UN MOVIMIENTO DIVINO
y nuestra senda con Dios hoy día.
por Frederick
W. Grant
(editado)
Serie
"Christian Update"
Volumen
uno
(Un alegato,
una defensa, una amonestación con respecto a los principios y prácticas de los así llamados "hermanos")
ISBN
0-88172-138-7
Publicado
en 1990 por BELIEVERS BOOKSHELF INC.
P. O.
Box 261, Sunbury, Pennsylvania 17801
La serie
de publicaciones "Christian Update" consiste de escritos religiosos sobresalientes de autores del siglo 19, cuyos escritos
han sido editados para hacer que su lectura sea más fácil y comprensible. Nosotros tenemos una mina de oro de verdad de parte
de estos escritores dotados por Dios quienes abrieron para nosotros las Escrituras de una manera no conocida por 1500 años.
Desafortunadamente, hoy en día, muchos de estos escritos no están siendo leídos, o cuando son leídos, no son fácilmente comprendidos,
debido a que el estilo de escritura ha cambiado, en el último siglo, desde un gran énfasis acerca de la hermosura literaria
(con una estructura de frases largas y complejas), a un énfasis acerca de la sencillez y legibilidad. Asimismo, las palabras
han cambiado de significado o ya no son usadas comúnmente. Por lo tanto, creyendo que se trata de la guía del Señor, yo estoy
editando algunos de estos escritos para hacerlos más fáciles de entender, manteniendo, al mismo tiempo, la exactitud de significado
del escritor y lo más posible de su propio estilo. Se ha añadido algunas notas a pie de página, y se ha omitido referencias
a artículos que ya no se imprimen y a acontecimientos que ya no son bien conocidos. Yo ruego que esta serie "Christian Update"
ayudará a quienes la lean, a crecer en la verdad y les dará una mayor apreciación de su Señor y Salvador, Jesucristo.
Roger
P. Daniel
Índice
de Contenido
Introducción
(por el Editor)
Capítulo 1 Filadelfia: ¿Qué es?
Capítulo 2 El Vencedor en Filadelfia
Capítulo 3 "Has Guardado Mi Palabra"
Capítulo 4 Santo y Verdadero
Capítulo 5 "No Has Negado Mi Nombre"
Capítulo 6 El Asunto de la Asociación
Capítulo 7 Un Círculo de Comunión o Independencia
Capítulo 8 Clerecía y Clericalismo
Capítulo
9 La Herejía
Capítulo
10 La Asamblea en Su Funcionamiento Práctico
Introducción
"Un Movimiento
Divino" del Sr. Grant, ha sido seleccionado para el Volumen Uno de la serie "Christian Update" debido a las verdades únicas,
prácticas e importantes que presenta, no porque sea un libro fácil de leer, incluso en su forma editada.
Estas
verdades, generalmente, no son enseñadas actualmente a los Cristianos, primeramente debido a que estas verdades no son populares
- ellas no concuerdan con la posición asumida por la mayoría de los líderes Cristianos. En segundo lugar, me temo que muchos
de nosotros que las conocemos (en grados diferentes) y debiéramos estar enseñando estas verdades como una realidad práctica,
hemos dejado que se deslicen de tal manera, que rehuimos el hecho de presentar a los demás lo que nosotros mismos no practicamos.
En tercer lugar, algunos pueden sentir que los detalles más magníficos de la verdad acerca de la Iglesia de Dios son demasiado
difíciles para que, particularmente, el Cristiano recién convertido los conozca, o que dichos detalles trascienden su necesidad.
Sin embargo,
el conocimiento más completo acerca de la Iglesia de Dios y de nuestra relación práctica con ella, es una de las doctrinas
más importantes (verdades o enseñanzas) que un Cristiano puede aprender. La Iglesia en el objeto especial de Cristo para la
dispensación (época) actual. Él es su Cabeza celestial, y cada creyente, sencillamente por haber sido salvado, es un miembro
del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. "Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola
purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese
mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha…, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne
y de sus huesos… Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia." (Efesios 5: 22-33).
Yo oro
para que los pensamientos del Sr. Grant presentados en lo que sigue a continuación, con respecto a nuestra relación práctica
con la Iglesia verdadera, hará que cada uno de nosotros escudriñe cuidadosamente tanto la Escritura como nuestros propios
corazones - dos cosas que a menudo no nos agrada hacer, quizás debido a que tenemos temor de lo que pudiésemos encontrar.
Los temas que el Sr. Grant plantea claramente son el "alimento sólido", no la "leche", de la Biblia (1 Corintios 3:2 - BTX;
Hebreos 5: 12, 13), pero yo creo que las palabras y los pensamientos de este libro serán comprensibles para cualquier Cristiano
de, a lo menos, educación media que desee - se proponga - 'rumiar' y digerir el "alimento sólido" de la Escritura, en lugar
de satisfacerse simplemente con la verdad fácil, la que está en la superficie - la "leche" de la santa Palabra de Dios.
Las citas
Bíblicas son de la RVR60 (Reina-Valera revisión 1960) excepto allí donde la redacción sea crucial. Entonces, varias traducciones
de la Biblia al Español han sido usadas e incluso traducciones literales de la Versión Inglesa de la Biblia de J. N. Darby.
[N. del T.] Asimismo, antiguas palabras Españolas han sido actualizadas. Sin embargo, cuando la referencia sea a Dios, las
antiguas palabras Españolas han sido mantenidas. Aunque yo no veo ninguna razón Escritural para mantener estas palabras, he
hallado que muchos Cristianos sienten profundamente que las palabras más antiguas son más respetuosas de Dios que las palabras
actualmente en uso.
R. P.
Daniel
Capítulo
1
Filadelfia:
¿Qué es?
Mi propósito
en este libro es seguir un movimiento de Dios surgido por Su gracia y mostrar los principios Escriturales que lo caracterizan.
Plantearé, asimismo, las dificultades y las oposiciones a este movimiento. Mi objetivo será ejercitar a las personas con relación
a ello y ayudar a quienes ya han sido ejercitados a dirimir asuntos que pueden perturbarlos. (N. del E.: Las personas incluidas en este movimiento son llamadas comúnmente "hermanos"
o "hermanos de Plymouth" aunque ellos no aceptan ninguno de tales nombres.).
No me propongo plantear ninguna historia de este movimiento, ya que una historia predispondría las mentes en
sentidos opuestos por la introducción de nombres. Nosotros tenemos más la tendencia a que los hombres recomienden la verdad
que hacer que la verdad recomiende a los hombres que la siguen. Por consiguiente, consideraré solamente los principios, con
sus resultados necesarios sobre nuestra conducta, refiriéndome únicamente a la historia cuando sea necesario explicar la importancia
de ellos para nosotros.
Cada persona debe, por tanto, aplicarse los principios a ella misma. Pero con luz divina y con un alma desprejuiciada
delante de Dios, las aplicaciones deberían ser razonablemente fáciles. Ello nos pondrá a prueba, obviamente, en cuanto a si
nosotros estamos siguiendo realmente la senda de Dios. No procuremos escapar de la prueba sino que procuremos hallar la bendición
que Dios tiene para nosotros en ella.
Cuando vienen tiempos especiales de criba, el sentido de debilidad espiritual y el amor que tenemos los unos
para con los otros nos haría procurar escapar gustosamente. Pero, escapar sería una actitud imprudente e incrédula. Satanás
es el cribador del trigo de Dios, y es una cosa seria permitirle vencer, porque la criba es el método de Dios para purificación.
Consideren a Pedro en los Evangelios: él está en un peligro especial, conocido de antemano por el Señor como especialmente
probable de fracasar, y no obstante, Pedro no puede evitar el zarandeo. "Pero yo he rogado por ti", dice el Señor, no para
que 'tu no seas zarandeado', ni siquiera para que 'tu no puedas fallar', sino para "que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto,
confirma a tus hermanos." (Lucas 22:32). Aquí, el bien iba a venir del zarandeo de Satanás, incluso para uno que pareciera
haber fallado completamente bajo dicho zarandeo.
¡Qué consuelo hay para nosotros en esto! Si el Señor está dispuesto a poner en nuestras manos cualquier obra
para Él, qué de extraño hay si, antes que nada, Él se complace en dejar que nosotros, al igual que Pedro, encontremos en la
pena y el padecimiento el valor del tamiz de Satanás al quebrantar nuestro descuido y nuestra confianza en uno mismo.
Continuando a la pregunta del encabezamiento de este capítulo, yo propongo considerar brevemente los mensajes
del Señor a las siete 'iglesias' en Apocalipsis 2 y 3, mensajes que son proféticos de siete condiciones sucesivas de la Iglesia
en general, cubriendo el período de tiempo completo desde el día de los apóstoles hasta el Arrebatamiento. Una gran demostración
de esto es la correspondencia exacta entre la profecía y su cumplimiento histórico. Consideremos brevemente las primeras cinco
iglesias.
EFESO, a la que, en su fresca vehemencia, Pablo presenta la doctrina de la Iglesia, encabeza aquí una historia
de decadencia. Exteriormente, las cosas todavía parecían estar bien. El alejamiento es percibido sólo por Dios. El primer
amor ya no está más allí. Este es el principio del fin, una raíz sobre la que muchos malos frutos se desarrollarán si no hay
recuperación.
ESMIRNA nos muestra el doble ataque de Satanás sobre la Iglesia en su condición debilitada. Exteriormente, hay
persecución por parte del Imperio Romano. Interiormente, está la introducción del Judaísmo en el Cristianismo lo cual se desarrolla
como la semilla del enemigo, la "sinagoga de Satanás" - el hecho de mezclar juntamente lo verdadero y lo falso en un sistema
legar y ritualista reclamando posesión y promesa terrenales, y difamando ya (blasfemando) al remanente fiel.
PÉRGAMOS nos muestra el perdido carácter peregrino de la Iglesia. Ellos moran "donde está el trono de Satanás."
Los Nicolaítas, subyugantes religiosos del laicado, actúan ahora como tales, mientras los que enseñan la doctrina de Balaam
seducen al pueblo de Dios llevándolos a la idolatría y a alianzas de maldad con el mundo.
En TIATIRA, nosotros vemos lo arriba citado desarrollado plenamente en el Catolicismo Romano. Lo que los que
enseñaban la doctrina de Balaam hacían antes como individuos, una mujer (tipo o retrato de la iglesia profesante) lo hace
ahora, hablando como una profetisa aduciendo autoridad divina. Pero Dios la califica con el nombre terrible de "Jezabel",
la perseguidora idólatra de los profetas verdaderos en el día de Acab. No obstante, el desarrollo de esta línea malvada termina
aquí. Un remanente comienza a ser distinguido nuevamente ("los demás que están en Tiatira") lo cual nos prepara para una condición de cosas diferente en el mensaje siguiente.
En este sentido, en SARDIS,
no vemos a Jezabel o su corrupción. Las cosas han sido recibidas y oídas, pero ellas están listas para morir. El estado general
es muerte, pero con 'un nombre de que vive' y con "unos
pocos nombres en Sardis que no han manchado sus vestiduras" (Apocalipsis 3:4 - BTX) en este lugar de muerte. Tenemos aquí
las iglesias nacionales (controladas por el gobierno) de la Reforma, con su doctrina más Escritural, pero que es difícil mantener
en medio de lo que está espiritualmente muerto (el mundo reclamando ser la Iglesia verdadera), solamente con 'un nombre de
que vive'.
Esto nos lleva a FILADELFIA. Si las interpretaciones
anteriores son correctas, Filadelfia debe ser algo que se ha desarrollado en los años transcurridos desde la Reforma, fuera
del estado espiritualmente muerto de las iglesias estatales.
Filadelfia tiene la aprobación del Señor
de una manera que ninguna otra de las siete iglesias tiene, excepto Esmirna, con la cual, también en otra manera, Filadelfia
está vinculada. Aparece aquí, una vez más, la sinagoga de Satanás, como en Esmirna. Parece haber un cierto resurgimiento de
los principios judaizantes tipificados por esto, o a lo menos algo trae estos principios a la portada del mensaje del Señor.
Es comprensible la razón por qué los Cristianos evitarían apropiarse para ellos mismos la recomendación del Señor
encontrada aquí, aunque esa aprobación misma debe ser la causa de que cada Cristiano desee el carácter que el Señor puede
así recomendar. Pero, dado que ninguna circunstancia puede hacer que sea imposible cumplir con las condiciones necesarias
para Su aprobación, ciertamente deben haber existido Filadelfianos (personas con un carácter Filadelfiano) en cada generación
desde que estas palabras de la Escrituras fueron escritas.
Es bienaventurado ver que lo que el Señor aprueba en Filadelfia es presentado en tales palabras sencillas: guardando
Su Palabra, no negando Su Nombre, guardando la Palabra de Su paciencia. Todo esto parece sencillo, ¡y es para uno que se está
apoyando simplemente en el Señor! Con todo, si nosotros lo aplicamos cuidadosamente, no excluyéndonos fácilmente, estas palabras
nos escudriñarán hasta el fondo mismo.
Aunque siempre ha habido individuos Filadelfianos, un movimiento Filadelfiano es otro asunto, y esto es lo que
deberíamos buscar como acaeciendo algún tiempo después de la Reforma. Aunque no deberíamos halagarnos a nosotros mismos con
ser lo que no somos, debemos considerar que, si existe tal movimiento, ¿cuál es nuestra relación personal con él? Esto puede
causarnos una investigación ansiosa, y sería muy decepcionante si una respuesta satisfactoria no estuviese disponible.
Si el Señor me ha dado en estos mensajes indicaciones en cuanto a Su relación con las fases sucesivas de la Iglesia
en la tierra, entonces yo debo preguntarme dónde entro yo en esto. Si yo no pertenezco a esa línea de desarrollo que termina
en Tiatira (la Roma Papal) y yo no pertenezco a las iglesias estatales de la Reforma, o a esas iglesias constituidas similarmente,
entonces yo debo encontrar mi lugar ya sea en Filadelfia o en Laodicea (la séptima iglesia).
Ahora bien, si el Espíritu Santo está obrando en medio de semejante estado de cosas del cual Sardis da indicios,
no meramente para sostener un remanente, sino un testimonio contra el mal, ¿en qué dirección obrará Él? Será para separar
a los espiritualmente vivos de los espiritualmente muertos. Él guiará a los Cristianos a buscar la compañía que les corresponde
a ellos, dando expresión al 'amor de los hermanos' o 'amor fraternal' - el significado de la palabra Filadelfia.
Esta obra del Espíritu Santo ha caracterizado, en grados que varían, muchos movimientos que han surgido desde
la Reforma, movimientos que enseñaron y practicaron, más o menos, la separación de los Cristianos del mundo y la comunión
de los Cristianos como una realidad visible. Cada protesta contra la miseria de una membresía eclesiástica no salvada y cada
intento de mantener la diferencia entre la Iglesia y el mundo han proclamado la verdad relacionada de la unidad práctica de
la Iglesia. Filadelfia - amor fraternal - es una palabra que cubre todo esto procurando hacer visible la Iglesia verdadera,
de la que se pensó por tanto tiempo que era invisible por estar oculta en el mundo y en las religiones de los hombres.
De esta manera, "Filadelfia" simboliza un movimiento bien definido en la historia de la iglesia profesante, movimiento
que ha asumido caracteres diferentes. Estas diferencias pueden ser usadas para negar que la naturaleza de Filadelfia define
alguna senda clara para el pueblo de Dios hoy día, pero esto es solamente una perspectiva superficial del asunto. Otras consideraciones
nos harán modificar esta primera concepción y harán que nosotros comprendamos que la Palabra de Dios, aquí como en otra parte,
demanda completa honestidad en nuestra obediencia a ella, para obtener Sus bendiciones. Consideremos ahora la primera advertencia
que el Señor nos presenta en el mensaje a la iglesia de Filadelfia (Apocalipsis 3: 7-13).
Capítulo
2
El
Vencedor en Filadelfia
Si el deseo del Filadelfiano es la separación
de la Iglesia del mundo y su restauración a la unidad visible en la tierra, de qué manera las palabras del Señor "tienes un
poco de poder" (Apocalipsis 3:8 - VM) apelan a nosotros. El poder para tal obra no es del hombre, aunque Dios reconoce amablemente
lo que hay allí. El ideal no es alcanzable, pero se debe diferenciar esto de lo que es un objetivo inviable. Los incrédulos
han declarado correctamente que el estándar Cristiano no es completamente alcanzable, pero todo Cristiano sabe que "andar
como Él [Cristo] anduvo" (1 Juan 2:6) está muy lejos de un objetivo inviable.
Si nosotros estamos familiarizados, de algún modo, con los débiles esfuerzos de los Cristianos para andar con
Dios, debemos darnos cuenta que, en la senda en que Cristo nos conduciría, nosotros debemos tener la más profunda humildad
para escapar de la más profunda humillación. La advertencia dada al Filadelfiano es elocuente aquí, ya que todo depende de
que él preste atención a ella: "retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona." (Apocalipsis 3:11). La 'victoria' para
el Filadelfiano se cumple por el hecho de 'retener', puesto que este versículo (Apocalipsis 3:11) presenta el único mal que
está a la vista en Filadelfia.
El "poco de poder" de Filadelfia hace que la advertencia arriba mencionada sea más impresionante. Lo inalcanzable
del ideal, el pequeño progreso que nosotros hacemos hacia él, la debilidad manifiesta en los demás, así como también en nosotros,
todo se combina para descorazonarnos. Pero, eso que a menudo parece ser el fracaso de los principios es solamente nuestro
fracaso en actuar sobre los principios, pero esto es lo suficientemente malo. Si los principios han fallado por no haber sido
llevados a cabo; si ellos son demasiado celestiales, ¿no sería más sabio 'materializarlos' en cierto modo? Si una senda más
baja (más terrenal) es más práctica, ¿no es ella mejor? ¡No te das cuenta que renunciar a un sencillo punto de la voluntad
del Señor es renunciar a la 'obediencia' como principio! Entonces, la cantidad de puntos a los que renunciamos es sólo detalle.
No es difícil encontrar los restos de los naufragios de fracasadas Filadelfias esparcidos por los siglos desde
Lutero. Cada genuino avivamiento, siendo la obra del Espíritu Santo, ha tendido en dirección a Filadelfia. Ha hecho que los
Cristianos se congreguen, los ha separado del mundo, ha demostrado de nuevo el poder de la Palabra de Cristo, ha revivido
la dulzura de Su Nombre. Esta conciencia de males existentes en la iglesia profesante, intolerable para la conciencia despertada,
ha obligado a muchos, en obediencia al mandamiento de Dios, a 'apartarse de la iniquidad'. (2 Timoteo 2:19).
¿Acaso no es el vituperio constante de tales movimientos el motivo de que, en una o dos generaciones, ellos se
hundan a casi el nivel común de las cosas circundantes? Ellos no han sido capaces de retener la bendición. Si se reúnen a
unos principios que la conciencia natural reconoce, o a alguna afirmación de derecho que los hombres valorizan como posesión
de ellos, tales movimientos pueden aún crecer mientras los ancianos lloran ante el recuerdo de la pasada bendición, ahora
perdida, y se dan cuenta que su templo está en ruina (espiritual).
Todo esto va a suceder a menos que Dios lo impida. La primera generación tuvo que abrirse paso a través del entorno
natural ante el llamado de Dios, y ellos Le siguieron voluntariamente en el padecimiento y la auto-negación. Después, sus
hijos entraron en la herencia que sus padres habían obtenido para ellos, pero sin el ejercicio que sus padres tuvieron. La
naturaleza los atrae a la senda por la fuerza de la costumbre. Ellos no conocen el gozo del sacrificio. Ellos no tienen el
vigor obtenido mediante penosa labor. Entonces, es fácil predecir lo que seguirá a continuación, no necesariamente proveniente
de algún error con respecto a lo que ellos han sostenido como siendo la verdad, sino de las manos incapaces, no ejercitadas,
que sostienen dicha verdad.
El argumento del éxito que resulta de tal fracaso, merece una consideración. ¿Acaso el éxito, tal como los hombres
lo consideran, implica que el éxito es bueno a los ojos de Dios? O por el contrario, ¿demuestran el fracaso y la separación
que la cosa que naufragó era mala? Lleven a cabo honestamente una suposición semejante y vean a dónde les conducirá. Tomen,
por ejemplo, la Iglesia en los días de los Apóstoles, tal como es vista en la Escritura, y la verdad bienaventurada dada a
ella al principio. ¿Dónde encontraré yo esta Iglesia o la verdad poseída por ella cuando llego al principio de la historia
no inspirada?
La respuesta es clara y terrible; Dios, incluso, nos preparó para ella. Fue incluso necesario, 1900 años atrás,
que Judas (Judas 3) nos exhortase a contender "ardientemente por la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos."
(Judas 3 - LBLA). Pablo habla del "misterio de la iniquidad ya está en acción" (2 Tesalonicenses 2:7 - LBLA), y él y Pedro
hablan de los males especiales de los días postreros. Juan encontró las señales del "último tiempo" en que había ya "muchos
anticristos." (1 Juan 2:18).
Fuera de la Escritura, en palabras de J. N. Darby, la iglesia histórica «nunca
fue un sistema la institución de Dios o lo que Dios había establecido, pero en todos las épocas, desde su primera aparición
en la historia eclesiástica, fue el alejamiento, como sistema, de lo que Dios había establecido, y nada más.» Y en cuanto
a doctrinas, «es muy cierto que ni una plena redención, ni una justificación por fe
completa, poseída, tal como Pablo lo enseña, una perfección para siempre por la sola ofrenda de Cristo, una aceptación personal
conocida en Cristo, se encuentran alguna vez, durante largos siglos, en cualquier escrito eclesiástico después de las Escrituras.»
Entonces, ¿qué ocurre con esta iglesia apostólica que parece haberse desvanecido? ¿Fueron sus principios los
culpables de su rápido fracaso? ¿Qué principios de la Escritura nos mantienen protegidos del fracaso? La Escritura nos exhorta,
si somos Filadelfianos, a 'retener', ¡y esto no hace más que reconocer el peligro de no retener!
Nadie debería sorprenderse, entonces, de que los restos de los naufragios de Filadelfia estén esparcidos a lo
largo del camino, mientras Roma retiene su ostentosa unidad y su ostentoso poder sobre las personas. Ello se explica por el
sencillo hecho Escritural de que el error echa raíces en el mundo más fácilmente que la verdad. Por eso el Señor pregunta
por medio de Jeremías, "¿… alguna nación ha cambiado sus dioses, aunque ellos no son dioses? Sin embargo, mi pueblo
ha trocado su gloria por lo que no aprovecha." (Jeremías 2:11). Que nosotros no argumentemos a la inversa, que en un mundo
adverso con el poder de Satanás rampante este vigor excepcional debería explicarlo, y no el hecho de los reveses y desánimos.
Deberíamos comprender claramente lo que significan las palabras de advertencia del Señor: "retén lo que tienes,
para que ninguno tome tu corona." (Apocalipsis 3:11). ¿Qué hemos de 'retener'? No hemos de 'retener' un depósito de doctrinas.
Yo no niego tal depósito de doctrinas o que este deba ser mantenido con firmeza, pero esto no es de lo que el Señor habla
aquí, como sí lo es en el mensaje a Sardis.
La comparación entre las dos (Sardis y Filadelfia) es importante. A Sardis se le dice, "recuerda lo que has recibido
y has oído, y guárdalo, y arrepiéntete." (Apocalipsis 3:3 - BTX). Se indica allí una cantidad medida, un depósito de verdad
claramente definido. Esto es instructivo cuando nos recordamos lo que Sardis simboliza. Una bendición maravillosa fue dada
en esos días de la Reforma. Ellos habían recibido y oído muchas verdades importantes y conocían el valor de todo ello. Pero,
en su afán de asegurarlo para las generaciones venideras, ellos lo expresan en credos y confesiones. Ellos no erraban en esto,
ya que ellos mismos tenían derecho a decir y a declarar a los demás lo que ellos creían que habían recibido de Dios. Esas
confesiones, cuando son leídas a la luz de las hogueras del martirio sufrido por los que las firmaban, son testimonios bienaventurados
de la verdad por la cual, cuando es sentida en poder, los hombre pudieron entregar voluntariamente sus cuerpos a las llamas.
Pero el error fue que ellos tomaron esos credos y los forzaron, con todo el énfasis que los castigos puestos
en vigor por una Iglesia del Estado pudieron imponer, sobre las siguientes generaciones. Su propia medida de conocimiento
iba a ser solamente la de sus hijos. Si había error en el credo, se debía continuar con ese error. Finalmente, todo esto fue
colocado para ser mantenido, no en las manos de hombres espirituales, ¡sino en las manos de la iglesia mundana que ellos habían
comenzado!
El Espíritu Santo fue así contristado y apagado. Él los estaba conduciendo muchísimo más allá de donde ellos
realmente se detuvieron y estaba dispuesto a conducirles "a toda la verdad." (Juan 16:13). Pero ellos escribieron sus credos,
no sólo para mostrar cuán lejos el Señor les había conducido, sino como siendo estos el último grado de conocimiento. En lo
sucesivo, ellos volvían su mirada hacia atrás, a lo que ellos habían recibido y oído en el siglo 16. La orden ya no fue más,
como con los Reformadores mismos, «Adelante con el Espíritu Santo, nuestro Maestro»,
sino más bien, «Atrás a la Reforma.»
Las palabras del Señor a Sardis son, por consiguiente, maravillosamente exactas, diciendo literalmente, «Tú has tomado la medida de verdad que tienes, como si fuese toda la verdad. Bien, ustedes mismos se han limitado
mucho, pero, por lo menos, sean fieles a lo que tienen: sean vigilantes y corroboren las cosas que quedan, que están a punto
de morir.»
Filadelfia también es llamada a retener, ¿pero a retener qué? Lo que ella tiene, obviamente; y esto es un poco
de poder y la Palabra de Cristo guardada y Su Nombre no negado. Noten que ya no hay una cantidad medida. Tampoco se trata
de Sus mandamientos o de Sus palabras, sino que es Su Palabra la que ha de ser retenida con seguridad. La distinción se traza
en Juan 14: 21-24. El amor no es medido por la profesión o la emoción, sino por la obediencia. El señor dice, "El que tiene
mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama." La respuesta a esto es, "y el que me ama, será amado por mi Padre,
y yo le amaré, y me manifestaré a él."
Pero hay un amor más profundo que el mostrado al guardar mandamientos. Es un amor que toma en cuenta toda la
Palabra de Dios, sea un mandamiento positivo o no. Y aquí, la respuesta de Dios es proporcionalmente mayor, "Si alguno me
ama, mi palabra (no palabras) guardará; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos morada con él." (Juan 14:23 - BTX).
Aquí hay una comunión plena y permanente que no se encuentra en el caso anterior.
Filadelfia ha guardado - está guardando, en tanto ella permanezca siendo Filadelfia - no Sus mandamientos sino
Su Palabra como un todo. Ella no la conoce toda; eso es imposible. Sólo por esta razón, ella no tiene una cierta cantidad
medida de verdad a la cual ser fiel. Ella es como María a los pies del Señor, escuchando y sometiéndose a todo lo que Él comunica.
Su Palabra como un todo está delante de ella. No limitando al Espíritu Santo, ella está dispuesta a ser conducida. Su oído
está abierto. Ella tiene la bienaventuranza del hombre "que me escucha, velando a mis puertas cada día, aguardando a los postes
de mis puertas." (Proverbios 8:34).
Obviamente, esto no es algo único para alguna época especial, ya que el modo de obrar de Dios es siempre guiar
a uno que está dispuesto a Su guía. Pero desde mediados de los años 1800, la Escritura ha sido abierta más a nosotros como
un todo que en cualquier otra época desde los apóstoles. Además, esto ha sido en conexión con un movimiento que tiene todos
los rasgos de Filadelfia. Ciertas grandes verdades, habiendo sido recuperadas para la Iglesia, han ayudado a abrir de nueva
manera tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento. Se ha distinguido las dispensaciones (administraciones); el Evangelio ha
sido depurado del error Gálata (guardar la ley); nuestro lugar en Cristo ha sido aprendido en conexión con nuestra participación
en Su muerte y resurrección; se ha aprendido la verdadera naturaleza de la vida eterna y el sello y el bautismo actuales del
Espíritu Santo en contraste con todo otro anterior u otras operaciones y dones Espirituales; y el Arrebatamiento ha sido diferenciado
de su Aparición. Nosotros debemos al Señor reconocer plenamente lo que Él ha hecho. ¿No debemos relacionar esto con el cumplimiento
de la palabra de Cristo a Filadelfia en contraste con lo 'recibido y oído' de Sardis?
De modo que debemos hacernos la solemne pregunta: ¿Es mantenida aún la actitud previamente discutida y debe ella
ser mantenida? ¿Hemos de seguir adelante, aprendiendo aún del Señor, o hemos de satisfacernos ahora con nada más que con una
medida de estas verdades bienaventuradas? Una gran medida sigue siendo una medida, y una vez que nosotros regresamos a lo
que hemos recibido, nosotros aceptamos el cubo de agua (es decir, la cisterna) en lugar del pozo que fluye. A los pies de
Jesús, ¿quién tendrá la presunción de decir que nosotros tenemos la medida de Su Palabra bendita?
Capítulo
3
"Has
Guardado Mi Palabra"
Mientras más comprendemos lo que involucra el hecho de guardar la Palabra
de Cristo, más comprenderemos la importancia de hacerlo. Guardar la Palabra de Cristo involucra realmente seguir con Él en
progreso constante, no permitiendo que ninguna parte de ella sea deliberadamente oscura, infructuosa, o en vano para nosotros;
no permitiendo que nosotros mismos seamos privados de libros o capítulos difíciles. Nosotros permitimos a menudo que suceda
esto sin pensar acerca de ello, como si Dios nos hubiese dado una Biblia demasiado grande y nosotros fuésemos confundidos
en lugar de ser servidos por la grandeza de Su don. ¿Creemos realmente que "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil
para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia" (2 Timoteo 3:16)? ¿Estamos seguros que esto es verdad
acerca de la profecía, la historia, la tipología, la parábola, aun de las largas genealogías, de la lista de los gobernadores
(o superintendentes) de David, de las ciudades de Israel, etc.? ¿Estamos procurando personalmente hacer que todo ello sea
provechoso para nosotros?
Seamos absolutamente honestos con nosotros mismos y con Dios. Si no aceptamos
la utilidad de toda la Escritura, ¿no estamos nosotros negando, en alguna medida, la doctrina de la inspiración de Dios de
la Escritura? Si es así, entonces nosotros no somos 'hombres de Dios' para quienes toda Escritura es útil (2 Timoteo 3:17).
¿Acaso no es este un asunto serio? Tomen la amonestación de la historia típica
de Israel. ¿No fue algo malvado el hecho de que Israel, llevado a la tierra prometida por el poder de Dios, fracasara en poseerla
toda? ¿Acaso no es un asunto serio el hecho de que para nosotros quede también, "aún mucha tierra por poseer" (Josué 13:1)?
Dos cosas - aparte de la incredulidad en cuanto a la inspiración de la Palabra
de Dios - se utiliza para argumentar contra lo arriba mencionado, pero ambas son argumentos malvados, incrédulos. No obstante,
debido a que ellos suenan razonables, ellos necesitan ser expuestos.
El primero de estos argumentos es un antiguo argumento contra la visión divina
que data de la época de Isaías (Isaías 29: 9-11). Entregada al que sabe leer con la petición de que lo lea, la respuesta del
"que sabe leer" es, 'El Libro "está sellado."' (Isaías 29:11). Del mismo modo hoy en día, el argumento del hombre es, «El
lenguaje no puede ser comprendido: la historia, el tipo, la parábola, todos ellos son un discurso extraño.» Por todas partes
las personas discrepan en cuanto a la interpretación. ¿Cómo podemos nosotros tener éxito donde tantos han fracasados? ¿Qué
tiene de bueno adivinar?
Obviamente, nada bueno puede venir del hecho de adivinar o conjeturar, ya
que la incertidumbre en cuanto a la verdad hace que sea peligroso avanzar o incluso quedarse quieto. El claro deber de todo
Cristiano es mantenerse en el terreno firme de la verdad conocida. La Escritura ha sido usada tan descuidadamente como para
hacer que ella sea el mero juguete de la mente, apenas a ser tomada en serio. No obstante, hay certeza en cada punto para
uno que, en fe, busca dicha certeza. "Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, … y le será dada."
(Santiago 1:5). "El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios,…" (Juan 7:17). Si creemos
que Dios trata verazmente con nosotros, los versículos arriba mencionados deben ser verdad. Entonces, usemos el mayor cuidado
en cuanto a las interpretaciones que nosotros aceptamos. De otro modo, se da rienda suelta a la imaginación.
El segundo argumento, que es también tan antiguo como Isaías, es el más extendido
y el más peligroso. Se trata del lenguaje del pueblo, no el de sus líderes. Este da la impresión de ser el lenguaje producto
de la humildad: «Yo no soy instruido, así que no puedo entender.» Esto niega la plena suficiencia del Espíritu Santo como
el Maestro de los Cristianos, o niega Su presencia con Su pueblo. Esto hace que la comprensión de las cosas de Dios dependa
de la educación humana o de su coeficiente intelectual, en lugar de depender del Espíritu Santo. Ello hace que Cristo, quien
habitó entre los pobre y necesitados, se revele ahora a Sí mismo a los educados, a los inteligentes y a los ricos. Hace que
los discípulos del Señor, esos Galileos indoctos, sean una anomalía para todos las épocas futuras. Da al intelecto una ventaja
práctica inmensa por sobre el corazón y la conciencia - es decir, por sobre el ser moral. Hace que los instruidos sean los
jueces de la verdad para los que ignoran. Hace que la Escritura sea filtrada a través de las mentes de los instruidos antes
de que sea adecuada para ser el ministerio viviente de Dios para los demás. De este modo, ello somete a muchos a los pocos,
y llevando a cabo su argumento propio, hace que la Escritura sea inaccesible e impracticable para la mayoría de la humanidad.
No es extrañar si, bajo la influencia de una creencia semejante, las personas encuentren lo que ellas esperan encontrar -
una Biblia cerrada en lugar de una Biblia abierta. No es de extrañar si el Espíritu Santo, contristado y limitado por la infidelidad
de los Cristianos, no nos "guiará a toda la verdad." (Juan 16:13).
Lo arriba expuesto no tiene la intención de desacreditar el aprendizaje, o
de negar el lugar correcto del intelecto en las cosas de Dios. A pesar del pecado, uno que cree en Dios debe creer que Dios
ha hecho que su entendimiento, razón, imaginación, conciencia y corazón sean todos para Él. Por consiguiente, cuando uno recibe
el evangelio y está en cercanía real a Dios, todas estos son vivificados y aumentados grandemente. Permitan que un hombre
desee realmente conocer a este Dios que se le ha revelado a Sí mismo; dejen que este deseo de aprender sea su prioridad primordial,
y entonces cada ápice de verdad que él aprende será el medio de fortaleza y crecimiento diarios - no un crecimiento monstruoso
como sucede cuando solamente la cabeza se desarrolla, sino el crecimiento de la mente, el corazón, la conciencia, todos por
igual y juntamente, hacia adelante para llegar al hombre perfecto, siempre proporcionado.
Este hecho de aprender de Dios es el privilegio de cada Cristiano, independientemente
de su posición social, económica o educacional. Cristo dijo, "Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que
a vida eterna permanece." (Juan 6:27). Esta comida es el conocimiento espiritual - conocimiento de la clase más elevada, el
cual es necesario para el control apropiado de todo otro tipo de conocimiento. Puesto que 'todas las cosas fueron creadas
por Cristo y para Él' (Colosenses 1:16), no es posible ver las cosas del modo correcto hasta que las relacionemos con Él,
para quien ellas fueron creadas.
Entonces, toda conocimiento natural llegará a ser conocimiento espiritual;
todas las '…ologías' se compenetrarán en la teología. ¿Qué valor tendrá el mundo para mí si no es el mundo de Dios?
Dado que el mundo y aun el universo fueron hechos para manifestarle a Él, ¡cuán grande debería ser mi interés en ellos! Los
Cristianos son parcialmente culpables de la negligencia que ha permitido a las ciencias naturales llegar a ser la posesión
de los incrédulos. De modo que el Cristiano, en lugar de mantenerse firme sobre los dos pies formados por la Naturaleza y
la Escritura, cojea con un pie inútil siendo este una carga sobre el otro.
¿Conocimiento? Sí, trabaje por el conocimiento, pero obtenga primero a Cristo,
el cual es la llave a dicho conocimiento, y entonces todo el campo se abre por completo a usted. Tome posesión por Él de todas
las cosas. Trabaje, sea leal, sea serio: "Todo lugar que pisare la planta de vuestro pie será vuestro." (Deuteronomio 11:24).
Trabaje más fervorosamente por la comida espiritual que por la que usted llama comida 'necesaria'. Cada uno de los instintos
de su naturaleza espiritual desea comida espiritual, y si se les niega esta comida, si son dejados morir por inanición, si
se les descuida, usted se empequeñecerá espiritualmente y llegará a satisfacerse con lo que es casi inanición. Sólo la eternidad
le revelará a usted el alcance de su pérdida, pero entonces es demasiado tarde.
Como he dicho, yo creo que Dios, desde mediados del siglo 19 (años 1800) nos
ha abierto la Biblia de una manera notable, y Él nos está probando ahora con ella. ¡Ay de nosotros si nos desviamos! ¿No son
para nosotros estas verdades recientemente reveladas? ¿Tenemos fe en Aquel que nos las ha dado, que Él no se ha burlado de
nosotros con Su don? ¿Seremos desconcertados y oprimidos por la grandeza de estas riquezas? El campo es ilimitado, pero sus
verdes pastos y sus gloriosas distancias nos invitan a explorarlos. ¿Dónde están las personas que encuentran en el trabajo
necesario para esta exploración, el ejercicio necesario para la salud y el vigor espirituales? ¡Hay aquí bellezas y glorias
sin fin, tan poco comprendidas, que pueden ser la posesión de todos nosotros porque pertenecen a todos nosotros! ¿Dice usted
que su medida sólo puede ser pequeña? Amado, ¿ha intentado usted seriamente encontrar su medida?
¿Está usted seguro que ha alcanzado su límite dado por Dios? ¿Podría usted
decirle a Dios que usted está, honestamente y con todo su corazón, trabajando duro para aprender con Él todo lo que Él tiene
para usted? Si es así, la norma de Dios, presentada en varios lugares, incluyendo Marcos 4:25, tendrá aplicación: "al que
tiene, se le dará." ¿Dónde, entonces, se encontrará su límite?
¡Piense en lo que Dios ha hecho por nosotros dándonos estas cosas! He aquí
una ocupación continua para nosotros. ¿Es eso una pérdida o una ganancia? Con la necesidad de mucha ocupación con las cosas
de este mundo solamente para obtener el alimento y la indumentaria diarios, ¿es una pérdida o una ganancia el hecho de que
nosotros deberíamos tener, a la vez, una igual necesidad de las cosas espirituales?
Es una necesidad. "Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida
que a vida eterna permanece" (Juan 6:27) fue dicho por labios que no pueden mentir, y se dice aquí que el trabajo espiritual
es el más necesario. ¿Quién estará en desacuerdo con el Señor? ¡Quién dirá que esta norma se aplicaba solamente a los campesinos
Galileos que podían seguirle a Él, no debido a los milagros, sino porque ellos comían los panes (espirituales) y eran saciados,
y que no tiene aplicación a las masas que trabajan duro hoy en día!
La necesidad de esta labor espiritual es inherente a la vida espiritual misma,
y tiene su recompensa y su bendición correspondientes. Entre otras cosas, ella equilibra y alivia el trabajo natural. El peso
de la atmósfera de la tierra presiona sobre el hombre de tamaño promedio con una fuerza de aproximadamente 14 toneladas, sin
embargo no somos conscientes de ello porque, conforme el aire penetra en el cuerpo, hay una fuerza equivalente actuando hacia
afuera. Asimismo, la presión de las cosas naturales puede ser afrontada oponiendo la presión de las cosas espirituales de
modo que nosotros podamos andar reposadamente y en libertad. Yo estoy seguro que usted encontrará que esto es verdad, ya que
la ocupación espiritual aumenta nuestra fe y nuestra energía espiritual, capacitándonos con poder divino para afrontar los
requerimientos de la vida.
Nuestra tierra espiritual es buena, pero debe ser cultivada para que su valor
sea comprendido. Luego, los beneficios obtenidos de ella harán imposible que nosotros seamos pobres espiritualmente. Sin embargo,
si ella no es trabajada, nuestra herencia espiritual nos dejará aún en pobreza espiritual en el mundo. Dado que nosotros necesitamos
ocuparnos tanto de nuestras propias cosas para afrontar los constantes requerimientos que vienen sobre nosotros en el mundo,
Dios en Su fidelidad para con nosotros no ha colocado la verdad en credos que podríamos aprender de memoria fácilmente y pudiésemos
dejarlos de lado, tampoco ha escrito Él todo tan claramente como para que no exista dificultad en comprenderlo. Amargas discusiones
han hecho estragos incluso en los fundamentos básicos. En los pensamientos de Dios es mejor que nosotros tengamos una constante
necesidad de acudir a nuestro Libro de Estudio, y del más cuidadoso estudio de él, causada por ejercicios de la naturaleza
más dolorosa, que el hecho de que se nos permita hundirnos en la holgazanería espiritual.
La mayor parte de la verdad no está en el lenguaje claro de las epístolas.
El Señor enseñó mucho en parábolas. El libro del Apocalipsis usa símbolos casi en su totalidad. Las verdades Cristianas en
el Antiguo Testamento son enseñadas en tipos y en historia que se nos enseña alegorizar. En el Libro de Proverbios, del entendido
se espera que entienda "proverbio y declaración, palabras de sabios, y sus dichos profundos." (Proverbios 1:6). Entonces,
"Si clamares a la inteligencia, y a la prudencia dieres tu voz; si como a la plata la buscares, y la escudriñares como a tesoros,
entonces entenderás el temor de Jehová, y hallarás el conocimiento de Dios." (Proverbios 2: 3-5). Incluso se nos dice que
"Gloria de Dios es encubrir un asunto" (Proverbios 25:2) - ocultándolo donde una persona diligente puede hallarlo como una
recompensa.
Todo esto involucra un trabajo personal que no puede ser delegado en otro,
aunque todos nosotros debemos ayudarnos los unos a los otros en ello. Dios no reconoce un 'laicado' al que se debe dar de
comer 'a cucharadas' una o dos veces por semana, tomando ellos sin cuestionar ni siquiera un poco lo que les es presentado.
Dios no reconoce una 'división de la obra' - cosas mundanas para el común de las personas y cosas espirituales para una clase
especial. NO, nosotros debemos ser personalmente "plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura,
la longitud, la profundidad y la altura" (Efesios 3:18). Efectivamente, necesitamos que todo Cristiano nos ayude a comprender
las Escrituras.
Hay maestros dados por Dios, obviamente. Nadie que tenga la Escritura abierta
frente a él podría negar esto. Pero la Escritura no restringe la enseñanza a los maestros así como tampoco limita la evangelización
al evangelista. Es la gloria prevista de todos estos "dones" especiales (los maestros, etc.) capacitar a quienes ellos hablan,
para que puedan prescindir de ellos - enviar a los hombres, por sí mismos, a Cristo. Sentados a Sus pies, entonces, nosotros
Le oímos decir, sin referencia a ningún don especial, "uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos."
(Mateo 23:8).
Los maestros son dados a toda la Iglesia por el Señor ascendido como ayudas
especiales, y aquel que infravalora la ayuda dada, deshonra al Señor de parte del cual los maestros tienen su misión y calificación.
Pero los hombres a menudo convierten la ayuda especial en obstáculos especiales y esto se ha llevado a cabo menudo con los
maestros. En el momento en que al maestro se le permite dar autoridad a la Verdad - haciéndola verdadera porque él lo dice
- en lugar de que la Verdad que él enseña le dé a él autoridad; en el momento en que al maestro se le permite interponerse
entre los hombres y la Palabra, en lugar de llevarlos a la Palabra; en el momento en que el maestro es hecho substituto del
trabajo personal en la palabra Divina en lugar de una ayuda y estímulo hacia el trabajo personal, entonces hay allí la perversión
del don ¡y el desastre sigue a continuación!
Todo el mal de la enseñanza de la Iglesia - el gobierno del hombre usurpando
el gobierno de Dios - ha entrado de esta manera. El clero y el laicado se forman así.
El mensaje a Filadelfia nos insiste en que la Palabra de Cristo, que es toda
la Escritura, es dada a Su pueblo, y aquellos que la guardan (obedecen) son recomendados por Él. Sobre lo que yo he estado
insistiendo es que, para esto, ellos deben saber, por sí mismos, lo que ellos deben guardar. Toda la Escritura está delante
de ellos, y ellos no pueden tener el espíritu de un Filadelfiano si ellos permiten voluntariamente que cualquier porción de
ella les sea quitada; si ellos permiten que sus Biblias carezcan, por decirlo así, de páginas enteras, quizás de libros completos
de lo que es inspirado por Dios para nuestro uso provechoso. Además, sobre lo que se insiste es sobre la necesidad de un trabajo
serio, incansable en la Palabra, como siendo necesario para todo progreso, para el mantenimiento de la espiritualidad y para
el estado correcto con Dios de parte de todo el pueblo de Dios, no sólo de una clase especial.
Permitan que yo insista, además, sobre la última parte de este tema. Si encontráramos
que entre nuestro trabajo necesario en el mundo y nuestra aún más necesaria y fructífera ocupación con la Escritura, nuestro
tiempo estaría tan ocupado que tendríamos poco o ningún tiempo sobrante para algo que no fuese absolutamente productivo y
provechoso; si todo lo que fuese ocioso, vano y frívolo, desapareciera de nuestras vidas; si el periódico (radio, TV, etc.)
fueran suplantados por nuevos descubrimientos en las cosas de Dios, ¡qué nuevo estado comenzaría para nosotros! Pedro nos
exhorta a que "Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones", deseemos "como
niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella" crezcamos "para salvación, si es que" hemos "gustado
la benignidad del Señor." (1 Pedro 2: 1-3). Dios no desea que permanezcamos siendo niños. La leche es para hacernos crecer
espiritualmente. Pedro nos comunica, en estas palabras, algo de esa energía que, bajo Dios, ha ayudado a hacer de él, un pescador
Galileo indocto, un líder en las cosas divinas. Nosotros debemos ser, él dice, tan ardientes por la Palabra ¡como un niño
recién nacido lo es por la leche! La única ocupación de un niño recién nacido es conseguir leche. ¿Es la Palabra de Dios buscada
y anhelada así en su vida?
Luego, observe la exhortación con respecto a la incompatibilidad de la ocupación
espiritual con "toda malicia, y todo engaño, e hipocresías, y envidias, y toda suerte de maledicencias [injurias, difamaciones]."
(1 Pedro 2:1 - VM). Si la Palabra de Dios está alimentando nuestras almas, todas las cosas malas morirán tal como cae la hoja
muerta, desplazada por el brote nuevo. El Salmo 1:1 nos presenta un retrato delicioso: "BIENAVENTURADO el hombre que no anda
en el consejo de los inicuos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en el banco de los escarnecedores"
(Salmo 1:1 - VM). Este es el lado negativo, pero el lado positivo sigue a continuación, y el poder reside en esto: "sino que
en la ley de Jehová está su deleite, y en su ley medita de día y de noche." (Salmo 1:2 - VM).
Este es un retrato dulce y resplandeciente. Considere el resultado: "[él] será como un árbol plantado junto a las corrientes de las
aguas, que da su fruto en su tiempo; su hoja también no se marchita; y cuanto él hiciere prosperará." (Salmo 1:3 - VM). Sería
una cosa bienaventurada si aquel retrato fuese cierto de cada uno de nosotros.
Capítulo 4
Santo
y Verdadero
"Has guardado mi palabra" (Apocalipsis 3:8)
es el primer encomio a Filadelfia. Las personan encomiadas así son antes que nada Filadelfianos, de modo que lo que Dios encomia
en ellos es más importante aún. Enfaticemos que, mientras Dios está hablando a una compañía de personas que se caracteriza
por el amor a los hermanos, Su alabanza no es que 'ellos han amado a los hermanos'. Eso ni siquiera forma parte del encomio,
el cual es más bien, "has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre … has guardado la palabra de mi paciencia."
(Apocalipsis 3: 8-10). Sin embargo, en la promesa al vencedor, Dios se refiere al nombre Filadelfiano de ellos, ya que escrito
sobre la columna que finalmente llega a ser aquel que tiene sólo "un poco de poder" (Apocalipsis 3:8 - VM), no sólo está "el
nombre de mi Dios" y "mi nombre nuevo", sino también, "el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén." (Apocalipsis
3:12). Esta ciudad es el hogar eterno de los hermanos (los creyentes en Cristo) y tiene, yo creo, clara referencia al carácter
Filadelfiano. No obstante, en Su aprobación de ellos, Él nada dice de este carácter. ¿Por qué?
El título bajo el cual el Señor se dirige a ellos explica esto plenamente. Él se está dirigiendo a Filadelfianos.
De este modo, si las personas no tienen este carácter, Él no les está hablando a ellas. Él está hablando a quienes procuran
el restablecimiento de la Iglesia verdadera, la cual debía haber sido como 'una ciudad asentada sobre un monte (o) una luz
puesta sobre un candelero' (Mateo 5: 13, 14), pero que ha caído casi a la invisibilidad que los hombres le adscriben. Las
primeras palabras de Dios recuerdan Su santidad y Su verdad a estos buscadores de la visibilidad de la Iglesia: "Estas cosas
dice el que es santo, el que es veraz." (Apocalipsis 3:7 - VM). ¡Cuánta necesidad tendrán ellos de recordar esto!
Piensen ustedes en la Iglesia que está tan dispersa y que deseamos tanto ver restaurada. ¿Qué hemos de hacer
nosotros para su restauración? ¿Proclamaremos a todos que es la voluntad de Dios que Su pueblo debería estar reunido junto?
¿Extenderemos la mesa del Señor, libre de todo nombre y términos denominacionales para la comunión, e invitaremos a todos
los que aman al Señor a estar juntos? El pan sobre la mesa da testimonio de que nosotros somos un solo pan, un solo cuerpo,
y que no hay ningún cuerpo que la fe puede reconocer, excepto el cuerpo de Cristo. ¿Por qué no deberíamos hacer esto?
Yo respondo, «Díganles que el Señor da la bienvenida a todos los Suyos,
pero díganles también que es el 'Santo y Verdadero' quien les da la bienvenida, y que Él no puede renunciar a Su naturaleza.» ¿Cómo es que la Iglesia verdadera
ha llegado a ser la Iglesia invisible? ¿Es su desgracia o su culpa? Tomen estas siete cartas de Apocalipsis 2 y 3, y tracen
el descenso de la Iglesia (tal como lo hicimos en el Capítulo 1 de este escrito) desde el hecho de haber dejado el primer
amor en Éfeso hasta la tolerancia de la mujer Jezabel en Tiatira, y continuando desde la Sardis muerta hasta la actualidad.
¿Podemos nosotros ignorar el pasado y simplemente, como si nada hubiera sucedido, comenzar de nuevo?
Supongan que todos los
Cristianos aceptasen su invitación y ustedes fuesen realmente capaces de reunir a todos los miembros de Cristo a la mesa del
Señor con sus irritantes puntos de vistas, sus varios estados de alma, sus enredos
con el mundo y con sus malvadas asociaciones. ¿Respondería la mesa del Señor al carácter involucrado en el hecho de que esta
mesa es Su mesa? ¿Sería Él reconocido y honrado realmente como Señor (Amo) en esa integración? Con las causas de toda esa
dispersión no juzgadas, su 'reunión' sería un desafío a la disciplina santa. Sería otra Babel (confusión). ¿Piensan ustedes
que la unidad exterior es tan apreciada por Cristo que Él la desearía aparte de la confesión verdadera, la limpieza y la comunión
en la verdad?
Este mensaje a Filadelfia se opone intencionalmente a todos tales pensamientos. ¿Por qué el Señor no se presenta
aquí, como Él lo hizo a Sardis, como Aquel "que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas" (Apocalipsis 3:1)
- plenitud de poder espiritual, con Su pueblo a Su cuidado? Parecería extraño que a la Sardis muerta se le haga este recordatorio
pero no a Filadelfia. Sin embargo, una declaración semejante a Filadelfia indicaría el restablecimiento de la Iglesia por
sus propios medios. A Sardis, la declaración es una exhortación en lugar de una seguridad. Filadelfia necesita, más bien,
la advertencia de que ellos están viviendo en los días postreros - días de apostasía (declinación) - y debe ser puesta en
guardia contra una unidad exterior que desecharía todo el valor piadoso de la unidad. ¡Cuán perfecta, en su lugar, es cada
Palabra de Dios!
Observemos nuevamente lo que el Señor encomia. "Tienes un poco de poder … has guardado mi palabra, y no has
negado mi nombre … has guardado mi precepto
de paciencia." (Apocalipsis 3: 8-10; VM). Pongan atención a estos repetidos 'mi' que ocurren ocho veces en este mensaje. Ellos
muestran que el Filadelfiano verdadero se aferra a Cristo, a Su Palabra, a Su Persona, a Su extranjería en el tiempo actual,
y a Su certeza del futuro. La labor de una Filadelfia es obedecer a Cristo, retener la verdad en cuanto a Él y estar esperando
Su venida. La misma obra de reunir se encargará de sí misma, si lo anterior es llevado a cabo. ¡El Señor se encargará de eso!
Cristo el Centro nos va a unir, no algo que sea exterior a Él. Solamente así habrá fruto para Dios y encomio de Aquel que
habla aquí a Su pueblo.
Es fácil ver de qué manera el carácter Filadelfiano puede
perderse por tener una idea falsa acerca de él. El amor fraternal realmente verdadero es una cosa preciosa, pero vea dónde
el apóstol Pedro lo coloca: "añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio
propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal" (2 Pedro
1: 5-7). En el orden de Dios, muchas cosas tienen que venir antes del amor fraternal. Sin duda, todas las cosas arriba mencionadas
son verdad de todos los Cristianos en cierta medida, pero hay una relación de estas cosas las unas con las otras, mostrada
en el orden de aparición en este versículo, y eso es lo que es importante aquí. No existe amor fraternal verdadero - no existe
Filadelfia - a no ser que todas estas cosas se encuentren en él. Para todo ello, Cristo debe tener el primer lugar en nuestras
vidas.
La reunión Filadelfiana es a (o hacia) Cristo, y es Cristo
quien reúne. Una fe común, un gozo común, una común ocupación encuentran su fuente en la señal exterior del vínculo espiritual
que nos une. Aquellos que saben lo que significa reunirse a la mesa del Señor, saben que la comunión allí sólo puede ser obstaculizada
por la presencia de lo que no es comunión. La armonía no puede ser aumentada por la discordia. Yo no estoy hablando de falta
de entendimiento. Estoy hablando, más bien, de una conciencia no ejercitada y de un corazón no receptivo de las cosas divinas
(lo que significa que es receptivo de las cosas mundanas, carnales). ¡De qué manera el poder del Espíritu Santo debe ser obstaculizado
por estas cosas! La norma Escritural para tiempos de decadencia es reunirse "con los que invocan al Señor con corazón puro"
(2 Timoteo 2:22 - VM) y la manera de encontrarlos no es poner un anuncio en busca de ellos, sino siguiendo "la justicia, la
fe, el amor y la paz" (2 Timoteo 2:22), andando en el mismo camino en que ellos están. El Señor los reunirá.
Si realmente procuramos la bendición de las almas, nosotros
guardaremos cuidadosamente la entrada a la comunión (el partimiento del pan). Nosotros somos responsables de ver que dicha
entrada (recepción) sea 'santa y verdadera'. Una recepción descuidada es la causa de mucho problema y es parte de la causa
de la decadencia general en las cosas espirituales. "Las malas compañías corrompen las buenas costumbres." (1 Corintios 15:33
- BTX. Los hombres no pueden andar juntos a menos que estén de acuerdo. Cuando viene la prueba, ya que ella vendrá, quienes
jamás han estado convencidos de la razón divina de la posición que ellos han tomado, se dispersarán y huirán de ella con prisa
temeraria, llevándose con ellos un malvado informe de aquello a lo cual han vuelto las espaldas. Tales personas suelen estar
más allá de la recuperación (restauración) y a menudo se desarrollan hasta llegar a ser enemigos amargos de la verdad.
Estamos asumiendo una gran responsabilidad sobre nosotros
si presionamos a las personas a tomar una posición para la cual ellas no están preparadas; en la cual, por consiguiente, ellas
actúan sin fe. El apóstol Pablo nos advierte acerca del peligro de guiar a las personas que no tienen una conciencia ejercitada,
a seguir una fe que no es de ellas: "todo lo que no proviene de fe, es pecado." (Romanos 14:23). No es de extrañar que haya
ruinas a todo lo largo del camino de un 'movimiento divino' para el cual se requiere que la fe real, ejercitada, personal
sea siempre constante, y en el que tantos están tratando de andar sin ella. Nosotros deberíamos recordar que es el Santo y
el Verdadero quien está buscando comunión con nosotros, y que solamente lo que responde a este carácter santo y verdadero
puede sobrevivir las pruebas que ciertamente vendrán.
Capítulo 5
No
Has Negado Mi Nombre
Filadelfia
es producida, en la práctica, solamente al comprender y obedecer la Palabra de Cristo y por un nuevo sentido de relación con
Él y de lo que Él es para Su pueblo. Cada avivamiento genuino tiene algo de este carácter. Yo estoy hablando aquí del avivamiento
de santos, aunque el efecto se verá en un nuevo poder para la salvación de pecadores. Cuando un interés genuino en la Palabra
de Dios es reavivado y el amor de Cristo es sentido en un nuevo poder, el aumento de la comunión con Él será la causa de que
'la comunión de los santos' sea más valorada y procurada; y el deseo de ser obediente será la causa de que cualquier yugo
con los inconversos sea una servidumbre intolerable.
Si
semejante avivamiento se sintiera en toda la Iglesia, todo yugo desigual (2 Corintios 6: 14-18) se rompería por la energía
del Espíritu santo y ¡toda la Iglesia sería reunida! Pero semejante avivamiento completo jamás ha tenido lugar, por lo que
la consecuencia de avivamientos parciales ha sido, en mayor o menor grado, separar Cristianos de Cristianos - aquellos que
quieren seguir adelante con el mundo de aquellos que no quieren. Por eso es que cada uno de semejantes movimientos piadosos
tiene que llevar el reproche, tanto de parte del mundo como de parte de muchos Cristianos, de causar divisiones, tal como
las palabras del Señor declaran que Él vino a hacer: "no … para traer paz, sino espada" y hacer que los enemigos del
hombre sean "los de su casa." (Mateo 10: 24-39).
En
semejante situación, el hecho de transigir y el oportunismo comienzan pronto su obra fatal. La sabiduría del hombre se hace
cargo de aquello que solamente el Espíritu Santo puede llevar a cabo. La Escritura es pervertida para sus 'causas', ya que
ellas no pueden prescindir de la Escritura. La verdad es parcialmente suprimida o ignorada; el clamor por "amor" es invocado;
y la tolerancia liberal, con la promesa de resultados más amplios y más rápidos, se convierte en el método de operación. De
semejantes actividades de los hombres han surgido las confederaciones religiosas de la actualidad con sus grandes números
de seguidores, los cuales parecen justificarlas tan triunfalmente, pero en las cuales la verdad de Dios tiende a diluirse
o a ser ignorada, de modo que los hombres puedan conservar pacífica compañía unos con otros.
La
verdad inflexible despierta a los hombres y los coloca en la oposición. Las sectas discordantes del Protestantismo han surgido
de estas 'interpretaciones privadas' de una Biblia abierta, lo cual es condenado por el Romanismo 'más sabio' a favor de lo
que es extrañamente llamado 'católico' (universal). La palabra de Roma no es transigencia sino autoridad. Al Protestantismo
también le desagrada la palabra 'transigir' (compromiso), prefiriendo la palabra 'tolerancia'. Ellos dicen que usted debe
ser liberal en las cosas divinas - exactamente la cosa en la que usted no tiene ningún derecho, ya que la Palabra de Dios
reclama tener la autoridad más elevada. ¡La Escritura no es tolerante! "Si alguno piensa que él es profeta, u hombre inspirado, reconozca que las cosas que os escribo son mandamientos del Señor." (1 Corintios 14:37 - VM).
Por
consiguiente, la enseñanza de borde afilado de "toda Escritura" tiende a estar en descrédito en la actualidad. Tal como los
hombres hicieron con Jesús en Su día, de igual manera ahora, ellos hacen una reverencia y le muestran la puerta de salida.
Ellos rara vez permiten que la Escritura les dicte en qué lugar la obediencia les costará mucho. Parece haber sólo unas pocas
personas que están dispuestas a recibir, y a dar la bienvenida, a toda la verdad de Dios. No puede haber ninguna otra razón
que explique el por qué todos los Cristianos no tienen actualmente un solo pensamiento sino el hecho de que ellos no desean
seguir, a toda costa, la verdad. El propio Señor dice, "El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es
de Dios." (Juan 7:17). ¿Cómo podría ser de otro modo? ¿Qué nos dice, entonces, la confusión en la Cristiandad acerca de la
condición del pueblo de Dios?
El
problema no es, en general, la lucha acerca de doctrinas, sino la pereza y la indiferencia hacia ellas. Algunos, muy activos
en el evangelismo, casi han prescindido de la doctrina ya que ella sólo obstaculiza la obra de ellos. Sin embargo, si hacen
una pausa para darse cuenta del significado de esto, ellos deben admitir que Dios se ha equivocado, o bien, que son ellos
los que están en error, porque la Palabra de Dios está plena de doctrina (enseñanzas) a las que se nos dice que hay que obedecer.
Por otra parte, cuántos hay que han recibido sencillamente lo que han oído sin ejercicio acerca de ello, sin seguir la norma
de Pablo: "Examinadlo todo; retened lo bueno." (1 Tesalonicenses 5:21).
Como
una consecuencia de recibir descuidadamente muchas cosas, la Escritura parece inconsistente e incomprensible. Escudriñar la
Escritura acarrea sólo perplejidad. Personas que consideran la Escritura de manera general, pero que prescinden de los detalles
'menores', quedarían asombradas se ellas supieran cuánto de lo que ellas piensan que Dios les ha dado, no es la Palabra de
Dios en absoluto.
Este
descuido y esta pereza afecta aun las verdades más fundamentales acerca de la Persona y la obra de Cristo. Hay muchas opiniones
contradictorias acerca de la expiación en las, así llamadas, denominaciones ortodoxas. ¿Cuál es el remedio? Muchos responden,
«Dejen fuera las opiniones; no hay que hacer definiciones.» Pero suponga usted
que la Escritura defina. Ellos dirán entonces, «No profundice usted en la Escritura.» Pero Satanás es el que sugiere esto. Él dice a una persona, «Se humilde, no imagines que tu opinión es mejor que la de cualquier otro», y a otro dice, «Se caritativo: los hombres buenos difieren acerca de estas cosas», y a otro, «No
contiendas por esto: te harás enemigos, perderás a tus amigos», y a otro, «Tú no
eres instruido: no te ocupes con lo que requiere un teólogo para que se decida sobre ello», y a otro, «La 'iglesia' ya resolvió esto.» Sacando más la voz del dragón, él dice a otro, «Ciertamente hay errores en la Biblia: ¿no querrás contender a favor de la inspiración verbal?»
La
forma del argumento varía, pero la voz es la del mentiroso, aquel que "no ha permanecido en la verdad." (Juan 8:44). El objetivo
constante de Satanás es desacreditar la verdad." «No vayas demasiado lejos; No estés
tan seguro; No seas dogmático; No seas poco caritativo.» El diablo conoce exactamente qué estrategia utilizar para hacer
que cada uno de nosotros sea más receptivo a sus roces. Además, él puede mezclar tan bien su veneno, que se percibe muy poco
el sabor o el aroma del ingrediente principal, pero hará su malvada obra.
La
apatía tolerante de los Cristianos es sorprendente, apatía que permitirá que ellos sean despojados de sus mejores bendiciones
justo debajo de sus ojos. En otros asuntos, ellos luchan rápidamente por lo que es de ellos. "Los hijos de este siglo son
más sagaces en las relaciones con sus semejantes que los hijos de la luz." (Lucas 16:8 - LBLA). Muchos Cristianos tienen toda
la sabiduría del mundo en asuntos mundanos, pero tienen la incapacidad más infantil en las cosas que deberían ser de ellos
como Cristianos.
¿Cuál
es el significado de esta Palabra a Filadelfia, "No has negado mi nombre" (Apocalipsis 3:8)? Usted piensa, quizás, que semejante
negación es una apostasía grosera, o que es similar al lapsus bajo presión de días pasados de persecución cuando un poco de
incienso ofrecido a algún dios pagano salvaría la vida de un Cristiano. Puesto que pocos son probados ahora de ese modo, usted
puede creer que usted no tiene ninguna necesidad de examinar de cerca este asunto. Pero si Filadelfia tiene aplicación especialmente
a épocas declaradamente Cristianas como ahora, entonces es extraño que el hecho de no haber hecho aquello que pocos creyentes
en la actualidad tienen alguna fuerte tentación de hacer, ¡debiera formar un encomio especial de Filadelfia! Si lo arriba
mencionada fuese todo lo que se quiere dar a entender mediante la frase que da forma a nuestro tema, nosotros no necesitamos
poner mucho énfasis sobre la advertencia de retener lo que usted tiene, y vencer no sería difícil o incluso sería posible
puesto que, para la mayoría, no hay ningún problema para vencer.
¿Es
posible, entonces, que nosotros hayamos mal interpretado? ¿No debería haber algo especial, tanto en el encomio como en la
advertencia, que indica una propensión especial por parte de los Filadelfianos a este pecado específico - alguna prueba especial
a la cual ellos estarían expuestos, que les haría negar Su Nombre?
¿Qué
significa negar Su Nombre? ¿Qué es Su Nombre? Todos los nombres son significativos en la Escritura, ¡pero los nombres de Dios
son significativos por encima de todos! Si Dios actúa "por causa de Su nombre", Él declara lo que Él es. Si nosotros somos
congregados al (o hacia el) nombre de Cristo (la forma verdadera de las palabras en Mateo 18:20), ello es debido a que nos
damos cuenta lo que Él es, lo que nos atrae a Él. De este modo, Su Nombre es la verdad revelada de lo que Él es. Él está lejos
de la tierra, así que no Le tenemos a Él, visiblemente, para acudir a Él. Asimismo, acudiendo de este modo, nosotros tenemos
la promesa de Su presencia con nosotros (Mateo 18:20). Nosotros estamos unidos juntos como una rueda. En primer lugar, estamos
unidos por la circunferencia - nosotros mismos, unos con otros - pero si eso fuera todo, o aun lo principal, la rueda no tendría
fortaleza. Su fortaleza depende, primordialmente, del centro. Del mismo modo, nuestra unión está formada y es mantenida por
el Centro, Cristo. La unión circunferencial - la de unos con otros - es definida y asegurada en directa proporción a la solidez
del vínculo con el Centro.
Lleve
este pensamiento de regreso a nuestro tema. Piense en lo que Filadelfia simboliza. Si la reunión verdadera de los Cristianos
se expresa en ella, y ellos se congregan a (o hacia) un Cristo verdadero (a, o hacia, la verdad de lo que Cristo es), entonces,
qué cosa es más fundamental para el Filadelfiano que no negar la verdad de lo que Cristo es - ¡este Nombre fundamental, todo
suficiente!
Ahora
bien, otra pregunta, y que nadie que valore a Cristo la trate ligeramente. ¿Cómo podría el diablo, el enemigo de Dios y del
hombre, el constante y sutil antagonista de todo bien, y con conocimiento angélico de lo que él se opone, procurar corromper
y destruir un movimiento Filadelfiano? La respuesta es obvia. Él atacaría el punto central sobre el cual todo dependiera,
la verdad de Cristo, Su Persona y Su obra. Así, la prueba principal para un movimiento Filadelfiano sería la ¡CONFESIÓN O
NEGACIÓN DEL NOMBRE DE CRISTO como el Centro de reunión!
¿He
forzado el argumento? Si no lo he hecho, avancemos otro paso más. Estos mensajes en Apocalipsis 2 y 3 son proféticos, así
que este mensaje a Filadelfia es una profecía. Entonces, vemos aquí implícito, en relación con este movimiento Filadelfiano
para recuperar (sobre el principio) la Iglesia de Dios, un ataque de Satanás sobre el Señor Jesús como el Centro de reunión.
¿Ha ocurrido? Yo les pido a ustedes, a los que conocen la historia de los últimos 160 años en relación con este movimiento,
que testifiquen de esto delante de Dios. ¿Ha habido interrogantes que afecten a la Persona de Cristo y al hecho de congregarse
a (o hacia) Su Nombre? Entonces, ¿cómo afecta esta profecía nuestra posición? ¿Estamos nosotros, mediante nuestra posición,
negando Su Nombre?
Recordemos
que Satanás es experimentado y diestro en esta terrible contienda. Él tiene habilidades adquiridas a lo largo de 6000 años
de experiencia con el hombre. Él "es mentiroso, y padre de mentira." (Juan 8:44). Nada es más común que verle vestido de religión,
y él está familiarizado con el discurso del 'amor'. Él puede aparecer como ángel de luz y sus ministros pueden aparecer como
ministros de justicia (2 Corintios 11: 14, 15). Bien podemos volver nuestra mirada a nuestra armadura; bien podemos asirnos
de la Palabra de Dios; bien podemos estar orando con toda oración; bien podemos 'no ignorar sus maquinaciones' (2 Corintios
2:11). Todo el mundo está de su lado. La carne (la vieja naturaleza), incluso en un Cristiano, aboga a su favor. Nosotros
no podemos derrotarle usando sus propias armas y tácticas. En la batalla con él, nosotros deberíamos tener siempre en mente
lo que Proverbios 5:6 dice acerca de la mujer extraña: "Sus caminos son varios, de modo que evitan tu conocimiento del verdadero
carácter de la vida, y así la verdadera felicidad." (N. del T.: Proverbios 5:6 - traducción que aparece en el Comentario Bíblico
de Jamieson, Fausset y Brown y que se ajusta mejor al sentido).
Fijemos
en nuestras mentes que el Señor, al encomiar a Filadelfia por no negar Su Nombre, muestra que el gran peligro en tales controversias
como las que han surgido es que el Filadelfiano, en su deseo de que el pueblo de Dios esté junto, se olvidará, en alguna medida,
del Centro que congrega, y él mismo se unirá a la negación del Nombre de Cristo. Consideraremos los vínculos más adelante
en este escrito, pero anticipemos las palabras de advertencia del apóstol en el sentido de que uno que recibe o siquiera saluda
al hombre que no trae esta doctrina (de Cristo) participa en sus malas obras (2 Juan 7-11). Por lo tanto, uno que saluda a
sabiendas al que niega el Nombre de Cristo, es parte de esa negación. La historia del primer ataque de Satanás sobre este
movimiento divino, a mediados de los años 1800, comenzó claramente con una negación práctica del Nombre de Cristo. Sólo sobre
un lado hubo incluso alguna sospecha de tal negación o de saludar a los negadores. Aun aquellos de los cuales hubo separación
(conocidos ahora como 'hermanos abiertos' o 'hermanos libres' - Nota del Editor en Inglés) no pudieron y no acusaron al otro
lado de semejante negación o de alguna adherencia comprometida con aquellas personas que estaban negando el Nombre del Señor.
Allí, si ello fue en alguna parte (y el ataque del enemigo es cierto), ¡las peligrosas señales de esta profecía se muestran
a sí mismas!
En
esta, así llamada, división 'abiertos-exclusivos', Dios permitió a Satanás zarandear el trigo de Dios y él hizo bien su trabajo.
Bastante fracaso podría ser señalado en ambos lados. A ambos lados se les pudo insistir acerca de la piedad. En un tamiz,
las cosas se mezclan bien. De este modo, es importante mantenerse claramente sobre el terreno presentado por esta profecía
y ver que, mientras en un lado de esta división los hombres abogaban a favor del Centro, el otro lado estaba pensando principalmente
en la circunferencia. Ambos necesitaban ser mantenidos, y es muy posible que en todos lados se yerre, pero el que se aferra
a Cristo encontrará que Él es el poder de atracción para Su pueblo. Al dibujar un círculo con un compás, la circunferencia
puede ser trazada solamente desde el centro. A Filadelfia no se le alaba ni se la culpa por su conducta en relación con el
pueblo de Cristo. De lo que se habla es de "mi palabra … mi nombre … mi paciencia." ¡Obtener Su punto de vista
es de suma importancia!
Si
se honra a Cristo, el Espíritu Santo es libre para obrar, la verdad encuentra así su lugar en relación con Él, y hay progreso.
Las personas pueden ser guiadas. Todo aquel que quiera puede juzgar el caso arriba mencionado. El Espíritu Santo no puede
equivocarse o desviarse hacia otros canales fuera de los que están relacionados con la Roca de la cual fluye el agua. Y hay
aquí una evidencia clara y preciosa de la aprobación de Cristo. Aparte de esta relación, la corriente disminuye su velocidad
y se seca. Las personas pueden ser bendecidas y pueden ser ministradas, porque Dios es un Dios de gracia, pero el suministro
está en otra parte.
Capítulo 6
El
Asunto de la Asociación
En
esta sección me apartaré del asunto de la doctrina de Cristo, ya que en relación con la división planteada en el capítulo
cinco hay contra acusaciones y acontecimientos posteriores que no pueden ser ignorados.
Nosotros
debemos considerar la asociación a la luz de la Escritura para establecer cuán trascendental es la culpabilidad de negar el
Nombre de Cristo. Su importancia requiere un examen minucioso. El asunto de la asociación está íntimamente relacionado con
el carácter completo de las cosas actuales y debería preocupar profundamente a todos nosotros. La Escritura está estrictamente
en contra de principios que entrelazan al Cristiano en la textura de la 'sociedad', haciendo ello que sea difícil ganar su
atención en cuanto a lo que es espiritualmente dañino para él. No obstante, "el mundo pasa … pero el que hace la voluntad
de Dios permanece para siempre." (1 Juan 2:17).
La
asociación del hombre con el hombre es una necesidad divina. La institución de la familia lo reconoció desde el principio.
Las diferencias en la capacidad de los hombre los reúne; la falta en uno es suplida por la eficiencia del otro. La unión significa
el ministerio del uno para con el otro; siendo su necesidad una disciplina muy útil; y su provisión, un llamado al afecto
y a la gratitud. La Iglesia de Dios es un organismo en el que este principio es plenamente reconocido - una unión fundamentada
tanto en la diferencia como en la unidad, un cuerpo edificado por aquello que "toda coyuntura, según el poder de Dios en cada uno de sus miembros, va produciendo…" (Efesios 4:16 - BTX).
El pecado, no obstante, transforma todo bien en mal;
mientras más grande sea el bien, peor es el mal. Las uniones religiosas de hoy en días son, a menudo, meras 'confederaciones'
o incluso 'conspiraciones'. En ellas, el individuo, a quien la unión de Dios siempre provee y mantiene, es perturbado. La
conciencia es suprimida, el mal es tolerado para un supuesto bien final, y la moralidad es sustituida por la permisividad.
Independientemente de lo que motiva a las personas para unirse, el
verdadero temor de Dios es el único remedio para la unión equivocada. Este temor purgará eficazmente el mal de todas nuestras
uniones, o bien deja al hombre librado por Dios libre de un deseo por una unión equivocada. Si nosotros queremos andar con
Dios, no podemos tomar la mano de uno que rechaza Su voluntad como siendo soberana. Nuestra meta debe ser Su meta, y la senda
hacia ella, Su senda. Procurar unir a Dios con el mal es profanidad. (Un significado de profanidad es, 'contaminar, hacer común',
es decir, mezclar mal con bien. Nota del Editor en Inglés).
De este modo, nuestras asociaciones son de gran importancia.
Ellas dan testimonio de la senda en la cual (independientemente de nuestra profesión) estamos realmente andando. Escrituralmente,
nosotros podemos seguir sólo "en pos de la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón puro invocan al Señor."
(2 Timoteo 2:22 - BTX).
En la verdadera Iglesia de Dios, donde nuestra relación
de los unos con los otros es establecida por Él y no por nuestra voluntad propia, es inevitable que reconciliar la santidad
en nuestros modos de obrar con el vínculo eterno que nos une los unos a los otros, causará grave perplejidad. El mundo en
que la Iglesia está, es el antagonista total de la Iglesia, y el mal en el mundo apela constantemente a la naturaleza mala,
vieja, en el Cristiano. Nosotros deberíamos temer mucho más la amistad del mundo que su hostilidad. Ni siquiera una tregua
es posible entre su príncipe (Satán) y nuestro Dios.
Ya en la época de los apóstoles, la sabiduría del mundo,
la codicia de la carne y el poder de Satanás estaban invadiendo el recinto sagrado. Pablo tuvo que definir una vez más sus
líneas limítrofes y repeler al intruso. La doctrina fundamental de la resurrección estaba siendo negada. Toda la profesión
de Cristianismo de los Corintios estaba siendo puesta en duda. Si semejantes cosas pudieron entrar tan pronto en Corinto,
en presencia misma del apóstol, ¿cómo podemos nosotros esperar tiempos mejores y que se nos permita escapar de la guerra necesaria?
Es en la segunda epístola de Pablo a los Corintios donde él insiste tan seriamente acerca de que cualquier yugo con incrédulos
hace que se pierda el disfrute de nuestra relación con el Padre. Nosotros debemos salir de entre los incrédulos y separarnos
y ni siquiera tocar la cosa inmunda. Sólo entonces tendremos la seguridad de que, "yo
os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso." (2 Corintios
6: 14-18). El peligro de una mala asociación no podría ser afirmado más enfáticamente.
Algunos dicen que el yugo desigual tiene que ver solamente
con los incrédulos y que, de este modo, no define nuestra actitud hacia los Cristianos. Antes de considerar Escrituras específicas,
quiero tratar un argumento que se relaciona con semejante objeción. Se nos insta a que tengamos la Escritura directa, no una
inferencia, para ser guiados en todos estos asuntos.
Pero, las Escrituras nos presenta principios y no un
código completo de ley divina. Esto necesita inferencia a cada paso. La inferencia no puede ser separada de una vida racional,
y Dios condesciende a razonar con Sus criaturas, "Venid, pues, dice Jehovah; y razonemos juntos." (Isaías 1:18 - RVA). El
argumento en contra de razonar en las cosas de Dios ha sido llevado a extremos que son tan no-Escriturales como irracionales.
La Escritura en ninguna parte desacredita cualquier facultad dada por Dios que el hombre tiene. Al hablar contra lo que Dios
ha dado, nosotros hablamos necesariamente contra el Dador. Dios es honrado como Creador cuando Su creación es honrada.
El pecado entra y pervierte cada facultad, pero la obra
de Dios es purificar y no destruir. Cuando uno comienza a darse cuenta de su relación con Dios, la razón llega a ser muy razonable
al aceptar el límite de la criatura, y la racionalidad llena la vida y el carácter del hombre nuevo en Cristo. Uno bien podría
decir que, si nosotros tenemos luz, no necesitamos nuestros ojos, como para desacreditar la razón en las cosas de Dios. ¡Es
sólo en la luz donde los ojos son de alguna utilidad!
Además, Dios nos prueba mediante el uso de la razón.
Él nos hace responsable de tener nuestros ojos abiertos y de usarlos honestamente. El apóstol habla de este ejercicio como
siendo lo que él encuentra necesario para tener "una conciencia sin ofensa para con Dios y los hombres." (Hechos 24:16 - VM).
El ejercicio demuestra que un hombre está moral y espiritualmente despierto; y mediante ello, él es mantenido en salud y vigor
espirituales. Por lo tanto, Dios insiste acerca de la necesidad de esto y actúa con una perspectiva de que ello se mantenga.
La Escritura está escrita "a fin de que el hombre de Dios esté completamente calificado, equipado para toda buena obra." (2
Timoteo 3:17 - BTX) - es decir, sólo el hombre de Dios, no todo el mundo, y ni siquiera el soñoliento y el que ama el sueño
entre los Cristianos.
Ahora bien, apliquemos estas cosas al yugo desigual y veremos que
el rechazo de tales textos como teniendo una aplicación a la comunión entre Cristianos no es espiritual y es inmoral. ¿Se
aplica el principio comprendido en la pregunta, "¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la
luz con las tinieblas?" (2 Corintios 6:14 - VM) solamente a un yugo con incrédulos? Suponga usted que todos nosotros somos
creyentes. ¿Somos libres de 'uncirnos' (N. de. T.: del verbo 'uncir') o entrar en yugo con un creyente que está andando en injusticia?
La santidad personal de Dios y las demandas de Su santidad
son las mismas para el santo y para el pecador por igual, excepto por el hecho de que el pecado del santo es peor que el del
pecador en proporción a la diferencia en luz y gracia entre los dos. De este modo, el yugo desigual es plenamente aplicable
a un yugo entre Cristianos si uno de estos Cristianos se está permitiendo la misma injusticia a causa de la cual no se puede
continuar con el incrédulo.
El hecho de que los hombres no infieran de ninguna manera
impide el justo juicio de Dios en cuanto al asunto. Las consecuencias de nuestros actos seguirán tan ciertamente como si nosotros
tragásemos veneno en la creencia de que era una buena comida. Muchos han encontrado los resultados desastrosos de alianzas,
sean ellas sociales, comerciales o religiosas, hechas bajo la ilusión pacificadora de que dichas alianzas estaban bien hechas
puesto que ¡ellas involucraban sólo a Cristianos! Cuántos de ellos, tan engañados, han despertado para encontrar, después
de todo, que la pregunta en Amós 3:3 era mucho más profunda de lo que ellos habían pensado: "¿Andarán dos juntos sin estar
de acuerdo?" (Amós 3:3 - BTX).
Las diversas formas en que estos principios afectan nuestras
vidas son vistas fácilmente. Las esposas siguen a sus maridos en cosas que ellas creen que están mal delante de Dios debido
a que se supone que el versículo "Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor" (Efesios 5:22; Colosenses
3:18) las libera de toda responsabilidad moral. Del mismo modo, "Hijos, obedeced a vuestros padres en todo" (Colosenses 3:20;
Efesios 6:1) es usado para revertir la naturaleza moral de las cosas, colocando el vínculo terrenal por sobre el divino. Se
nos dice, también, que nosotros no tenemos autoridad Escritural para juzgar asambleas. Si esto es verdad, entonces nosotros
no podemos tratar el pecado de las asambleas del mismo modo que tratamos el pecado en otra parte. Todos los detalles arriba
mencionados son el fruto de un principio inmoral. ¿Cómo pueden aquellos que predican y practican tales cosas escapar del lamento
del profeta acerca de "¡…los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas
luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!" Isaías 5:20). Los principios eternos del gobierno de Dios y la
santidad inmutable de la naturaleza divina están en contra de ellos.
Volviendo a la enseñanza de la Escritura sobre la asociación,
2 Timoteo nos presenta las últimas palabras de Pablo cuando la Iglesia ya había caído bastante en el fracaso. La Iglesia ya
no es llamada la casa de Dios, como en 1 Timoteo. Aunque ella era todavía eso, Pablo más bien la compara tanto a una casa
grande con sus vasos incluso para usos deshonrosos, como a una casa en ruinas, excepto por su fundamento. Noten la inscripción
sobre su piedra fundamental: "Sin embargo el fundamento de Dios se mantiene firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a
los que son suyos." (2 Timoteo 2:19 - VM). Preciosa certeza, pero ¿qué es lo que ella indica? Indica que la Iglesia se estaba
volviendo invisible excepto para Dios que conoce a cada persona que ha venido a Él para salvación. Pero hay más en relación
con la inscripción. Justo cuando las dificultades del camino están siendo mostradas, justo cuando el mal parecería haber ganado,
y que la laxitud parece así inevitable, las instrucciones - la hoja de ruta de Dios para la senda a través de toda la maraña
- se encuentran, sencillas, directas y estables: "Apártese de iniquidad todo el que pronuncia el nombre del Señor." (2 Timoteo
2:19 - BTX).
¡Gracias a Dios. Aquí está la respuesta! Sólo aquí está
la seguridad absoluta. Comprométase usted sin vacilar a esto, sin importar cuál sea el asunto a ser resuelto, individual,
social, religioso; independientemente de cuál sea el problema; independientemente de qué cosa lo pueda amenazar. Sólo aquí
usted encontrará la senda a través del desierto, sobre las cumbres más escarpadas, o abajo en el valle de muerte, con todo,
"La senda de los justos se asemeja a los primeros albores de la aurora: su esplendor va en aumento hasta que el día alcanza
su plenitud" (Proverbios 4:18 - NVI), debido a que la luz del cielo está sobre dicha senda.
Observe
de qué manera el nombre sagrado del Señor está aquí. Si uno nombra sólo "el Nombre del Señor" (la palabra correcta en 2 Timoteo
2:19) - el Nombre de Aquel a quien, en vista de la oposición del hombre, uno debe someterse - entonces él debe apartarse de
iniquidad (injusticia). ¿Qué es injusticia? Justicia es todo lo que es correcto a los ojos de Dios, y usted sólo puede medir
esto correctamente cuando usted piensa acerca del lugar en que la sangre de Cristo le ha colocado, acerca de la gracia que
se le ha mostrado y que usted debe mostrar, y acerca de la senda bienaventurada en la que usted ha sido llamado a seguirle.
Injusticia es lo opuesto a todo esto. En todo esto, usted hallará abundante ejercicio diario.
Los
versículos siguientes (2 Timoteo 2: 20-22) dicen, "Pero en una casa grande no sólo hay vasos de oro y de plata, sino también
de madera y de barro, y algunos para honra y algunos para deshonra. Si, por consiguiente, uno mismo se habrá limpiado de estos,
separándose él mismo de ellos, él será un vaso para honra, santificado, útil para
el Amo, preparado para toda buena obra. Pero huye de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor, la paz,
con los que invocan al Señor con corazón puro." (2 Timoteo 2: 20-22; JND).
Estos
versículos nos muestran el desorden y las instrucciones a seguir en una época de desorden, tanto con respecto a la separación
del mal (lo negativo) como a la asociación con lo que es bueno (lo positivo). "Los que invocan al Señor con corazón puro"
son los mismos que, 'pronunciando el Nombre del Señor, se apartan de iniquidad'. (2 Timoteo 2:19 - BTX). De este modo, el
hombre que se limpia a sí mismo de los vasos para deshonra, encuentra a los de su propia clase. Pero, ¿son los vasos para
honra y los vasos para deshonra las únicas dos clases encontradas aquí? Si sólo aquellos que se limpian de los vasos para
deshonra son vasos para honra, entonces todos los 'no limpiados' deben ser clasificados como vasos para deshonra, o debe haber
una tercera clase, sencillamente desechados como no útiles (no preparados) para el uso del Amo - ¡una solemne condición en
ambos casos!
¿Hemos
de aplicar esto a la comunión en la asamblea? No se hace excepciones a estas palabras. El seguir la justicia, la fe, el amor,
la paz con aquellos que se limpian de malas asociaciones, implica que el 'no limpiado' no puede estar partiendo el pan justamente
en la asamblea. Si estos vasos no son útiles para el uso del Amo, ellos no pueden tener su parte en aquel lugar de responsabilidad
y privilegio donde Dios usa a cada uno y a todos según Él lo ve adecuado. Los miembros del cuerpo son, por el hecho mismo
de serlo, responsables de edificarse unos a otros. Si ellos no son aptos (no están preparados) para esto, ellos están descalificados
para la responsabilidad y el privilegio de ser parte de la expresión exterior de aquel un cuerpo - la asamblea local. Si ellos
no pueden invocar al Señor con un corazón puro, ellos realmente no pueden invocarle a Él en absoluto. La asamblea local, si
es de una mente con el Señor, tiene que aprobar Su juicio.
Este
principio es mostrado nuevamente mediante la pregunta, "¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia?" (2 Corintios
6:14). El hecho de que esto sea expresado como una pregunta implica una respuesta clara y positiva. Se espera que toda conciencia
responda.
La
comunión de asamblea debe estar basada sobre la justicia. La voz del Santo y Verdadero es oída allí. Permita el mal en una
persona o en muchas, y la plena comunión práctica con Cristo debe cesar. ¡Nosotros no podemos andar con Dios y seguir con
el pecado!
Así,
toda la asamblea de Corinto, con la persona inmoral en su medio, fue leudada (hecha parte del mal) por el hecho de que ellos
lo permitieron. Ellos tenían que quitar la levadura (el mal) mediante el juicio propio y separándose de ella, para que ellos
pudieran ser una nueva masa (1 Corintios 5). Mientras el pecado fuese permitido, ellos no eran una nueva masa debido a que
la levadura estaba en la masa, no sólo en el individuo. En Cristo, ellos estaban sin levadura, pero ellos debían representar
en su condición práctica lo que la gracia había hecho que ellos fueran posicionalmente.
Sin
embargo, algunas personas dicen que aunque Corinto permitió el mal en su medio, ellos estaban sin levadura. Incluso si la
asamblea en Corinto estaba sin levadura, algunos añaden, sería demasiado tarde para quitar la levadura. La última afirmación
niega el poder de la gracia divina para cada condición que se pueda encontrar entre el pueblo de Dios. No obstante, hubo algo
excepcional en el estado de cosas en Corinto que no se puede mencionar en ninguna otra asamblea desde ese entonces. Ellos
podrían no haber sabido qué hacer puesto que no se había hecho provisión para un caso semejante. Ellos podrían haber presentado su lamento a Dios. Dios les dice entonces qué hacer, para que nadie pudiera
ser capaz de decir nuevamente que ellos no sabían qué hacer.
Ellos
debían 'quitar ese perverso de entre ellos' (1 Corintios 5:13). Algunos objetan cuando se dice 'de la mesa del Señor', pero,
de hecho, el mandamiento va incluso más allá, diciendo, "de entre vosotros." Solamente apartar a alguno de la mesa podría
ser, para los descuidados, perfectamente consistente con tratar a la persona como uno de ellos mismos en otros aspectos. Pero
el apóstol Pablo muestra cuánto más lejos este 'quitar' debe llegar, al añadir, "con el tal ni aun comáis" (1 Corintios 5:11).
Debía existir el rechazo a toda asociación, ¡incluso en una comida corriente!
Una
masa leudada significa que cada parte de ella es capaz de esparcir levadura. Esa es la idea expresada en "la vieja levadura"
- un pedazo de la vieja masa que podía ser introducida en la nueva para que la nueva masa pudiera llegar a ser leudada también.
Ello muestra que todo aquel que aprueba la retención del mal es realmente un partícipe de ese mal. Él, en la práctica, niega
la santidad de Dios y, de este modo, él mismo no puede ser santo. Yo no me estoy refiriendo al contacto físico. Uno podría
trabajar en la misma fábrica u oficina con la persona perversa sin llegar a contaminarse. Yo estoy hablando, más bien, de
un principio corrupto o corruptor que asocia el Nombre de Cristo con lo que Le deshonra, y en ese sentido, niega Su Nombre.
Se le recuerda así al Filadelfiano que Dios es "el Santo, el Verdadero" (Apocalipsis 3:7), pero la santidad se pierde en la
comunión (asociación) con el mal.
Limpiarse
el mal significa separarse de él. Aquí en 1 Corintios, la asamblea actúa. En Timoteo, uno que sería un vaso para honra debe
limpiarse él mismo (separarse) de los vasos para deshonra: es decir que él debe, a toda costa, actuar personalmente. Si la
asamblea local se interpone en el camino en cuanto a esto, entonces, para mantener una buena conciencia, él mismo debe separarse
de la asamblea. En esto, podemos constatar el juicio de una asamblea. Si uno mismo se ha separado correctamente (y las normas
están bien definidas; separación no sólo a causa de algún capricho o de algo que no nos agrada), nosotros mismos debemos separarnos
también y juzgar así a la asamblea. Si no lo hacemos, nosotros no estamos con Dios. De este modo, nosotros estamos obligados
a juzgar a cada individuo en esta masa leudada. Seguir adelante con aquellos que niegan la santidad de Dios es ser nosotros
mismos impíos. Negar el Nombre de Cristo como el Santo y el Verdadero ¡es dejar de ser un Filadelfiano!
Capítulo
7
Un Círculo de Comunión
o Independencia
Debemos considerar ahora
otra cuestión que se relaciona cercanamente con lo que hemos considerado recién. La independencia es la manera más exitosa
encontrada hasta ahora para evadir la disciplina Escritural y es también la trampa más exitosa para hacer que los hijos de
Dios resistan Su voluntad, al mismo tiempo que ellos creen honestamente estar defendiendo solamente los principios de la Palabra:
contra la confederación, por la pureza y por el mantenimiento no sectario del cuerpo de Cristo. Por consiguiente, nosotros
debemos considerar cuidadosamente, en primer lugar, lo que la independencia es realmente, y luego, sus frutos.
En su forma más sencilla y audaz, la independencia niega
cualquier autoridad Escritural para un círculo de comunión fuera de la reunión individual (local). Esta negación se hace,
ellos aducen, en los intereses de un reconocimiento no sectario de la sola y única Iglesia, el cuerpo de Cristo. Ellos afirman
que el hecho de formar y mantener un círculo es sectario y que el hecho de que ese círculo adopte una disciplina común es
absolutamente sectarismo debido a que hace del todo un 'grupo' que puede tomar el Nombre de Cristo, como algunos lo hicieron
en Corinto (1 Corintios 1: 11-13), y hacen que aquel precioso Nombre sea un instrumento de división.
Esta acusación puede no ser acerca de negar el Nombre
de Cristo, pero el hecho de que se acerque tanto a ello hace que la misma sea muy seria. Aquellos que se mantienen en un círculo
de comunión y sin embargo rechazan adoptar un nombre sectario (un nombre que los coloca aparte de los demás Cristianos), no
pueden permitirse renunciar a su afirmación de reunirse sencillamente al Nombre de Cristo, ni tampoco aceptar la acusación
que se hace en contra de ellos. Examinemos, entonces, lo que se quiere dar a entender mediante estas afirmaciones y llevemos
todo a la prueba de la Escritura. La verdad se hará más clara mediante cada nuevo examen, y el único peligro está en que nuestro
examen sea llevado a cabo descuidadamente.
¿Qué es lo que se quiere dar a entender mediante la
expresión 'círculo de comunión'? (La expresión misma no se encuentra
en la Escritura, así como tampoco se encuentran otras palabras tales como Trinidad o Arrebatamiento, pero la verdad expresada
mediante cada una de ellas se encuentra allí. Nota del Editor en Inglés) El pensamiento ha de ser creído
parcialmente incluso por el propio objetor si es que hay otros reunidos con él en cualquier asamblea local, ya que estos pocos,
obviamente, no constituyen toda la Asamblea de Dios en esa ciudad. Entonces, debe haber un 'adentro' y un 'afuera', el hecho
de ser, en algún sentido, 'de nosotros' o 'no de nosotros'; un algo que se guarda de ser una parte - una secta - no teniendo
términos de admisión arbitrarios y meramente humanos. Si no hay términos, entonces es una mera chusma de hombres transgresores,
que debe ser rechazada por todo Cristiano.
Si ustedes dicen, «Nosotros nos sometemos solamente
a la Escritura», eso involucra que se trata de la Escritura tal como ustedes la ven, no como sus pares Cristianos la ven,
y ustedes toma su lugar delante del Señor, para ser juzgados por Él con respecto a esto. El hecho de que ustedes estén separados
de los demás constituye un círculo de comunión, pero no los constituye en una secta. Ustedes reconocen a los Cristianos en
todas partes como miembros del cuerpo de Cristo y los reciben dondequiera que no exista un impedimento Escritural para que
sean recibidos, y ustedes hablan de estar reunidos sencillamente al Nombre de Cristo,
sin pensamiento alguno con respecto a hacer del Nombre de Cristo un instrumento de división.
Bien, entonces, por lo menos en la ciudad de nuestro
ejemplo de arriba hay una reunión de Cristianos que yo puedo y debería reconocer, aparte de todo el cuerpo de Cristianos en
ese lugar. Yo dijo 'debería' porque soy responsable para con Dios en cuanto a con quiénes me puedo reunir o congregar. Entonces,
sólo aquí yo encuentro a aquellos con quienes me puedo congregar, sin que se me imponga una condición no Escritural. Ahora
bien, si hubiera otra asamblea en la misma ciudad, del mismo carácter, entonces yo tendría que preguntar el por qué ellos
no estaban juntos, ya que el pecado de división es un pecado serio (1 Corintios 1:10), y yo tendría que rechazar esto.
Entonces, si en esta ciudad existe una reunión que yo
puedo y debo reconocer, supongan ahora que yo me traslado a otra ciudad y encuentro una reunión que puedo reconocer igualmente
cono estando reunida solamente al Nombre de Cristo, ¿sería correcto que yo, en la nueva localidad, rehusara reconocer ahora
como una compañía separada a los que quedaron en la ciudad de procedencia, a quienes, cuando yo estaba allí, yo reconocía,
y si yo estuviese allí ahora, todavía tendría que reconocerles? ¿Es posible que el hecho de trasladarme desde Nueva York a
Boston hiciera que fuese incorrecto en Nueva York lo que en Boston sería correcto, y si yo regresara a Nueva York, volvería
a ser correcto? Si esto es así, eso es completa independencia o el cambio más curioso de lo correcto o lo incorrecto que uno
pueda imaginar - la moral cambiando cada pocos kilómetros del camino. Sin embargo, si ello no es así, entonces nosotros estamos
relacionados, en principio, a un círculo de comunión - una agrupación de asambleas locales, reuniéndose en terreno y disciplina
comunes, Escriturales, dondequiera que ellas se encuentren.
El reconocimiento unas de otras llevado a cabo por tales
reuniones a través de todo el mundo es así correcto y todo lo que se oponga a ello es incorrecto. No obstante, la Escritura
y la historia nos han mostrado que es imposible que toda la Asamblea (Iglesia) de Dios mantenga esto en la práctica, si los
principios de Dios tienen algún valor para nosotros. Porque, si yo hiciera el viaje que mencioné arriba, ¿no debería yo inquirir
por los que en Boston son de un mismo pensamiento con nosotros? ¿Esperarían los que están en Boston alguna otra cosa de mí?
Un círculo de comunión puede ser rechazado en teoría, pero los hechos refutan la teoría. La única alternativa es la más indisculpable
independencia - asociarse donde uno quiere y en ninguna parte reconocer obligaciones salvo donde el individuo quiere hacerlo.
Esto sería el sectarismo más completo que pudiese existir.
Nosotros debemos reconocer todo el cuerpo de Cristo,
pero no sus asociaciones no-Escriturales. En los intereses de la justicia requerida por Dios para el cuerpo de Cristo, yo
rechazo las denominaciones, pero en los mismos intereses, yo debo aceptar el círculo de justa comunión, no sectaria. Las palabras
de gracia en Mateo 18:20, que presentan la provisión para un día de fracaso y confusión, y aprueban los dos o tres reunidos
al bendito Nombre del Señor, aprueban, obviamente, tales reuniones en todo lugar. Por tanto, existe un círculo - una agrupación
- de reuniones. Rechazar la identificación con estos sería tan sectario como tomar nuestro lugar con las varias denominaciones.
Tampoco nos salvaría de esto decir que nosotros estuviésemos actuando para el bien de toda la Iglesia de Dios cuando la desaprobación
se desprende de la propia Escritura con tanta facilidad.
Además, aceptar estas reuniones Escriturales es aceptar
la disciplina Escritural de ellas, ya que la aprobación que el Señor concede a esta reunión es Su aprobación a la disciplina
de ellas. Yo no quiero decir, obviamente, que ellos pueden añadir a la Escritura o inventar una forma no Escritural de disciplina,
o que el Señor aprueba lo que podría ser un juicio erróneo. Él es siempre el Santo y el Verdadero, el Señor y Maestro de Su
pueblo. Pero, estos "dos o tres" de Mateo 18:20 tienen autoridad para la disciplina, y ¡ay de aquel que resista su uso correcto!
"Si también rehúsa escuchar a la iglesia (asamblea), sea para ti como el gentil y el recaudador de impuestos" (Mateo 18:17
- LBLA) se refiere justamente a esas reuniones débiles de las que hemos estado hablando.
Las mismas cosas son verdad para la disciplina en cuanto
la reunión misma. Si la disciplina es justa y respetada en el lugar 'A' donde ella es aplicada, debe ser respetada en el lugar
'B' y en el 'C'. Si la decisión es un asunto local, entonces el Señor ha colocado claramente en manos de aquellos que están
en circunstancias de juzgar el asunto correctamente, aunque se deba oír ciertamente protestas y apelaciones y a los que juzgaron
el asunto se les demande satisfacer a aquellos en otras partes que están ejercitados honestamente acerca de ella.
Cuestiones acerca de la verdad que se oponen a la conducta
afectan a todos, y pueden ser expuestas ante todos. Ninguna reunión local tiene autoridad en alguno de estos asuntos, ya que
eso sería establecer un credo para que los demás lo obedezcan. Además, la verdad en cuanto a Cristo es un asunto especialmente
profundo y vital, ya que nosotros nos congregamos a Su Nombre.
Si la cuestión es acerca de hechos, entonces se requiere
que aquellos que tienen los hechos los den a conocer a sus hermanos. Aquí puede tener cabida una carta circular, no para establecer
una norma o principio de acción, sino como un testimonio que, obviamente, está abierto a interrogante en cuanto a cómo son
todos los 'hechos', si es que hay evidencia en contra o lo presentado es insuficiente. Ninguna carta tiene autoridad en sí
misma: ella sólo puede presentar hechos y todos deben juzgar la credibilidad del testimonio.
Con estas limitaciones que son el resultado de la falibilidad
común a todos nosotros, debemos reconocer tanto un círculo de comunión como la disciplina relacionada con él, si es que queremos
librarnos de la acusación de independencia.
La independencia actúa siempre contra Dios. Ella hace
que los miembros del un cuerpo digan unos a otros, "no tengo necesidad de vosotros." (1 Corintios 12: 20, 21). La independencia
niega la unidad del Espíritu que debería ser reconocida por todo el cuerpo. Mientras más nos lamentemos y rechacemos el sectarismo
que existe a todo nuestro alrededor, más nos vemos compelidos a regocijarnos, y nos regocijaremos, en reconocer sencillamente
el cuerpo de Cristo dondequiera ello sea posible. Este círculo de comunión, si bien no es el "cuerpo", nos proporciona los
medios de reconocer, en la práctica así como en la teoría, el cuerpo de Cristo de una manera veraz y santa, hasta donde el
estado de ruina de la Iglesia permite hacerlo. Con amor a todos los que son de Cristo y con una puerta abierta a todos, sobre
las condiciones de verdad y santidad, tal círculo no es sectario, sino una protesta contra el sectarismo.
Reunirse sobre el terreno del un cuerpo es completamente
diferente de cualquier pretensión de ser el un cuerpo, y no implica ninguna condición hecha por el hombre (sectaria) de inteligencia
o comprensión para la comunión. El mantenimiento de una disciplina común no es algo sectario, sino que es una parte esencial
de esa comunión misma: absolutamente necesaria porque la santidad de Dios es la misma en todas partes y no es una cosa con
la que los "dos o tres" puedan jugar aquí a allá como ellos deseen.
La independencia, al dejar a un lado la unidad práctica
de la Iglesia, deja también a un lado una salvaguardia principal de la santidad. La santidad no es ya el objeto de cuidado
común, tampoco hay ejercicio común acerca de ella. La independencia exime a una persona de un sentido de responsabilidad personal
para con la casa de Dios. Más bien, ella hace que uno sienta que sólo debe mantener limpia su propia casa, a su manera. Esta
laxitud hacia el pueblo de Dios en general (pero que es tan consoladora para una conciencia no ejercitada que hace que la
independencia sea un encanto para las multitudes en la actualidad) tiene, naturalmente, el efecto de rebajar la estimación
que uno tiene de la santidad, ¡impidiendo así que la casa propia de uno sea mantenida realmente limpia!
Allí donde un círculo de comunión y una disciplina común
no son mantenidos (quizás como fruto natural de la independencia), se defiende el principio impío de que una asamblea no puede
ser juzgada por el mismo pecado que obligaría a juzgar a un individuo. Así, casi cualquier disciplina local puede ser eludida
mediante un poco de destreza. Si la reunión en la localidad "B" no le recibirá a usted desde "A", le recibirá desde "C", y
"C" le recibirá desde "A". Entonces, mediante una pequeña manipulación acerca de cuál es la asamblea a la que usted asiste,
nadie es asegurado en ninguna parte acerca de la violación de una disciplina que usted reconoce como una disciplina Escritural.
Cualquier persona, si no es demasiado bien conocida, se pierde en el laberinto de desconcertantes inter-comuniones entre reuniones
locales independientes. Uno que tiene una conciencia y que se limpiaría de injusticia, pronto tiene que resignarse a una esperanza
general de que lo que parece tan confuso defenderá, al fin y al cabo, los intereses de la santidad; o en desesperación, lavará
sus manos de lo que no puede evitar.
La independencia es un sistema que entrampa debido a
que tanto el pesimismo como el optimismo pueden encontrar excusas para dicho sistema y seguir así con él. Uno se libra de
una asombrosa cantidad de problemas sin dar la impresión de renunciar a todos los principios Escriturales de reunión tal como
muchos otros lo han hecho y, sin embargo, ser casi tan libre como estos otros de la agotadora responsabilidad de ser uno mismo
guardián de su hermano. Ellos preguntan, ¿por qué deberíamos ser guardianes de nuestros hermanos cuando sólo obtenemos problemas
mediante nuestros esfuerzos? Encontrar un camino angosto en lugar de uno ancho, abrir uno que sea tan agradable para todos
nosotros; y para todo esto sólo tenemos que cerrar nuestros ojos en el tiempo adecuado e ignorar lo que no podemos remediar.
Las incontables pequeñas divisiones de independencia
dan menos espectáculo que las terribles escisiones a las que estamos de otra manera expuestos. ¿Por qué no dejar que este
Merarita de cara triste vaya, con sus estacas y cuerdas del tabernáculo enredándose siempre, y contentarnos con Coat y Gersón?
Pero, si el Tabernáculo del Señor ha de ser erigido en el desierto, debemos tener las estacas y cuerdas.
Como resultado, la verdad de Dios sufre y tiende a perderse.
Pero, ¿qué deberíamos esperar cuando escogemos lo que aceptaremos de ella y lo que descartaremos? La comunión llega a ser
de una calidad incierta, con la obediencia a la Palabra teniendo poco que ver con ella. La adoración es ampliamente desplazada
por el servicio, ya que hemos perdido las estacas y cuerdas necesarias. Uno puede seguir con la ayuda incluso de la poca cantidad
de verdad para la que él puede encontrar espacio, pero la verdad plena tiende a disminuir gradualmente en el sonido discordante
de las muchas opiniones de los hombres.
La voz de uno puede ser oída muy poco en un día como
este, pero instaría al pueblo del Señor, en primer lugar, acerca de la demanda de su Maestro. Yo insisto que la independencia,
por más pequeña que uno pueda imaginarla, o por lo poco que uno pueda pensar acerca de ella, significa el postrer naufragio
de la verdad de Cristo, porque significa independencia de Él. Uno encontrará gran cantidad de asociados en independencia,
ya que ella da la clase de libertad y autonomía tan codiciadas actualmente, pero la autoridad de Cristo no está en ella. De
este modo, dicha independencia no puede tener la aprobación que Filadelfia, pese a su "poca fuerza" o "poco poder", encuentra
de su amable Señor: "has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre." (Apocalipsis 3:8).
Capítulo 8
Clerecía
y Clericalismo
No hay ninguna posición que podamos tomar, no obstante
lo correcta que ella pueda ser, que nos librará de los peligros de las trampas de Satanás. Tan pronto hemos escapado de ellas
en una dirección, nos damos cuenta que nos hemos acercado a ellas en otra dirección. La Iglesia es verdaderamente militante.
Haber aprendido nuestro lugar apropiado en las filas, dado por Dios, es una cosa muy diferente del hecho de retirarse de la
batalla. De hecho, Satanás ataca especialmente a los que están caminando con Dios; Dios nos permite conocer la guerra espiritual
de modo que cada sentido espiritual será obligado a estar activo, para que "por el uso", tengamos "los sentidos ejercitados
en el discernimiento del bien y del mal." (Hebreos 5:14) y para hacernos conocer por medio de ello, el valor de lo que es
nuestro, así como los hombres se dan cuenta del valor que tiene lo que ellos corren el peligro de perder.
En la travesía de Israel por el desierto, todo el pueblo
estaba en el campamento. Los peligros que les rodeaban eran peligros iguales para todos. Adicionalmente, en el Cristianismo,
la guerra se acerca a nosotros en proporción a cuán espirituales somos. Y no existe ninguna clase no combatiente. No hay nadie,
ya sea por sexo o por cualquier otra forma, que esté eximido del entrenamiento, la disciplina y el encuentro real. Del mismo
modo que cada Cristiano es tanto un sacerdote como un ministro de Cristo, así cada Cristiano es un soldado de Cristo, y para
ser un buen soldado, él debe tener el conocimiento de sus armas espirituales, la fuerza y el vigor y la destreza (adquiridos
sólo por la práctica) para usarlas, y una comprensión de las tácticas del enemigo al que se enfrenta.
Hay líderes en esta guerra. En Israel, cada persona
era colocada en posición bajo su jefe o adalid. Pero, existe una gran diferencia entre la guerra carnal y la espiritual. En
la guerra del hombre, la responsabilidad asumida por el líder quita la responsabilidad de los que le siguen, y uno puede admirar
a los siguen a la voluntad de otro, sabiendo que, quizás, alguien ha cometido un error.
Sin embargo, en la guerra espiritual, nosotros podemos
sentir lástima pero no admirar a tales seguidores. La responsabilidad del líder no quita ninguna responsabilidad del seguidor.
Si el seguidor es inducido a error, él mismo es culpable de haber sido inducido a ese error y no sólo se ha comprometido él
mismo, sino que ha comprometido la causa completa con la cual se identifica. Él es culpable debido a que hay un solo Líder
infalible para Su pueblo, cuya voz ha de ser oída en todas partes en medio de todo al fragor del campo de batalla. La responsabilidad
de cada líder menor es hacer que los hombres oigan esa Voz: cada uno de estos líderes tiene que decir, "SED pues imitadores
de mí, así como yo lo soy de Cristo." (1 Corintios 11:1 - VM).
Si valoramos el bienestar del pueblo de Dios, debemos
presionar sobre ellos acerca de su responsabilidad personal para con Dios, y que nadie puede salvarles de ella en ninguna
parte de la práctica Cristiana. No obstante, la gran mayoría de hombres y mujeres Cristianos procuran escapar de su responsabilidad.
Ellos creen en la práctica de la substitución - dejar que alguien más lo haga - en casi toda línea de actividad Cristiana.
Especialmente en lo que concierne a la asamblea, este principio de substitución ciega de tal manera los ojos y desvía de tal
modo al pueblo de Dios que ello exige el repudio más fuerte de toda persona a quien el Señor ha dado cualquier habilidad para
influenciar las mentes de sus compañeros. Esta forma de substitución procede de un estado de pereza espiritual como la descrita
en Proverbios 6: 10-11, "¡Un poco más de sueño, un poco más de adormecimiento, un poco más de cruzar las manos para dormir;-
así tu indigencia vendrá cual salteador de caminos (una trampa), y tu necesidad como hombre armado!" (Proverbios 6: 10-11;
VM).
Mi amigo Cristiano, ¡no permita que nadie se interponga
entre usted y Cristo! Cristo solo es su Maestro. Usted tiene que dar cuenta a Él solo. El vigor, el resplandor y la fidelidad
de su vida dependen de la manera en que usted permanece en dependencia de Él solo. Obviamente, usted no rechaza la ayuda que
Él le proporciona a través de otro: ello sería soberbia y autosuficiencia. Dios nos ha dado los unos a los otros para toda
la ayuda mutua que podemos dar. No deje que la verdad sea debilitada en lo más mínimo. Pero nosotros caemos en una de las
trampas más sutiles y exitosas de Satanás cuando permitimos que la estima (el respeto) que tenemos los unos para con los otros,
la confianza legítima en la autenticidad de alguien, la sabiduría, la piedad, etc., hagan que una persona sea la que dirija
nuestras conciencias en las cosas de Dios. Eso sería Catolicismo Romano en principio, ya que el Catolicismo Romano da a Cristo
un vicario humano (substituto) - el Papa - a quien las personas otorgan el lugar de Cristo, como si Cristo estuviera muy lejos
de Su pueblo. Nosotros mismos no debemos buscar ningún substituto y no debemos tener ningún substituto para Cristo. No debemos
falsificar nuestra relación bienaventurada con Él, a la que Él nos ha traído. Debemos estar completamente con Él y ser completamente
para Él. Finalmente, no debemos aprobar que otro llene los cargos que hemos dejado vacantes.
Clerecía significa la asunción oficial (el hecho de
asumir) por parte de una clase (un grupo especializado, el clero) entre los Cristianos de lo que los demás - las masas - les
han cedido. Ello significa la 'desespiritualización', por decirlo así, de las masas, el laicado, quienes renuncian a los deberes
para los que ellos no son 'aptos', a favor de manos más capaces. Obviamente, ellos no son aptos debido solamente a que renuncian
a tanto de su relación con Cristo para quedar, por consiguiente, más libres para las demandas y los placeres del mundo. Sin
embargo, las personas no piensan acerca de ello de este modo. La mayoría de Cristianos han crecido en una atmósfera de clero
y laicado y, por tanto, no se dan cuenta de la pecaminosidad de esto y de qué manera se les adhiere. Aun si hemos escapado
en alguna medida de la clerecía, permitamos que nuestro calor espiritual se enfríe, y, casi insensiblemente y bastante informalmente,
caemos nuevamente en ello.
Como un ejemplo, ¿acaso el sexo de una persona no tiene
algo que ver con nuestro grado de conciencia? ¿No se considera que la conciencia es más una característica masculina que femenina?
Por ejemplo, en cuanto a la disciplina en la asamblea, ¿están las mujeres tan ejercitadas acerca de ella como lo están los
hombres? ¿Se admite siquiera que ellas tengan el mismo derecho a ejercitarse? Con todo, las mujeres son responsables por cada
acto de disciplina, y si ellas toman parte en ella con una mala conciencia, ello afectará su vida espiritual completa. De
hecho, si ellas no se ejercitan, hacen que sea un asunto menor si ellas agradan a Dios o no, y deben tener así una conciencia
insulsa o mala. Algunas mujeres incluso han sido enseñadas que los asuntos de esta naturaleza están fuera de su ámbito debido
a que ellas no son parte de la asamblea o que no son seres morales.
Muchas mujeres tienden a ocupar el lugar que tan a menudo
les es asignado. Cualesquiera sean los motivos, ello es un error serio. Esto da comienzo a una costumbre que se adherirá a
ellas en otras cosas y que se extenderá también entre los hombres, hasta que una gran parte de la asamblea confirme sencillamente
el juicio de sus 'líderes' y el reinado de la clerecía (clero) se establezca en la práctica. Si asuntos serios se presentan
ahora ante la asamblea, la incapacidad de la mayoría llegará a ser más evidente. Sus conciencias habitualmente no ejercitadas,
ahora insulsas, no tendrán la habilidad para el juicio. Los motivos meramente humanos que siempre han influido sobre ellos,
influirán aún. Serán influidos por argumentos que obtienen su fuerza principalmente de las personas que los usan, o irán a
la deriva y quizás serán quebrantados bajo la influencia de familia o de lazos sociales.
Ir a la deriva es un asunto serio: ello propende siempre
hacia el varamiento y quebrantamiento debido a que no hay guía inteligente de la nave. Esto es más cierto en las cosas espirituales
que en las cosas naturales porque la sabiduría divina no gobierna. Esta sabiduría es presentada cuando se busca sólo formalmente.
En las divisiones entre el pueblo del Señor, el hecho de ir a la deriva y el uso de la sabiduría humana han intensificado
siempre el mal. Los hombres y mujeres Cristianos, ejercitados realmente delante de Dios, caminarán y actuarán necesariamente
juntos, pero los seguidores faltos de inteligencia de líderes se derrumbarán con estos líderes o se quebrantarán en fragmentos
más pequeños (grupos) cuando Dios permita la colisión inevitable para probar su condición espiritual. Un estado espiritual
correcto de las masas de Cristianos mantendría, en gran medida, a los líderes bajo control, los cuales como líderes, conducen
naturalmente las divisiones; quienes, a sabiendas o no, han formado, de hecho, divisiones.
Las masas de Cristianos son responsables de ese apoyo
desvalido en sus líderes, apoyo que ha ayudado a la caída de los líderes. Las masas han perdido la Única Voz (que jamás puede
dividir o contradecirse) en medio de las muchas voces, a menudo discordantes,
de los hombres. De este modo la clerecía (el clero) - un estado de decaimiento espiritual lejos de Cristo - puede ser remediado
sólo regresando a aquel Uno que debe ser Maestro en cada detalle de la vida individual y colectiva. No debemos permitir ningún
substituto - ningún vicario.
Debemos mirar más allá de los actores en las varias
divisiones entre el pueblo del Señor, puesto que hubo un estado de cosas que necesitó las divisiones. Dondequiera encuentre
usted una masa no espiritual, no ejercitada, que se pueda alinear a las órdenes de algún hombre, u hombres, de confianza,
con, a lo menos, sólo un leve conocimiento tanto de los hechos como de los principios Escriturales relacionados con el problema,
usted tiene el estado de cosas que está en el fondo del problema. Se trata de clerecía y clericalismo (devoción a un orden
eclesiástico de hechura humana). Estas dos cosas son el complemento la una de la otra y existen incluso entre aquellos que
sienten horror ante ellas en otra parte, ¡al mismo tiempo que no se dan cuenta que están acariciando las mismísimas cosas
que las han producido!
Usted oirá a Cristianos inteligentes decir algo como
esto con respecto a cosas en las que ellos han tomado posiciones definidas con su grupo: «Bien,
no sabíamos mucho personalmente acerca de estas cosas, pero el Sr. X las investigó y todos confiamos en él», etc. (Yo
dejo la palabra grupo tal como está, no obstante lo ofensiva que correctamente
es, porque para los que pueden decir lo arriba expresado, ellos han actuado sólo como un grupo). Algunas veces, incluso cuando
la división ampliamente extendida ha tenido lugar entre el pueblo del Señor, muchos que se han dividido unos de otros jamás
han sabido de qué se trataba, y ¡todo lo que los habría iluminado les fue ocultado! ¿Cómo puede aplicarse la recomendación,
"Has guardado mi palabra" a los tales, cuando no conocían y no se preocuparon lo suficiente para averiguar a qué se aplicaba
y de qué manera se aplicaba la Palabra de Dios?
Muchas decisiones de asamblea involucran asuntos prácticos
locales y deben ser alcanzadas en el acto y en su lugar y no deberían ser difundidas alrededor. Yo no hablo de tales cosas.
Estos no son los asuntos que suelen causar división. Lo que causa división suele ser alguna cuestión acerca de la verdad o
de un principio respecto a la cual la asamblea local no tiene autoridad vinculante para las demás en absoluto. Obviamente,
si un maestro del error está en medio de ellos y ellos están satisfechos con el hecho de que él subvierta los fundamentos
del Cristianismo, el deber de ellos es sencillo: ellos mismos deben limpiarse. Pero se puede apelar a la decisión de ellos
mediante la Palabra de Dios y se requiere que los Cristianos en todas partes consideren la apelación. El juicio emitido por
una asamblea, en este caso, no tiene absolutamente ninguna fuerza a menos que la asamblea pueda mostrar la evidencia del mal
que hizo necesaria su acción. Si la doctrina enseñada era Escritural, una decisión semejante no tiene poder en absoluto. La
Palabra de Dios es la carta bajo la cual la asamblea actúa y está así por sobre todas sus acciones. ¡La Iglesia no enseña
ni define la doctrina! La sola apariencia de poder en manos de una asamblea para presentar lo que los Cristianos han de recibir
debe ser rechazada por todos los que serían leales a Cristo. De este modo, el ejercicio individual es un deber absoluto. No
podemos escondernos unos detrás de otros. "Has guardado mi palabra" resuena en nuestros oídos (Apocalipsis 3:8).
La verdad encomendada a los Cristianos es el depósito
más importante que ellos pueden tener. Si de Israel se podía decir, "¿Qué ventaja tiene pues el judío? ¿O de qué aprovecha
la circuncisión? Mucho, en todos los sentidos. Primero, ciertamente en que les fueron encomendados los oráculos de Dios."
(Romanos 3: 1-2; BTX), ¿cuál debe ser, entonces, el valor de nuestra herencia? Dios ha permitido a unos pocos creyentes regresar
a algo parecido a la sencillez que prevaleció en el principio de la Iglesia y a reconocer la relación común de los Cristianos
unos con otros. Él nos ha libertado, de igual modo, de las tradiciones de los hombres y de las invenciones humanas en las
cosas de Dios. Él ha hecho todo esto ¡para que podamos disfrutar y beneficiarnos mediante la Palabra de Cristo no adulterada!
Es todo lo que tenemos para bendición. El Espíritu Santo, el cual nos ha enseñado tanto por Su presencia con nosotros como
por Su autoridad en la Asamblea, es el "Espíritu de verdad" (Juan 16:13). Su gran obra en la tierra es mostrarnos las cosas
de Cristo. Él es el Espíritu Santo - santidad es la santidad de la verdad, santificación (ser apartado para Dios) es por medio
de la verdad. Somos enseñados por Dios a amarnos unos a otros, y el apóstol del amor (Juan) nos muestra que este espíritu
Filadelfiano es 'amor en la verdad' y "a causa de la verdad." (2 Juan 1, 2).
En la actualidad, los hombres están hablando de la unidad
de la Cristiandad (Cristianismo profesante) y están demostrando lo práctico que resulta reunir las masas de Cristianos para
muchos buenos propósitos. Pero, ¿quién puede esperar algo más allá de buenos
fines cuando la verdad como un todo debe ser desechada para mantener una buena comunión? Las diferencias deben ser evitadas,
incluso el craso error debe ser condonado, y dado que "las malas compañías corrompen las buenas costumbres" (1 Corintios 15:33
- BTX), ¿cuál debe ser el final de tales compañías (o asociaciones) sin siquiera la vigilancia impuesta mediante la disciplina
mantenida en las iglesias?
La iglesia sólo puede mantener la verdad permitiendo
plena libertad para que la verdad se mantenga a sí misma, sin restricción sectaria (hecha por el hombre) de ninguna clase.
Allí donde la "doctrina de Cristo" es sostenida, y así la reunión a Su Nombre es guardada, la Escritura no permite ninguna
restricción adicional por parte de la asamblea. La asamblea puede, obviamente, rechazar siempre oír lo que es sin provecho
y vano, pero la verdad gana sólo al tener confianza en ella como teniendo pleno poder para hablar con su autoridad propia
al creyente. "Los profetas hablen … y los demás juzguen." (1 Corintios
14:29). "Examinadlo todo; retened lo bueno." (1 Tesalonicenses 5:21). Así, el ejercicio de conciencia es para bendición de
todos. Los que pueden ir a dormir bajo un credo que no admite discusión, son despertados por una animada (pero piadosa) discusión
de la Palabra. La relación y las consecuencias de la verdad son, de esta forma, escudriñadas y dadas a conocer. ¿No hemos
sido demasiado temerosos de semejante discusión que, siendo reverente y hermanable en carácter, tiene la tendencia a hacer
que la verdad sea un asunto actual y vivo y, por consiguiente, le dé a ella poder? Si Dios hubiese visto que el credo era
la mejor manera de mantener esto, Él lo habría dado.
Capítulo 9
La
Herejía
Llegamos ahora a la formidable
palabra "herejía". No existe mucha dificultad en lo que la Escritura dice acerca de ella; la dificultad está en el significado
que los hombres le han dado. La palabra Griega para herejía es traducida a menudo como 'secta' en la Versión Reina-Valera
1960 de la Biblia: la secta de los Fariseos, de los Saduceos (Hechos 5:17; 15:5) presenta el pensamiento general. Estas no
eran divisiones en el sentido de separaciones del Judaísmo, sino que eran grupos doctrinales en el Judaísmo. Cuando Pablo
habla acerca de que "conforme a la secta más estricta de nuestra religión, yo viví como fariseo" (Hechos 26:5 - BTX), él reconoce
otras sectas de su religión y ciertamente no habría usado la palabra de manera ofensiva. La imposibilidad de usar en estos
casos la palabra como algo ofensivo, muestra cuán poco de nuestra idea moderna de ella puede ser tomada como siendo la idea
del Nuevo Testamento. El Cristianismo era considerado, en su comienzo, como una secta similar - la "secta de los nazarenos"
(Hechos 24:5). En aquel momento, los Cristianos aún no se habían separado completamente de la adoración Judía.
De
este modo, cuando el apóstol Pablo confiesa ante Félix que "que según el Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios
de mis padres" (Hechos 24:14), no debemos poner pensamientos no Escriturales en ello. Los Judíos habrían usado la misma palabra
para los grupos a los que ellos mismos pertenecían, y esa era la fuerza de la palabra - literalmente, una elección o una adhesión.
Los que usaron la palabra no tuvieron la intención de decidir mediante ella en cuanto a lo correcto o a lo equivocado, sino
simplemente clasificar como diferente las escuelas de doctrina o de pensamiento que existían. Al apóstol le incomodaba el
término herejía aplicado al Cristianismo porque dicho término ignoraba la revelación divina dada en el Cristianismo y lo caracterizaba
como una mera elección humana - como una mera opinión.
A
Pablo, por otra parte, no podía incomodarle la insinuación de que el Cristianismo era un sistema de doctrinas, lo cual es
y tiene la intención de ser, demandando la adhesión de los hombres y reuniendo discípulos. El apóstol afirmaba esta aseveración
(que es siempre la aseveración de la verdad) en presencia misma de los que le citaban ante sus tribunales para ello. Él procuró
incluso hacer prosélito - ganar - al Rey Agripa delante de sus ojos (Hechos 24 al 26).
No
obstante, Pablo rechazó permitir que el Cristianismo fuese llamado una secta porque Dios había hablado en él, y todos los
hombres debían oír. No se trataba de una opinión sino de una verdad revelada, y esta es la clave para la condenación de la
herejía en los escritos apostólicos. No ha de haber ninguna opinión, ninguna mera elección humana entre los Cristianos. La
sola verdad demanda la lealtad de todos. La Palabra de Dios nos ha sido dada, y el solo Espíritu Santo es dado para llevarnos
a todos a un solo pensamiento acerca de ella. Todo alejamiento de esto ha de ser condenado firmemente.
En
sólo tres pasajes de las Epístolas se habla de las herejías. En 2 Pedro 2:1 siendo la frase literalmente "herejías de destrucción"
- herejías que destruyen a los hombres. Estas son doctrinas introducidas por falsos maestros - doctrinas que niegan incluso
al Señor que los rescató. Aquí la enseñanza es, obviamente, un error fundamental, pero esto no demuestra que toda herejía
es un error fundamental. El término es mucho más amplio que esto.
Observen
que estos falsos maestros introducen estas doctrinas "encubiertamente" - no necesariamente sólo susurrándolas, ya que la palabra
significa "solapadamente": de este modo, de manera indirecta o no franca. Satanás, al atacar al Señor entre los Cristianos,
adopta, de manera natural, su manera sutil, engañosa. Esperar franqueza en la enseñanza del error es no conocer o no comprender
a Satanás.
En vista de las divisiones de las que Pablo había oído
en Corinto, él añade, "y en parte lo creo. Porque también debe haber divisiones entre vosotros, para que los aprobados se
hagan manifiestos entre vosotros." (1 Corintios 11: 18-19; BTX). Aquí, las diferencias entre ellos se mostraban abiertamente
cuando se reunían a la mesa del Señor. Estas diferencias provenían de seguir a maestros diferentes y discordantes (1 Corintios
10: 10-13). Por tanto, Pablo denomina estas diferencias como el fruto de las herejías. Asimismo, hablando a los Gálatas, Pablo
denomina estas herejías como "obras de la carne" (Gálatas 5: 19-20). Esto es todo lo que tenemos en la Escritura en lo que
se refiere a las herejías mismas.
Hay una mención acerca de un hereje: "Al hombre que
cause divisiones, después de amonestarlo una y otra vez, deséchalo, sabiendo que el tal está pervertido y continúa pecando,
siendo condenado por su propia conducta." (Tito 3: 10-11; BTX).
Allí donde la Versión Reina-Valera 1960 reza "deséchalo",
en la Versión Reina-Valera 1909 es "rehúsa", en la Versión Reina-Valera Actualizada 1989 es "rechaza", en la Nueva Versión
Internacional leemos "evítalo", y en la Biblia de Jerusalén reza "rehúyele." El Texto Griego de Alford y Ellicott usa la palabra
"rehuir". J. N. Darby usa "cesa tu trato con él". Literalmente, la palabra significa 'retírate', o en la conversación familiar
'pedirle que te excuse.' De este modo, "cesa tu trato con él" parece ser la mejor traducción entre las mencionadas arriba.
No se implica aquí la disciplina de la asamblea y no se trata de la asamblea. Este versículo trata con un hombre determinado
a tener y mantener su propia opinión. Cuando esto es claro, la enseñanza es abandonarlo a sí mismo - rehusar oírle.
La razón dada es, "que el tal está pervertido [desviado,
ha salido del camino, no puede ser ayudado] y continúa pecando, siendo condenado por su propia conducta." (Tito 3:11 - BTX).
La verdad da su propio testimonio a la conciencia, pero una persona tal se endurece contra ella. Por consiguiente, no tiene
objeto continuar con él.
Nosotros
debemos encontrar en otra parte los principios que regulan la disciplina de asamblea en tales casos. Todo el interrogante
referente a si ello es un asunto para disciplina de asamblea, es si la doctrina enseñada es fundamental o no. Para esto, cada
Cristiano tiene el medio para el juicio - la Biblia - y la responsabilidad para hacer ese juicio. En cuanto a lo que no es
fundamental, uno no puede esperar que todos tengan la misma competencia.
Entonces,
deberíamos tratar el hecho de formar partidos o grupos tal como lo trata el apóstol, apelando a la conciencia y al corazón.
La asamblea tiene también el derecho de rechazar oír lo que no edifica. Para lo demás, se debe confiar en Dios y debemos aprender
a ser pacientes unos con otros. Se puede confiar que la verdad prevalezca con aquel que es sincero, y la autoridad (carente
de autoridad divina) jamás la puede ayudar. Toda forma de credos y leyes han fracasado en mantener la verdad; y un credo de
conducta no escrito en la asamblea referente a la herejía no fundamental será peor en este respecto, no mejor. Un credo semejante
sometería a todos a la voluntad de los pocos, la cual variará según el carácter y los temperamentos de ellos, según el conocimiento
o la ignorancia de ellos del asunto en cuestión y con las muchas influencias que pueden obrar sobre ellos.
Nada
debe interponerse entre la Palabra de Dios y el creyente, y el Espíritu Santo debe ser ¡el único Maestro autoritativo! "No
tenéis necesidad de que nadie os enseñe" (1 Juan 2:27 - BTX) debiera estar grabado en nuestros corazones. Solamente donde
el Espíritu Santo es honrado y se confía en Él, y sólo donde la Palabra de Dios es recibida como la Palabra de Dios, puede
haber cualquier seguridad para cualquier cosa. Si la Palabra de Dios es dudosa, ¿dónde encontraremos alguna cosa que sea menos
dudosa?
Por
otra parte, nada se debe interponer entre la conciencia del maestro y su Señor en cuanto a lo que él enseña. El Señor dice,
"el que tuviere mi palabra, hable mi palabra con fidelidad." (Jeremías 23:28 - VM). ¿Quién dictará a un maestro lo que él
debe, o no debe, decir? ¿Quién va a dictar lo que el pueblo del Señor recibirá o no recibirá? ¿Quién tiene la capacidad de
ser el substituto del Espíritu Santo entre el pueblo de Dios y hacer por ellos lo que Él rehúsa hacer - guardarles de la necesidad
de 'examinar todo' (1 Tesalonicenses 5:21), guardándoles del ministerio que necesita examen, y dándoles sólo lo que se ha
decidido previamente que es buena comida?
Aun
si el cernido del ministerio arriba citado pudiera ser llevado a cabo, sería malo, debido a que mantendría a los hijos de
Dios como niños, no ejercitados y desacostumbrados a decidir por ellos mismos entre la verdad y el error. Si sus maestros
no fuesen tan competentes como ellos creían que eran - posiblemente en error en algunas cosas - ello aseguraría que los que
están acostumbrados a recibir el ministerio sin ejercicio, recibirían el error sin ningún otro interrogante que cuando estuviesen
recibiendo la verdad. Tales principios, cuando son recibidos y se actúa de acuerdo con ellos, introducen más que todos los
males de un clero ordinario: ellos introducen un Catolicismo Romano práctico el cual prepara el camino para un gran alejamiento
de la verdad.
Semejante
Cristianismo infantil es defendido en la actualidad, de muchas maneras y en muchos lugares, como la condición correcta del
santo. Por ejemplo, yo tengo algunas cartas de dos hermanos con un tercer hermano, y una de esas cartas se refiere a un libro
escrito por un racionalista de la alta iglesia Episcopal. El otro responde con una observación en cuanto a «su alusión a un libro de un incrédulo, ¡del que él no debería saber nada!» No hay absolutamente ninguna calificación,
aunque él no sabe nada acerca de los motivos que podrían haber llevado al hermano a leer semejante libro. Él no está sugiriendo
cautela. Sus palabras son una declaración de que ningún motivo podría justificar que un Cristiano leyese un libro semejante.
Otros
van más allá. Rechazan incluso leer la defensa de aquellos que ellos saben que son Cristianos, y a quienes ellos mismos han
acusado de herejía. Uno dio su razón para no leer una respuesta a su propio panfleto como «los que la lean, ¡caen bajo el poder de ella!»
Un
Cristianismo semejante es adecuado sólo para algún paraíso donde el mal ha sido cuidadosamente dejado fuera mediante un vallado.
Tales ideas condenan todo libro que ha sido escrito en defensa del Cristianismo, porque tales libros suponen un conocimiento
de lo que se dice contra el Cristianismo. En realidad, tales pensamientos son igualmente apropiados para mantener en el error
como para mantener en la verdad, o para mantener afuera a la verdad así como para mantener afuera el error. Para tales personas,
el mandamiento del apóstol acerca de 'examinar todo' (1 Tesalonicenses 5:21)
debe ser muy laxo, demasiado peligroso, o debe estar pensado para alguna clase segura especial compuesta por quienes han de
ser los custodios de los demás, pero que, lamentablemente, la Escritura no indica. Estas normas permitirían, con leves alteraciones,
toda clase de herejía, a la vez que el Cristianismo llegaría a ser un mero invernadero para el cual un soplo de aire frio
del exterior sería casi fatal.
Dios
no permita que yo sea la causa de que las personas sean descuidadas en cuanto a de qué manera ellas se exponen a los ataques
de Satanás, pero el descuido es la cosa misma causada por tales ideas de los hombres que excluyen a Satanás. En proporción
a cuánto pensamos que hemos excluido a Satanás, nosotros estaremos menos en nuestra guardia. ¿Dónde está más el soldado en
posición de descanso? ¡No en el campo de batalla! ¿Prosperaremos más siendo ignorantes, o 'no ignorando sus maquinaciones
(de Satanás)' (2 Corintios 2:11)?
El
problema es causado en todas partes por un tratamiento liviano, flojo, descuidado de la Escritura. La Escritura es la guía
del peregrino, el manual del soldado, el equipo del hombre de Dios para toda buena obra. Pero, para que la Escritura sea todas
estas cosas para nosotros, ¡debemos ser peregrinos, soldados, hombres de Dios! No hay ninguna esperanza excepto en esto. Además,
la Escritura, interpretada por el Espíritu Santo a un corazón honesto, es suficiente para toda lo que se le demande. Confiemos
en ella y tengamos temor de ella, ni por ella.
El
grito irracional de ¡"herejía"! ha sido utilizado por años para aterrorizar a los que, si los hay, deberían haber sido los
libertos de Dios. Se les ha inculcado temor a considerar la Palabra de Dios por sí mismos, aparte de la guía de algún intérprete
reconocido. Personas han sido excluidas como herejes por exponer aquello que, en un 'creyente que no conoce más', no le habría
excluido de la comunión. Otros han sido quitados de en medio porque escribieron lo que habrían sostenido privadamente o habrían
hablado aquí o allá a los demás sin que siguiese semejante acción. Publicar lo que sostenían era formar un partido o grupo
mediante ello, se dijo, y un hombre llegaba a ser un hereje por esto.
Quiero
que usted vea que esta perspectiva y este tratamiento humano de la herejía obstaculizan tanto como limita al Espíritu Santo
y, por lo tanto, detiene el progreso en el conocimiento de la verdad divina. La única cosa segura llega a ser reiterar las
verdades antiguas en la fórmula antigua; o si es que hay desarrollo, este se debe justificar como un desarrollo de los estándares
humanos, no como nuevas verdades recibidas de parte de Dios. Así, la reunión Cristiana se convierte en una secta o herejía
- una escuela de doctrina. El manantial de agua viva es cambiado por las aguas más o menos estancadas, reutilizadas, de la
cisterna o estanque, que puede convertirse, a la larga, en una ciénaga.
Una
vez más, la recomendación del Señor a Filadelfia debe ser oída aquí. La expresión "Has guardado mi palabra" (Apocalipsis 3:8)
involucra, para todos los que la reciben, que ellos no permiten que nada o nadie les prive de su derecho y responsabilidad
de conocer por sí mismos lo que la Palabra de Cristo es. Cuando Pablo dice "examinadlo todo" (1 Tesalonicenses 5:21) se aplica
a todos nosotros individualmente, ¡y no podemos encomendar este examen en manos de los demás! Ninguna asamblea, cualquiera
que sea su carácter Cristiano, puede permitirse decidir por nosotros entre la herejía y la verdad Cristiana. "Mis ovejas oyen
mi voz" (Juan 10:27) es un privilegio demasiado precioso, una característica muy absoluta del pueblo de Dios, ¡como para permitir
que nos sea quitado bajo ninguna circunstancia!
Si
yo tengo cualquier verdad que creo en mi corazón que es verdad, el pueblo de Dios tiene derecho a reclamármela, y yo la tengo
en depósito para darla a los demás. Habiendo hecho eso, corresponde a cada uno decidir si pueden recibirla como la verdad;
y se presenta aquí la oportunidad para toda la ayuda que nos podemos brindar unos a otros mediante fraternal conversación
y libre discusión, cosas estas que expeditas acusaciones de herejía tienden a hacer impracticables. Si no hay nada que se
enseñe que subvierta la verdad fundamental, no hay nada que obstaculice la circulación más libre y más amplia de todo lo que
se pueda decir acerca de ella. Mientras más plenamente se haga esto, más pronto lo que es de Dios será cernido de cualquier
error y la persona honesta encontrará lo que Dios tiene en ello para él. El ejercicio en cuanto a la Palabra logrará para
nosotros la posesión más inteligente de lo que teníamos antes, incluso si ninguna nueva verdad resultase del cernido.
Capítulo 10
La
Asamblea en su Funcionamiento Práctico
Consideraremos ahora la asamblea local misma en su operación
viviente como llenando (en el poder del Espíritu Santo) el lugar para el que Dios la designó. Ella debe llenar este lugar
para satisfacer y ser reconocida por Dios, y la condición arruinada de la Iglesia como un todo no ha rebajado Su estándar
para ella. Él es lleno de gracia y de no ser así, ¿quién podría estar delante de Él? Pero esto no implica que Él tolere aun
el alejamiento más pequeño de Su Palabra. Si Él hiciese esto, Él renunciaría a Su santidad, a Su verdad y a Su amor.
La Iglesia ha fracasado miserablemente, y este fracaso
ha cambiado las circunstancias en las que estamos colocados en la actualidad. Ello ha hecho que nuestra senda sea más difícil
y nos ha privado de mucha de la ayuda que deberíamos haber obtenido los unos de los otros. Pero este fracaso no obliga a nadie
a ser desobediente a cualquier cosa que Dios haya hablado, tampoco nos priva de la sabiduría o del poder para que estemos
"firmes, perfectos y totalmente decididos a cumplir toda la voluntad de Dios." (Colosenses 4:12 - BTX). Las dificultades sólo
nos ayudan a comprender más lo que Él es para nosotros: así como Josué y Caleb dijeron acerca de los gigantes con los que
Israel tendría que combatir al poseer la tierra prometida, "serán para nosotros pan comido" (Números 14:9 - RVA), ya que la
fe es fortalecida mediante esas demandas sobre ella que dejan al descubierto la debilidad de la incredulidad.
De este modo, debemos considerar la asamblea en el carácter
que la Palabra de Dios le ha dado, libres de todo razonamiento derivado de las cambiantes condiciones de hoy en día. La asamblea
de la que estamos hablando no es toda la iglesia de Dios, sino la asamblea local que en los pensamientos de Dios, sin embargo,
representa a la Iglesia toda en la localidad, siendo sólo aquellos quienes se pueden realmente reunir - la reunión práctica
Escritural de los miembros de Cristo, sencillamente como tales.
Si todos los miembros de Cristo estuviesen reunidos
juntos, veríamos la Asamblea entera como el cuerpo de Cristo. Así, cada asamblea local es el cuerpo de Cristo en el lugar
en que ella está (es decir, cada asamblea es el cuerpo de Cristo en operación práctica. Si hay otros Cristianos en la localidad,
ellos son parte del cuerpo de Cristo, pero no se reúnen sobre terreno Escritural, y de este modo, en la práctica, no representan
aquel cuerpo maravilloso. Nota del Editor en Inglés). La asamblea es una organización*
divinamente construida y la única organización que Dios reconoce siempre como siendo de Él - todo suficiente para darnos todo
lo correctamente esperado o deseado.
* Sería más correcto
y adecuado hablar del cuerpo de Cristo como un organismo, y no como una organización. No obstante, dejamos el texto tal como
ha sido escrito por el autor en Inglés. Con tal que la organización en la obra de Dios sea en el sentido espiritual, está
bien, pero no debe ser una mera organización humana, un arreglo humano, sin tener en cuenta la dirección del Espíritu de Dios.
Consideremos, en primer lugar, a los miembros del cuerpo
de Cristo. Se habla de ellos individualmente en los mismos términos en que se habla del cuerpo entero, debido a que cada individuo
es un retrato de todo el cuerpo de Cristo. El cuerpo completo está bien concertado y unido a la Cabeza por el Espíritu Santo
que mora dentro del cuerpo en su totalidad. El Espíritu Santo, de igual manera, lleva a cada miembro a una relación viva y
práctica con todos los demás miembros y con Cristo. Morando el Espíritu Santo en cada creyente, "el que se une al Señor, un
espíritu es con él" (1 Corintios 6: 15, 17). El todo de cada individuo pertenece a Cristo, y a ninguno, y a ninguna parte
de alguno de ellos, se le permite ser mundano o ser controlado por el 'yo'. Así, no solamente el vestido blanco de la justicia
práctica nos va a cubrir completamente, sino que el "cordón de azul", el color celestial, debe ser visto en la orilla (o borde)
de él, justo donde se pone en contacto con la tierra (Números 15:38).
La base moral para toda correcta comunión con Dios y
de unos con otros es insuficiente a menos que 'propongamos en nuestros corazones' vivir nuestras vidas completas - cada facultad
nuestra de mente y cuerpo - para Dios. Debemos permitirnos ser (espiritualmente) sacados de este mundo siendo apartados para
Él, y luego ser enviados nuevamente a él como Sus representantes (Juan 17: 15-18). Si no hacemos esto, no ocupamos, y no podemos
ocupar, nuestro lugar en la asamblea, independientemente de cuánto tomemos parte físicamente en las reuniones, ¡porque nuestro
lugar es, esencialmente, un lugar espiritual y solo puede ser ocupado espiritualmente!
Las palabras de nuestro Señor, "El que no es conmigo,
contra mí es" (Mateo 12:30) son ciertas en asuntos particulares así también como en un modo general. Si no estamos con Él
en cualquier hábito o práctica, estamos, es ese respecto, contra Él y estamos en la miserable condición de estar divididos
contra nosotros mismos. Como consecuencia, perdemos vigor espiritual y carecemos de habilidad para hacer progreso en las cosas
de Dios o incluso a permanecer firmes en presencia de Satanás. Pablo dice que las cosas que son "lícitas" para él - no específicamente
no Escriturales - no son todas 'convenientes' (sabias) y añade inmediatamente, con respecto a estas cosas, "todas las cosas
me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna" (1 Corintios 6:12). Las cosas lícitas pueden desarrollar un poder,
o influencia, del que incluso Pablo temía llegar a ser cautivo.
Pues bien, el asunto de la comunión de unos con otros
comienza aquí. ¿Estamos en una comunión verdadera y sincera con Cristo, con ningún vallado que Le mantenga lejos de ciertas
porciones de nuestras vidas? ¿Tiene la obediencia a Él alguna secreta limitación? ¿Dividimos entre lo que es nuestro y lo
que es Suyo? ¿Sabemos que dejar que Él posea todo lo que es nuestro en la única manera en que podemos disfrutar y hallar la
dulzura que satisface en esas cosas?
Sólo así nuestros cuerpos serán, en la práctica, miembros
de Cristo. Entonces, nuestras manos serán para Su obra, nuestros pies para Sus encargos, nuestros labios para Sus comunicaciones
y Su alabanza. Nuestras vidas enteras expresarán comunión con Él.
Cualesquiera sean las deficiencias que tenemos que confesar
en el logro real, nada menor a lo arriba expresado debe ser nuestro honesto deseo y objetivo, o ¿cómo puede haber allí un
andar con Dios? ¿Cómo puede Él estar de acuerdo con otros términos que no sean estos? ¿Sería para Su gloria o para nuestro
bien si Él lo hiciera?
Piense usted qué está involucrado en la expresión "cuerpo
de Cristo", donde el Espíritu Santo une a todos en harmonioso sometimiento a la voluntad de la Cabeza y presenta en cada uno,
una unidad viviente de los unos con los otros. Esta unidad viviente es claramente la "unidad del Espíritu" práctica de la
que Pablo nos dice que seamos "solícitos en guardar" (Efesios 4:3). Pablo no se refiere a la unidad del cuerpo (unidad que
Dios guarda), sino a la unidad de lo que hace que el cuerpo sea, en la práctica, el cuerpo adecuado a Cristo, la Cabeza. Esto
es lo que se debería ver en la asamblea de Dios, si es que ella está cumpliendo con su carácter correcto - una unidad de obediencia
viviente, que habla, que obra, inspirada por un amor ferviente. ¡Qué testimonio se le rinde a Él por parte de incluso "dos
o tres" reunidos en este espíritu! Fue de esta manera al principio de la Iglesia cuando "la multitud de los que habían creído
era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía" (Hechos 4:32). Este es el verdadero espíritu
de todos los tiempos, independientemente de cuál pueda ser la diferencia en cuanto a de qué manera es expresado.
Cuando lo arriba mencionado no es verdad, los hombres
"buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús" (Filipenses 2:21). Intereses variados conducen en diversos modos de
obrar, la sabiduría del mundo entra para asegurar estos modos de obrar y la puerta se abre a toda clase de alejamiento. Es
solamente la conciencia de lo que es nuestro en Cristo, donde todos tienen todo en común, y el gozo aumenta al compartir con
los demás, lo que guarda el corazón del mal y produce mucho fruto para Él. De este modo, vemos nuevamente por qué los Filadelfianos
son los que guardan la Palabra de Cristo. La comunión existe sólo donde el corazón es sostenido por las revelaciones de la
gracia de Dios y nosotros somos guardados en comunión por el maná (alimento espiritual) nuevo, fresco, reunido todos los días.
La reunión de lectura (estudio de la Biblia) es así
una gran prueba del estado de una asamblea, ya que es allí, si las cosas están bien, que el conocimiento reunido durante la
semana por los hermanos individuales es probado y hecho seguro mediante la discusión y la comparación, lo que ayuda a hacer
verdad la posesión comprendida del alma. Podemos conocer aquí, también, si hay la franqueza del amor fraternal, las necesidades
individuales por la verdad de modo que la verdad sea usada para la edificación real (ayuda, edificación, fortalecimiento).
En estos modos de obrar, podemos probar cuán completamente hemos asido la verdad, mientras lo que ha sido aprendido por cada
uno se deposita en el fondo común para enriquecer al conjunto. Sorprendería incluso a los que conocen poco, saber de qué manera
sus preguntas, sugeridas por la necesidad de ellos, ayudan a las mismas personas que les responden. Esta es una de las muchas
maneras en que el ministro es recibe ministerio.
Así, el estudio de la Biblia nunca se hace innecesario
por mucho que haya enseñanza más detallada y relacionada. De hecho, semejante enseñanza añadida sólo crea una necesidad especial
por la reunión de estudio de la Biblia de modo que el alimento colocado delante del conjunto pueda ser digerido individualmente.
En efecto, "los hijos de este siglo son más sagaces
en el trato con sus semejantes que los hijos de luz" (Lucas 16:8). Alguien que hereda una gran posesión terrenal pronto comprende
la necesidad de familiarizarse con aquello en lo que él tiene gran interés personal, pero en el caso de la salud espiritual,
dada a nosotros por Dios, ¡qué pequeña parte de nosotros se aferra fervientemente a ella! Cuando, a principios de los años
1800, el Espíritu Santo se movió para recuperar a Su pueblo unos con otros y para revivir la idea casi perdida de la Asamblea
de Dios, las reuniones de estudio Bíblico fueron una señal prominente del interés despertado en Su Palabra, y que los que
componían el pueblo de Dios estaban clamando por su porción en ella. A ninguna clase de hombres, por muy dotados, educados
o acreditados que fuesen, se les permitía interponerse entre ellos y la posesión de ellos. Entonces, cualquier decaimiento
en las reuniones de estudio de la Biblia significa la disminución de ese ansioso entusiasmo por la verdad y una conciencia
disminuida acerca del Espíritu Santo como Aquel que da el poder necesario para poseer personalmente la verdad.
Dios jamás tuvo la intención de que la teología fuese
para una clase de hombres llamados teólogos. Más bien, todos los tesoros de Su Palabra son para todo Su pueblo. Nada está
oculto excepto para el descuidado y el indiferente - aquellos que cambian voluntariamente su derecho de nacimiento celestial
por una porción de guisado, o potaje, del mundo. Los maestros son sólo la garantía de Dios acerca de Su ansia de que todos
conozcan Su Palabra. Él no ha restringido la posesión de sabiduría espiritual a los maestros. Los maestros son para mostrar
a los demás que, en la fuente viva de la cual ellos extraen, hay agua viva para todos, tan gratis para los demás como para
ellos mismos. Los maestros hacen que la Palabra de Dios sobresalga delante de los ojos de los que no han encontrado aún dónde
Dios la colocó para ellos. Un lema para alentar a los que tienen fe en un Dios que no puede mentir es, "todo aquel …
que busca, halla" (Mateo 7:8).
El éxito de los maestros se muestra por su habilidad
para hacer que los demás sean independientes de ellos - hacer que la Iglesia de Dios se dé cuenta de su habilidad para la
auto-edificación (autoayuda). El apóstol Pablo dice que Cristo ha dado dones a los hombres, "constituyó a algunos apóstoles;
y a otros, profetas; y a otros evangelistas; y a otros, pastores y maestros; para el perfeccionamiento de los santos, para
(con miras a) la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo: hasta que todos lleguemos a la unidad de la
fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado del hombre perfecto (completo), a la medida de la estatura de la plenitud
de Cristo" (Efesios 4: 11-13; VM). La obra del ministerio es para lo que todos los santos han de ser perfeccionados - hechos
completamente expertos en la Palabra de Dios. Todo creyente es libre de 'anhelar (procurar) los mejores dones' (1 Corintios
12:31 - BTX) y es responsable de usar toda la habilidad que tiene para enriquecer a los demás. "La manifestación del Espíritu
para el provecho de todos" (1 Corintios 12:7 - VM). Aunque existen evangelistas especiales, todos son libres y llamados, cada
uno en su propia medida, a evangelizar. Aunque existen maestros especiales, todos son libres y responsables de comunicar a
los demás lo que Dios les ha dado de Su verdad. El amor de los unos por los otros y el amor a las almas es tener la libertad
para manifestarse y se debe estimular en todas partes.
Cuán bienaventurada es una asamblea que está en esta
condición, con todo creyente comprendiendo que la plenitud de todo conocimiento espiritual está abierto para que él (o ella)
lo disfrute; que los dones mejores deben ser anhelados (procurados) por él; y que él es, por el hecho maravilloso de que tiene
el Espíritu Santo, el ministro ordenado por Cristo al mundo y, también, ¡el siervo y ayudador ordenado de sus hermanos! ¡Qué
intolerable es el pensamiento de restricciones de clases para limitar e impedir la gracia de Dios a Su pueblo! Aun así, nosotros
tendemos a hundirnos en ello. El ejercicio del don es impedido por distinciones de clases y ¡esta es una razón mayor del por
qué tan pocos entre nosotros salen a trabajar en las amplios campos y del por qué las reuniones tienen tan poca fuerza y estabilidad!
¡No
es necesario que hablemos acerca de un laicado para que tengamos uno! Es improbable que el "don" se desarrolle entre el pueblo
de Dios si, con respecto a sus privilegios espirituales, ellos se hunden sometiéndose descuidada y silenciosamente a otros.
Por otra parte, cuando la
vida espiritual es más fuerte, seremos más conscientes de nuestras mutuas necesidades. La debilidad espiritual significa siempre
un fuerte elemento mundano en nuestras vidas. El hijo de Dios espiritual no puede tener comunión en las ocupaciones, los objetivos
y los placeres del mundo. Habrá poca ayuda espiritual de unos con otros cuando nuestra ocupación es con el mundo; nuestros
vínculos espirituales se volverán teóricos, formales, sentimentales. Pero allí donde la vida espiritual es práctica y seria,
sus necesidades serán sentidas y la gracia que nos ha unido será comprendida. Dondequiera que encontremos vida en la naturaleza,
ella está en conflicto con la muerte; y la organización (orden) que siempre acompaña la vida es su defensa contra la muerte.
Tampoco es la organización (orden) un sacrificio de la individualidad, ya que cada parte del cuerpo es distinta de las demás
y tiene su propia obra y su propia responsabilidad. Solamente manteniendo esta individualidad se puede mantener el bienestar
del todo. Del mismo modo en el cuerpo de Cristo, todos tienen un lugar que ocupar; un lugar que ningún otro puede ocupar.
Así ¡cada persona es necesaria!
La Iglesia de Dios es una organización* - el cuerpo de Cristo - el cuerpo
en la tierra de una Cabeza invisible en el cielo. El cuerpo es considerado siempre como estando en la tierra, tal como la
Cabeza está en el cielo; y gobernado por esa Cabeza, el cuerpo es uno con Él. Unida por el Espíritu Santo que une, la Iglesia
es el representante de Dios en el mundo, para ser la expresión de Su mente, Su voluntad, Su naturaleza. Cada individuo es
también esto, pero eso no es suficiente. A Dios le ha complacido vincular a estos individuos. De este modo, el deber individual
no complace a Dios si no se ocupa en el cuerpo el lugar de cada uno dado por Dios. Debe haber una "carta de Cristo" (una carta,
no cartas) la cual, como Pablo dice a los Corintios, "(vosotros) sois" (2 Corintios 3:3).
* Se reitera: Sería más
correcto y adecuado hablar del cuerpo de Cristo como un organismo, y no como una organización. No obstante, dejamos el texto
tal como ha sido escrito por el autor en Inglés. Con tal que la organización en la obra de Dios sea en el sentido espiritual,
está bien, pero no debe ser una mera organización humana, un arreglo humano, sin tener en cuenta la dirección del Espíritu
de Dios.
Puesto que estamos así vinculados de manera viva y para
tal propósito, ¡cuán necesario es que, siendo reunidos, busquemos constantemente el pensamiento de Dios para aprender qué
es lo que Él quiere que hagamos juntos como compañeros de yugo - usted y yo trabajando juntos en Su servicio! El valor de
la organización (orden) para esto parece menos apreciado por los que deberían conocerlo mejor - por los que han recuperado
para ellos el conocimiento de la perfecta organización de Dios para Su obra (la Iglesia) ¡lo cual demanda la suma misma de
nuestras energías unidas!
La 'organización' es apreciada en todas partes entre
los obreros Cristianos en la actualidad. Nade se puede hacer sin ella. Las organizaciones son ahora tan abundantes que ellas
mismas se están convirtiendo en parásitos de los cuerpos de los que surgen, y a menudo sobrecargan aquello que fueron designadas
para sostener. Así, hay buenas razones para la desconfianza que algunos de nosotros tenemos respecto de ellas. Estas organizaciones
son indisciplinadas y destructoras de la disciplina. Toda fe distintiva está en peligro de perderse en las muchas organizaciones
debido a sus laxas asociaciones con personas no convertidas - es decir, de Cristianos con los que niegan a Cristo, en un yugo
desigual, prohibido por Dios bajo las penas más severas (2 Corintios 6: 14-18).
Además, mediante sus reglas humanas, muchas de estas
organizaciones suprimen la conciencia y sustituyen la guía del Espíritu Santo y colocan en Su lugar la voluntad de la mayoría,
o de un 'oficial'. Entonces, hemos aprendido a vincular todo esto con el pensamiento mismo de la 'organización' y tendemos
así a considerar con sospecha toda sugerencia acerca de ella - como si esto fuera, en el mejor de los casos, no espiritual.
Pero entonces, ¿qué haremos con el cuerpo de Cristo,
el cual es tanto una organización Escritural como divina? Nuestra relación común de los unos con los otros es la causa de
que nos consideremos "unos a otros para estimularnos (incitarnos mutuamente) al amor y a las buenas obras" (Hebreos 10:24);
con lo cual el apóstol relaciona "no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca." (Hebreos 10:25 - LBLA). ¿Acaso no implican estas palabras
que deberíamos congregarnos para considerar tanto las necesidades individuales como la obra del Señor entre nosotros, en otras
formas y momentos en que podamos hacerlo y que nos proporcione más de lo que las reuniones abiertas, el estudio de la Biblia, y las reuniones de oración, tal como estas existen entre nosotros, pueden
conjuntamente suministrar?
¿Acaso no se limita tristemente la comunión de unos
con otros si no existe comunión en la obra del Señor entre nosotros y a nuestro alrededor - si no nos congregamos a considerar
esto? Tales reuniones deberían ser la norma, no la excepción, y deberían ser celebradas como siendo esenciales a nuestros
deberes corporativos (del cuerpo) y, por tanto, a nuestra correcta salud espiritual.
En muchas denominaciones los Cristianos se reúnen para
considerar la obra del Señor, para expresar su interés y para identificarse con ella. ¿Es necesario que nosotros, como los
dos o tres congregados al Nombre del Señor, nos aislemos de todas las reuniones para tales propósitos? Yo creo que dondequiera
que dicha carencia de reunión exista, ello es una carencia muy seria, ya que tiende a restringir nuestro interés de los unos
para con los otros y nos priva de mucho de lo bueno que debería provenir de las diferencias entre nosotros, lo cual hace que
la ayuda mutua sea tan necesaria.
Además, el ministerio de esa ayuda nos une. Semejante
carencia de reunión hace que nuestras actividades Cristianas sean inconexas y débiles, y nos priva de las muchas puertas que
se encontrarían abiertas para nosotros, exponiéndonos al vituperio de ser, como conjunto, no muy útiles.
¿Por qué nosotros que tenemos, y podemos, presentar
el evangelio tan sencillamente como otros lo hacen, somos incluso susceptibles de ser atacados con tales reproches? ¿Por qué
hemos sido dejados tan atrás en el evangelismo del mundo por otros que tienen mucho menos luz (verdad), pero que son celosos
en su cooperación mutua para tales propósitos? ¿Hemos sido abrumados por la verdad que tenemos? Si nuestra verdad es verdad
muerta - es decir, el conocimiento intelectual sin la práctica sincera respaldando ese conocimiento - hace que esta sea, probablemente,
la respuesta, pero no si es una verdad viva. La verdad en su poder vivo tiene el peso que tienen las alas para un ave. Si
hubiésemos ido en el mismo celo, detrás de las mismas personas que otros han buscado, ningún prejuicio eclesiástico nos habría
hurtado la bendición. El obstáculo ha sido algo aparte de la verdad o de la posición que sostenemos.
Entre nosotros se ha desarrollado la peligrosa tendencia
a dividirnos, a la más mínima ocasión, acerca de asuntos no fundamentales, a pesar de que Filadelfia es una hermandad. A menudo
no logramos cultivar ese espíritu de comunión fraternal del cual el hecho de ocuparnos mano a mano en la obra del Señor es,
ciertamente, una parte muy importante. Hemos dejado lugar para el desarrollo del don y hemos sido muy agradecidos al ver evangelistas,
maestros y otros dones surgir entre nosotros, pero nos ha faltado el procurar, reuniéndonos en las formas arriba sugeridas,
¡que la obra del Señor sea un asunto de responsabilidad común y de amplia comunión!
Las reuniones para tratar asuntos y las reuniones de
hermanos no llenarán el vacío. Necesitamos algo lo suficientemente amplio para abarcar todos los intereses del Señor en la
tierra, lo suficientemente libre para dar a cada uno un lugar en ello y lo suficientemente práctico para ocuparnos principalmente
de los lugares en que vivimos y en las esferas en que nos movemos a diario. Queremos algo que nos recuerde constantemente
nuestros deberes individuales como obreros del Señor; que sea atrayente, alentador y útil en nuestro cumplimiento de tales
deberes; que nos equipe más unánimemente como miembros en común del cuerpo de Cristo; que nos haga comprender Su pensamiento
para nosotros como un todo, y que nos de sabiduría práctica para los días en que vivimos. Queremos ser como los hombres de
Isacar los cuales vinieron a Hebrón para hacer rey a David, "expertos en discernir los tiempos, con conocimiento de lo que
Israel debía hacer" (1 Crónicas 12:32 - LBLA). Queremos algo que desarrolle en expresión práctica toda la verdad que tenemos,
para ayuda de todos los que nos rodean.
La Iglesia de Dios es, claramente, una organización,
pero aún tenemos que usarla para todos los propósitos dispuestos por Dios para Su organización - la organización a la que
Dios ha dado la responsabilidad de representar a Cristo y de ser la expresión práctica de Su mente en la tierra. Entonces,
incluso si somos dos o tres en cada lugar, en lugar de miles, a vez que reconocemos el estado quebrantado de cosas, somos
igualmente responsables de mostrar lo que la Iglesia de Dios debería ser - una membresía viviente, unida, que trabaja y que
coopera, un cuerpo moviéndose al unísono con la mente de su Cabeza invisible, en la energía del Espíritu Santo que la formó
y la inspira.
Nadie sugiere que dado que todos nosotros podemos leer
nuestras Biblias en casa, no hay necesidad de reunirnos para el estudio de la Biblia; o que, dado que podemos orar en casa,
no hay necesidad de reuniones de oración en la asamblea. ¿Por qué, entonces, las reuniones de trabajo (administración) - el
medio para la comunión práctica - son la única cosa considerada innecesaria?
Aun así, por la falta de tales reuniones de trabajo
(administración), las reuniones de oración se vuelven vagas y generales debido a que no se conocen las necesidades individuales
y corporativas. No se ora por el servicio que es meramente personal, o compartido por solamente unos pocos, en el cual no
se procura la comunión general. Entonces nuestros estudios de la Biblia carecen de aplicación personal, de la frescura del
interés que es proporcionado por las incidencias del servicio, pero que a menudo son desconocidos salvo para los individuos.
En lugar de una unidad práctica al trabajar, a menudo somos solamente individuos, coincidiendo unos con otros en pocos puntos,
pero ocultos los unos de los otros en la mayoría, salvo en la medida en que amistades personales nos unen aquí y allá. Como
una consecuencia, sin que los mayores intereses del cuerpo de Cristo las haga estables, estas amistades tienden a formarnos
en grupos, y en tiempos de presión, ¡nos divide en ellos!
¡Qué poco nos consideramos "unos a otros para estimularnos
al amor y a las buenas obras" (Hebreos 10:24)! Las exhortaciones carecen, a menudo, de sentido debido a la falta de conocimiento.
¡Qué poco estamos, en general, lo suficientemente juntos unos con otros en nuestras
vidas interiores como para tener la capacidad de animarnos y exhortarnos! No obstante, como hijos de Dios y miembros de Cristo,
¡unos con otros estamos en una relación que es más cercana y más permanente de lo que puede ser cualquier otra!
Así, necesitamos acercarnos como Cristianos en la práctica
diaria. Con la tensión del mundo sobre nosotros, unos con otros necesitamos tomarnos de las manos y fortalecernos unos con
otros en las cosas de Dios. En presencia del mal necesitamos mostrar un frente fuerte y unido. En un mundo que está lejos
de Dios, pero sobre el cual Sus misericordias perduran, necesitamos una comunión más práctica en el evangelio y estimular
a todos a participar seriamente predicándolo. En todo lo que concierne a la Iglesia de Dios, debemos tener algo que nos dará
una mejor oportunidad para conocer que somos "miembros los unos de los otros" (Romanos 12:5; 1 Corintios 12:25; Efesios 4:25).
Como partícipes de la mente de Cristo, necesitamos presentar esta expresión más unida, más práctica.
La membresía en el cuerpo de Cristo significa automáticamente
servicio. Cada parte de un cuerpo está en relación de trabajo necesaria con el conjunto, y no existe ninguna independencia.
Cada parte necesita y sirve y es servida por el conjunto. Dios ha actuado sobre este principio en todas partes en la naturaleza
y en ninguna parte más plenamente que entre los hombres. Dios dijo, "No es bueno que el hombre esté solo" (Génesis 2:18),
de modo que Él hizo un ayuda para él - la mujer, complemente de él mismo. Él unió lo más débil a lo más fuerte de manera que
mediante la debilidad de ella, la fortaleza de él es mejor servida. Ella le es dada a él para recibir ministerio, para que
ella también pueda ministrar a él, sacándole de su ensimismamiento, desarrollando su corazón - una bendición que todo lo que
él le dé a ella no puede reembolsar. De manera similar, la sociedad ha sido edificada por hombres que tienen diferentes intereses
y trabajos; e incluso las regiones de la tierra son de utilidad ya que las diferencias de sus producciones unen las naciones
de la tierra. Una ciudad es el desarrollo más elevado de este principio entre los hombres; todo debe obrar en conjunto para
hacer que funcione correctamente, y Dios ha preparado para Su pueblo una "ciudad que tiene fundamentos" (Hebreos 11:10) donde
todo funcionará perfectamente en conjunto, para siempre.
Por tanto, el ministerio es tanto la ley de Dios de
la naturaleza como la expresión de Su naturaleza, que es amor. El amor "no busca lo suyo propio" (1 Corintios 13:5 - VM).
El amor es libertad, felicidad, lo opuesto a todo legalismo, el espíritu del cielo, dando y reflejando bendición. Esa descripción
plena del amor en 1 Corintios 13 encuentra su hogar y medio de expresión apropiados en el cuerpo de Cristo. Aquí, la necesidad
de todas las partes, las unas de las otras, es precisamente lo que proporciona y hace necesario el constante efluvio de amor
de los unos para con los otros que nos une a todos y reduce grandemente la posibilidad de división innecesaria. Existen algunos
animales pequeños, medio organismos, que crecen mediante la división, pero cuánto mayor el organismo, ¡más se pone en vigor
su unidad mediante el rechazo de la división! Una parte perdida no se vuelve a suministrar: la criatura es mutilada y va afligiéndose
por su pérdida, rehusando la sustitución.
Tal es el cuerpo de Cristo - el modelo más elevado de
ajuste que pueda existir: y si sólo dos o tres pueden, en la práctica, estar juntos, esto no les libera de su obligación para
con todos los miembros. El amor aborrece el pensar acerca de esto como siendo la libertad para hacer como nos plazca, para
tomar la Palabra de Dios a la ligera. El amor, por el contrario, aferra la expresión local verdadera (la asamblea local) de
la cosa mayor (toda la Iglesia) que ha fracasado, y aun así, el amor se ocupa de que este hecho de aferrar no degenere en
una mera muestra de sectarismo. El amor verdadero está atento y mira más allá participando del amor divino hacia todos, no
olvidando el lazo que existe entre todos los Cristianos. Está atento sobre todo el campo de los intereses de Cristo y se identifica
en el corazón con todos, procurando siempre ampliar la perspectiva y extender la esfera de la compasión práctica. De esta
manera, las oraciones, intercesiones y acciones de gracia llegan a ser más claras pero de mayor alcance, y están más de acuerdo
con la norma apostólica tristemente olvidada, "por todos los hombres" (1 Timoteo 2:1).
Si semejante espíritu nos moviera, podríamos ver otros
movimientos divinos entre los Cristianos en otra parte, aunque, mezclados con lo que es de Dios, hay elementos demasiado puramente
humanos y doctrinas y prácticas tan no Escriturales como para permitirnos andar con ellos en comunión práctica. Nos enteraríamos,
asimismo, que Dios tiene lecciones prácticas y provechosas para nosotros provenientes de todo lo que nos rodea, si sólo fuésemos
lo suficientemente humildes para aprender de toda clase de maestros, y lo suficientemente sabios para 'entresacar lo precioso
de lo vil' (Jeremías 15:19), la condición indispensable para que seamos 'como la boca de Dios' (Jeremías 15:19 - "serás como
mi boca"). Encontraríamos frecuentemente cosas que serían una reprimenda para nosotros en lo que otros dijeron o escribieron,
y esto nos probaría en gran manera. Ello mostraría si deseábamos creer con soberbia que toda sabiduría espiritual estaba con
nosotros, y que afuera había sólo tinieblas.
Yo no tengo la intención de animar a las personas a
correr aquí o allá, algo que es, en general, solamente la expresión de la agitación y de la falta de correcta ocupación en
nuestras propias cosas. ¡Hemos de mantener nuestros pies en la senda conocida y no permitir que anden en sendas dudosas! El
corazón debe ensancharse, no la senda, la cual debe ser siempre una senda angosta - la que está definida claramente para nosotros
en la Escritura. Una persona errante presta demasiado poca atención a la senda de Dios como para ser capaz de guiar a otro
en ella. "Apártese de iniquidad (injusticia) todo aquel que invoca el nombre de Cristo" (2 Timoteo 2:19) debería guardarnos
de toda cosa dudosa, que puede, por tanto, ser mala, así como también de todo mal conocido. Me guardará, asimismo, de aquello
en que puedo ver la obra del Espíritu Santo, en la medida en que ello está mezclado aún con cosas que tengo que juzgar como
siendo contrarias a Su pensamiento.
Creo firmemente que nos reunimos Escrituralmente como
adoradores y oidores de la Palabra de Dios, pero que jamás tenemos reuniones del conjunto como obreros bajo el Señor, nuestra
Cabeza, para buscar Su pensamiento para con nosotros, dondequiera, independientemente de cuál sea la forma de expresarlo,
en toda la magnitud que debemos reconocer que tiene Su Mente. Creo que tales reuniones son necesarias para mantener la realidad
plena de la verdadera comunión Cristiana de los unos con los otros y con el Señor por igual; y para ayudar a que las asambleas
sean una representación viva, inteligente, no obstante lo débil que ella sea, del cuerpo de Cristo.
Este libro no ha considerado plenamente todo lo que
el Señor tiene para nosotros en el mensaje a Filadelfia en Apocalipsis 3. Pero si el Señor se complace en usar lo que hemos
'espigado' para ejercitar las conciencias de Su pueblo en cuanto a lo que es ciertamente una palabra especial de parte de
Él mismo para el día actual, el objetivo de este libro se ha logrado.
F. W. Grant (editado)
Traducido del Inglés por: B.R.C.O. - Abril/Mayo/Junio/Julio
2011.-
Título original en inglés: "A DIVINE MOVEMENT
AND OUR PATH WITH GOD TODAY", by F. W. Grant
Versión Inglesa |

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