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EL SACRIFICIO (Arend Remmers)

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EL SACRIFICIO

 

 

A. Remmers

 

 

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las comillas dobles (""), se indican otras versiones.-

 

 

Leamos algunos versículos del capítulo 10 de la Epístola a los Hebreos.

 

Primeramente el versículo 10: "En esa voluntad [la voluntad de Dios] somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre."

 

Hebreos 10: 12 al 14: "pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados."

 

Yo leería hasta aquí en el comienzo, y eso como introducción a un tema muy vasto, el cual tengo en mente para esta noche. El tema es el pensamiento del sacrificio en la Biblia, y especialmente en la epístola a los Hebreos, sacrificio u ofrenda. Para los Judíos, Judíos creyentes a quienes está epístola fue dirigida, esto no era una cosa desconocida, pero yo temo que para muchos de nosotros el pensamiento acerca del sacrificio, lo que significa, lo que comunica, es más bien difuso, o más bien un tema oscuro, y sin embargo, como el versículo muestra, todos usamos estas expresiones 'ofrecer sacrificios' regularmente en nuestras reuniones. Se trata de un tema muy, muy importante. Y no obstante, en el mundo en que estamos hoy en día, ustedes no saben nada acerca de sacrificios; la palabra es usada algunas veces si alguno ofrece algo alguna vez, pero eso está muy, muy alejado de lo que la Biblia quiere dar a entender cuando el Espíritu Santo usa la palabra "sacrificio". El sacrificio tiene que ver con el pecado y tiene al pecado, en cierto sentido, como su base: no como una buena base, sino que la causa para el sacrificio era el pecado. Y Dios fue el que primero mostró este pensamiento, esta idea del sacrificio, inmediatamente después de la caída de Adán y Eva. Confío en que todos ustedes conocen la historia de la primera pareja, que ellos fueron creados a imagen y semejanza de Dios, tenían semejanza con Dios: creatividad, la libre expresión del pensamiento y voluntad de ellos, que es compartida sólo por el hombre y Dios. Ninguna otra criatura, aparte de los ángeles, conoce esto. Y Dios había implementado al hombre con tales facultades que él era realmente a imagen de Dios, a semejanza de Dios; ninguna otra criatura estaba en esa posición excepto los ángeles. Y entonces Dios dijo a esta primera pareja que Él puso en las mejores circunstancias que nosotros podemos imaginar, «Recuerden siempre que ustedes no son el 'jefe'.» Esa fue la cosa. Ustedes no están a la cabeza, sino Yo, Dios su creador. Por eso es que Él les dio, en toda su libertad, una limitación, una sola limitación; de todos los árboles que había en el maravilloso huerto del Edén había uno, el árbol del conocimiento del bien y del mal, del cual ellos no debían comer su fruto. Esto no limitó la libertad de ellos, tenían bastante para comer, no podían llegar a comer todo lo que allí tenían, podían moverse por todas partes, podían hacer de todo; ello fue solamente para recordarle al hombre que él no estaba a la cabeza. Había un Dios a la cabeza, y esto es exactamente lo que Satanás, el cual había tratado ya la misma cosa, y conocía el final, trató la misma cosa con el hombre. Él dijo, "seréis como Dios". «Dios no les ama, Dios no quiere darles la libertad que ustedes deberían tener. Él ha limitado su libertad, porque no quiere darles todo lo que deberían tener. Si ustedes comen de ese fruto serán como Dios.» Y ese fue el origen del pecado en la humanidad.

 

El pecado es el siguiente asunto. ¿Qué es el pecado? Yo pienso que la mayoría de las personas diría hoy en día que 'pecado' es si usted le hace daño a su vecino, a su prójimo. Pero este no es el carácter del pecado, no puede ser, sino que el carácter del pecado es desobedecer a Dios. Lo tenemos aquí. Cuando Adán y Eva pecaron no hicieron daño a ninguna otra criatura; no existía ningún otro hombre aparte de ellos, no hicieron daño a nadie más, pero Dios fue puesto en duda. Y por eso que nosotros tenemos que aprender que el pecado, el carácter del pecado, es la desobediencia a Dios, y desde ese punto de vista nadie puede decir «Yo no he pecado.» Todos los que no obedecen a Dios en el evangelio, y acabamos de orar por eso y quizás hay aquí alguno que no obedece aún a Dios, porque creo que Pablo dice en Hechos 17, que Dios manda a los hombres creer en el evangelio; es decir, usted no está en libertad de creer o no creer, si usted no cree usted sabe cuáles son las consecuencias; de modo que, en realidad, usted no tiene libertad alguna. Pero se trata de la misma cosa: Dios no desea hacerle a usted daño o el mal, Él desea amar, Dios es amor y el ama al hombre, y Él amaba a Adán y Eva cuando les dio el mandamiento, porque Él los quería como criaturas dependientes, cosa que Satanás negó y los alejó de eso, y ellos desobedecieron. Ese fue el origen del pecado en la humanidad. Solamente el pecado contra Dios, desobediencia. Ese es el carácter verdadero de Dios. Puede ser que yo haga daño a mi prójimo, pero eso no es la cosa principal, la cuestión principal; la cuestión principal es la relación entre el hombre, la criatura, y Dios. Y entonces ningún hombre puede decir «Estoy libre de pecado», porque todos los descendientes de Adán y Eva nacieron en ese mismo carácter de pecado, y en ese carácter pecador que Adán contrajo cuando fue desobediente. Y desde el principio Dios mostró, Él había dicho: «»El día que comieres de ese fruto, de ese árbol, morirás, tú debes morir.» Nosotros sabemos que ellos no murieron inmediatamente, pero la muerte estaba allí, la muerte es la consecuencia del pecado, la muerte natural y también la muerte segunda para condenación eterna. Y Dios dio inmediatamente, en Su gracia (Él no solamente es santo sino que es también amor), Él dio la señal de Su amor, de que el hombre no se podía salvar a sí mismo, o librarse a sí mismo, de este estado en que él se había hundido por la desobediencia, vistiéndoles con pieles de animales. Se trata, más bien, de una actividad misteriosa de Dios porque no se dice que Dios mató los animales, lo cual debe haber tenido lugar. Dios no dijo que tuvo que hacer de estos animales un sacrificio, pero ellos fueron sacrificados porque las pieles de estos animales (hubo a lo menos dos), fueron usadas para vestir la desnudez de Adán y Eva. Las hojas de higuera que ellos habían usado fueron inútiles, no fueron de ayuda alguna. Dios les dio la vestimenta que ellos necesitaban para cubrir su desnudez, su pecaminosidad. Ese es el por qué la desnudez es siempre una especie de pecaminosidad hoy en día. No es una especie de hermosura o lo que el mundo piensa acerca de ella. Se trata siempre de la muestra de pecaminosidad. Por eso que a Dios no le agrada la desnudez hoy en día. Y nosotros vemos de qué manera el hombre se ha desviado de ello. Así que Dios dio directamente la idea, no la perfección, sino la idea de un sacrificio cuando Él vistió a Adán y Eva. Y después ellos tuvieron hijos, tuvieron dos hijos, uno de ellos fue probablemente un hombre muy activo, atareado, y activo, y él fue Caín. Él trajo un sacrificio, una ofrenda de lo que él había producido de esta tierra, de esta tierra pecaminosa que había sido maldecida por Dios. Él se acercó a Dios, por así decirlo, como si el pecado no hubiese entrado jamás en el mundo, como si él estuviese aún en el huerto del Edén. Pero él no estaba. Él vivía en un mundo maldecido, en una tierra maldecida. Pero Abel fue el segundo hijo, tuvieron los mismos progenitores, y habían oído la misma historia, y él pensó, «Yo no me puedo acercar a Dios como si nada hubiera ocurrido. Hay pecado entre mí y Dios.» Y yo no tengo la más mínima duda en cuanto a que él retomó el pensamiento, el pensamiento del hecho que sus progenitores le habían contado acerca de que Dios los había vestido mediante pieles de animales. La piel de otro ser que no tuvo nada que ver con el pecado de ellos, que era, por así decirlo, inocente. Y es así que él trajo "de los primogénitos" (es una idea maravillosa, y el hecho mismo lo es), de los primogénitos de su rebaño. Dos pensamientos que impregnan la integridad del Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento, y es que la excelencia del sacrificio es presentada inmediatamente, y Dios miró con agrado este sacrificio, y Él no hizo lo mismo con el producto, con la energía, y con la actividad de Caín. Muchas personas no lo comprenden porque dicen, «Pero Caín hizo lo mismo, hizo más aún, dado que había trabajado por ello.» Pero ese es exactamente el punto donde el error entra. Toda religión en este mundo consiste en hacer obras para acercarse a Dios, y Dios dice, «Ustedes no pueden. Yo tengo que procurar. Ustedes mismos no se pueden librar de su pecado.» Y esa es la idea de toda religión en este mundo, excepto la fe en el Señor Jesús; porque Él es el sacrificio verdadero, y este pensamiento está presente en la Escritura desde el principio.

 

Cuando Dios escogió a Su pueblo Israel, una de las primeras cosas fue aceptar que hombres del Antiguo Testamento como Abraham y Noé ofrecieran sacrificios a Dios. No podemos entrar en todos estos detalles, sino en el hecho de que cuando Dios escogió a Su pueblo terrenal Israel, el cual es un tipo del pueblo de Dios del Nuevo Testamento, a saber, la compañía Cristiana, Él les instruyó muy en detalle acerca del sacrificio. Estos sacrificios que muestran que usted mismo no puede hacer nada para librarse del pecado, porque todos dichos sacrificios estaban relacionados con el pecado; no hay duda alguna acerca de ello. Y cuando Él enseñó al pueblo de Israel acerca de los sacrificios, Él lo dijo en Levítico 17, y yo puedo mencionar sólo unos pocos pasajes que nos muestran el carácter de que cuando un sacrificio era ofrecido, en primer lugar, la sangre no sólo era derramada siempre, sino que era puesta sobre el altar, algunas veces en el santuario del Tabernáculo o del templo, y algunas veces incluso sobre los que ofrecían este sacrificio. ¿Y cuál es la razón? Cuando Adán hubo pecado, Dios dijo «Tu morirás.» Para cubrir la desnudez de ellos, para cubrir su pecaminosidad, Él hizo que un animal muriese. Él tomó la piel de un animal muerto, no de uno vivo, para vestir a Adán y a Eva; de modo que esto nos muestra que el pecado y su consecuencia, a saber, la muerte, sólo puede ser expiado por un precio que es básicamente equivalente al pecado, la muerte sólo puede ser expiada mediante la muerte, y la señal de ello es la sangre. Nosotros podemos habernos preguntado (yo lo hice), «¿Por qué la sangre juega un rol semejante en la Escritura?» Y esta es la respuesta: el fluir de la sangre del sacrificio muestra que este está muriendo, y que cuando la sangre deja el cuerpo, este está muerto. Y ese es el sentido del derramamiento de sangre que tenemos en Levítico 17:11, "Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona." Un versículo que no está directamente en relación con los sacrificios, sino con el hecho de comer sangre, para los Israelitas, al igual que para nosotros los Cristianos, así como para el mundo entero, porque la vez primera que Dios dio este mandamiento de no comer sangre, o beber sangre, fue en Génesis 9:4, después del diluvio, y ese mandamiento fue dirigido a toda la población del mundo, a la población entera del mundo, que consistía sólo de 9 personas: Noé y sus tres hijos y sus mujeres. Esto fue repetido después a los Israelitas, obviamente, porque nadie le dio importancia. Y ello es repetido nuevamente en el Nuevo Testamento (Hechos 15) porque quizás incluso a los Judíos, aparte del mundo entero, no les importaba. Pero nosotros encontramos aquí la razón, y la razón es presentada solamente a los Judíos en Levítico 17:11, "Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar [el lugar para el sacrificio] por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona." Esa es la manera en que Dios explica la necesidad del derramamiento de la sangre de los sacrificios, y de la presentación de la sangre a Dios. Él dice, «Esa es la señal de la muerte del sacrificio que ante mis ojos puede hacer expiación.» Y no obstante, todos los sacrificios en el Antiguo Testamento no pudieron quitar ni un solo pecado. Entonces, ¿por qué todo esto?

 

En el Nuevo Testamento leeremos en la epístola a los Hebreos (y parece ser una contradicción, pero no lo es), en Hebreos 10:4 se dice, "porque la sangre de los toros y de los machos cabríos (esos eran los animales sacrificados en su mayor parte) no puede quitar los pecados." ¿Cómo puede eso ser posible? Dios, por una parte dice a los Judíos en el Antiguo Testamento, «No toques la sangre, no la comas, no la consumas, porque es la sangre lo que hace expiación.» Y después lo dice en el Nuevo Testamento (pero esta es la diferencia, el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento), donde la verdad completa es revelada, y nosotros sabemos que la sangre, la sangre preciosa de Cristo, nos ha salvado: Él es el único sacrificio perfecto. Entonces podemos comprender que toda la sangre que fue derramada en los sacrificios del Antiguo Testamento nunca pudo quitar un solo pecado. En el versículo anterior, Hebreos 10:3 se dice, "en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados." Y no obstante Dios había dado esto a Su pueblo para mostrarles que cada uno de sus pecados necesitaba un sacrificio que quitaría de en medio la culpa de ellos una vez y para siempre. Pero ellos sabían, como David dijo una vez, cuando él había pecado muy gravemente con Betsabé, en su Salmo 51:16 él dice, y es otra expresión más bien sorprendente, "Porque no te deleitas [él se dirige a Dios en este versículo], porque no te deleitas en sacrificio, de lo contrario yo lo ofrecería; no te agrada el holocausto." (La Biblia de las Américas). ¿Cómo pudo David decir eso? ¿Cómo pudo escribir eso, frente a todas las leyes en las cuales Dios ordenó estos sacrificios? Lo hizo porque él era un creyente verdadero, y como un creyente verdadero él, pensando acerca de la ley, meditando acerca de la ley, llegó a la conclusión de que, «Es imposible que la sangre de un animal me pueda purificar de mis pecados si yo no tengo fe en Dios, y no tengo un corazón contrito», como él dice más adelante. Así que para los santos del Antiguo Testamento fue una cosa difícil averiguar que nos se trata de la sangre de un animal (y David sabía eso). Asaf, en el Salmo 50, va aún más allá. Él tiene una revelación de Dios. Asaf, en el salmo 50, donde Dios dice en el versículo 7, "Oye, pueblo mío, y hablaré; Escucha, Israel, y testificaré contra ti: Yo soy Dios, el Dios tuyo." Y luego, en el versículo 13, "¿He de comer yo carne de toros, O de beber sangre de machos cabríos?" Dios dice esto: "¿He de comer yo carne de toros, O de beber sangre de machos cabríos?" Él mismo había ordenado estas leyes acerca de los sacrificios. Ello nos muestra que, tal como se dice en Hebreos 10, Dios, mediante estos sacrificios, quería recordarle a Su pueblo, y a la humanidad, pero a Su pueblo en primer lugar, el hecho de que sin derramamiento de sangre no habría expiación alguna, propiciación alguna. Qué largo camino Dios tomó hasta que su Hijo amado, el Señor Jesús, el sacrificio verdadero, fue revelado.

 

Estos sacrificios en el Antiguo Testamento muestran, mediante su simple repetición, que era imposible que ellos hicieran expiación, porque si hubiesen hecho expiación, ello habría sido una vez y para siempre, para todos los tiempos. Pero la repetición que está en Hebreos muestra claramente que estos sacrificios no estaban en la situación de hacer expiación para un pecador. Y Dios mismo, el cual había dado la ley, no se contradice a Sí mismo cuando lo dice, "¿He de comer yo carne de toros, O de beber sangre de machos cabríos?" Esos eran los sacrificios. Y David comprendió, y Asaf comprendió también que Dios había dado estos sacrificios como un recordatorio, porque en Hebreos 10 se dice eso, y estos santos del Antiguo Testamento habían aprendido eso sin el Nuevo Testamento, sin saber, sin saber claramente (y debemos ser aquí muy cuidadosos), sin saber claramente que Un Redentor vendría. Ellos tenían ideas, tenían ciertas revelaciones, revelaciones parciales, acerca del Redentor, el cual no sería solamente el Rey de Israel, sino que Él quitaría el pecado también. Pero quién sería Él, y cómo sucedería, ellos lo podían deducir solamente estudiando la Palabra en la presencia de Dios. Y entonces, David llegó al punto cuando dijo, «Dios no ama el sacrificio, si el corazón no está detrás de él.» Y él añade luego, pero nosotros no lo hemos leído aún, lo que muestra la razón para su razonamiento, el terreno de su razonamiento, cuando él dice en el Salmo 51:17, "Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios." Entonces esto nos muestra que David vio como rey, y él era un hombre rico, y pensó, «Si yo pecase todos los días, yo podría traer, pese a todo, estos sacrificios, y todos mis pecados serían perdonados.» Y entonces él dice, «No, esto no puede ser. ¡No puede ser! Que yo, como Israelita, continúe pecando, pecando, pecando, porque tengo el medio de traerte los sacrificios, y entonces obtengo remisión de los pecados mediante esos sacrificios. ¡Esto no puede ser!» Él halló esto al pensar acerca de la Palabra de Dios y al sacar las consecuencias de creer en la Palabra de Dios que le condujo a este punto donde dijo, «Los sacrificios no pueden purificarme del pecado, lo que Dios desea es un corazón contrito.» Un corazón que se caracteriza por la confesión; un corazón que confiesa el pecado y después espera y tiene esperanza, tiene esperanza porque no tenía aún un Redentor. No había aún ningún Cristo que hubiese ido al Calvario; pero él confiaba en el hecho de que su Dios, el cual le amaba, quitaría su pecado. Pero esa es la razón por la cual estos santos del Antiguo Testamento no podían tener paz con Dios. Ellos les estaban advirtiendo a ustedes, estaban confesando sus pecados al igual que Abraham, y ellos Le creyeron a Dios y les fue contado por justicia, pero no podían tener paz con Dios, porque no podían poner sus manos en aquel tiempo, por así decirlo, sobre la cruz, sobre el sacrificio de Cristo, el Cordero de Dios, cuya sangre preciosa nos ha purificado y redimido. Ellos no podían hacerlo. Pero qué fe nosotros vemos en estos hombres como Abraham, David especialmente, que tenían una fe tal en Dios que conocieron, que llegaron a conocer cosas que no habían sido aún reveladas en el Antiguo Testamento. Esa es una cosa maravillosa animándonos a que mientras más pensemos en la Palabra de Dios, no con nuestro intelecto, sino con un corazón realmente contrito, con corazones quebrantados (no es que estemos con un corazón triste o desanimado, un corazón contrito significa que mi 'yo' ha sido quebrantado, que yo no soy uno que dice, «Aquí estoy yo»), sino que nos ocupemos de ser Cristianos humildes, mansos y humildes, y entonces, en este mismo carácter que Cristo mostró en Su vida, Dios nos dará entendimiento de Su palabra; y eso es lo que nosotros vemos en el caso de David, el cual sabía más que nosotros acerca de los sacrificios.

 

Naturalmente nosotros no somos Judíos, y felizmente no lo somos, yo digo, porque se dice también acerca de la ley, yo creo que en Hebreos 7 que, "nada perfeccionó la ley" (Hebreos 7:19). Por medio de la ley, lo que vemos en Caín, nuestras obras correctas, lo que nosotros hacemos, no podemos hacer expiación por el pecado, no podemos alcanzar a Dios con nuestras propias obras. Ello puede ser llevado a cabo solamente por una obra preciosa, maravillosa, de un sacrificio perfecto. Y los animales no fueron esto, no fueron sacrificios perfectos. Ellos no estuvieron en el mismo nivel del hombre, y, ¿cómo puede el sacrificio de un animal quitar el pecado de un hombre, de un ser humano? Ni aun un ser humano es capaz de eso, cuanto menos un animal. Si ustedes toman nuevamente los Salmos, donde nosotros encontramos muchas enseñanzas acerca de nuestra vida espiritual, en el Salmo 49 leemos la cosa muy importante acerca del carácter de la redención, o expiación, que muestra claramente que los animales jamás pueden efectuar expiación alguna. En el Salmo 49: 7 y 8 se dice, "Nadie puede en manera alguna redimir a su hermano, ni dar a Dios rescate por él, porque la redención de su alma es muy costosa, y debe abandonar el intento para siempre." (La Biblia de las Américas). Estos versículos nos muestran que incluso un prójimo no puede morir por otro para dar redención a él. ¿Y por qué no? Porque todos nosotros estamos hechos del mismo material: todos somos pecadores. No olviden eso. Un hombre puede morir salvando a otro de la inundación, él puede morir por otro, por el que sigue, y se dice a menudo que eso es un sacrificio. Y lo es en cierto modo, porque él salva su vida natural. Se trata de un gran hecho, pero no es un sacrificio que pueda valer para la eternidad. Los animales no pueden porque son imperfectos, el hombre no puede porque él es pecaminoso, él no puede redimir a su hermano, pero Dios en Su sabiduría dijo, «Debe ser un hombre, debe ser un hombre, debe ser el igual. El hombre ha pecado y ha muerto, y sólo puede ser, en Mi justicia, otro hombre que muera por los pecadores, pero no puede ser un hombre existente, nadie puede redimir a su hermano.» Y nosotros vemos allí por qué el Señor Jesús vino a este mundo, del cual, la primera vez que Juan el Bautista Le vio, dijo, "He aquí el Cordero de Dios", el sacrificio que quitará el pecado del mundo, la plena redención, el Cordero de Dios redentor, de quien Pedro escribe que es esta sangre preciosa de este Cordero sin mancha la que quitará nuestros pecados. Qué sabiduría es que Dios ha dado a su Hijo unigénito, y ello nos muestra, amados, que Dios es amor. Ningún hombre podía salir en defensa de su prójimo. Sólo un Hombre podía venir, y por eso Dios envió a su Hijo unigénito, tal como se dice en la primera epístola de Juan.

 

Y esto nos muestra también otro punto con respecto a la noción del sacrificio. En el mundo, en las religiones del mundo, todas las religiones conocen los sacrificios. Al entrar en algunos restaurantes de comida de la India, etc., ellos tienen pequeños ídolos en la entrada. ¿Deberíamos nosotros entrar allí? Ellos son, de hecho, templos de ídolos; ellos declaran que este restaurant es un templo de ídolos, al colocar un altar de un ídolo, y algunas veces, ofrendas de plátanos y naranjas; ellos los ofrecen públicamente a sus dioses, y todos los Cristianos van allí, a comer bien. Pero ello muestra que estas religiones siempre quieren presentar algo a Dios, para conseguir Su gracia, pero ustedes no pueden. Es de Dios de quien todo proviene, y eso es lo que encontramos en los muy maravillosos versículos de la primera epístola de Juan capítulo 4, donde se dice en los versículos 8 y 9, "Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo." No es una cosa nuestra, no es nuestro sacrificio, nosotros no podemos, hemos visto eso, es Dios quien, desde el principio, vistió a Adán y Eva, y nosotros recibimos el significado pleno de aquel tipo: Dios envió a Su Hijo unigénito al mundo, la joya de Su corazón, el Objeto de Su eterno amor divino. No hubo jamás, jamás un objeto digno del amor de Dios en este mundo, excepto Su Hijo, el cual dijo en Juan 17, "me has amado desde antes de la fundación del mundo." El Hijo en el seno del Padre, el Objeto de Su deleite, y de Su amor y Su compañero, "Yo y el Padre uno somos", el compañero del Padre en pensamiento y en mente y en ser: "Yo y el Padre uno somos." (Juan 10:30). Y Dios el Padre envió a Su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por Él. Todos nosotros estábamos muertos, y bajo el juicio de muerte, "el día que de él comieres, ciertamente morirás."

 

Y ahora, en 1ª. Juan 4:10, el versículo cumbre, "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios", ni un rastro de amor en nosotros, "no es que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados." Y ese es el sacrificio, es la sangre que hace expiación. Y nosotros vemos al Señor Jesús allí en la cruz, y toda la repetición de los sacrificios del Antiguo Testamento que hemos mencionado ya, y que encontramos de manera extensa en la epístola a los Hebreos, siempre repitiéndose, repitiéndose, repitiéndose, y la Palabra dice que todos estos sacrificios no pudieron jamás quitar un solo pecado, y de nuestro Señor se dice en Hebreos 7, donde nosotros encontramos en el versículo 26, en el lenguaje de la religión Judía, que el Señor Jesús no es sólo el sacrificio, que por sí solo podía hacer expiación por nuestro pecado, sino que Él es el sumo sacerdote que ofrecía los sacrificios: sacerdote y sacrificio en una Persona. Y en Hebreos 7: 26 y 27 se dice, "Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo." Ese era el carácter del Antiguo Testamento: incluso el sumo sacerdote tenía que ofrecer sacrificios por él mismo, y luego siempre por el pueblo; y hemos visto que estos eran solamente (y lo hemos mencionado, pero no hemos entrado en detalles), eran sólo recordatorios de la inutilidad de estos sacrificios; ellos eran inútiles, pero tenían un valor, y este valor es que eran tipos de Cristo, del sacrificio de Cristo que había de venir, los tipos de cosas venideras; pero no tenían utilidad alguna en sí mismos, e incluso nosotros lo hemos visto no solamente en pasajes del Antiguo Testamento, sino del Nuevo Testamento también donde hemos visto que "la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados. (Hebreos 10:4). Es lo que la Escritura misma dice. Y viene ahora el sacrificio verdadero, al cual todos los sacrificios señalaban, y de Él se dice, en Hebreos 7:27, "[Él] no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados", Él no tenía pecado alguno, Él estaba libre de pecado. Y esa es la razón por la cual Él pudo ser el único sacrificio para el hombre, porque Él era hombre, y era un hombre sin pecado porque Él era el Hijo de Dios. Y se dice después, "porque esto [y esto no se refiere al pecado Suyo, porque Él no tenía ninguno, sino que se refiere al pecado del pueblo], esto lo hizo una vez para siempre." Si ustedes consideran el sacrificio del Señor Jesús desde este punto, ustedes ven estos miles y miles, millones quizás, de sacrificios que fueron traídos en la época del Antiguo Testamento y bajo el antiguo pacto, y luego, "una vez para siempre." El Señor Jesús fue revelado en el cumplimiento del tiempo, cuando Dios hubo mostrado a Su pueblo, y de ese modo, a todo el mundo, ver incluso a un pueblo que obtuvo una religión por parte de Dios mismo (una religión, no una fe, no una creencia; esa es nuestra porción), pero los Israelitas habían obtenido una religión por parte de Dios, el propio Dios les había hablado desde el cielo y les había dado Sus mandamientos.

 

Pero Él les había dado mandamientos, no salvación. Esa es la diferencia entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento no da salvación; aunque todos los que creyeron en el Señor Jehová fueron salvos, pero sin tener la seguridad de la salvación; pero era una religión en la que ellos tenían que hacer cosas, y nadie ha sido salvo por medio de las obras de la ley. Esa es también la conclusión en el Nuevo Testamento. Y el Señor Jesús ha venido, y nosotros sólo tenemos que creer en Él. Y esa es, obviamente, una cosa tan difícil para muchas personas; ver que ellos mismos no pueden hacer nada, y vemos, al leer las Escrituras, que ello es imposible; usted, como pecador, no puede hacer cosa alguna para complacer a Dios más que, por decirlo así, poner sus manos sobre este sacrificio perfecto dado una vez para siempre, el Señor Jesús, y confesarle sus pecados y decir, «Oh Dios, permíteme ser acepto en este sacrificio perfecto.» Ese es el evangelio. Y la Palabra dice que el Señor Jesús, en el cumplimiento del tiempo, después que Dios hubo probado al hombre realmente en el profundo sentido de la palabra, Él los había probado y dijo, «Mírenme y vean que ustedes ven que no pueden lograr salvación mediante obras.» Esa fue la prueba de Israel, mil quinientos años desde la época de Moisés hasta la época del Calvario. Y por eso que se dice que es el "cumplimiento del tiempo" (Gálatas 4:4) o la plenitud del tiempo; Dios se ha revelado ahora de la manera más perfecta (si lo podemos decir así) en Cristo, Su Hijo. Y más allá de eso no hay nada más. Más allá de Cristo no hay nada más, porque Dios, el eterno Dios, está revelado en Cristo como un humilde sacrificio. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito" (Juan 3:16), y en Su amor Él dio el sacrificio, y en Su justicia, Él Le dio muerte en la cruz. Él Le castigó, y eso fue la santidad de Dios. Nosotros hemos visto que Dios es amor, y Dios es luz, y esto se reveló en la cruz del Calvario, donde el amado Hijo del Padre fue colgado como hombre, y donde el Dios santo tomó Su espada, por así decirlo, como Zacarías 13 dice, y dio muerte a Su propio Hijo; porque Él fue cargado con mis pecados. Y más que eso, Él fue hecho pecado por mí, Él fue colgado allí (y digo esto con mucha reverencia), como si yo mismo colgase allí; pero Dios no me dio muerte a mí, Él dio muerte a Su Hijo. Eso es amor y santidad, amor y luz, en la perfección que no puede ser superada, y por eso que yo digo que más allá del Señor Jesús no hay nada más. Él es la revelación de todo lo que Dios es, y Él ha aclarado el asunto del pecado que separaba, que separa, y si hay alguno aquí que no ha venido al Señor Jesús, usted está aún en esa situación, separado de Dios por el pecado.

 

Y yo he hecho un largo recorrido del Antiguo Testamento para mostrar el por qué para muchos la cuestión del pecado, del sacrificio, no dice ya nada, para mostrar que, por consiguiente, ustedes tienen que leer el Antiguo Testamento para comprenderlo; pero la cuestión que está abierta allí encuentra su pleno despliegue en el Señor Jesús en la cruz. Él ha muerto por nosotros una vez para siempre, y ha consumado la obra que ningún hombre, ninguna criatura, pudo consumar: Él lo hizo en Su amor y en Su obediencia perfecta a la voluntad y a las demandas de Dios; Él tomó allí nuestro lugar y en el sacrificio, y por eso que nosotros ponemos, por así decirlo, nuestras manos sobre Él.

 

Y entonces me agradaría mencionar sólo algunos pasajes donde esta expresión "una vez para siempre" es dicha de manera tan hermosa, porque tantos Cristianos están en la situación donde dicen, «¿Es esta obra realmente suficiente?» Lo es, lo es. Nosotros tenemos otro versículo en Hebreos 9:12, donde se dice que el Señor Jesús, (y quizás nosotros entendemos ahora estas expresiones que, en la epístola a los Hebreos, son muy difíciles de comprender para creyentes que no tienen conocimiento alguno del sistema sacerdotal sacramental y sacerdotal del Antiguo Testamento, pero quizás nosotros podemos comprender ahora lo que en Hebreos 9:12 se dice acerca de que el Señor Jesús) no vino "por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo." Él no ha entrado en el Templo, en el lugar santo en el templo, en esta tierra. Pero este templo es también solamente un tipo, una imagen del verdadero santuario de Dios en el cielo, donde nosotros podemos entrar ahora, tal como veremos, por la sangre de Cristo; o en Hebreos 9:26, donde se dice que el Señor Jesús no fue obligado a "padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado."; la consumación de los siglos, es decir, el final de todas las pruebas por las que Dios hizo pasar a la humanidad en el Antiguo Testamento. Pero fue ahora, en el fin del tiempo, en el cumplimiento del tiempo, como dice, o aquí "en la consumación de los siglos", el Señor vino, ha manifestado el amor de Dios, ha consumado la obra de salvación, al tomar sobre Sí mismo nuestros pecados, y al ser Él hecho pecado por Dios. Ningún hombre puede sondear y comprender lo que eso significa, a saber, que el Señor Jesús, Aquel que era sin pecado, fue hecho pecado; tratado como Él fue, no sólo como un hombre pecador, pero eso va mucho más profundo. No es para ser comprendido, pero ello muestra que Dios aclaró todo el asunto del pecado en esos momentos, esas tres horas, en la cruz del Calvario, donde Uno que era sin pecado estuvo en mi lugar, y en su lugar, si es que usted ha creído. No es así si usted no ha creído, pero Él abre Sus brazos aún, diciendo, "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar" (Mateo 11:28), debido a Su sacrificio. De modo que Él entró en el santuario una vez para siempre, y en Hebreos 6:20 se dice que Él es nuestro precursor; Él fue Él primero en entrar allí, nosotros Le seguiremos; y tenemos nuevamente en Hebreos 10:10 esta repetición de la expresión "una vez para siempre", y leemos, "Por esta voluntad", la voluntad de Dios, "hemos sido santificados", separados del mundo, es decir, santificados, y apartados para Dios, "santificados mediante la ofrenda (o sacrificio) del cuerpo de Jesucristo ofrecida de una vez para siempre." (La Biblia de las Américas). No hay ninguna repetición, y esa es también la razón por la que yo digo que más allá del Señor Jesús no hay nada más; Él es la cumbre de todas las acciones de Dios, y si usted quiere pasar más allá de Él, usted corre a la oscuridad: no hay nada, ni nadie, más allá de Él. Y entonces, quizás Hebreos 10: 12 y 13, "Pero Cristo, habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados, para siempre se ha sentado a la diestra de Dios, esperando de ahí en adelante hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies." (Reina-Valera 1977). El Señor está esperando, y se dice aquí que Él está esperando el momento en el tiempo cuando Él regresará, en primer lugar para Su pueblo Israel, y después para el mundo también, a asumir Su reino en este mundo, lo cual no está muy lejos, probablemente. Si acaso Él viene hoy para llevarnos al hogar, y eso puede ser en siete o diez años, no lo sabemos exactamente. El Imperio Romano estará establecido en Europa, el cual se caracterizará en primer lugar, por la apostasía del Cristianismo, y los rastros de eso son ya muy obvios hoy en día. Y entonces esta gran tribulación vendrá, y después el Señor Jesús aparecerá, y entonces todos Sus enemigos serán puestos por estrado, ellos serán estrado para el Señor, Él va a poner Sus pies sobre ellos. ¡Qué vergüenza! Todas estas personas importantes en este mundo que piensan que son los reyes. . . Solamente es la justicia de Dios la que pondrá las personas más importantes en este mundo como estrado para el Señor Jesús. Él será el más importante durante mil años. Pero antes que eso suceda, Él vendrá para llevarnos al hogar; eso es lo que nosotros estamos esperando, y el Señor lo está esperando también, ¡Que este pueda ser más el caso en nuestras vidas!

 

Y por último, nosotros hemos visto la preparación en los sacrificios del Antiguo Testamento, hemos visto el cumplimiento en el sacrificio del Señor Jesús, en todos los aspectos, sea el holocausto, el sacrificio de paz, la ofrenda por el pecado, la ofrenda para expiación, incluso la oblación, la cual no estaba relacionada con la sangre porque era vegetal, cereal, y era ofrecida de una manera especial. Pero tenemos después un tercer tipo de sacrificio también en la epístola a los Hebreos capítulo 13, y con unos pocos comentarios sobre este asunto yo concluiría este tema enorme, del cual nosotros sólo podemos hacer un panorama general; pero el último punto lo encontramos en Hebreos 13:15: "así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre." Y añadimos otro versículo de 1ª. Pedro 2:5, donde se nos considera como la asamblea, no expresado en estas palabras, pero es claramente así: " vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo." Los sacrificios del Antiguo Testamento eran, en cierto sentido, tipos de Cristo y señalaban al cumplimiento. Luego vino la obra de Cristo, el cumplimiento, un sacrificio para todo el mundo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. No los pecados del mundo, lo que no significa que todos serán salvos, ni de lejos, pero ello es suficiente para todo el mundo, ninguno puede decir, «No es para mí.» Pero no es el universalismo que algunos sueñan, lo cual La Escritura no enseña. Pero tenemos entonces los sacrificios de los creyentes, del Nuevo Testamento. Nosotros no traemos sacrificios de toros y becerros y machos cabríos, y otros animales, pero, no obstante, la misma palabra es usada, y en 1ª. Pedro 2:5 se dice que son "sacrificios espirituales." Y en Hebreos 13 se dice que es el "fruto de labios", palabras, de los que confiesan Su nombre, de los que Le conocen, y que creen en Él, y que confiesan eso. Pero esto no es hacer una confesión de Cristo, son sacrificios, esto es adorar a Dios. Cuando consideramos los sacrificios del Antiguo Testamento nosotros veremos que todos eran traídos al Tabernáculo, o al templo; aquel era el lugar que Dios había escogido, Él quería ser venerado, donde quería ser servido; donde el pueblo de Dios se reunía, pero donde sólo a los sacerdotes se les permitía acercarse. Y ahora, en el Nuevo Testamento, vemos que nosotros, todos los cuales somos sacerdotes, (hemos visto eso muchas veces: no sólo somos hijos de Dios, sino que todos somos sacerdotes), todos nosotros nos podemos acercar al santuario verdadero del cual Hebreos 10 habla también, y quizás podríamos leer esto porque es leído a menudo, leído frecuentemente en las reuniones para adoración; Hebreos 10: 19 al 22, " Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura." Esa es la libertad que tenemos para entrar a la presencia de Dios; no hay ningún velo, ningún obstáculo, que impida la entrada a la presencia de Dios. Como Cristianos, nosotros estamos en libertad de entrar a la presencia de un Dios santo, del cual nosotros sabemos que es nuestro Padre amado; y este Padre amado es Aquel del cual el Señor Jesús dice a una mujer en Samaria, que el Padre busca adoradores; Dios busca adoradores y la hora vendrá "cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad." (Véase Juan 4). Y esto es lo que nosotros encontramos cuando hablamos acerca de adorar al Padre. Nosotros traemos los sacrificios, y hemos visto que todos los sacrificios del Antiguo Testamento señalaban a la obra única de Cristo. Todos esos sacrificios eran un recordatorio de la imposibilidad de hacer expiación, pero en el sentido típico, todos ellos señalaban a Cristo. Nosotros encontraremos, si el Señor lo permite, varios de estos sacrificios, especialmente el gran día de la expiación, en Hebreos 9 y Hebreos 10. Todos ellos apuntaban hacia Cristo, y entonces tenemos a Cristo, el sacrificio; el único sacrificio que no solamente fue agradable a Dios, sino que pudo cumplir todos Sus deseos. Y Él lo hizo.

 

Y tenemos ahora los sacrificios del Nuevo Testamento traídos nuevamente por hombres, por personas, por creyentes, por redimidos, lo cual habla de nada más, y de nadie más, que del Señor Jesús y Su sacrificio. Eso es la verdadera adoración Cristiana. Seamos claros acerca de ello: cuando nosotros adoramos a Dios como Creador, el Judío puede hacer lo mismo, y me atrevo decir que el Musulmán hace lo mismo cuando él adora a Dios como Creador; aunque yo digo que no tengo duda alguna de que el Alá del Corán no es idéntico al Dios de la Biblia. Pero ese es otro asunto. Pero adorar al Creador no es la adoración Cristiana específica; nosotros podemos hacer eso, pero si pensamos que esto es la cosa principal, entonces no hemos entendido en lo más mínimo lo qué es la verdadera adoración Cristiana. La adoración verdadera es: sacrificios, y los sacrificios traídos a Dios en el Antiguo Testamento hablan del Señor Jesús y Su obra; el sacrificio del Señor Jesús, (nosotros hemos visto eso, y eso está en el centro), y los sacrificios espirituales que nosotros podemos traer sólo pueden ser agradables a Dios, y es comprensible, si ellos tienen al Señor Jesús como su Objeto. Y si somos honestos con nosotros mismos, lo que deberíamos ser siempre, y honestos delante de Dios, entenderemos que Dios no se agrada en ninguna cosa sino en Su Hijo, en ninguno sino en Su Hijo, y en los que creen en Él. Nosotros hemos sido hechos aceptos en Él, nuestros sacrificios espirituales son aceptables a Dios por medio de Él. Entonces, ¿por qué traer alguna otra cosa a Dios, lo cual está, además, en peligro de ser una adoración Cainita? ¿Nuestras propias cosas? Tengamos cuidado, y seamos claros, amados. Pero cuando miramos alrededor en el Cristianismo, ¿dónde encuentran ustedes una real adoración en espíritu y en verdad? En Alemania, en el continente, ellos hablan acerca de alabanza y adoración, y son todas guitarras, todos coros, y repiten, repiten y repiten, acerca de lo cual muchos de los que están allí dicen, «Esto no está bien. Esto no es adoración en verdad.» Adoración en verdad significa una adoración que está de acuerdo con la revelación de Dios en nuestro tiempo, en la verdad presente, tal como Pedro dice. Y adoración en espíritu, no es con materiales, los materiales no son espíritu, y los instrumentos musicales no tienen nada que ver con el espíritu. De modo que esta no es la adoración espiritual y verdadera; dicha adoración es la que nosotros podemos traer si estamos en silencio delante del Padre, con la mirada fija en el Señor Jesús, y trayendo aquello que Él y Su amor y Su obra insondable, obra en nuestros corazones y puede ser expresado mediante el fruto de nuestros labios, las oraciones, los himnos que cantamos, que tienen un único y solo Objeto, la obra preciosa, el sacrificio precioso de nuestro Salvador Jesucristo, el cual será el centro de nuestra adoración en la eternidad. ¡Digno es el Cordero, el Cordero que fue inmolado que ha comprado por medio de Su sangre! Ese es el precio. Ese será eternamente el tono de nuestra adoración, y es el nivel más elevado que podemos alcanzar si lo hacemos esta noche.

 

Que el Señor nos ayude a comprender más, a comprender mejor, y a practicar, lo que significa: sacrificios para Dios.

 

Arend Remmers

 

 

Traducido desde el audio en Inglés con permiso del Autor por: B.R.C.O. – Julio 2016.-

Título original en inglés:
THE SACRIFICE, by Arend Remmers
Traducido con permiso

VERSIÓN INGLESA
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