortalece para ello. "El que ama a padre o madre más que a
mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de
mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que
halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará".
(Versículos 37-39). Él muestra que Su venida traería lo contrario a una senda
de tranquilidad en este mundo. Efectivamente, nosotros debemos decidirnos a
sufrir la prueba, el rechazo y la burla. Pero, luego Él añade el otro aspecto: leemos,
"El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe
al que me envió". Habría quienes recibirían así como quienes rechazarían.
"El que recibe a un profeta por cuanto es profeta", si sabía que él era
un siervo de Dios, y lo recibía como tal frente a la vergüenza y la burla,
tendría la misma recompensa que un profeta mismo. "El que recibe a un
justo por cuanto es justo", — otras personas podrían llamarlo injusto,
pero él lo recibe, no como un simple hombre o amigo, sino como un justo, y él "recompensa
de justo recibirá". Él demuestra que Su propio corazón es justo para con
Dios. Nosotros mostramos nuestro verdadero estado de alma mediante la opinión
que pronunciamos. Suponiendo que yo hablo o actúo injustificadamente contra un
hombre bueno que cumple con su deber, yo muestro que no estoy con Dios en esa
cosa en particular. Por otra parte, si yo tengo fe para discernir lo que es de
Dios, y asumir mi parte con él ante la deserción general, verdaderamente, soy feliz.
Sólo Dios permite a un hombre hacer eso. Nosotros mostramos dónde está nuestro
corazón por medio de nuestros juicios y conducta hacia los demás.
"Y cualquiera que dé a uno de estos
pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto
os digo que no perderá su recompensa". (Versículo 42). Ello sería la
evidencia de que el Espíritu estaba actuando en su alma, — su corazón extendido
en misericordia y compasión hacia los que son de Dios en este mundo. De ninguna
manera él perdería su recompensa. Se trata de la conducta externa que brota del
principio interno. En todos estos casos se trata claramente de la misión judía
de estos discípulos. Yo creo que así obtenemos el verdadero carácter del
capítulo y el lugar que ocupa en este Evangelio.
El asunto en perspectiva de todo este
capítulo es el Señor, como Señor de la mies, no sólo pidiéndoles que oren para
que obreros sean enviados a la mies (Mateo 9: 38), sino que Él mismo se
anticipa a la oración. "Antes que clamen, responderé yo" (Isaías 65:
24); y el Señor está actuando en el espíritu mismo de lo que será plenamente
cierto en los días postreros. Él mismo está enviando obreros.
En Lucas 22: 35, refiriéndose a esta misma
misión, el Señor pregunta: "Cuando os envié sin bolsa, sin alforja, y sin
calzado, ¿os faltó algo? Ellos dijeron: Nada". Entonces el Señor les dice
ahora que se provean de bolsa, alforja y espada: lo mismo que antes no debían
hacer debían hacerlo a partir de ese momento. El Señor abroga lo que había
ordenado antes en lo que respecta a las circunstancias especiales. Su benignidad
y amor para con ellos, y el hecho de que ellos anduvieran en sabiduría e inocuidad,
permanecerían; pero el carácter peculiar de esta misión terminó con la muerte
de Cristo. Yo concibo que ella será reanudada por otros en un día futuro, pero
los discípulos realmente enviados pronto iban a ser llamados a una nueva obra fundamentada
en la redención y en la resurrección de nuestro Señor.
William Kelly
Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Marzo 2022
Publicado originalmente en Inglés bajo
el título: "Lectures on the Gospel of
Matthew", by William
Kelly
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