Divina Inspiración
de las Escrituras
El Designio divino
DANIEL a MALAQUÍAS
Todas las citas bíblicas se
encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión
Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que,
además de las comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales
como:
LBLA = La Biblia de las Américas,
Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation, Usada con permiso.).
VM = Versión Moderna, traducción
de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166
PERROY, Suiza).
DANIEL
¿Tenemos nosotros, desde su
propia evidencia interna, una prueba clara y concluyente de que el libro está
marcado por un objetivo especial por parte de Dios? ¿Quién puede negar, cuando
sopesa su testimonio como un todo, que Daniel es, como ningún otro, el profeta
de "los tiempos de los gentiles" (Lucas 21:24)? Existe un testimonio
valioso pero conciso en el posterior libro de Zacarías subsiguiente a la
cautividad Babilónica. Pero ni allí, ni en todas las otras profecías reunidas,
se podría recopilar algún terreno real de comparación con el piadoso Judío
cautivo, el cual fue llamado en la providencia de Dios a la posición más
elevada de asesoramiento gubernativo, no sólo en la corte Babilónica bajo el
monarca más poderoso, sino en la corte Medo-Persa que vino a continuación,
hasta los días cuando Ciro reinó único y supremo.
Mientras Israel era así de
manera manifiesta "Lo-ammi"
(No es mi pueblo) (Oseas 1:9), tal como el libro indica de principio a fin, es
revelado también el hecho sorprendente de un estado provisional para el
remanente Judío en la tierra, inteligencia espiritual en unos pocos, ceguera
incrédula en la mayoría. Esto es revelado en Daniel 9:24, etc., como entrando
en colisión con el Mesías Príncipe y el hecho de que a Él se le quite la vida,
sin tener nada ("Después de las sesenta y dos semanas el Mesías será
muerto y no tendrá nada…" (Es decir, nada de Sus derechos Mesiánicos)
(Daniel 9:26 – LBLA), y sus consecuencias ruinosas descritas a partir de
entonces " hasta que
venga la consumación" (Daniel 9:27) la cual no ha venido. Pero ello se
repite también en Daniel 11:36 a Daniel 12:7, donde leemos los detalles de esa
consumación, cuando la misma generación incrédula de los Judíos, la cual
rechazó hace mucho tiempo al Cristo verdadero, recibirá al Anticristo para su
vergüenza y la de ellos y confusión perpetua. El propio gran Profeta advirtió
así a los de Su día en Juan 5:43, antes de cualquiera de esas dos terribles
catástrofes inmensurablemente más trascendentales que todas las 'batallas
decisivas' del mundo, independientemente lo que piensen o digan los
racionalistas.
La unidad del libro es admitida ahora incluso por los librepensadores
más vanguardistas, excepto unos pocos excéntricos de ningún peso. En la primera
mitad del libro, que tiene la forma histórica, se habla de Daniel, y los
príncipes Gentiles son prominentes (especialmente el primero y el más grande),
aunque solamente el profeta pudo interpretar. En la segunda mitad el profeta
tiene solamente las visiones así como también las interpretaciones, las cuales
se refieren a "los santos" y al "pueblo de los santos" de
una manera en que la primera mitad no se refirió. La mejor respuesta a los
escépticos que ponen reparos es leer y creer a "el profeta Daniel",
tal como el Señor de todo lo denominó.
Daniel 1 es un prefacio, desde Jerusalén perdiendo el gobierno directo
de Dios (el cual estableció mientras tanto a Babilonia en una nueva posición
imperial), hasta el año primero de Ciro. Daniel tiene también un carácter
resolutorio en el juicio de los Gentiles hasta la liberación de Israel. Desde
Daniel 2 hasta Daniel 6 los Gentiles son prominentes en un modo exotérico
(público). Desde Daniel 7 hasta el final, solamente el profeta recibe y
comunica el pensamiento de Dios de manera íntima sobre todo, con la gloria del
Hijo del Hombre y Sus santos en lo alto, pero Su pueblo estando aquí abajo. Nosotros
podemos, por tanto, llamar esto 'medio esotérico' (oculto, reservado). ¿En qué
podía una serie de verdad tan inmensa, así como tan íntima, estar en armonía
con los tiempos Macabeos? Es cierto que la persecución furiosa de los Judíos
por parte del rey Sirio (Antíoco IV Epífanes), y su profanación de la
adoración, encuentra un lugar señalado en el curso del libro; pero allí donde
lo hace, una indicación clara es presentada de un gran poder, y de un mal peor
tipificado así antes del " fin
de la indignación" (Daniel 8:19 – VM). ¡Qué triste menosprecio de un libro
inspirado es hacer de aquel rey, audaz y cruel como él era, un ciego no solamente
al agente final en esa esfera, sino a otros en una escala incomparablemente
mayor, todos los cuales han de llegar a estar bajo tratos divinos en "el
tiempo del fin" — un tiempo que ciertamente no ha llegado aún!
Daniel 2 expresa el hecho interesante e importante de que 'el Dios de
los cielos' actuó por medio de un sueño sobre la primera cabeza Gentil de
imperio, para mostrar el curso general de dominio que comenzó en aquel entonces
hasta su extinción: una imagen espléndida y terrible, pero deteriorándose
gradualmente mientras desciende, y finalizando con gran fuerza y marcada
debilidad también. Entonces Él establece otro reino — el Suyo propio, después
de destruir no solamente el cuarto imperio en su última condición dividida de
los diez dedos de los pies (imperio que no existía cuando Cristo padeció o el
Espíritu Santo descendió), sino lo que queda de todo desde el principio — el
oro, la plata, el bronce, así como el hierro y el barro. Solamente cuando el
juicio ha sido ejecutado la 'piedrecita' se expande hasta ser un gran monte y
llena toda la tierra. Ello aguarda Su segunda venida.
Aquí, como es bien conocido, el racionalista se une con el ritualista
al enseñar la autocomplaciente quimera de un 'Israel ideal', a saber, la
iglesia o Cristiandad. Sin embargo, en la iglesia no hay Judío ni Griego, sino
que Cristo es el todo (Colosenses 3:11). La iglesia es el cuerpo de la Cabeza
glorificada, y su vocación es experimentar la gracia en la tierra, esperando la
gloria con Cristo a Su regreso. Desmenuzar y esparcir como polvo la imagen de
los imperios Gentiles no es, de ninguna manera o en ninguna época, la obra de
la iglesia. Eso lo hará la Piedra una vez rechazada pero exaltada ahora, tal
como Él declaró en Mateo 21:44 y en otras Escrituras. Pero el Israel literal
será librado en el acto, y llegará a ser Su centro terrenal en poder y gloria.
Ese es el testimonio uniforme de los profetas. Nosotros no tenemos que envidiar
esto al remanente de Jacob arrepentido en aquel entonces, porque nosotros somos
llamados a una gloria mucho más resplandeciente con Cristo en los lugares
celestiales. Pero, créase ahora o no, el señorío primero (o el antiguo dominio)
vendrá ciertamente a la hija de Sion en aquel día (Miqueas 4:8), durante el
tiempo que la tierra permanezca.
Las historias intermedias en los capítulos 3 al 6 están en completo
acuerdo con las predicciones de Daniel, dos de ellas generales (Daniel 3 y
Daniel 4) y dos particulares (Daniel 5 y Daniel 6), tal como encontraremos que
las profecías son también; pero ninguna de ellas se refiere, de hecho, al flagelo
peculiar en los días de Antíoco Epífanes. Ni siquiera en una de ellas hay un
rastro de Helenismo impuesto a los Judíos. Ni siquiera en Belsasar tenemos la
menor semejanza para castigar a los recalcitrantes contra los dioses del
Olimpo.
Daniel 3 es para mostrar de qué manera el Gentil, al cual se le confió
el poder imperial por parte de Dios, lo usó, profundamente impresionado como él
había estado por el secreto imperceptible que nadie más que el Hebreo cautivo
pudo interpretar. ¡Qué lamentable! El hombre, en su vanagloria, no permanecerá;
es como las bestias que perecen (Salmo 49:12 – LBLA). Ha sido así con respecto
a Israel bajo la ley, con Judá, y con la casa de David. La nueva idolatría
moderna, bajo pena de muerte más cruel, fue la primera orden registrada del
poder mundial Gentil: un vínculo religioso para unir por aquel acto a los
varios pueblos, naciones, y lenguas del imperio único, y contrarrestar así la
influencia divisiva de dioses peculiares a cada una de esas razas. Pero
semejante prueba universal brindó a Dios, ignorado de este modo, la ocasión
para demostrar la nulidad de ese ídolo y de todo otro, la derrota total y
manifiesta del poder supremo aun por sus propios cautivos echados dentro del
horno de fuego ardiendo, calentado como nunca antes. ¡Qué solemne la lección
pública leída a los imperios Gentiles, si el hombre no fuese tan olvidadizo de
Dios cuando él se empeña en su propia voluntad!
El capítulo siguiente, Daniel 4, no es menos general, y más
impresionante dado que la humillación más profunda fue infligida por Dios,
después que Su advertencia fue despreciada por la misma cabeza altiva del poder
imperial. Nabucodonosor había atribuido toda su gloria a él mismo, y fue
envilecido, como ningún otro fue jamás, al estado bestial hasta que "siete
tiempos" pasaron sobre él. Después de eso, él 'alzó sus ojos al cielo',
como un hombre arrepentido y restaurado reconociendo al Altísimo, ya no más
como un animal irracional, sino inteligente de manera moral. Es infantil
rebajar o restringir al príncipe Seléucida una lección que él nunca aprendió.
Es incredulidad el hecho de dudar de los hechos
de este capítulo o del anterior. Es ceguera no reconocer que Daniel 3 mira
hacia adelante a la liberación de los fieles (no de los "muchos") al
final; así como el capítulo siguiente lo hace al día cuando el Gentil no tendrá
ya más un corazón de bestia, sino que bendecirá al Altísimo, poseedor del cielo
y la tierra: el carácter de la muestra divina cuando este presente siglo malo
termina. ¿Qué conexión tenían ambos con el detestable enemigo de los Judíos,
Antíoco Epífanes? Nada pudo ser más decidor que ambas muestras del poder de
Dios durante la "cabeza de oro" "hasta que los tiempos de los
gentiles se cumplan. No creer en estas muestras es la obra de Satanás: y un
Cristiano sólo de nombre es ahora mucho más culpable que un pagano de antaño si
él ayuda a Satanás contra Dios y Su palabra.
Los objetivos especiales de los capítulos 5 y 6 son de no menos
importancia. Ni uno ni el otro representan o se asemeja a Antíoco Epífanes. En
Daniel 5 nosotros vemos profanidad disoluta provocando en el acto una muy
solemne muestra de desagrado divino, y juzgada mediante un castigo providencial
esa noche misma. Ya sea que existan monumentos o no, la Palabra de Dios
permanece para siempre. Nada hay más peligroso que confiar en cualquier cosa o
en una cosa contra la Escritura; y, ¿qué puede ser más pecaminoso? ¿De qué
provecho son las valientes palabras de hombres enamorados de ladrillos,
cilindros Babilónicos, etc.? Que se cuiden ellos de los lazos del gran enemigo;
ni siquiera el poder de la resurrección quebrantó la incredulidad Judía. En
Daniel 6 el hombre fue establecido por un tiempo mediante artificio como el
objeto único de oración y adoración, lo que trajo sobre sus maquinadores la
destrucción repentina que ellos habían planeado para los fieles. ¿Qué relación
tuvo esto, así como tampoco la tuvo el capítulo anterior, con el malévolo
flagelo de Antíoco Epífanes? Estos dos capítulos preparan el camino, para el
juicio de Babilonia en uno de ellos (Daniel 5), y para el de la Bestia en el
otro (Daniel 6), tal como es presentado en el libro del Apocalipsis, donde se
muestra que ambos perecen terriblemente aunque con diferencia.
Siguen a continuación las comunicaciones más complejas de la mente de
Dios acerca de las cuatro "Bestias", especialmente la última, mucho
más completas y más íntimas que en el capítulo 2. El movimiento del cielo es
revelado, y el interés de Dios por Su pueblo, y particularmente en los que
padecen por Su nombre especificados como "santos" e incluso
"santos del Altísimo." (Daniel 7:18). El sueño de Nabucodonosor,
condescendiente como era para él e inspirador de temor en sí mismo, no contenía
visión alguna de gloria en lo alto, ningún prospecto semejante para el cielo o
la tierra, ninguna muestra semejante de propósito divino en el Hijo del Hombre.
Pero como en Daniel 2, aún más así en Daniel 7, el último y más
distante imperio, el cuarto, es descrito de manera mucho más completa que el
imperio Babilónico en existencia en aquel entonces, o que el Medo-Persa que
siguió a continuación, o el Griego que lo sucedió a su debido tiempo. Porque
nosotros tenemos una multitud de predicciones minuciosas de una naturaleza sin
precedentes, los muchos cuernos en el último imperio en su final, la audaz
presunción y la impaciente ambición de su último jefe, el cual desde un
comienzo pequeño gobernó a los demás, y, no satisfecho con hollar a los santos,
se alzó en blasfemia contra Dios y sus derechos. Pero esto provoca el juicio
sumario y final sobre todo, con la acción del cielo estableciendo el reino
eterno de poder y gloria aquí abajo.
Una revelación tal colisiona de manera fundamental con los cánones de
la Alta Crítica, y demuestra, si se cree en ella, la absoluta futilidad de los
altos críticos. Por eso que nosotros podemos entender los feroces esfuerzos de
librarse de la verdad sin adornos que Daniel establece ante nosotros en su
visión. El intento de separar los elementos Medos y los Persas, como para hacer
que ellos sean respectivamente el segundo y el tercer imperios, es desesperado e
indigno. Daniel 5:28 fue explícito de antemano así como Daniel 6: 8, 12, 15; y
después el capítulo 8 demuele tal contradicción de la Escritura. El
"oso" en el capítulo 7 responde al "carnero" en el capítulo
8, el cual tenía dos cuernos, los reyes de Media y Persia — no dos Bestias,
sino un poder compuesto de manera expresa. El leopardo, por tanto, con sus
cuatro cabezas responde al macho cabrío de Grecia, porque cuando su cuerno
notable fue quebrado, salieron otros cuatro cuernos en su lugar. La cuarta
Bestia, diferente de todas las Bestias anteriores, no es otro sino el Imperio
Romano, la cual tiene diez cuernos en su forma final, después de lo cual,
cuando el cambio adicional viene, el juicio divino cae en una forma sin
anterior parangón (Daniel 7: 11 y 12). [*]
Si nosotros dejamos entrar,
como estamos obligados, la luz adicional del Apocalipsis, donde no podemos sino
reconocer a la misma "Bestia" que Daniel vio en el cuarto lugar,
nosotros obtenemos la más plena certeza, de la lectura de Apocalipsis 17, de
que las siete cabezas eran formas de gobierno sucesivas, de las cuales la
sexta, o cabeza imperial, estaba en existencia cuando Juan vio la visión
(Apocalipsis 17:10); y que los diez cuernos eran contemporáneos, dado que todos
"por una hora recibirán
autoridad como reyes juntamente con la bestia.". Esto es preparatorio para
la última crisis, cuando ellos pelearán contra el Cordero, y el Cordero los
vencerá (Apocalipsis 17: 12 al 14). Esto es mostrado también de manera decisiva
en Apocalipsis 17:16, a saber, " Y los diez cuernos que viste, y la bestia
[no 'en la bestia'], éstos
aborrecerán a la ramera, etc." (Apocalipsis 17:16 – VM), tal como dan
también el reino de ellos a la "Bestia" hasta que se cumplan las
palabras de Dios. Esto elimina, por tanto y absolutamente, el intento de hacer
que los "diez cuernos" signifiquen solamente diez reyes sucesivos,
como para aplicar la lista a los reyes Seléucidas, y hacer que parezca que
Antíoco Epífanes era el cuerno pequeño de Daniel 7, el cual se deshizo de los
tres últimos de sus predecesores. Un esquema semejante es una mera perversión
de la Escritura, disloca completamente el capítulo, y nos priva de la única
interpretación verdadera. Porque esto supone una interposición divina al final
del siglo (o edad) en juicio del Imperio Romano, revivido para cumplir su
destino completo y para ser juzgado por el Señor Jesús en Su aparición.
[*] Hasta donde yo se, Efrén (o Efraín) de Siria
(un diácono y escritor, músico, padre de la iglesia y doctor de la iglesia
sirio), se encuentra solo entre los primeros eclesiásticos al tratar a Antíoco
Epífanes como el cuerno pequeño de Daniel 7. Siendo él un hombre honesto, unido
de manera extrema a la vida monástica, y vehemente contra el heterodoxo, él
murió en el año 378 d. C., pero uno tiene que saber aún por qué su diferencia
con todos los otros padres de la iglesia, anteriores y posteriores, deba tener
peso. Hugo Grocio, Hugo Grotius o Hugo de Groot (un jurista, escritor y poeta
holandés) y otros, tristemente célebre por excluir el futuro y a Cristo, y por
limitar la profecía a la historia pasada, siguieron en tiempos modernos, aunque
los primeros padres de la iglesia condujeron en la misma senda de incredulidad.
El primer imperio tenía una simplicidad peculiar a sí mismo. El segundo,
o Medo-Persa, tenía elementos duales; y así que tiene el símbolo "dos
cuernos" (Daniel 8:20, de los cuales el más alto creció después (Daniel
8:3). El tercer imperio, o imperio Macedonio, después de su breve ascenso tuvo
cuatro cuernos, de los cuales dos son mencionados particularmente como teniendo
que ver con los Judíos en Daniel 11. El cuarto imperio es, sin lugar a dudas,
el Imperio Romano, diverso de todos los demás anteriores a él, y distinguido
por una forma notable de diez cuernos coincidentes, antes de su juicio
destructivo llevado a cabo por un reino divino que reemplaza a todos,
verdaderamente solo, tanto universal como eterno. Entonces los santos del
Altísimo tienen su espléndida porción, ciertamente no para eclipsar al Hijo del
Hombre (como a estos críticos lamentables les gustaría), sino para acrecentar el
séquito de Su gloria, la gloria de Aquel que es Heredero de todas las cosas.
Ninguno más que el Imperio
Romano corresponde a los pies de hierro y barro cocido; ningún otro proporciona
una analogía para los diez dedos de los pies en un caso y diez cuernos en otro,
del cual es la única fuerza verdadera, diez reyes (sometidos al cambio violento
indicado) reinando en conjunto. Tampoco puede cualquier poder que alguna vez
asumió dominio ser comparado tan verdaderamente a 'hierro que desmenuza y rompe
todas las cosas'. (Daniel 2:40), o a una bestia voraz indescriptible con
grandes dientes de hierro, que "devoraba y desmenuzaba, y las sobras
hollaba con sus pies." (Daniel 7:7). La entrada del barro cocido Teutón (o
invasión de los pueblos Germánicos) indica la fragilidad de la voluntad
independiente (en contraste con el antiguo centralismo Romano cohesivo), lo
cual, tal como rompió el imperio en el pasado, culminará con la división en
diez del futuro, sobre ese renacimiento del imperio que se presupone en Daniel 7
antes que caiga el juicio, y es revelado claramente en Apocalipsis 17. Este es
un rasgo completamente ausente en todos los imperios anteriores, así como desde
el reino Sirio-Griego, el cual nunca fue un imperio ni se acercó a ello.
Como el renacimiento del
Imperio Romano es un hecho tan trascendental del futuro y para "el tiempo
del fin", puede estar bien hacer notar aquí su evidencia clara y
concluyente en la Escritura. En lo que muestran Daniel 2 y 7, el cuarto
imperio, o Imperio Romano, está en poder cuando el reino de Dios viene,
impuesto por el Hijo del Hombre. Pero el Apocalipsis explica de qué manera esto
puede ser y será. En Apocalipsis 13: 1 al 10 se ve a la "Bestia"
subiendo una vez más del mar, o estado revolucionario de las naciones, teniendo
siete cabezas y diez cuernos. Se ha sostenido siempre identificar estos últimos
(los cuernos) con el cuarto imperio de Daniel. Por otra parte, las siete
cabezas, añadidas ahora de manera apropiada, sólo pueden confirmarlo, ya que
(explicado como lo está en Apocalipsis 17: 9 y 10) esta descripción no es
aplicable a ningún imperio conocido de manera tan significativa como al Romano.
Solamente tenemos que observar un hecho absolutamente nuevo en conexión con la
sanación de esa una de sus cabezas (parece que la imperial) que había sido
herida de muerte (Apocalipsis 13:3): que el gran dragón (el cual, en
Apocalipsis 12 se declara que es Satanás) "le dio su poder y su trono, y
grande autoridad." (Apocalipsis 13:2).
La Roma pagana fue sumamente
malvada, y tuvo su parte en la crucifixión del Señor de gloria. El mismo
imperio Romano reaparecerá al fin del siglo (edad, era), energizado por Satanás
en una manera que ni en sí mismo ni ningún otro imperio había conocido jamás.
Esto proporciona la llave para su blasfemia y desafío extremos al Altísimo, así
como a otros enemigos; a causa de lo cual el tribunal se sentará para juzgar, y
su dominio le será quitado (Daniel 7:26 – LBLA) por la ira de Dios desde el
cielo, cuando la Bestia con sus ejércitos se atreva a luchar contra el Señor
descendiendo en poder y gloria. Los cuernos actuaran entonces como teniendo una
sola voluntad con la "Bestia" que está entonces presente para dar
unidad imperial. Para más claridad aún tenemos las insinuaciones de Apocalipsis
13, y Apocalipsis 17:8 es muy explícito: "La bestia que has visto, era, y
no es; y está para subir del abismo e ir a perdición." Por otra parte, al
final del versículo leemos, "viendo la bestia que era y no es, y será.
(Véase asimismo Apocalipsis 17:11).
La "Bestia" sin los
cuernos existió bajo los Césares y sus sucesores. Cuernos en sus variadas
cantidades existieron sin la "Bestia" en la Edad Media y en adelante:
"La bestia…era, y no es."
Pero lo asombroso del futuro es que la Bestia, antes de la escena final, no
solamente ha de subir del mar, sino con el símbolo mucho más terrible, a saber
"del abismo" (Apocalipsis 17:8), el preludio de la perdición. Aquí,
por otra parte, la coherencia de la verdad misma se impone. Estas predicciones
son aplicables solamente al Imperio Romano y a ningún otro. Para el imperio de
Alejandro Magno ellas son irrelevantes; ¡cuánto más a un mero vástago del
mismo! No, es el imperio que se levantó contra el Señor estando en humillación,
el cual, cegado y llenado por el poder de Satanás, hará guerra contra el Cordero
cuando Él venga en gloria para su ruina espantosa.
Daniel 8 es manifiestamente de
un carácter y alcance más circunscrito que las profecías generales de Daniel 2
y Daniel 7. Aun así, es no obstante importante para su designio, porque se
dedica solamente a una parte especial; pero todos estos capítulos nos conducen
por igual a la catástrofe al final. Al igual que nosotros hemos visto que esto
es evidentemente verdad acerca de las grandes visiones del libro, del mismo
modo es igualmente verdad acerca de los detalles, la circunstancia de los
cuales expone la falacia de identificar los objetos. Todos entran en colisión
con el juicio divino; pero ellos son distintos tanto en carácter como en hecho.
Tenemos aquí, entonces, el segundo imperio Medo-Persa atacado de manera
abrumadora por el tercer imperio o reino Griego de Alejandro Magno. Es difícil
de explicar cómo es que cualquier mente íntegra no puede lograr aprehender esto
de la lectura sencilla del texto. El gran cuerno fue quebrado cuando el macho
cabrío se engrandeció, y en su lugar salieron otros cuatro cuernos notables. De
uno de estos cuatro reinos salió un cuerno pequeño que creció mucho, y también
se inmiscuyó de manera peculiar con los Judíos y el santuario. Confundir este
opresor con el cuerno pequeño de Daniel 7 es una deplorable falta de
comprensión. Uno fue manifiestamente el gobernante de una parte del imperio
Griego en el Oriente (Daniel 8:9, así como el otro llega a ser, desde un
pequeño comienzo, el jefe del imperio Occidental (Daniel 7:8). Ambos han de ser
excesivamente impíos e inicuos, ambos han de ser ciertamente castigados por
Dios de manera única. Pero confundir estos cuernos pequeños es perder la
diferencia de los actores al final, incluso completamente opuestos como ellos
son uno del otro, aunque ambos infligen los peores males sobre el pueblo
escogido. Ahora bien, no hay la menor necesidad de decir aquí muchas palabras,
ya que hay acuerdo en que la visión en su última parte desde Daniel 8: 9
presenta el enemigo Seléucida de los Judíos y de su religión. Y parecería que
Daniel 8: 13 y 14 son aplicables a su profanación del santuario y su supresión
del continuo sacrificio.
Como es habitual en Daniel y
en otra parte de la Escritura, la interpretación no sólo explica sino añade de
manera considerable, y se detiene en particular, no acerca de Antíoco Epífanes
como tipo, sino acerca del enemigo anti típico final en la misma área en el día
postrero. Es débil pretender que el terrible final predicho para el infame
personaje del futuro, en este capítulo y al final de Daniel 11, pudo cumplirse
en la muerte de Antíoco Epífanes, terrible como él fue en la estimación de
Griegos así como de Judíos. Por lo tanto, la predicción real de su historia en
los versículos precedentes del mismo capítulo 11 hasta el versículo 32, no se
explayan acerca de ello, comparado con el de aquel que es encontrado "al
cabo del tiempo" (o "al tiempo del fin").
Porque la profecía continúa
hasta la consumación, cuando Dios interfiere en poder inequívoco. Por eso que
el intérprete angelical haría que Daniel supiese "lo que sucederá al final
de la ira (o indignación)" (Daniel 8:19 – LBLA). ¿Quién puede decir, con
la más pequeña muestra de verdad, que esto fue en los días del Sirio impío o de
la resistencia Macabea? El "final
de la ira (o indignación)" será solamente cuando Israel esté arrepentido verdaderamente
y Dios no tenga ninguna controversia más con Su pueblo. Esto tampoco debería
sorprender a cualquiera que lee la Escritura en fe, dado que todos los profetas
miran hacia adelante a aquel momento feliz. La verdadera persona que está
delante de la mente del Espíritu Santo es una que "se levantará contra el
Príncipe de los príncipes, pero será quebrantado, aunque no por mano
humana" (Daniel 8:25), de una manera que trasciende a su tipo en la
historia pasada. Por lo tanto, un intervalo aparece necesariamente en cada una
de las profecías. En ningún caso su continuidad es ininterrumpida. Se ha dicho
bastante para hacer que el significado general sea claro; pero en todo caso el
Espíritu Santo se detiene acerca de la escena final que se conecta con el tema
que está ante nosotros, porque sólo entonces el juicio de Dios decidirá todo
absoluta y públicamente, e introducirá el reino de poder y gloria que nunca
pasará.
Daniel 9 tiene sus peculiaridades propias. Aquellos que contrastan
este libro con otras profecías, como careciendo del elemento predominantemente
moral, sólo demuestran su propia ceguera. En ninguna profecía dicho elemento es
más conspicuo; y el mismo capítulo que expresa tan profundamente a Dios un
corazón que se identifica con los pecados e iniquidades ("hemos pecado, etc.,
Daniel 9:5) de los
hombres de Judá, y de los habitantes de Jerusalén, y de todo Israel cerca y muy
lejos, pero con la intercesión más ferviente, es precisamente el capítulo en
que, mientras él oraba, recibió de Dios una predicción que es, en algunos
aspectos, muy sorprendente y más importante que cualquiera en la Escritura.
Incluso el racionalismo no puede sino reconocer aquí que la bendición prometida
del versículo 24 pertenece a la esperanza Mesiánica, cuando los 490 años
finalizan realmente. Dicha predicción comparte, por tanto, toda otra predicción
en el libro, la señal de ir hasta el final del siglo (era); cuando los tiempos
de los Gentiles se cumplan, y Dios establezca Su reino en Cristo mediante
juicios ejecutados sobre toda infracción, Judía o Gentil. Pero aquí, donde hay
una referencia a los setenta años de Jeremías (Daniel 9:2), con el regreso
provisional de un remanente desde Babilonia para reedificar la ciudad y el
santuario, nosotros no tenemos que se habla sólo a Jehová el Señor de Israel,
sino que también es abordada la primera venida del Mesías y Su muerte. Esto
interrumpe el argumento de las siete semanas, como debe hacerlo de manera
natural; y un panorama de desolación no fechado sigue a continuación. Porque ello
incluye claramente el rechazo del Mesías, y no deja nada más que la destrucción
de la ciudad y el templo, y una inundación de tribulaciones sobre los Judíos. El
intervalo viene allí claramente. La muerte del Mesías fue "después"
de la semana sesenta y nueve = 483 años [*]. La desolación determinada sigue a
continuación, y hasta el fin de la guerra, fuera del todo del curso de las
"semanas", lo que es difícilmente posible que un hombre serio niegue.
[*] N. del T.: Sesenta y nueve semanas de años =
69 semanas x 7 años = 483 años.
La última semana queda para el final, sin fijar alguna conexión con el
punto de partida, excepto que el "príncipe" Romano (cuyo pueblo vino
y destruyó Jerusalén) hará, en el tiempo del fin, un pacto con
"muchos", o con la masa de Judíos desleales, por una semana o siete
años, y a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Es
decir, él reprimirá la religión Judía, contrariando su pacto; y por "la protección
[en lugar de "la muchedumbre"] de las abominaciones" o ídolos,
que toman el lugar de esa religión, vendrá el desolador, hasta que venga la
consumación, y lo que está determinado se derrame sobre "la desolada"
[no sobre el desolador] es decir, Jerusalén. El desolador perece ser el último
enemigo nororiental, mientras que el príncipe Romano es aquel que es tan
prominente en Daniel 7, donde nosotros vimos
los tiempos y las leyes dadas en sus manos para la misma última media semana, un
tiempo, y dos tiempos, y medio tiempo (tres años y medio).
En lugar de esta interpretación clara, digna, y homogénea, ¿qué dicen
los neo críticos? Ellos afirman: «No puede haber ninguna duda razonable de que
esto [el hecho de que se quitará la vida al Mesías] es una referencia al sumo
sacerdote Onías III, desposeído de su cargo por Andrónico (año 171 a. C)»,
mientras el resto se vuelve a Antíoco. Obviamente, todo es caos entre estos
críticos. El designio es pervertir la profecía, desde la muerte de Cristo y la
quema de la ciudad de ellos y la inundación de desolación, hasta esos asesinos.
El alcance preciso es claro si la interrupción de la serie es observada en el
texto, con el significado futuro de la última semana. Si esto es verdad, ello
es un golpe de muerte para los 'más altos críticos', y una prueba irrefutable
de que el Daniel verdadero lo escribió, el cual introduce aquí de manera clara,
la verdad terrible del rechazo de Cristo, rechazo que ha aplazado el reino
mundial hasta Su segunda venida, mientras los desastres de los pobres Judíos
son mostrados, no solamente hasta que los Romanos destruyeron su ciudad y su
templo, sino al fin del siglo (era) cuando ellos afrontan su peor tribulación,
antes que la liberación venga para los piadosos en aquel día, como ciertamente
lo hará.
Daniel 10 responde a la primera porción de Daniel 9 cuando el poder de
Babilonia fue quebrantado, y una nueva dinastía reinó con favor hacia los
Judíos. Daniel no estaba decepcionado de manera alguna en cuanto al estado
moral de los Judíos, sino que fue llevado a humillación y oración más que nunca
antes. Así como la visión del capítulo 9 le fue dada, y el rechazo violento del
Mesías es su hecho muy notable dentro de un período medido, del mismo modo, en
el capítulo 10 Daniel vio a Uno de gloria sin par, y tuvo una comunicación
angelical (inscrita en la Escritura de verdad) acerca de lo que acontecería a
su pueblo en los postreros días. Y nosotros encontramos, por tanto, que una
profecía sigue a continuación en los capítulos 11 y 12, notable más allá de
cualquiera en la Escritura para detalles, especialmente para la persecución que
aconteció a los Judíos en la tierra por su religión. Desde allí ella vuelve con
clara insinuación al "tiempo del fin", cuando el espíritu de
incredulidad similar entre los Judíos, que había dado muerte al Mesías mucho
antes, recibirá al Anticristo al fin del siglo (era), introduciendo los
conflictos de los poderes Gentiles y la tribulación sin precedentes que precede
a la liberación del remanente Justo, y el bienaventurado descanso de aquel día.
Los tres últimos capítulos son también una profecía particular, siendo
Daniel 11 extremadamente minucioso, para feroz disgusto de aquellos que piensan
por Dios y Le dictarían a Él si ellos pudiesen. Hay una rica variedad en la
Escritura, y no la hay menos en la Palabra profética. Nuestro lugar es
inclinarnos ante Dios y aprender de Él. La incredulidad es juzgada por Aquel
que es digno de toda confianza y adoración. Ahora bien, el capítulo 11,
peculiar como puede ser, requiere y merece nuestra confianza más plena, no
obstante lo que digan los escarnecedores. Fue en el año tercero de Ciro cuando
la revelación vino a Daniel (Daniel 10:1). Tres reyes más iban a surgir en
Persia
— Cambises, Pseudo-Esmerdis, y Darío Histaspes; y después el cuarto,
más rico que todos ellos, a saber, Jerjes, el cual, cuando se fortaleció por
medio de sus riquezas, levantaría a todos contra el reino de Javán o Grecia
(Daniel 11:2) Esto presenta el intervalo apropiado, el cual debe existir
necesariamente, a menos que un argumento ininterrumpido fuese insertado: una
cosa sin precedentes en tales casos, ya que nosotros hemos visto que el
intervalo es regular.
El personaje siguiente es el príncipe Macedonio, el cual devolvió el
golpe intentado por Persia. Ningún hombre desprejuiciado puede evitar ver a Alejandro
Magno en el versículo 3, o su reino dividido en el versículo 4, lo cual introduce
dos de esas divisiones, los reinos del norte y del sur, y sus conflictos que
siguen a continuación. Además, es evidente y cierto que en los versículos 21 al
32 nosotros tenemos el relato completo acerca de aquel que aborreció a los
Judíos y su religión más que cualquiera (a saber, Antíoco Epífanes). La teoría
escéptica es que un patriota Judío, en su día, personificó a Daniel de antiguo
renombre en el exilio, y convirtió la historia pasada en profecía admitida
hasta aquel momento. Pero los hechos se alzan en oposición a eso en que cuando
Antíoco Epífanes es dejado afuera, los versículos 3 al 35 presentan un
prolongado estado de prueba que sobrevino para los Judíos, cuando su antiguo
enemigo había dejado de perturbar; y que el texto declara expresamente que la
prueba de ellos iba a continuar "hasta el tiempo del fin." (Daniel
11:35 – VM). Aquí, por tanto, el gran intervalo está implícito de acuerdo con
las otras predicciones del libro, e incluso con el mismo principio en una
escala menor entre los versículos 2 y 3 de este capítulo mismo, como ya se ha
señalado y es innegable.
Luego, desde el versículo 36, nosotros nos encontramos confrontados
con el momento final. No se nos habla acerca de un rey del norte o del sur como
anteriormente, sino del "rey", aquel último inicuo al cual un profeta
tan distinguido y tan temprano como Isaías presenta en Isaías 30:33 e Isaías
57:9 bajo la misma frase ominosa. Él es el rival personal Ungido reinando como
se le place, y plenamente contrastado así con Aquel que hizo sólo la voluntad
de Su Padre. Se trata de un enérgico esbozo de uno que se exalta a sí mismo
contra todo dios; mientras que Antíoco Epífanes estaba consagrado a los dioses
de Grecia y Roma. Aunque hablando cosas espantosas contra el Dios de los dioses,
él ha de prosperar hasta que concluya la indignación ("Aquel rey pues hará
su voluntad, y se ensoberbecerá, y se engrandecerá sobre todo dios: y contra el
Dios de los dioses hablará cosas espantosas; y saldrá con lo suyo, hasta que se
concluya la indignación." Daniel 11:36 – VM) — la indignación de Dios
contra Su pueblo culpable (tal como Isaías habló también), otra demostración de
días aún por venir. Al príncipe Palestino (lo cual Antíoco Epífanes no era,
sino rey del norte) no le importarán los dioses de sus padres, a saber, Jehová
(dado que él es un Judío apóstata), ni
el favorito de las mujeres (el Mesías, la esperanza de Israel), ni ningún otro
dios (es decir, dioses de los Gentiles), cosa última que es falso y absurdo
decir acerca de Antíoco Epífanes. ("No le importarán los dioses de sus
padres ni el favorito de las mujeres, tampoco le importará ningún otro dios,
porque él se ensalzará sobre todos ellos." Daniel 11:37 – LBLA). A decir
verdad, se trata del Anticristo predicho
desde hace mucho tiempo, presente en aquel entonces, suplantando a Cristo,
negando al Padre y al Hijo, viniendo en su propio nombre, y recibido por
aquellos que rechazaron a Aquel que vino en el nombre del Padre. Su destrucción
y la de ellos es mostrada en otra parte. Pero el profeta cambia aquí a la
antigua lucha de los reyes del norte y del sur, ambos siendo tan 'opuestos' al
"rey" como el uno al otro: una prueba irrefutable acerca de la
necedad, en primer lugar de imaginar aquí a Antíoco Epífanes, y después, de
negar que estos acontecimientos, creídos o no creídos, son presentados como la
predicción del profeta para la última colisión futura.
Observen, finalmente, qué acumulación de pruebas Daniel proporciona
acerca de estos acontecimientos venideros, que en ellos mismos refutan el
mezquino estratagema de ver solamente a Antíoco Epífanes hasta el final. Porque
cuando el último rey del norte perece por el juicio divino, una intervención
divina a favor de Israel es asegurada "en aquel tiempo." Los judíos
la necesitan ansiosamente, ya que ellos estarán pasando a través de su última y
más severa tribulación. Pero, a diferencia de su historia por largos siglos
calamitosa, "en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se
hallen escritos en el libro." (Daniel 12:1). No se trata de mera política
o destreza, sino de misericordia para los justos. De ahí la figura apropiada de
"muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados,
unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua"
(Daniel 12:2). Del mismo modo Isaías (26) y Ezequiel (37) emplearon la misma
figura de la resurrección para el levantamiento de Israel nacionalmente, pero
con el rechazo de los injustos, tal como nuestro profeta indica claramente.
Entonces, el resultado de este breve estudio del libro, atacado por la
incredulidad neo crítica, es mostrar que la estratagema de ellos es infundada
de principio a fin; y que ella pasa por alto el gran alcance del imperio
Gentil, tanto exotérico (N. del t.: Dicho
de una doctrina: Que era manifestada públicamente) (Daniel 2) como
esotérico (N. del T.: Dicho de una cosa:
Que es impenetrable o de difícil acceso para la mente) (Daniel 7). Un
gobernante tan considerable como Antíoco Epífanes no podía tener lugar alguno
en esto, menos aún ser él la culminación de todo provocando la extinción del
sistema entero del imperio Gentil, y por tanto, restaurando a Israel bajo condiciones
de bendición y gloria que cambiarán la historia del mundo.
Tal momento no ha llegado, evidentemente. Cuando Cristo vino, el
cuarto imperio estaba en el poder; el cual desempeñará también su papel contra
Él en Su segunda venida, tal como el Nuevo Testamento revela cuidadosa y
claramente. Su cruz sentó la base para reconciliar, no solamente a los
creyentes, sino a todas las cosas a su debido tiempo. Mientras tanto en el
mundo, "los tiempos de los Gentiles", y la "indignación"
contra Israel desleal transcurren. El evangelio es verdaderamente gracia
soberana hacia todos, y para todos
los que creen, y la iglesia es el cuerpo de Cristo para la gloria celestial.
Pero el reino mundial de nuestro Señor y de Su Cristo no ha llegado aún, ni
tampoco puede llegar hasta que la séptima trompeta sea tocada. Incluso el las
profecías particulares de Daniel, donde hay referencia a Antíoco Epífanes
(Daniel 8 y Daniel 11), el libro mismo nos enseña a mirar adelante desde su
maldad a un mayor y peor antitipo ligado expresamente con el "tiempo del
fin", lo que no es aplicable en modo alguno al rey Seléucida.
OSEAS
¿Se diferencia el grupo de los
así llamados 'Profetas Menores' de todas las otras partes que componen la
Escritura Santa? ¿O se caracteriza cada uno de ellos por su propio objetivo
especial, y una contribución peculiar a la suma de la revelación divina?
Examinemos estos libros brevemente, uno a uno, aunque ellos fueron reunidos,
eventualmente, para conveniencia en un único volumen por los Judíos.
El trasfondo de Oseas, aunque
conciso en estilo y abrupto hasta la oscuridad, es suficientemente claro en lo
principal para el creyente atento. Él anuncia, en Oseas 1, la caída de la casa
de Jehú y del reino de Israel bajo los hijos simbólicos Jezreel y Lo-ruhama. Una
condenación aún más terrible fue insinuada por medio de Lo-ammi, cuando la
ruina de Judá dejaría a Jehová sin un pueblo reconocible. Sin embargo, el
capítulo no concluye sin la garantía, (1) de que en el lugar donde se dijo
Lo-ammi, allí serán llamados hijos del Dios viviente (lo cual Romanos 9 aplica
al llamamiento de los Gentiles y a privilegios mayores que los Judíos; (2) de
que las dos casas del pueblo dividido serán reunidas bajo una cabeza (el
Mesías, sin duda, en un día aún por venir). ¿Acaso esto no es así? 1ª. Pedro 2
aplica el final de Oseas 2 a los Cristianos Judíos aun ahora. Sin embargo, es
evidente que el final de ambos capítulos contempla como un todo lo que no se ha
cumplido aún en el plazo de tiempo determinado. Oseas 3 llena el espacio con un
bosquejo rápido del largo intervalo durante el cual el pueblo permanece sin
privilegio, civil o religioso, y no obstante sin idolatría, antes de su
bienaventurada restauración en el fin de los días. Esa es la primera sección,
tan segura para el futuro, como para el presente.
La segunda parte es una serie
de reconvenciones, súplicas, amenazas, y lamentaciones por el pueblo amado pero
culpable, distinguiendo a los hijos de Israel de los de Judá en peligro; y
testificando no solamente acerca de la pérdida del lugar sacerdotal como un
todo (Oseas 4:6), sino acerca de los sacerdotes, el pueblo, los príncipes,
todos objetos del desagrado y juicio divinos (Oseas 5). Oseas 6 prorrumpe en
una emotiva apelación, para que ellos puedan arrepentirse; así como Oseas 7
tiene que pronunciar un ay, debido a que incluso cuando ellos gritaban, no
clamaban a Jehová de corazón. Por lo tanto, Oseas 8 es el sonido de trompeta de
la destrucción cercana de Israel y Judá. Sin embargo, en Oseas 9, qué tierno
alegato sobre Efraín, a punto de convertirse en un vagabundo, ¡en donde el
profeta era un lazo! No era ningún mal nuevo, sino desde Gabaa: ¿qué podía ser
sino cortar al rey de Israel y hacer que el Asirio sea el rey de ellos (Oseas
10 y Oseas 11)? ¡Qué contraste con Jacob, tal como Oseas 12 descubre! Sin
embargo, Él declara que los redimirá del poder del Seol, y los librará de la
muerte (Oseas 13).
De acuerdo con eso, el último
capítulo (Oseas 14) proporciona palabras de confesión, y regreso a Jehová desde
las iniquidades y comodidades de ayuda, con Sus propias promesas
bienaventuradas y de bendición, que se harán efectivas tan ciertamente como Él
les hablaba a través del profeta.
JOEL
Joel se diferencia de manera
notable del ámbito general de Oseas, dado que él concentra la atención, a
partir de una hambruna que hubo en aquel entonces (Joel 1), sobre el ejército
del norte a pesar de sus amenazas de perecer entre los mares oriental, y
occidental. Después de eso vendrá no solamente la plenitud de una bendición
exterior, sino que el Espíritu divino será derramado sobre toda carne, y en
Jerusalén ya no habrá más ruina ni peligro, sino salvación en todos los
sentidos (Joel 2). Porque en aquellos días Jehová entrará en juicio con todas
las naciones en el valle de Josafat a causa de Israel (Joel 3). El apóstol
Pedro tuvo motivos, más allá de la controversia, para vindicar la efusión del
Espíritu en Pentecostés como de este carácter, y en ninguna manera se trató de
una excitación característica de la criatura racional (Hechos 2:16). Pero él
está lejos de insinuar que ello fue el cumplimiento de la profecía, la cual no
contemplaba la formación de la iglesia, o la predicación del evangelio a toda
criatura, sino las glorias terrenales de un reino Mesiánico para Judá y
Jerusalén, tal como se darán en el tiempo debido. Es así que el apóstol Pablo
lo aplica de esta manera en Romanos 10 a la salvación del Judío o del Gentil
ahora, sin llegar a citar la liberación prometida en el monte Sion y en
Jerusalén.
AMÓS
¿Quién puede no lograr discriminar
la obra asignada al boyero o pastor de ganado Amós de Tecoa? Ninguna persona
competente puede negar la hermosura y la fuerza de su estilo, o la lozana
originalidad con la cual pronuncia el castigo de Jehová sobre las naciones que
rodean a Su pueblo, y el hecho sorprendente de que Judá e Israel caen también
bajo él (Amós 1, Amós 2). De hecho, Amós 3 les permite conocer de manera
conjunta que, debido a que ellos eran conocidos como ningún otro, por lo tanto
Él los visitaría a causa de sus maldades. Pero Él no haría nada sin revelarlo a
Sus siervos los profetas. ¿Creen los Cristianos profesantes cualquiera de esas
Sus palabras? "Oíd esta palabra" da comienzo a Amós 3, a Amós 4, a
Amos 5, siendo todos ellos advertencias a Su pueblo culpable, cuya adoración
falsa era el pecado originario de todos los demás pecados. Amós 6 es un 'ay'
acerca de la seguridad y lujo propios, al igual que los Gentiles que no conocen
a Dios. Jehová Dios, el cual se arrepintió acerca de los juicios destructores
ante la intercesión del profeta, tomaría ahora en Su mano una plomada de
albañil, y asolaría al pueblo y al rey (Amós 7); así como en Amós 8 el final es
mostrado viniendo sobre Israel, y la tierra oscurecida en el día claro. Amós 9
revela al Señor estando (no sobre un muro), sino "de pie junto al
altar" (Amós 9:1 – VM) para un juicio aún más aplastante. Sin embargo,
mientras Él declara que zarandeará la casa de Israel de un lado a otro entre
todas las naciones, Él dice que ni un grano caerá en tierra. No sólo eso, sino
que Él dice más: Él levantará el tabernáculo caído de David, y lo edificará
como en el tiempo pasado para perdición de los rencorosos enemigos de ellos; Él
derramará sobre ellos bendición terrenal generosamente; y cuando Él los plante
sobre su tierra en aquellos días, nunca más serán arrancados. Estas realidades
gloriosas esperan al Israel arrepentido.
ABDÍAS
Abdías requiere pocas
palabras, no solamente debido a que es un libro tan corto, sino porque su claro
objetivo es muy inequívoco. Edom es el objeto que está ante él, y el juicio que
Jehová el Señor infligiría sobre su odio celoso y rencoroso por Su pueblo
escogido. La soberbia de ellos los había engañado; sus lugares inaccesibles no
los ocultarían: Jehová los derribará. Su alardeada sabiduría es en vano, así
como su poderío. Su maldad se agravó, como contra "tu hermano Jacob"
(Abdías 10), y "en el día de su
desastre." (Abdías 12 – VM). Pero en el día de Jehová sobre todas las
naciones habrá liberación (un remanente que se salve) en el monte de Sion, y
será santo; y la casa de Jacob recuperará sus posesiones. ¿Puede algo ser más
claro que la especificidad de nuestro profeta? ¿O que él mira hacia el futuro,
a los triunfos de los postreros días, cuando subirán salvadores al monte de
Sion para juzgar al monte de Esaú; y el reino será de Jehová en una forma y en
una plenitud jamás conocidas hasta entonces en la tierra? (Abdías 21).
JONÁS
Aquel que no ve el lugar
distintivo de Jonás debe tener, extrañamente, poca percepción. La señal
profética es en realidad el hombre, o lo que aconteció a él, aunque el mensaje
profético, corto como es, debe sorprendernos como estando dirigido a Gentiles
en Nínive. La historia es un tipo grande e instructivo de principio a fin; y
esto no es una mera idea, sino que es la verdad enseñada por nuestro Señor.
Jonás 1 nos cuenta acerca de
Jonás encargado de pregonar contra la gran ciudad debido a su maldad. Es
extraño decir que él, un profeta verdadero, huye hacia el occidente cuando se
le ordena ir al oriente. Pero Jehová envió una gran tormenta sobre el barco que
zarpó hacia Tarsis; y Jonás dormía abajo, mientras los marineros clamaban cada
uno a su dios, y bregaban en vano. Al fin echaron suertes, y la suerte cayó
sobre Jonás, el cual, tal como ellos sabían, huía de la presencia de Jehová; y
él les ordena directamente que lo echen por la borda como la única forma de que
ellos se pongan a salvo. Ellos hicieron esto a regañadientes y con oración a
Jehová; y el mar cesó en su furia para mayor temor de ellos, lo cual resultó en
un sacrificio y votos a Él. Pero Jehová preparó un gran pez que tragase a
Jonás, el cual estuvo en su vientre tres días y tres noches, la señal de Cristo
(Mateo 12).
Él oró allí, como leemos en
Jonás 2, reconociendo que la salvación es de Jehová, el cual mandó al pez que
vomitara a Jonás en tierra firme. Y la palabra de Jehová vino a él por segunda
vez, ordenándole ir y predicar a Nínive lo que Él diría. Jonás despreciaba a
los Gentiles, y temía a la vez que Jehová pudiese arrepentirse del juicio si
ellos buscaban su misericordia; y, ¿dónde estaría entonces la gloria de un
profeta de Israel, cuando su Sí se transformara en No? La figura de la muerte y
resurrección abre la puerta de la gracia a los perdidos. Si Cristo está, de
momento, perdido para los Judíos que Le rechazaron, la gracia obra para salvar
Gentiles. Jonás lleva a cabo ahora su encargo (Jonás 3), y ellos se arrepienten
al oír su predicación, desde el rey hacia abajo, negando a las bestias mismas
cubiertas de cilicio, alimento y agua para que pudieran clamar; y Dios se
arrepintió de lo que Él había amenazado.
Esto desagradó aun ahora a
Jonás (Jonás 4) y deseó morir en lugar de que su palabra no se cumpliese y
Nínive permaneciera. Pero estaba aquí la verdad tan necesitada por Israel como
por Jonás. Por eso la calabacera (que creció bajo la mano de Jehová Elohim para
poner al cubierto al profeta mezquino y ocupado de sí mismo) se secó bajo el
gusano que Él preparó para este fin, de modo que Jonás se desmayara bajo el
calor, y nuevamente deseara morir. Entonces dijo Jehová, "¿Tanto te enojas
por la calabacera? . . . ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad
donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su
mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?" (Jonás 4: 9 al 11).
Sí, Él es el Dios de toda gracia, el Dios no solamente de Judíos, sino de
Gentiles también, cuyas misericordias como el fiel Creador están sobre todas
Sus obras (Salmo 145:9). ¿Qué Judío, qué Rabino, habría alguna vez permitido un
libro semejante dentro del canon sagrado, si Dios no lo hubiera escrito para el
propósito?
MIQUEAS
Viene después un vidente aún
más brillante: la "Palabra de Jehová que vino a Miqueas de Moreset",
un contemporáneo de Isaías, acerca de Samaria y Jerusalén. El libro se compone
de tres divisiones principales, introducidas por un llamamiento a oír, "Oíd,
pueblos todos; está atenta, tierra, y cuanto hay en ti" (Miqueas 1:2);
"Oíd ahora, príncipes de Jacob, y jefes de la casa de Israel"
(Miqueas 3:1); y "Oíd ahora lo que dice Jehová", etc." (Miqueas
6:1). ¿Puede el que menos discierne de los creyentes no lograr comprender su
carácter distintivo?
El libro comienza con la caída
inminente del reino del norte debido a sus transgresiones, pero continúa
también hasta el castigo de Judá y Jerusalén. "Hace poco mi pueblo se ha
levantado como enemigo." "Levantaos y marchad, pues este no es lugar
de descanso por la impureza que trae destrucción, destrucción dolorosa."
(Miqueas 2: 8 y 10 – LBLA). El pueblo y sus profetas eran igualmente impíos y
rebeldes. Así como el capítulo 1 tiene un bosquejo predictivo acerca del
enemigo Asirio viniendo contra Jerusalén, del mismo modo el final del capítulo
2 presenta a Aquel que efectuará el propósito de Jehová de liberación y
bendición para el remanente de Israel al fin.
En la siguiente sección él
apela a los jefes, advirtiéndoles contra los profetas que hacen errar al pueblo
de Jehová. Si ellos clamaban, "Paz", sin una visión o luz de Dios,
Miqueas podía decir que él estaba lleno del poder por el Espíritu de Jehová
para denunciar a Jacob su rebelión y a Israel su pecado. Jefes, sacerdotes,
profetas estaban edificando a Sion con sangre y a Jerusalén con injusticia,
mientras ocultaban la iniquidad bajo el privilegio de Su nombre. Sion y Jerusalén
vendrían a ser absolutamente asoladas (Miqueas 3: 9 al 12). Pero esto es
seguido, en Miqueas 4, por el brillante retrato con el que Isaías comienza su
Isaías 2. Solamente que Miqueas, en lugar de continuar hasta el juicio
abrumador del día de Jehová como allí, predice la ida a Babilonia mientras
Isaías lo hace en su Isaías 39. Desde allí él se vuelve a las escenas finales
donde muchas naciones se reúnen contra Sion, lo cual es dicho para levantar y
trillar muchos pueblos (Miqueas 4:13): un juicio que espera su seguro
cumplimiento cuando el primer o antiguo señorío vendrá a ella. (Miqueas 4:8).
Esto brinda la ocasión para
anunciar una razón más profunda aún para aplazar la bendición y la dejación de
Su pueblo por una temporada. Terrible es pensar y decir que ¡ellos con una vara
herirían en la mejilla al juez de Israel! Y un paréntesis revela a Aquel nacido
en Belén, cuyas salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.
Su rechazo fue el propio rechazo de
ellos, hasta que el consejo de Dios venga a nacer; cuando el residuo de Sus
hermanos, en lugar de fusionarse en la iglesia de Dios como ahora, volverá a
los hijos de Israel, y el reino sea mostrado en poder y gloria delante de todo
el mundo. Y la perspectiva es bellamente descrita al final de esta parte.
La tercera sección es un llamamiento muy conmovedor a oír la
controversia de Jehová con Su pueblo, a pesar de Su bondad para con ellos desde
el principio y a través del desierto hasta Canaán. Lo que Él valora no son los
holocaustos sino la justicia. Ante la iniquidad, el engaño, y la violencia, de
lazos humanos convertidos en enemistad tanto más maligna y destructiva, el
profeta espera a Jehová con confianza de liberación y vindicación. Y él mira a
través de la desolación que debe intervenir debido a los pecados de Israel
hasta la restitución de todas las cosas, en el día postrero, cuando las
naciones se avergonzarán de todo su poderío, y lamerán el polvo. "¿Qué
Dios hay como tú, que perdona la iniquidad y pasa por alto la rebeldía del
remanente de su heredad? No persistirá en su ira para siempre, porque se
complace en la misericordia. Volverá a compadecerse de nosotros, hollará
nuestras iniquidades. Sí, arrojarás a las profundidades del mar todos nuestros
pecados. Otorgarás a Jacob la verdad y a Abraham la misericordia, las cuales
juraste a nuestros padres desde los días de antaño." (Miqueas 7: 18 al 20
- LBLA). Al negar la fidelidad de Dios para con Israel y al monopolizar las
promesas terrenales, Babilonia se ha mostrado a sí misma, como en todo lo
demás, infiel al lugar verdadero de Su iglesia, en el padecimiento actual y la
gloria futura con Cristo. Pero nosotros no hablamos de aquella que ocupaba la
llanura de Sinar (Génesis 11:2), sino de la mujer más culpable que está sentada
sobre siete montes (o colinas), y en su frente un nombre escrito, un misterio
(Apocalipsis 17), la corrupta contraparte de la desposada, la esposa del
Cordero Apocalipsis 21:9).
NAHUM
Así como Miqueas mencionó a
Babilonia y al Asirio en una pequeña proporción, a los cuales Isaías presentó
mucho más plenamente, Nahum se ocupa sólo de Nínive y su jefe antes que fuesen
ordenados los poderes mundiales. Porque ese fue el orden históricamente, así
como será lo contrario proféticamente. (Compárese Isaías 13 e Isaías 14 con Miqueas
4, Miqueas 5). Porque lo que responde a Babilonia, la Bestia imperial o cuarto
imperio revivido para juicio en la consumación del siglo (edad), hallará su
destino aciago antes de que el Asirio suba con las naciones exteriores para
destrucción final cuando Israel será reconocido por Jehová; pero el reino de
justicia y paz no es establecido aún. ¿Quién puede negar el lugar especial
designado para Nahum en cuanto a Nínive, como tampoco puede negarlo para la
tarea peculiar dada a Abdías en cuanto a Edom?
Nahum era un Galileo al igual
que Jonás; y si el último fue enviado mucho antes a advertir al altivo Gentil,
y ante el arrepentimiento a diferir el juicio en misericordia divina, al
primero le fue dado, al levantar el Gentil su cabeza de manera aún más orgullosa,
pronunciar la indignada venganza de Jehová, no obstante ser Él tardo para la
ira; porque Él es tan grande como Él es bueno. En vano salió de Nínive uno que
tramó el mal contra Jehová, un consejero de Belial (Nahum 1:11 – LBLA). Él dará
un fin completo — la angustia no surgirá por segunda vez (Nahum 1:9 – LBLA);
tal como Senaquerib demostró, su yugo quebrado, las coyundas de Su pueblo
rotas, de la casa de los dioses Asirios esculturas y estatuas de fundición
destruidas, y su sepulcro preparado. El azote finalmente pasado es seguido por
la paz perdurable de Su pueblo. (Nahum 1).
¿Qué más magnífico que el
realista bosquejo gráfico de la destrucción (Nahum 2)? Pero todo termina, no en
Jerusalén tomada, sino en Nínive y su palacio derritiéndose en sus propios ríos
que revientan las puertas, lo contrario del destino posterior de Babilonia. La
guarida de los leones sería una ruina absoluta, en lugar de un terror (Nahum
3). Nínive no fue mejor que la ciudad de Tebas en Egipto (llamada también
No-Amón) (Nahum 3:8); no hay cura
para su quebranto (Nahum 3:19 – VM).
HABACUC
Habacuc comienza quejándose
del mal en el pueblo de Jehová (Habacuc 1), cuando a él se le recuerda la obra
maravillosa que Él hizo al usar a los Caldeos en su orgullosa energía egotista
para castigarlos. Esto hace que su queja se vuelva contra el impío que "traga
al que es más justo que él" (Habacuc 1:13 – LBLA), y además, "ofrece
sacrificio a su red y quema incienso a su malla" (Habacuc 1:16 – LBLA).
¿Puede alguno dudar en reconocer aquí un claro designio?
El profeta espera Su palabra,
y la respuesta de Jehová viene tan claramente como para que el que corre pueda
leerla. El justo por su fe vivirá, antes que la liberación pública sea
concedida. Dios es paciente, Su pueblo bien puede serlo. Toda la iniquidad era
vista y sentida: la retribución vendría en el momento determinado. Los pueblos
trabajan para el fuego, y las naciones se fatigan en vano. Porque la tierra
será llena del conocimiento de la gloria de Jehová (no del evangelio, el cual
apela ahora a la fe para el cielo), como las aguas cubren el mar (Habacuc
2:14). La conquista Babilónica no tendría ningún propósito así como tampoco su
famoso edificio; y la embriaguez en la que ellos hacían caer a otros para
engaño, así como la de ellos mismos, terminaría en vergüenza, al igual que sus
idolatrías: Jehová está en Su santo templo, con independencia del estado de Su
casa en la tierra. ¡Silencio! (Habacuc 2).
La oración del profeta sigue a
continuación en el capítulo 3 y el poder que se dará a conocer, oír, y sentir,
se eleva para su alma, cuando él recuerda Su liberación de antaño, aunque nada
más que parcial, ya que Él tenía solamente a Israel a la vista, no aún el
Mesías y el nuevo pacto. Él anticipa la triunfante porción de Israel, como ya
se ve, no menos que la caída de sus enemigos; pero él termina con la fe que
espera, aunque ninguna señal aparezca mientras tanto (Habacuc 3).
SOFONÍAS
¿Es Sofonías un ápice menos
distintivo? ¿No está él, inequívocamente, ocupado de principio a fin con el día
de Jehová sobre Jerusalén? Pero la tierra y el remanente Judío están plenamente
en perspectiva para aquel día. El reinado del último rey piadoso no lo impidió
ni lo postergó; porque el avance general en revuelta de maldad sería del todo
más segura cuando ese control se desvaneciera. El juicio divino debe sacar
todas las transgresiones, para que la justicia pueda florecer. Casi ninguna
verdad es más repulsiva para la Cristiandad altiva y prevaricadora que el trato
inesperado del Señor con los vivos, aunque todos confiesan de palabra que Él
viene a juzgar a los vivos así como a los muertos. ¿Quién se puede asombrar que
los Judíos idólatras la censurasen? Ella es la respuesta apropiada de nuestro
profeta a todos los interrogantes. Si Jehová debe juzgar a Su pueblo, todo el
mundo debe inclinarse, ninguna nación puede escapar. Lo que Nabucodonosor hizo
no fue más que el anticipo de un juicio grande y completo; aun así, Jehová no
podía sino comenzar con Su tierra, Su pueblo, y Su ciudad, como en Sofonías 1.
En Sofonías 2 se busca un
remanente, los humildes, para que ellos puedan ser guardados en aquel día que
sorprende a la masa culpable. Está verdaderamente, y por la misma razón, la
perdición de los Filisteos, de Moab, y de Amón. Pero no solamente los vecinos;
Él destruirá todos los dioses de la tierra; y Asiria con su gran ciudad Nínive
caerán en desolación.
Sofonías 3 se vuelve a
Jerusalén implacablemente. Pero desde el versículo 8 el profeta muestra a
Jehová levantándose para derramar Su indignación sobre las naciones y reinos en
toda la tierra. Entonces Él volverá a dar a los pueblos pureza de labios para
que ellos puedan invocar el nombre de Jehová y Le sirvan de común acuerdo. Y
Sus esparcidos regresarán, suplicantes y aceptos, afligidos y pobres, pero
justos y nunca más engañadores. Se trata, ciertamente, de un día futuro, cuando
nadie los atemorizará. Desde el versículo 15 el profeta llama a la hija de Sion
a cantar jubilosa, a Israel a lanzar gritos de alegría. Jehová es su rey y está
en medio de ellos, habiendo retirado Sus juicios contra ella y habiendo
expulsado sus enemigos. "[Él] se gozará sobre ti con alegría, callará de
amor, se regocijará sobre ti con cánticos." Él les dará renombre y fama
entre todos los pueblos de la tierra, cuando Él haga volver a sus cautivos ante
sus ojos. Esto es algo completamente diferente del evangelio o de la iglesia.
HAGEO
Los tres profetas que quedan
existieron después del Regreso, y por lo tanto, se diferencian de todos los
anteriores. La casa de Dios, humilde como podía ser, fue una gran prueba para
el poco entusiasta estado de ellos. Hageo fue enviado para despertar el celo de
ellos: no la providencia de Dios, con independencia de que ella pudo obrar,
sino la palabra de Jehová. Surgieron dificultades y ellos dejaron de edificar.
No era el tiempo, ellos dijeron. "¿Es para vosotros tiempo, para vosotros,
de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta?"
responde el profeta, cuando él les señala cómo sus esfuerzos vinieron a
fracasar bajo Su mano, mano de Aquel que les dijo, "Meditad bien sobre
vuestros caminos." Pero hubo quienes oyeron: Zorobabel y Josué, y otros de
oídos abiertos; y el mensajero de Jehová habló por Su mandato, "Yo estoy
con vosotros", y ellos vinieron
y trabajaron para la casa de Jehová. (Hageo 1).
Cerca de un mes después, la Palabra vino a los que tenían oídos para
oír, calmando cualquier decepción resultante de la comparación con la casa en
su gloria primera: Cobrad ánimo, porque Yo estoy con vosotros. "Porque así
dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la
tierra, el mar y la tierra seca; y haré temblar a todas las naciones, y vendrá
el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho
Jehová de los ejércitos. Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los
ejércitos. La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho
Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los
ejércitos. (Hageo 2: 6 al 9). ¿Pudo alguna respuesta ser más tranquilizadora o
más gloriosa? Algunos creyeron la Palabra en aquel entonces, podemos confiar,
para bendición de ellos: ¿creen ahora en ella los hombres que se llaman a sí
mismos Cristianos? Con independencia de la medida de aplicación que ella tuvo cuando
Cristo vino por vez primera, Hebreos 12 no deja duda alguna de que su
cumplimiento espera Su segunda venida. Se puede observar de qué manera tan
cuidadosa la casa es contemplada hasta entonces como una. Hay que traducir, por
tanto, como la Septuaginta; " La gloria postrera de esta casa", no
"la gloria de esta casa postrera." Ello tiene unidad ante Sus ojos.
El tercer mensaje se vuelve a la santidad según la ley. Las cosas
comunes no son santificadas por el hecho de tocar lo que es santo; aunque lo santo
se vuelve inmundo por el contacto con la contaminación. Eso es lo que el
profeta declara acerca de este pueblo y toda obra de ellos — es inmundo. Aun
así, se les dice que consideren desde este día que, en lugar de herirlos como
antes, Jehová los bendeciría (Hageo 2: 10 al 19).
El mismo día vino una cuarta Palabra, en la que Jehová dice, "Yo
haré temblar los cielos y la tierra; y trastornaré el trono de los reinos, y
destruiré la fuerza de los reinos de las naciones; trastornaré los carros y los
que en ellos suben, y vendrán abajo los caballos y sus jinetes, cada cual por
la espada de su hermano." (Hageo 2: 21 y 22). Se trata del juicio de los
vivos, o a lo menos de esa parte que se relaciona con las naciones que se
juntan contra Israel; ello es después de la destrucción de la Bestia y sus
reyes y ejércitos vasallos, a los cuales el Señor destruye mediante Su
aparición. Zorobabel parece ser tomado como una sombra del Hijo más grande del
gran David en el versículo que sigue a continuación. Sería un extraño crítico
aquel que no logre discernir el lugar especial de Hageo, y sería un incrédulo
aquel que ponga en duda su divina inspiración.
ZACARÍAS
No menos distintiva es la obra
dada a Zacarías, el cual es el único que se acerca en sus visiones tempranas al
carácter apocalíptico de Daniel entre los cuatro así llamados 'grandes
profetas'. Pero a diferencia de Daniel, él se ocupa de Jerusalén, y profiere,
en sus últimas visiones, las escenas públicas y magníficas de gloria universal
bajo Jehová-Mesías para toda la tierra. Si todos los pueblos y todas las
naciones se reúnen contra Jerusalén aun en el día de Jehová, Él saldrá y
peleará con ellas y herirá a todos los adversarios; y sucederá que todo sobreviviente
de todas las naciones que fueron contra Jerusalén subirán de año en año para
adorar al Rey, Jehová de los ejércitos, y para celebrar la fiesta de los
Tabernáculos. Se trata del día de Su supremacía manifestada en medio de Israel,
y claramente de un hecho aún a cumplirse. ¿Qué circunstancias entre el
remanente retornado dieron al profeta una base existente? ¿Vino el libro de
Dios? ¿O es un sueño humano? El hecho que el escritor pudo comenzar con prosa,
y elevarse más tarde al estilo poético cuando se requirió, no es ningún
portento.
Después de un agraviosa
apelación en el prefacio de Zacarías 1: 1 al 6, el juvenil profeta vio (tal
como en el resto del capítulo) la visión de los poderes administradores de los
tres imperios bajo el símbolo de caballos alazanes, overos (bayos), y blancos;
porque el primer imperio había fenecido y el regreso provisional de los
cautivos a la tierra había sido ya un hecho por cerca de 18 años. El vio
después 4 cuernos, poderes que habían dispersado a Judá, a Israel, y a
Jerusalén, así como cuatro carpinteros (o artesanos) para derribar esos cuernos
Gentiles. Zacarías 2 presenta a un hombre con un cordel de medir para medir a
Jerusalén; porque si Jehová celaba al débil remanente, Él mira también hacia
adelante cuando Él sería la gloria en medio de ellos; y un cántico tan elevado
como cualquiera sigue a continuación. En Zacarías 3 el asunto de ser apto para
su presencia es resuelto por la gracia, aunque el sumo sacerdote representa
también la responsabilidad entretanto. Pero el Renuevo es prometido, Aquel que
será la verdadera Piedra de Israel, cuando la iniquidad de ellos se extinguirá,
y la comunión abundará. La visión de orden y santo poder en el testimonio sigue
a continuación en Zacarías 4, en su medida de luz en aquel entonces, pero en
luz completa sólo cuando reine Aquel que combina realeza y sacerdocio. Zacarías
5 presenta dos visiones de juicio que ha de ser: el rollo volador contra la
iniquidad en Israel hacia el hombre y hacia Jehová; y el efa con la mujer (esta
es la maldad, o idolatría desmoralizadora) llevada a Sinar, su fuente, para su
morada. Después de la visión de los cuatro carros en Zacarías 6, que
representan los poderes externos en providencia divina, la palabra de Jehová
viene, con ocasión de dones de aquellos de la cautividad, para hacer coronas,
una de las cuales iba a ser puesta sobre Josué, mirando una vez más hacia el
futuro de manera enfática, al Renuevo que habría de edificar el templo de
Jehová, llevando la gloria, sentándose y dominando en Su trono, siendo
sacerdote sobre Su trono (N. del T.: no
es: "habrá sacerdote a su lado", como expresan algunas traducciones
de la Escritura al Español), cuando el consejo de la paz estará entre los
dos. ¿Qué creyente puede malinterpretar el especial designio de esto?
Zacarías 7 y Zacarías 8 son
transicionales. Tales ayunos como los de la cautividad no bastarían: Jehová
reclamaba justicia y misericordia, no opresión y mala intención, por lo cual Él
los había esparcido. Regresados a Sion, Él restauraría y bendeciría hasta lo
sumo, tal como Él aún lo hará. Los ayunos cederán el paso a las fiestas; y los
pueblos vienen a Jerusalén como jamás lo habían hecho aún, con independencia de
la aplicación de la condición intermedia en aquel entonces.
Tenemos después, en Zacarías
9, "La carga (o duro mensaje) del oráculo de Jehová." (Zacarías 9:1 -
VM). No solamente Él defiende Su casa contra los enemigos de alrededor, sino
que el Rey de Sion vendrá en humillación, hecho cumplido de manera notable y a
la letra, pero continuando hasta el día cuando Efraín, así como Jerusalén,
contemplarán Sus juicios hablando paz a las naciones y Su señorío será en todas
partes. ¿Cómo pudo semejante futuro estar delante del profeta sin encender el
fuego de la esperanza tan garantizada? Y se prosigue con esto en Zacarías 10.
Pero en Zacarías 11 viene un
cambio al patetismo y al dolor, mientras el rechazo de Cristo pasa ante su
espíritu, y la usurpación retributiva del Anticristo. Se oye después otro duro
mensaje (o "carga") acerca de Israel; la Jerusalén sitiada se convierte
en una piedra pesada, como jamás hasta entonces, "a todos los
pueblos" (Zacarías 12:3); y la casa de David y los habitantes de Jerusalén
serán los objetos de la gracia en arrepentimiento verdadero, y un manantial
para limpiar a los que puedan mirar a Aquel que traspasaron se abrirá en aquel
día (Zacarías 13). Entonces los nombres mismos de los ídolos, y los profetas y
el espíritu de inmundicia serán cortados de la tierra; y Cristo es recordado
otra vez, herido en casa de Sus amigos, aunque es Pastor de Jehová, el Hombre
que es Su compañero. Por consiguiente, la dispersión es predicha de manera
justa, aunque no sin protección para los pequeñitos. Pero estamos nuevamente en
presencia de la crisis final (Zacarías 8 y 9), lo cual es demasiado evidente en
Zacarías 14, excepto para la obstinada incredulidad. Hay una captura final de
Jerusalén en parte cuando todas las naciones se reúnen para asaltarla; pero Jehová
decide todo. (Compárese con Salmo 48, Isaías 29, e Isaías 66). El glorioso y
bienaventurado resultado es el sometimiento de todos a Él.
MALAQUÍAS
La breve profecía de Malaquías
tiene sus rasgos morales específicos, exactamente apropiados para el
llamamiento final de Jehová a los Judíos en la perspectiva de Su mensajero para
preparar el camino, y del Señor viniendo súbitamente a Su templo. Él denuncia
la irreverencia, corrupción, y la profanidad en los retornados, pero busca un
remanente, y está seguro de la fidelidad divina para con el propósito y la
promesa. El nombre de Jehová será grande entre las naciones cuando venga Su
reino. ¿Qué es Israel ahora? ¿Qué son los sacerdotes como en Malaquías 2? Todo
está subordinado a la venida de Jehová; pero Él juzgará así como también
limpiara (Malaquías 3). Entre tanto, los que Le temen tienen el recurso de Su
nombre y serán Su especial tesoro, así como Él discernirá también el malo.
Porque Su día viene ardiente como un horno para el malo, pero con salvación
para los que son Suyos, los que también hollarán a los malos. Ello es para
Israel en aquel día, no para la iglesia celestial, aunque nosotros deberíamos
sacar provecho de toda la Palabra (Malaquías 4). Por lo tanto, Él recuerda la
ley de Moisés, y promete a Elías antes de aquel día, para volver los corazones
de los padres a los hijos, y de los hijos a sus padres, no sea que Su venida no
traiga bendición sino maldición, como el primer hombre trae consigo.
Aquí, como todos saben,
finaliza el gran volumen de la inspiración del Antiguo Testamento. Solamente
allí se encuentra el auténtico relato de la creación y de la temprana
humanidad; allí se encuentra el relato del diluvio, y de las naciones y lenguas
posteriormente, de las promesas dadas a los padres, y de Israel, sus
descendientes, el pueblo escogido por Dios, pero fracasando bajo la prueba, y
peor que todo (tal como los profetas predijeron) cuando ellos rechazaron a su
Mesías. Pero los profetas predijeron con igual certeza que Él ciertamente los
restaurará, arrepentidos y creyendo, en el día postrero.
William Kelly
Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Junio/Julio
2016.-
Título
original en inglés:
"God's inspiration of the Scriptures"
Traducido con permiso
Versión Inglesa |
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