EDIFICACIÓN ESPIRITUAL CRISTIANA EN GRACIA Y VERDAD

LA DIFERENCIA ENTRE LA MESA DEL SEÑOR Y LA CENA DEL SEÑOR (Robert F. Kingscote)

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La Diferencia entre la Mesa del Señor y la Cena del Señor considerada brevemente

 

Por R. F. Kingscote (1811 – 1893)

 

 

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:

 

BTX = Biblia Textual, © 1999 por Sociedad Bíblica Iberoamericana, Inc.

JND = Una traducción literal del Antiguo Testamento (1890) y del Nuevo Testamento (1884) por John Nelson Darby (1800-82), traducido del Inglés al Español por: B.R.C.O.

KJV1769 = King James 1769 Version of the Holy Bible (conocida también como la "Authorized Version").

RV = Revised Version, Published in 1881; public domain.

RVA = Versión Reina-Valera 1909 Actualizada en 1989 (Publicada por Editorial Mundo Hispano)

RVR1865 = Versión Reina-Valera Revisión 1865 (Publicada por: Local Church Bible Publishers, P.O. Box 26024, Lansing, MI 48909 USA).

VM = Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).

 

 

Contenido.

 

La Mesa del Señor

La Cena del Señor Relacionada con el Terreno de Reunión

La Cena del Señor

El Nuevo Pacto

 

 

La Mesa del Señor

 

1ª. Corintios 10: 14 al 22.

 

Las expresiones usadas en estos versículos son muy familiares para la mayoría de nosotros aquí; el versículo 16, por ejemplo, "La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?" Pero ellos comunican a menudo muy poco significado a nuestras mentes. Consideren el versículo 21: "No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios": cuán a menudo nosotros hablamos de la mesa del Señor sin ninguna idea clara acerca de la naturaleza del asunto. Nosotros decimos, «Tal persona ha sido recibida a la mesa del Señor, o ha sido apartada de la mesa del Señor»; algunos han llegado incluso a pensar que la mesa del Señor es aplicable a un cuerpo particular de Cristianos.

 

Es significativo que el versículo 21 es el único lugar en el Nuevo Testamento donde se encuentra la expresión "la mesa del Señor." Es también extraño que la expresión 'participantes de la mesa del Señor' sea usada rara vez por nosotros. La mayoría de nosotros, si se nos pregunta si acaso nosotros éramos 'participantes de la mesa del Señor', pensaría que se quería decir que estábamos 'participando de la cena del Señor'. Pero dos expresiones diferentes son usadas; en 1ª. Corintios 10 tenemos la mesa del Señor, y en 1ª. Corintios 11 tenemos la cena del Señor, y el Espíritu nunca usa dos expresiones diferentes sin algún propósito definido. La mesa es introducida antes de la cena, y yo pienso que nosotros debemos dilucidar un poco qué es ser un participante de la mesa del Señor, antes de que podamos estar en un estado apto para comer la cena del Señor de una manera Escrituraria.

 

Pues bien, yo pienso que se puede demostrar que todo hijo de Dios es un participante de la mesa del Señor, aunque él realmente pueda no tomar la cena, pero comer el pan y beber la copa sería la expresión exterior de ello. Es muy importante que esta verdad sea comprendida. Veamos, entonces, la relación en la cual la mesa del Señor es presentada aquí.

 

Al leer 1ª. Corintios 7 nosotros vemos que los Corintios habían escrito a Pablo acerca de ciertas dificultades, y él está respondiendo todavía esas preguntas en el capítulo que está ante nosotros. En 1ª. Corintios 7 él trata el tema del matrimonio; en 1ª. Corintios 8 trata aquello "en cuanto a lo sacrificado a los ídolos", y mientras él está tratando estos asuntos, la mesa del Señor es introducida — esa es la razón para la referencia a la idolatría en 1ª. Corintos 10:14. Los Corintios se habían convertido de todas las variadas formas de idolatría en los cultos Griego y Romano; y la idolatría involucraba la adoración de demonios. Cuando, en un primer momento, el hombre perdió el conocimiento del Dios verdadero, ellos comenzaron a deificar sus propias pasiones e imaginaciones; por ejemplo, Baco era el dios del vino, las Bacanales (o, festival en honor de Baco) eran una escena de excesos de todo tipo. El Diablo sacó ventaja de todo esto y adquirió un poder inmenso sobre el mundo. Estaba el oráculo de Delfos, por ejemplo, el cual respondía todas las preguntas y equivalía al espiritismo moderno; vemos de este modo que sus ídolos eran realmente representantes de demonios. Los Corintios preguntan, «¿Hemos de comer carnes sacrificadas a ídolos?» Pablo responde que si ellos comían a sabiendas se identificaban con los ídolos y tenían comunión con demonios, y dice que es imposible tener comunión con demonios y con el Señor al mismo tiempo.

 

Sin embargo, la expresión "la mesa del Señor" se encuentra en el Antiguo Testamento, y su uso allí ayuda a entender su significado en el Nuevo Testamento. En Malaquías 1:7, leemos, "Ofrecéis pan inmundo sobre mi altar… En eso que decís: ¡La mesa de Jehová es cosa despreciable!" Malaquías 1:7 – VM). El altar y la mesa, como vemos aquí, son idénticos, y esto es sustentado adicionalmente por otra referencia, Ezequiel 41:22: " La altura del altar de madera era de tres codos… Esta es la mesa que está delante de Jehová." Cuando vemos esto, nosotros entendemos mejor el significado de 1ª. Corintios 10:18, "Mirad a Israel según la carne; los que comen de los sacrificios, ¿no son partícipes del altar?" Este versículo es la llave para el pasaje, y Pablo lo usa como una ilustración; nosotros podríamos decir 'partícipes de la mesa', en lugar de "partícipes del altar", al ser la mesa y el altar idénticos.

 

La referencia a Israel "según la carne" y la ofrenda de paz en Levítico 3 sería una buena ilustración de ello. El nombre 'ofrenda de paz' es propensa a confundir un poco, ya que ella transmite la idea de hacer la paz con Dios, lo cual no es el pensamiento en absoluto. Es más bien el pensamiento de paz y prosperidad, tal como J. N. Darby lo traduce en la Biblia Francesa, 'sacrifice de prospérité' (sacrificio de prosperidad). Se trata de acción de gracias y alabanza, esencialmente una ofrenda de comunión. Dios tenía Su parte, Aarón y sus hijos las de ellos, el sacerdote que rociaba la sangre tenía la de él, y por último, el oferente tenía su parte. En Levítico 3 observen que el holocausto es el fundamento de la ofrenda de paz. De ese modo en Levítico 3:16, " el sacerdote hará arder esto sobre el altar."

 

Una expresión muy hermosa es usada aquí: la grosura es "el alimento de la ofrenda que se quema en olor grato a Jehová; toda la grosura es de Jehová. Estatuto perpetuo será . . . ninguna grosura ni ninguna sangre comeréis." (Levítico 3: 16 y 17 – JND). Por tanto, comer grosura, así como sangre, estaba prohibido. La grosura indica la energía de la voluntad interior; comparen con Deuteronomio 32:15, "Pero engordó Jesurún, y tiró coces" — la voluntad estaba en oposición a Dios. La grosura no era aquí de Jehová. En el Señor Jesús, hubo sumisión y consagración perfectas: "He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad." (Hebreos 10:7). Toda la grosura fue allí de Jehová.

 

Si la energía de nuestra voluntad no actúa de acuerdo con Dios, ello es pecado. La definición de pecado es un asunto serio. En la Versión Autorizada de la Biblia en Inglés (KJV1769) nosotros leemos, "el pecado es infracción de la ley." Esto es incorrecto, porque entonces no habría existido ningún pecado antes de la ley, y nosotros leemos en Romanos 5:13, "Antes de la ley, había pecado en el mundo." En la nueva traducción al Inglés (RV), es, "El pecado es iniquidad (o, acracia)." Es decir, cuando actuamos independientemente, nosotros actuamos sin ley; ello es pecado. Por ejemplo, existe una ley de gravedad; si la tierra se despegara de esa ley y siguiera un curso diferente, eso sería iniquidad, falta de ley, o acracia. Así que siempre que nuestra voluntad actúa independientemente de Dios, eso es iniquidad, o acracia, y la grosura no es de Jehová. ¡Qué perfección de obediencia y consagración a Dios hubo en Jesús, cuánto de aquello en lo cual el corazón de Dios pudo alimentarse con deleite infinito!

 

En Levítico 7:31, encontramos, "Y la grosura la hará arder el sacerdote en el altar, mas el pecho será de Aarón y de sus hijos. "El pecho es la sede de los afectos. Ahora bien, en Levítico 7:15 leemos que "se comerá en el día que fuere ofrecida", y en Levítico 7:18, leemos que "Si se comiere de la carne del sacrificio de paz al tercer día, el que lo ofreciere no será acepto", de hecho, "abominación será." ¿Por qué es eso? Es debido a que si algo del sacrificio era guardado, ello disociaba el acto de comer del sacrificio sobre el altar. Así es en Levítico 3:5, "Y los hijos de Aarón harán arder esto en el altar, sobre el holocausto", es decir, el holocausto es el fundamento de la ofrenda de paz. Entonces, este acto de comer del sacrificio no era como el acto ordinario de comer; al comer, ellos eran asociados con todo el olor grato del sacrificio delante de Dios, y en todo el valor que Él adjudicaba a aquel sacrificio.

 

En Levítico 1:4 hay una verdad maravillosamente dadora de paz. Esto es visto con respecto al holocausto. Ello habla de expiación, y es una manera hermosa de presentar el evangelio. "Pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto; y [el holocausto] será acepto en favor suyo, para hacer expiación por él." (Levítico 1:4 – VM). El acto de poner la mano sobre la cabeza era la identificación del oferente con todo el valor del sacrificio delante de Dios. No se trataba de lo que el oferente era; la pregunta era, ¿Qué valor adjudicaba Dios al sacrificio? Si la ofenda era aceptada, el oferente era aceptado; si la ofrenda era rechazada, él era rechazado también.

 

El evangelio es expresado así a menudo: «¿Ha aceptado usted a Cristo como su Salvador?» Esto es bastante sencillo, y aun así nuestros corazones crean una dificultad incluso a partir de esto, y las almas están en duda en cuanto a si acaso ellas han aceptado el evangelio o no. Pero ello llega a ser solemnemente más sencillo si lo expresamos de esta manera: ¿Ha aceptado Dios el sacrificio por usted? Puede haber sólo una respuesta a eso, y todas las dudas terminan; nosotros somos aceptados en todo el olor grato del sacrificio de Cristo; en lugar de nuestra enemistad natural está allí solamente la consagración de Cristo hasta la muerte. "Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar." (Juan 10:17). El Padre debe amar al Hijo. ¿En qué medida hemos nosotros captado el hecho de que estamos en el mismo olor grato delante de Dios, como el propio Cristo está? Todo el asunto está resuelto de una vez para siempre, y nosotros somos aceptados. Este es el fundamento de la ofrenda de paz, donde la acción de gracias es ofrecida.

 

Pues bien, todo esto está relacionado con la mesa del Señor a modo de ilustración, y cuán maravilloso sería si nos implicásemos en ello.

 

Habiendo considerado la ilustración del Antiguo Testamento, nosotros vemos mejor el significado de 1ª. Corintios 10:18; el apóstol bien podría decir igualmente aquí, «Los que comen de los sacrificios, ¿no son 'partícipes de la mesa?'»; y ser partícipes de la mesa del Señor es estar en todo el valor del sacrificio de Cristo delante de Dios, y la expresión externa de esto está en 1ª. Corintios 10: 16 y 17: "La copa de bendición que bendecimos" y, "El pan que partimos." Es evidente que bendecir y acción de gracias son la misma cosa. En 1ª. Corintios 14:16 ("Porque si bendices sólo con el espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias?"), 'bendecir' y 'acción de gracias' son lo mismo.

 

Es importante ver que hay aquí dos expresiones de comunión, — comunión con y comunión de. Nosotros hablamos usualmente de comunión unos con otros más en el sentido de 1ª. Juan 1:7, pero, en 1ª. Corintios 10:16 no es comunión con, sino comunión de. Se debe observar aquí que las palabras "comunión" (1ª. Corintios 10:16), "partícipes" (1ª. corintios 1:18), todas representan la misma 'palabra raíz' del original, la cual presenta la idea de compartir en común. Consideren Lucas 5:10: "compañeros de (κοινωνός)" es la misma palabra que "partícipes (κοινωνός)" aquí en 1ª. Corintios 10:18, es decir, participantes en común de la primera pesca. Pero en Lucas 5:7, "compañeros (μέτοχος)" es una palabra diferente, significando que ellos no compartían el pescado sino el privilegio de pescar en el lago. Esta es la palabra usada en Hebreos 6:4, "hechos partícipes (μέτοχος) del Espíritu Santo, donde las personas pueden compartir en los privilegios del Cristianismo y estar perdidas. Nuestro uso de la palabra 'compañero' muestra el pensamiento. El compañerismo, o comunión, de la sangre de Cristo es el compartir en común con todos los hijos de Dios en todo el valor de Su muerte maravillosa. Hay tres 'comuniones de' en las epístolas a los Corintios:

(1) 1ª. Corintios 1:9: " la comunión de Jesucristo nuestro Señor." (1ª. Corintios 1:9 – VM). Toda la iglesia verdadera está llamada a ella. Es "comunión de" y no 'comunión con', y significa que nosotros compartimos las bendiciones en común con todos los santos de estar asociados de manera viva con el Hijo de Dios, al otro lado de la muerte;

(2) 1ª. Corintios 2:16: "la comunión de la sangre de Cristo… la comunión del cuerpo de Cristo" y,

(3) 2ª. Corintios 13:14: " la comunión del Espíritu Santo." Para muchos, tal como es usada ahora, esta expresión es meramente una señal del final de un servicio, pero, ¿qué significa? Significa que nosotros compartimos con todos los Cristianos verdaderos los resultados de la morada del Espíritu Santo aquí y de Su poder para hacer realidad la verdad en nuestras almas. Pero, obviamente, cada uno de estos es un tema en sí mismo.

 

En 1ª. Corintios 10:16, la copa precede al pan, pero en 1ª. Corintios 11 el orden es invertido. Nosotros deberíamos pensar que es extraordinario si uno da gracias por la copa antes del pan. ¿Por qué la copa es puesta en primer lugar en 1ª. Corintios 10? Ello es debido a que el pensamiento de la reunión del pueblo del Señor no es aquí el pensamiento prominente, sino más bien nuestra asociación con la muerte de Cristo, y por eso la copa es puesta en primer lugar. Cuando nosotros bebemos el vino, ¿qué pensamiento ello trae a nuestra mente? Uno se apropia del vino y es ingerido en el cuerpo, pero esto es solamente una expresión externa de la verdad bienaventurada de que el creyente en Jesús está identificado con todo el valor de la muerte de Cristo delante de Dios; se trata de un pensamiento maravillosamente dador de paz. Ello significa incluso más que eso. La muerte de Cristo abrió las compuertas del amor de Dios para el hombre; fue el amor de Su corazón lo que dio lugar a todos Sus propósitos de gracia. Pero la cuestión del pecado tenía que ser resuelta primero. "De un bautismo tengo que ser bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla!" (Lucas 12:50). Ese bautismo se cumplió en Su muerte, y la plenitud del amor del corazón de Dios puede fluir ahora para nosotros, y nuestros corazones se pueden explayar en amor a Él. Esto es lo que Él desea.

 

Se ha de observar, pues hay un significado en ello, que, mientras en 1ª. Corintios 11 es el Señor Jesús quien da gracias, aquí es "[nosotros] bendecimos (1ª. Corintios 10:16). En este capítulo hay algo del aspecto de la responsabilidad y tenemos también "la comunión del cuerpo de Cristo." La última expresión comunica el pensamiento, en la Escritura, de que el hombre en la carne ha llegado a su fin, por ejemplo, Romanos 7:4: "Habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo." Cuando nosotros tenemos la expresión "cuerpo de Cristo" ella parece comunicar la verdad del fin de todo lo que nosotros somos por naturaleza en Su muerte; Hebreos 10:10: "Somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre", y "el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos" (Hebreos 2:11); así como también en Colosenses 1:22, "os ha reconciliado en su cuerpo de carne, mediante su muerte."

 

Nosotros somos siempre, durante toda la semana, 'partícipes de la mesa del Señor', y si fuésemos consistentes con la verdad de esto, nosotros deberíamos rechazar — tanto en cuanto a nosotros mismos como a nuestras asociaciones, aquello de lo cual la muerte de Cristo nos ha libertado.

 

En 1ª. Corintios 10:22 el celo es introducido; ello es debido a que está relacionado íntimamente con la idolatría (1ª. Corintios 10:14). Esto es mostrado por los dos primeros mandamientos (Éxodo 20: 4 y 5). "Inexorables como el sepulcro son los celos." (Cantares 8:6 – VM). Es porque Él nos ama tanto que el Señor es celoso; Él no puede soportar ver nuestros corazones divididos. Se ha preguntado si acaso "huíd de la idolatría" (1ª. Corintios 10:14) es aplicable a nosotros ahora. Ciertamente lo es; la última advertencia en 1ª. Juan 5:21 es, "Guardaos de los ídolos." Un ídolo es cualquier cosa que usurpa el lugar de Dios en el corazón. Nosotros somos partícipes de la mesa del Señor durante toda la semana, siendo la "cena" en el día del Señor la expresión exterior de ello. Y esto significa que nosotros estamos identificados con todo el valor del sacrificio de Cristo delante de Dios, y deberíamos rechazar todo lo que no es conforme a Él. Que Dios pueda conducirnos y ayudarnos a comprenderlo más plenamente.

 

La Cena del Señor y el Terreno de Reunión

 

1ª. Corintios 11: 17 al 34

 

La semana pasada nosotros estuvimos hablando de la mesa del Señor, y el pensamiento principal en el asunto que es expuesto en 1ª. Corintios 10 se encontraba en el versículo 21: el participar de la mesa del Señor, lo cual es un hecho absoluto, verdadero acerca de todo Cristiano; es el hecho de participar en todo el valor de la muerte de Cristo delante de Dios, y esto es expresado en el partimiento del pan, cuando realmente partimos el pan y bebemos la copa. Somos nosotros quienes partimos el pan en 1ª. Corintios 10; aquí en 1ª. Corintios 11 es el propio Señor el que lo hace: "el Señor Jesús...  tomó pan; y habiendo dado gracias, [Él] lo partió... [Él] tomó también la copa, después de haber [Él] cenado." (1ª. Corintios 11: 23 al 25). Cuando nosotros realmente tomamos el pan, lo asimilamos, y llega a ser parte de nosotros mismos. Esta es una figura de lo que nosotros hacemos en el partimiento del pan; nosotros somos identificados delante de Dios en todo el valor de Cristo ofrecido una vez. Cada vez que tenemos la expresión "el cuerpo de Cristo", el completo final de nosotros mismos como hombres en la carne es contemplado, tal como vimos claramente la semana pasada. ¿Cuál es, entonces, el resultado práctico? Uno casi tiene miedo de hablar de ello. Nosotros somos siempre partícipes de la mesa del Señor. Cuán feliz sería entonces si nosotros no permitiésemos nada en nosotros y en nuestras asociaciones de aquello de lo cual la muerte de Cristo nos ha libertado, y quitásemos de nosotros todo lo que caracteriza al viejo hombre en consistencia con la verdad de "el pan que partimos" — y, lo mismo con la verdad de la copa. Oh, que ello pueda ser así con respecto a nosotros. Y es bienaventurado saber que no se trata de lo que nosotros somos en nosotros mismos, sino de lo que nosotros somos delante de Dios en todo el valor infinito del sacrificio de Cristo, y aceptados en todo el olor grato de lo que Cristo es para Dios.

 

1ª. Corintios 10 muestra de qué manera el justo amor de Dios sale a nosotros, y nosotros respondemos en alabanza y adoración a Él. Si somos consistentes con esto, no deberíamos consentir nada de aquello de lo cual Su muerte nos ha libertado, ya sea natural, mundano, o religioso. Es una cosa tremenda cuando ustedes piensan en ello.

 

En 1ª. Corintios 10, el hecho de reunirnos, aunque está implicado, no es el pensamiento principal; pero sí lo es en el caso de la cena del Señor. La aparición frecuente de las palabras "os reunís" demuestra esto; las tenemos en 1ª. Corintios 11: 17, 18, 20, 33 y 34. La asamblea se reúne en tres ocasiones diferentes en esta epístola: en 1ª. Corintios 5, para mantener la santidad de la casa de Dios quitando a una persona inicua; aquí, en 1ª. Corintios 11, para comer la cena del Señor; y en 1ª. Corintios 14, de una manera más general, para edificación.

 

No estaría de más considerar el hecho de reunirse, porque es una gran cosa que todos nosotros entendamos su importancia, viendo que la manera divinamente designada es que todos los Cristianos deberían reunirse así.

 

En primer lugar, "al reuniros en asamblea" ("Pues, en primer lugar, oigo que al reuniros en asamblea…" 1ª. Corintios 11:18 – VM) presenta el carácter de la reunión; "en un mismo lugar" ("Cuando pues os reunís en un mismo lugar…" 1ª. Corintios 11:20 – VM) indica la localidad. Yo pregunto a aquellos que acostumbran a reunirse así, ¿Han ustedes pensado alguna vez qué implica reunirse en asamblea? Es de la más alta importancia ver qué dice la Escritura acerca del asunto, y sólo expondré ahora lo que pienso que ello engloba y los remitiré después a ustedes a la Escritura para demostrarlo.

 

En primer lugar, lo que no es: no es una reunión para oír un discurso, o una predicación del evangelio, donde uno ejercita su don en dependencia del Señor en comunión con los hermanos de uno, tampoco una reunión de lectura sería reunirse en asamblea, donde sabemos antes de manera habitual lo que vamos a leer, y donde nosotros leemos las Escrituras y hablamos juntos acerca de ellas, contando con Dios para Su bendición. Aquí está lo que significa reunirse "en asamblea."

 

En primer lugar, nosotros nos reunimos como miembros del cuerpo de Cristo. "Nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan." (1ª. Corintios 10:17). Sería imposible aplicar esto literalmente y pensar en todo Cristiano en toda parte del mundo reunidos en un solo lugar, y participando de un mismo pan real. Pero nosotros nos reunimos como miembros del cuerpo de Cristo, tomando en cuenta a todos los miembros. En este versículo "todos participamos" significa todos los Cristianos. Entonces, nosotros nos reunimos así; y ciertamente, es deseable que todos tengan un sentido correcto del hecho de ser miembros del cuerpo de Cristo.

 

Además, nosotros reconocemos, cuando estamos reunidos así, esa verdad maravillosa de que el Espíritu Santo ha descendido para morar en la tierra después de la glorificación de Jesús, que la iglesia es la morada de Dios por el Espíritu. Otra cosa, cuando estamos reunidos, Dios, mediante el Espíritu, está actuando allí para ordenar y dirigir todo lo que se ha de hacer. Esta es una verdad muy importante, aunque muchos tienen poca conciencia de ella; pero, cuán importante es que todos puedan ver, al leer la Escritura, el terreno en el cual Dios consentiría que Sus santos se reuniesen. Supongan que alguien les dijese: «Yo vine a su salón de reunión la otra mañana y fue bastante diferente a cualquier cosa que yo había visto anteriormente; hubo largas pausas, y pareció que nadie quería tomar la iniciativa, pero todo fue muy solemne e impresionante; yo no he visto jamás algo parecido. ¿Podrían ustedes explicar por qué se reúnen de esta manera? ¿Fue este un invento de algún hombre?» ¿Qué respuesta ustedes le darían? ¿Podrían ustedes presentar una justificación Escrituraria para esto? Algunos dan por hecho que ello es correcto, y, en realidad, tienen un sentido claro de que ello es según Dios, pero nosotros deseamos obtener la justificación de la Escritura y conocer el poder de ella. Por ejemplo, ¿cree usted realmente que Dios mismo está efectivamente allí, cuando nos reunimos en la asamblea de los santos? El hecho de ser consciente de ello, ¿no produciría una conducta apropiada y una reverencia decorosa en nosotros? Cuando nosotros, como niños, íbamos 'a la iglesia', teníamos que comportarnos de manera adecuada, mostrar la debida reverencia, quitarnos el sombrero, etcétera, porque se nos decía que era la casa de Dios. ¡Cuánta más reverencia corresponde a aquellos que están en la presencia de Dios en la asamblea de Sus santos! En 1ª. Corintios 14; 24 y 25 un hombre no convertido reconoce la presencia de Dios allí. ¡Qué realidad maravillosa debió ser ello!

 

Eso es, entonces, lo que yo creo que "Cuando pues os reunís en un mismo lugar…" 1ª. Corintios 11:20 – VM) significa, pero acudamos a unas pocas Escrituras. En primer lugar, tiene importancia entender el hecho de que el Espíritu Santo es una Persona Divina y el hecho de Su presencia aquí; es una cosa muy real conocer la presencia en esta tierra de una Persona Divina desde el día de Pentecostés. Por ejemplo. En el caso de Ananías y Safira en Hechos 5, ¿qué dice Pedro? "¿Por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo…? . . . No has mentido a los hombres, sino a Dios." (Hechos 5: 3 y 4). El Espíritu Santo es Dios, pero nosotros somos propensos a pensar en Él como una mera influencia. También, en Hechos 10, cuando Pedro estaba reflexionando acerca de la visión, el Espíritu le dijo, "desciende y no dudes de ir con ellos, porque yo los he enviado." (Hechos 10:20). ¿Acaso esto no demuestra la Personalidad, si puedo expresarlo así, del Espíritu? De modo que la iglesia en la tierra es la morada de Dios por el Espíritu (Efesios 2:22 - RVR1865). Salomón estuvo absolutamente asombrado ante la idea: "¿Es verdad que Dios ha de habitar con el hombre en la tierra?" él preguntó en la dedicación del templo (2º. Crónicas 6:18). Sin embargo esto es cierto, es un hecho desde Pentecostés.

 

Por lo tanto, ¿Qué autoridad tenemos nosotros para decir que cuando estamos reunidos así el Espíritu Santo guía y dirige efectivamente? Consideren 1ª. Corintios 14:23, donde tenemos una expresión similar a 1ª. Corintios 11:20: "Cuando pues os reunís en un mismo lugar" (1ª. Corintios 11:20 – VM) y tenemos aquí "Si pues toda la iglesia estuviere reunida en un mismo lugar." (1ª. Corintios 14:23 – VM). ¿De qué consiste esta iglesia o asamblea? (véase 1ª. Corintios 14:33). "Dios no es Dios de confusión, sino de paz, como sucede en todas las iglesias de los santos." (1ª. Corintios 14:33 – VM). La asamblea o iglesia no es una compañía mezclada de salvos y no salvos, sino una asamblea de santos, aunque un incrédulo pudiera entrar en el lugar donde la asamblea estuviese reunida; y si todos profetizaran, él se postraría sobre su rostro y adoraría a Dios y declararía que "verdaderamente Dios está entre vosotros." (1ª. Corintios 14: 24 y 25).

 

Es muy hermosa esta compañía compuesta solamente de santos. Dios (por el Espíritu) en todas las asambleas de los santos. Dios está allí guiando y dirigiendo lo que se ha de hacer en la asamblea de los santos. Y este capítulo muestra la libertad cuando nos reunimos para que todo hermano tome parte, guiado por el Espíritu. Muchos pasan por alto 1ª. Corintios 14 y leen 1ª. Corintios 13 y van directamente a 1ª. Corintios 15 y sin embargo, hasta donde yo sé, este es el único capítulo en la Biblia que presenta el funcionamiento interno de la asamblea cuando está reunida. De ahí su importancia.

 

Consideremos uno o dos puntos. En 1ª. Corintios 14:15 nosotros leemos: "¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento." Ellos oraban y cantaban en la asamblea como conducidos por el Espíritu. En 1ª. Corintios 15:19, tenemos la enseñanza en la asamblea; y en 1ª. Corintios 14:24, la profecía. Los profetas en el Nuevo Testamento son aquellos que comunican el pensamiento de Dios para el momento a Sus santos, como para alcanzar la conciencia. De ahí la exhortación: "No menospreciéis las profecías." (1ª. Tesalonicenses 5:20) — no la enseñanza; y nosotros debemos tener cuidado de no prescindir de estas profecías dadas por Dios como inaplicables a nosotros, o como mereciendo poca atención. En 1ª. Corintios 14:24, la conciencia es alcanzada y la persona es traída a la presencia de Dios mediante la profecía de todos, y él admite que Dios está verdaderamente en ellos. Ha habido reuniones en las que hubo tal conciencia de la presencia de Dios que habría sido una intrusión el hecho de que cualquiera se hubiera levantado a ministrar o enseñar. Es importante que todos debieran tener conciencia de la real presencia de Dios cuando los santos están reunidos, y los niños debieran ser enseñados a comportarse de manera apropiada en consecuencia.

 

1ª. Corintios 14:26: "¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación." El apóstol no critica el hecho de que ellos tengan una revelación o doctrina; lo que Él dice es: «Aunque a decir verdad, si usted toma parte en la asamblea, que ello sea para edificación: porque ello no significa que aquello de lo cual yo estoy disfrutando personalmente es para edificación general; es un asunto acerca de la guía del Espíritu.» Las lenguas (idiomas) fueron un don en aquel entonces, pero ellas han cesado ahora: "Dios no es Dios de confusión, sino de paz." (1ª. Corintios 14:33). Esa es, entonces, la autoridad Escrituraria que Dios, mediante el Espíritu, está en la asamblea de los santos para ordenar y dirigir.

 

Nosotros podemos mencionar, a propósito, 1ª. Corintios 14: 34 y 35. Las mujeres tienen su lugar en el servicio del Señor así como los hombres, y pueden servir a menudo de una manera en que los hombres no pueden. ¡De qué manera tan hermosa el servicio de las mujeres es introducido en los Evangelios! "Le servían de sus bienes." (Lucas 8:3). ¿Qué mayor servicio podían María y Juana y las demás haber realizado que ministrar (servir) a Jesús las cosas que Él necesitaba? Miren cuán prominente son también las mujeres ante la cruz y en el sepulcro. Tenemos después a Febe (Romanos 16:1) y, en los Hechos, a Priscila, la cual trabajaba con su esposo Aquila. Ellos lo hicieron bien con Apolos; le expusieron toda la verdad del Cristianismo en las líneas de Hebreos 6:1: Cristo resucitado y glorificado, y el Espíritu Santo descendido; porque anteriormente él "solamente conocía el bautismo de Juan." (Hechos 18: 24 al 26).

 

"Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor." (1ª. Corintios 14:37). Este versículo está formulado de manera muy firme. El hecho de reunirse de la manera descrita en este capítulo es el mandamiento del Señor. No se nos permite reunirnos como creamos conveniente, sino que nosotros tenemos instrucciones Divinas en este capítulo en cuanto a la reunión de los santos.

 

Suponiendo que una asamblea compuesta de personas no convertidas se reuniese de esta manera, qué confusión habría allí sin un líder y sin organización preestablecida; pero nosotros nos reunimos aquí no conociendo en absoluto lo que se va hacer o quién tomará parte, pero todo es armonía porque el Espíritu Santo guía y dirige todo, y el resultado es paz y edificación. Y no solamente los que realmente toman parte, sino todos los presentes, hermanas así como hermanos esperan en el Señor. ¿Por qué nosotros tenemos pausas en la asamblea? ¿Acaso no es porque estamos sentados en la presencia de Dios y esperando que el Espíritu Santo guie y dirija? Pues bien, el apóstol dice a los Corintios, «Si alguno toma el lugar de declarar el pensamiento de Dios, o de ser espiritual, reconozca, etc.» Si alguno está en ignorancia, que él asuma el lugar de estarlo, para que pueda aprender. Actuar conforme a la verdad que fue establecida en el principio y llevar a cabo estos mandamientos del Señor, es lo que debería distinguirnos, pero es necesario que se nos recuerde acerca de ello y que se haga que lo veamos en poder y realidad.

Lo que nos llevó a desviarnos de 1ª. Corintios 11 fueron las expresiones " reuniros en asamblea" (1ª. Corintios 11:18 – VM), y " un mismo lugar" (1ª. Corintios 11:20 – VM). El apóstol tuvo que decir a los Corintios que cuando ellos se reunían, eso no era comer la cena del Señor. Hay una expresión muy hermosa en Hechos 20:7: "Reunidos los discípulos para partir el pan." Muy sencillo, pero implicando un vasto asunto. Nosotros nos reunimos el primer día de la semana para partir el pan. ¿Qué expone el partimiento del pan? Ello trae ante nosotros al propio Señor en todo Su amor, y entonces, como siendo dirigidos por el Espíritu, nosotros derramamos nuestra adoración y alabanza a Él. Pero no es que nosotros nos reunimos para oír un sermón, o para realizar una reunión, o incluso para adorar; nosotros nos reunimos para partir el pan. Esto es lo que los Corintios no hacían.

 

La expresión 'reunirse en un mismo lugar para comer la cena del Señor' yo creo que implica más que el partimiento del pan mismo; ello implica penetrar en la verdad de lo que la cena del Señor significa realmente. Los Corintios, comiendo el pan y bebiendo la copa, no eran conscientes del significado de la cena.

 

 

La Cena del Señor

 

1ª. Corintios 11: 17 al 34

 

Ustedes recordarán que en ocasiones anteriores nosotros hablamos de la mesa del Señor en 1ª. Corintios 10. Y vimos que aquello que marca la verdad de la mesa del Señor es nuestra asociación con la muerte de Cristo en todo lo que ella ha logrado y en todo aquello a lo cual ella ha puesto fin, con respecto a nuestra historia como raza de Adán. No se habla de la reunión real hasta 1ª. Corintios 11, aunque está implicada aquí (1ª. Corintios 10: 16 y 17). Cuatro de cinco veces la reunión es mencionada y en esta ocasión los Corintios se reunían — o deberían haberse reunido— para comer la cena del Señor. En el capítulo 10 Pablo dice, "Porque habiendo un solo pan, nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo; porque todos participamos de aquel pan, que es uno solo" (1ª. Corintios 10:17 – VM); de modo que esto, tal como vimos anteriormente, incluye a todo creyente. Yo supongo que jamás ha sido cierto que todos los Cristianos hayan partido realmente un solo pan; el pensamiento es un pensamiento moral, pero incluye a la iglesia completa. Reunirse en asamblea es, como mencionamos en 1ª. Corintios 14, entender la verdad maravillosa de la presencia del Espíritu Santo y darse cuenta de que Él está allí para ordenar y dirigir todo. De modo que, cuando nosotros nos reunimos, debería haber una conciencia de que estamos en la presencia inmediata de Dios mismo.

 

Aquí, en 1ª. Corintios 11:20, él dice, "Cuando pues os reunís en un mismo lugar, no es para comer la Cena del Señor" (1ª. Corintios 11:20 – VM). Aunque profesando hacerlo, los Corintios no comían la cena del Señor. De modo que nosotros inferimos que tomar la cena del Señor no significa meramente comer el pan y beber el vino, sino penetrar en toda la verdad de su profundo significado. No se trata de un asunto de doctrina, sino de los afectos. La sencillez de la descripción es muy sorprendente. El más novato converso puede entenderlo fácilmente, sin embargo y al mismo tiempo, el santo más longevo no puede alcanzar el fondo de ello. Algunos de nosotros lo sabemos desde hace años, y si ello fuese una invención humana, cuán cansados de ello deberíamos haber estado antes de ahora, en lugar de lo cual ello se nos hace claro con tal poder y frescura que comenzamos a pensar que apenas lo hemos considerado en absoluto.

 

Antes que nosotros abordemos la descripción real de la cena del Señor, veamos en qué carácter nosotros nos reunimos así. La cena del Señor no tiene en perspectiva el perdón de pecados o el hacernos aptos para la presencia de Dios. Yo sé que en Mateo tenemos introducida la expresión "para remisión de los pecados" (Mateo 26:28), pero ese es uno de los términos del nuevo pacto acerca del cual la copa nos habla, y Mateo nos presenta el aspecto expiatorio, porque son solamente aquellos que conocen el perdón y tienen paz con Dios los que pueden comer la cena del Señor. Yo planteo la pregunta acerca de cada uno: ¿Cómo piensa usted que el Señor nos ve cuando estamos reunidos? La verdad misma de Su cuerpo entregado y Su sangre derramada, sería la respuesta Escrituraria, y muestra que Él no nos considera como pecadores o hijos caídos de Adán. Nosotros nos reunimos — es importante entender esto — como Sus hermanos. ¡Una expresión maravillosa! ¿Hemos nosotros penetrado individualmente en la verdad del hecho de ser Sus hermanos? Nosotros pensamos en Hebreos 2:11: "Por esta razón, él no se avergüenza de llamarlos hermanos." (Hebreos 2:11 – RVA). ¿Cuál razón? La razón es porque ellos "de uno son todos" (Hebreos 2:11), al igual que Él mismo, libres de Adán, y asociados de manera vital con el Hijo de Dios resucitado al otro lado de la muerte. ¿Hemos nosotros penetrado individualmente en la verdad de ser Sus hermanos?

 

Él nos ve también como Sus amigos; lo que me conduce a esto es Juan 15:13: "Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos." El capítulo 13 del evangelio de Juan comienza con una sección nueva del evangelio, en la perspectiva de Su pasar de este mundo al Padre. Lean Juan 13:1. Jesús sabía que Él iba a dejar este mundo e ir al Padre, y no sólo eso, sino que Él sabía que el Padre Le había dado todas las cosas en Sus manos (Juan 13:3). ¿Sabe usted lo que eso significa? Él era consciente de que todos los propósitos eternos del Padre antes de que el mundo comenzara estaban asignados a Él. Piense usted entonces en toda la verdad de esos capítulos, Juan 13 al 17 incluidos. ¿Le ha llamado a usted la atención alguna vez el hecho de que Juan, el discípulo amado, aquel que estaba siempre más cerca de Jesús, el que se recostaba cerca de Su pecho, nunca dice una palabra acerca de la cena? Usted pensaría que él habría sido aquel que debería haberlo hecho. No, pero es muy hermoso e instructivo que en lugar de presentar un relato de la cena real (en Juan 13 al 17, donde tenemos lo que aconteció en el aposento alto), Juan trae ante nosotros toda la verdad que el Espíritu de Dios trae ante nosotros en la cena.

 

¿Cómo comienza Él? Jesús está partiendo de este mundo, y los Suyos son dejados aquí abajo todavía, pero Su amor es todavía el mismo — y esa es la cosa misma que se presenta ante nosotros en la cena. Y en primer lugar, Él comienza a eliminar todos los interrogantes acerca de la aptitud de ellos para ello; eso está resuelto, porque Él dice a Pedro: " El que ha sido bañado (bañar a la persona entera — una palabra diferente es usada para 'bañar' y 'lavar') no tiene necesidad de lavarse sino los pies, pues está todo limpio" (Juan 13:10 – BTX). ¿Qué entiende usted mediante eso? Cuando un sacerdote era consagrado, él era bañado por completo, y eso era hecho una vez solamente; él no era lavado en sangre. El cuerpo bañado significa que usted está "todo limpio", no meramente con respecto a los pecados; todo lo que nosotros somos como hijos caídos de Adán ha terminado, en la muerte de Cristo, y nosotros somos aptos para una escena donde el pecado no puede entrar jamás. El agua, así como la sangre, fluyó del costado del Cristo muerto; y la sangre paga mi culpa, el agua paga mi estado por naturaleza.

 

Luego, en Juan 15 leemos, "Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos." (Juan 15:13). Yo pienso que la estrofa del himno que nosotros cantamos:

Ningún hombre puede presumir de mayor amor

Que el morir por su amigo;

Tú moriste por Tus enemigos,

¿Qué amor puede con el Tuyo competir? [*]

impide que las personas aprecien el significado de esta Escritura. El pensamiento expresado en el himno es bastante diferente del pensamiento del Señor en Juan 15. En el himno nosotros pensamos en nosotros mismos como siendo Sus enemigos, lo cual es exactamente lo contrario a "Vosotros sois mis amigos" (Juan 15:14). ¿Por qué somos nosotros Sus amigos? Porque todas las cosas que Él ha oído de Su Padre nos las ha dado a conocer (Juan 15:15).

 

[*] N. del T.: traducción libre de la tercera estrofa del himno "O BLESSED Saviour, is Thy love" compuesto por Joseph Stennett (1663-1713).

 

¿Somos nosotros conscientes de que estamos 'del todo limpios', bañados una vez para siempre; acabados en cuanto a nuestra vida como hijos de Adán; muertos para todo aquel orden de cosas, y viviendo en Él en vida de resurrección más allá de la muerte; de que somos Sus amigos, Sus hermanos? Si somos conscientes de todo esto, ello marca la diferencia, porque ello nos libera para pensar en Él. La perfección de Su amor Le hizo descender a la muerte por Sus amigos. Si nosotros penetramos en esto, no deberíamos estar ocupados con nuestra aptitud y así sucesivamente, sino que deberíamos desbordarnos con alabanza y adoración, cuando vemos Su gloria y hermosura, y pensamos en Su amor, en el cual nosotros mismos nos sumergimos. Se trata de una verdad muy sencilla pero no obstante, una verdad real; que nosotros no seremos amados más en la gloria que ahora, ni seremos más aptos. Es absolutamente cierto que nosotros nos vemos obstaculizados, dado que estamos aún, en cuanto a nuestros cuerpos, vinculados con Adán, pero "como él es, así somos nosotros en este mundo." (1ª. Juan 4:17).

 

Consideremos ahora lo que esta Escritura, 1ª. Corintios 11, nos dice acerca de la cena del Señor. La primera frase de 1ª. Corintios 11:23 es muy importante: "Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado." Pablo había recibido la verdad de la cena del Señor, no de Pedro o Juan, sino como una revelación especial del Señor después que Él hubo ascendido a la gloria. Ahora bien, ¿acaso no demuestra esto que el Señor piensa en la cena, y de qué manera Él aprecia nuestra recordación de Él y nuestra respuesta a Su amor? Su propio corazón de amor, el cual Le hizo descender a la muerte, da esta revelación a Pablo, el apóstol de los Gentiles. Los Judíos podrían haber dicho por otra parte que, relacionada con la pascua como ella estaba, la cena era sólo para Judíos — pero el señor la da a Pablo como un mensaje claro y directo a los Gentiles.

 

Yo no puedo concebir cómo cualquier Cristiano puede ser feliz si él no participa de la cena del Señor. Algunos piensan que no es esencial hacerlo, pero eso es una cosa muy deficiente. Otros piensan que es muy bienaventurado, pero temen no estar a la altura para hacerlo, y que eso demostraría ser contradictorio con ella en su diario andar. Muchos Cristianos, además, piensan que ellos no son dignos, por confundir el significado de 1ª. Corintios 11:29: "Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí." ¿Qué es comer y beber indignamente? Yo conocí a alguien que se consideraba indigno de comer la cena del Señor. Resultó que tuvimos una lectura acerca de Lucas 20: 34 al 36, mediante la cual ella ha sido ayudada enormemente. Ella había visto que aquellos que "fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo" eran aquellos que no tenían ningún mérito propio, sino que confiaron en la valía de Otro, como para obtener aquel siglo y estar con Cristo en la gloria. Así que le dije, «Ciertamente, si usted es considerada digna de alcanzar aquel siglo, usted es digna para comer la cena del Señor.» Pero todavía no estaba satisfecha. Yo no supe que decir; ella venía aún a la reunión pero no podía entender su forma de comer la cena del Señor. Yo le dije por último, «¿Ha pensado usted alguna vez que el hecho de que su recordación del Señor Jesús en el partimiento del pan Le daría a Él gozo?» Ella respondió, «Oh no; yo había pensado solamente en mi aptitud.» A lo que respondí, «Bueno, créame que daría a Su corazón gozo positivo el hecho de ver una respuesta de parte suya a Su amorosa petición.» Después de eso todo estaba claro.

 

¿Se acuerdan ustedes del hogar en Betania, donde Jesús pasó la mayoría de los seis últimos días de Su vida aquí? ¿Por qué Él fue allí, a Marta, María, y Lázaro? Ah, hubo allí corazones que apreciaban Su compañía y valoraban Su amor en contraste con la frialdad, dureza de corazón, y odio del mundo alrededor. El Señor subió al cielo desde Betania (Lucas 24: 50 y 51), y esa Betania ha continuado incluso hasta ahora (N. del T.: conocida actualmente como Al-Azarîyeh), pues el Señor tiene, en medio de un mundo que Le aborrece y Le crucificó, gozo positivo en la respuesta de los Suyos a Su amor. Es muy hermoso ver ese aspecto, y esa es la razón por la cual no puedo imaginar cómo uno que pertenece al pueblo del Señor puede abstenerse de comer la cena del Señor.

 

Como puedo no tener una oportunidad de hablar de ello nuevamente, sólo me gustaría decir una palabra acerca de 1ª. Corintios 11:29. No se trata aquí de ser digno de comer, sino de comer indignamente — "sin discernir el cuerpo del Señor." ¿Qué se quiere dar a entender mediante esto? ¿Qué representa el pan? Representa el cuerpo del Señor entregado por nosotros, y eso significa la eliminación, en Su muerte, de todo lo que nosotros somos, como implicados en la caída de Adán. Esta verdad está implicada en el partimiento del pan. Quizás cuando nosotros estamos reunidos, pese a todos los esfuerzos contrarios, nuestras mentes están llenas con otros pensamientos, pensamiento acerca de nosotros mismos, nuestros fracasos, nuestros defectos, pensamientos acerca del quehacer cotidiano, y así sucesivamente. Qué alivio es, entonces, saber que todo esto ha sido eliminado en la muerte de Cristo, es traído de manera tan vívida ante nosotros en el pan, el cual es Su cuerpo entregado por nosotros, y saber que Dios nos considera ahora en Otro, totalmente más allá y aparte de eso del todo. El que come indignamente olvida esto, y satisface a la carne, permitiendo lo que no es de Dios; él come la cena, pero permite aquello de lo cual la muerte del Señor le libertó. El Señor en Su amor no puede dejar sola a esa persona, sino que Él entra, a través de la disciplina. ¿Piensa usted que sería correcto o sería amable por parte de Él dejarle a usted solo, si usted estuviera continuando en un modo de obrar desagradable para Él? No, Él le haría volver a sus sentidos, por así decirlo, y alabémosle por ello.

 

En el Nuevo Testamento nosotros encontramos cuatro verdades reveladas especialmente a Pablo:

 

(1) el evangelio (1ª. (Corintios 15:3);

(2) el arrebatamiento o rapto (1ª. Tesalonicenses 4);

(3) la cena del Señor, en este pasaje; y

(4) el misterio, Cristo y la iglesia (Efesios 3:3).

Aquí en 1ª. Corintios 11 le fue revelado de qué manera el Señor Jesús — no Jesús, sino Uno que es el Señor exaltado en el lugar más elevado en la gloria — "El Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias" — ¡qué acción de gracias debió haber sido esa, y de qué manera miraba Él al pleno resultado de la muerte que Él estaba por llevar a término! — "[Él] lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. ¿Cuándo fue eso? En "la noche que fue entregado" (esta es la lectura correcta); este es un pensamiento mucho más amplio que el de algunas traducciones que se limitan a la traición de Judas. ¿Qué implica ello? Esa fue la hora en que todo lo que estaba en el corazón del hombre salió a relucir, cuando toda la maldad del hombre se elevó a su punto álgido — la traición de Judas, la debilidad de Pedro y de Sus discípulos, el odio de los escribas y sacerdotes, la cruel burla de los soldados, la injusticia de Pilato el cual por tres veces alegó Su inocencia y finalmente Le entregó para que se Le diese muerte, y, detrás de todo, el poder y la energía de Satanás, llevando al Judío y al Gentil a crucificar al Señor de gloria, el cual pudo decir, "Esta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas." (Lucas 22:53). En esa hora el Señor Jesús manifestó toda la plenitud del amor de Dios. Y nosotros tenemos que reconocer que todo lo que salió a relucir allí fue lo que estaba en el corazón de cada uno de nosotros por naturaleza, y cada uno de nosotros debe aplicárselo a sí mismo. Pero el Señor en Su amor nos ha libertado del hombre de pecado y la vergüenza: "esto es mi cuerpo que por vosotros es partido." Y Él nos considera ahora como Sus hermanos, como totalmente santificados y limpiados del viejo y caído estado.

 

De modo que no es una cuestión de doctrina, sino de los afectos estando en ejercicio, y si se la considera como un deber, la cena del Señor pierde todo su significado. ¿Qué pensaría usted de una familia profesando amar al padre de ellos, si, cuando él estuviera lejos del hogar por un tiempo largo y él les enviara una fotografía con una petición para que ellos la colocaran sobre la repisa de la chimenea para tener un recordatorio constante de él, ellos dijesen sencillamente: «Suponemos que debemos hacerlo, tal como él nos lo pide.» No habría mucho amor allí, ¿no es así? No, la cena del Señor no es un deber, no es una doctrina, sino la respuesta de los afectos, y mientras más uno envejece y mientras por más tiempo uno continúa con la cena del Señor, ella llega a ser más real, más hermosa.

 

Y es, "hasta que Él venga." (1ª. Corintios 11:26). Nosotros estamos situados entre Su muerte — a la cual miramos hacia atrás para ver la base y fundamento de todo para Dios y para nosotros — y Su regreso, cuando en primer lugar, como un paso previo, Él nos tomará para estar con Él mismo, y volverá después para establecer el reino.

 

Cuán hermoso es en Mateo cuando Él dice: "Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre." (Mateo 26:29). El vino habla del gozo que Él compartirá con nosotros, el intenso gozo que será Suyo, y en el nuevo estado de cosas — ese vasto sistema de gloria, del cual Él será Cabeza y Centro. La expresión; "el reino de mi Padre" ocurre solamente en Mateo, en

(1) la oración del Señor (Mateo 6: 9 al 13);

(2) Mateo 13:43: "Entonces los justos resplandecerán. . . en el reino de su Padre"; y

(3) aquí en Mateo 26:29). Se trata del aspecto celestial del siglo que ha de venir, y nosotros resplandeceremos también como el sol en aquel día para la tierra del milenio. Cuán maravilloso es esta percepción del Señor Jesús dando gracias teniendo aquel día en perspectiva.

 

"Asimismo tomó también la copa," (1ª. Corintios 11:25). Esto es diferente de 1ª. Corintios 10:16: "La copa de bendición que bendecimos", porque es el Señor el que la toma aquí en Su mano. ¿Y acaso no es notable el hecho de que el Señor introduzca aquí el nuevo pacto? Ciertamente Él debió haber pensado mucho en él para unirlo con Su cena. Yo pienso que muchos de nosotros hemos comprendido muy poco el nuevo pacto — una gran cosa a ser comprendida. ¿Qué es expresado en el nuevo pacto? El nuevo pacto es la expresión del amor del corazón de Dios. Yo no tengo tiempo para demostrarlo a ustedes desde la Escritura durante esta reunión, así que debe ser aceptado de buena fe hasta otro momento. De modo que en el pan, el amor del Señor viene ante nosotros de un modo muy especial, y cuando Él nos presenta la copa, Él encamina nuestros corazones al amor de Dios; es el propio Señor el que lo hace. Nosotros tenemos en Romanos 5:5: "el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado", pero es el propio Señor haciéndolo aquí. ¿Acaso Él no conoce el amor de Dios? Sí, tanto como Dios y como Hombre, Él lo conoce plenamente, y Él se deleita en encaminar nuestros corazones a dicho amor ahora. Nosotros estamos por naturaleza en situaciones diferentes, porque Le tenemos miedo a Dios, y muchos Cristianos imaginan que el Hijo vino aquí para reconciliar al Padre con nosotros. El Señor anularía todo ese temor que el enemigo ha infundido en nosotros, y encaminaría nuestros corazones a todo el amor de Dios, para que podamos responder a él.

 

Qué momentos maravillosos nosotros debiésemos tener, privilegiados como somos por el hecho de conocer al Padre; conscientes, también, de la presencia y el poder del Espíritu Santo, y del deleite del Señor al tener una respuesta a Su amor. ¡Qué privilegio ello es! Que el Señor pueda conducirnos a una mayor conciencia de todo su significado, suficientemente sencillo para ser comprendido por el más reciente converso, pero tan profundo que nadie puede desentrañar jamás toda su profundidad.

 

El Nuevo Pacto

 

"Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga."

1ª. Corintios 11: 25 y 26

 

 

Deseando traer ante ustedes un poco de la verdad del nuevo pacto, yo acabo de leer estos versículos para relacionar este tema con aquel que hemos tenido en ocasiones anteriores. Es muy notable que el Señor haya introducido el nuevo pacto en relación con la copa, y esto no hace más que mostrar la importancia que Él adjudicó al conocimiento de la verdad del nuevo pacto. De modo que es muy importante que todos los hijos de Dios consigan una idea Escrituraria acerca del nuevo pacto y, también, de la razón por la cual el Señor Jesús lo relacionó con la copa. Tal como hemos visto ya, cuando comemos el pan, nosotros somos libertados de nosotros mismos delante de Dios, para que nosotros podamos, como Sus hermanos, pensar en el amor que Le hizo descender a la muerte por nosotros. "Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos." (Juan 15:13). Nosotros tenemos en la copa, entonces, más de aquello por lo cual Pablo oró tan bellamente en 2ª. Tesalonicenses 3:5: El Señor encamina nuestros corazones al amor de Dios. En Romanos 5:5 nosotros tenemos el amor de Dios derramado por el Espíritu — y el Espíritu es el único poder mediante el cual las cosas divinas pueden hacerse realidad en nuestras almas — pero el apóstol lo expresa aquí: "El Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios." (2ª. Tesalonicenses 3:5). ¿Acaso Él no conoce el amor de Dios? Como Dios, Él mismo es amor; y como Hombre, Él vive en el gozo pleno, ininterrumpido, del amor de Dios. "[Él] para Dios vive" (Romanos 6:10); Él conoce lo que la vida es, a saber, el conocimiento pleno de Dios y de todo Su amor.

 

Nosotros consideraremos ahora, en primer lugar, lo que yo puedo llamar los términos del nuevo pacto y sus bendiciones, y después lo que la Escritura llama el Espíritu del nuevo pacto. Y lean en primer lugar el pasaje en el Antiguo testamento que está citado en el Nuevo: "He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá." (Jeremías 31:31; Hebreos 8).

 

Pues bien, ¿con quiénes se hace el nuevo pacto de manera primordial? Con la casa de Israel y con la casa de Judá. Nosotros, como Gentiles, no somos ni lo uno ni lo otro, y entonces bien podemos preguntar qué aplicación tiene a nosotros este nuevo pacto. ¿Por qué el Señor habló del nuevo pacto cuando reveló la verdad de Su cena a Pablo? ¿Qué tiene ello que ver con nosotros Gentiles? La respuesta se encuentra en 2ª. Corintios 3:6: "[Dios] el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto" — no exactamente de la doctrina de él, sino de su realidad práctica y su aplicación actual; consideren lo que viene a continuación: "no de la letra, sino del espíritu." La letra es lo que tenemos de manera literal, en Jeremías. Él aplica a nosotros ahora el espíritu de lo que cimenta el pensamiento de Dios y los principios sobre los cuales Él tratará con Israel cuando ellos sean restaurados en el nuevo pacto. Y es un punto importante — y yo no se si todos lo han entendido — el hecho de que todas las bendiciones que Israel tendrá en el futuro han de ser conocidas ahora por nosotros de un modo espiritual. El nuevo pacto es un ejemplo. Este se cumplirá realmente en el milenio (este es un nombre humano, mostrando meramente su duración de 1.000 años), o, tal como la Escritura lo llama "el siglo venidero" o "el mundo venidero", un nombre que muestra su contraste con la era actual. La expresión ocurre cuatro o cinco veces en la Biblia, por ejemplo, Hebreos 2:5; Marcos 10:30, etc. Nosotros obtenemos ahora todas las bendiciones del nuevo pacto, en el espíritu, pero no en la letra.

 

El pensamiento Escriturario nos es presentado en 2ª. Corintios 3. Lean desde el versículo 6: "porque la letra mata, mas el espíritu vivifica", hasta el versículo 17: "Porque el Señor es el Espíritu." ¿El Espíritu de qué? Bueno, el espíritu del nuevo pacto. A nadie le es posible entender 2ª. Corintios 3, si no ve que los versículos 7 al 16 son un paréntesis; lean los versículos 16 y 17 juntos sin interrupción y, ¿qué relación ustedes ven entre ellos? Ninguna en absoluto; pero ustedes sí la ven, obviamente, dejando afuera el paréntesis y leyendo sin interrupción desde el versículo 6 al 17. El Señor es, entonces, el Espíritu del nuevo pacto; no es Cristo o Jesús, sino el Señor, Aquel que ha estado abajo en la tierra, que ha resucitado y ha sido exaltado ahora al lugar más elevado en gloria y, como Señor, administra todas las bendiciones del nuevo pacto. Él, como Señor, es el Espíritu del nuevo pacto, lo cual puede ser resumido en una palabra — Amor. "En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros" (1ª. Juan 3:16).

 

Consideremos ahora los términos del nuevo pacto y veamos de qué manera ellos son aplicables a nosotros, dado que lo que Israel tendrá en el futuro, nosotros lo tenemos y lo disfrutamos ahora. En primer lugar, no es "como el pacto que hice con sus padres" (Jeremías 31: 31 y 32). Es de gran importancia ver el lado negativo, porque Dios nos inculcaría que el nuevo pacto es completamente diferente del antiguo, y no depende en absoluto de lo que nosotros somos o hacemos. Bien se ha dicho que el antiguo pacto consistía en la palabras: "harás"; pero el nuevo es: "Yo haré", todo desde el lado de Dios. Esa es la diferencia, pero, importante como es tener claridad acerca de ello, muchos Cristianos acatan aún las normas del antiguo pacto. Tito 3: 4 y 5, no fue escrito para los no convertidos sino para Cristianos: "[Él] nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia."

 

"[Dice Jehová] Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días" (Jeremías 31:33); — y siguen luego a continuación los "[Yo] daré, "[Yo] "escribiré", "[Yo] seré", "[Yo] perdonaré", "me acordaré" (Jeremías 31: 33 al 36). ¿Después de cuáles días? Bueno, de todos los días del fracaso en responsabilidad, de sus murmuraciones y de su resistencia al Espíritu Santo, de su rechazo y del hecho de que dieran muerte a los profetas y mensajeros de Dios, y, finalmente, del hecho de haber asesinado al Justo, cuando ustedes hubiesen pensado que nada más que el juicio podía caer sobre ellos. Es entonces cuando Dios sale para actuar por Su propia cuenta y para su propia gloria, no conforme a lo que nosotros somos, en absoluto.

 

Hay tres partes inconfundibles de este nuevo pacto:

(1) "Pondré mi ley en su interior y la escribiré en su corazón" (Jeremías 31:33 – RVA) —eso implica una nueva naturaleza, un nuevo nacimiento;

(2) "No enseñará más ninguno a su prójimo. . . porque todos me conocerán" (Jeremías 31:23). En Hebreos 8:11 (versión JND) es: "todos me conocerán en ellos mismos", eso es conocimiento consciente: nosotros no podemos ir más allá de eso; y

(3) "porque yo perdonaré su iniquidad, y no me acordaré más de sus pecados (Jeremías 31:34 — ese es el conocimiento de Dios revelado en gracia. La ley en nuestros corazones, el conocimiento de Dios el cual es amor, y no tener "ya más conciencia de pecado", esos son los términos del nuevo pacto. ¿Acaso no son nuestras todas estas bendiciones hoy en día por medio del Espíritu? Si usted cree, con independencia de cuán poco pueda usted comprenderlas, ellas son suyas. Nadie puede decir que las conoce perfectamente; ¿cómo puede usted conocer a Dios perfectamente? Pero muchos pueden decir que ellos conocen lo suficiente para entender cuán poco ellos conocen realmente, o ellos conocen lo suficiente para querer conocer más.

 

El primero de estos términos, obviamente, se cumplirá en Israel en el siglo venidero; la ley será escrita en sus corazones, como en el Salmo 119. ¿Cómo se aplica esto a nosotros en la actualidad? ¿Tenemos nosotros la ley escrita en nuestros corazones? Sí, y nosotros también, tenemos a Cristo escrito en nuestros corazones. ¿Cómo es esto? El corazón es la sede de los afectos. Pero, ¿qué es la ley? No meramente los diez mandamientos, sino, tal como el intérprete de la ley respondió correctamente: "Amarás al Señor tu Dios. . . a tu prójimo como a ti mismo." ¿Está eso en los diez mandamientos? No. Lo primero es citado de Deuteronomio 6 y lo segundo de Levítico 19:18, y no obstante los dos resumen toda la ley: "Amarás." Añada a esto el apoyo de Romanos 13: 9 y 10, "así que el amor es el cumplimiento de la ley." (Romanos 13: 9 y 10 – RVA), y vaya a Romanos 8:4, donde, después que el pecado en la carne ha sido condenado, el apóstol dice: "para que la justa exigencia de la ley fuese cumplida en nosotros que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu." (Romanos 8:4 – RVA). "Justa exigencia" es una expresión notable. ¿Acaso no es absolutamente correcto que Dios exija amor por parte de Sus criaturas a cambio del gran amor con el que Él nos ha amado? Y "la justa exigencia" de la ley se cumple en nosotros, porque nosotros Le amamos a Él porque Él nos amó primero, y amamos a los hermanos, y "el amor es el cumplimiento de la ley." (Romanos 13:10 – RVA).

 

En segundo lugar, "Todos ellos me conocerán" (Jeremías 31:34 – VM). Obviamente, el amor es el modo de conocer a Dios. "Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios." (1ª. Juan 4:7). ¿Acaso cada uno de nosotros no puede decir: "Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero"? (1ª. Juan 4:19). Sus maravillosos propósitos y modos de obrar de amor hacia nosotros son tales, que nosotros no podemos evitar amarle a Él. "Todo aquel que ama, . . . conoce a Dios." ¿Por qué? Ello es porque, como 1ª. Juan 4:8 nos dice, "Dios es amor"; amor es Su naturaleza. Como hijos caídos de Adán, nosotros estábamos en tinieblas e ignorando completamente a Dios; todo pensamiento que el hombre no convertido tiene acerca de Dios es erróneo, y nosotros no conocíamos y nada nos importaba acerca de Dios. Añadido a esto está lo que tenemos en 2ª. Corintios 4: 3 y 4: " Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios", la ceguera de los hombres obrada por el dios de este mundo. ¡Cuán hermoso es que Dios quiere que nosotros Le conozcamos! ¿Y cómo podemos hacerlo? Solamente como revelado en el Hijo, el cual es "el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia" (Hebreos 1:3), "y vino al mundo para darle a conocer. Consideren al leproso en Mateo 8: 1 al 4: Jesús, conmovido con compasión, extendió Su mano y le tocó, y dijo: "Quiero; sé limpio." Aquel leproso podía haber dicho, «Yo he conocido lo que es que Dios se acerque tanto a mí como para tocarme, y entonces mi lepra fue sanada en un instante.» Ese es solamente un retrato de la manera en que el Señor nos ha tocado, cuando Él llegó a estar en contacto con el pecado en la cruz, y lo quitó todo.

 

"Todos ellos me conocerán, desde el menor de ellos hasta el mayor de ellos" (Jeremías 31:34 – VM) — no "desde el más pequeño de ellos hasta el más grande" (como rezan algunas versiones de la Biblia) — es decir, Israel no conocerá a Dios nacionalmente sino individualmente. ¿Acaso no hay una inmensa cantidad de verdad en el nuevo pacto? En el conocimiento de Dios nosotros tenemos el amor de Dios, y esa es la razón por la cual Pablo ora: "Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios." (2ª. Tesalonicenses 3:5).

 

En tercer lugar. Nosotros obtenemos lo que en la epístola a los Hebreos es llamado no tener ya más "conciencia de pecado." (Hebreos 10:2). ¿Ha advertido usted alguna vez que esto está citado solamente antes del pasaje acerca de tener "libertad para entrar en el Lugar Santísimo"? Antes de que nosotros podamos entrar en el Lugar Santísimo, debemos ser libertados de nosotros mismos para entrar en los maravillosos consejos de Dios. "Los adoradores, una vez purificados", no tienen ya más conciencia de pecado, en contraste con el día de la expiación, cuando Dios planteaba el asunto de los pecados todos los años: "Y esto tendréis como estatuto perpetuo, para hacer expiación una vez al año por todos los pecados de Israel." (Levítico 16:34), pero Él dice ahora, "Y nunca más (no una vez al año) me acordaré de sus pecados y transgresiones." (Hebreos 10:17; Jeremías 31:34). ¿Puede usted decir, «Al asunto de mis pecados se le ha prestado atención y ha sido resuelto entre Dios y Cristo en la cruz; y Dios dice, 'Yo no volveré a plantear jamás el asunto de tus pecados nuevamente'?»

 

Ahora bien, el amor de Dios es la esencia del nuevo pacto, y aunque ningún versículo lo diga realmente del mismo modo, aun así nosotros podemos acercarnos bastante en Jeremías 32: 39 al 41: "Me alegraré con ellos haciéndoles bien, . . . de todo mi corazón y de toda mi alma." Todo esto está en relación con el pacto eterno del cual se habla en Jeremías 32:40. De modo que a Dios le da realmente gozo positivo el hecho de bendecirnos, como si Él dijese, «Ustedes no saben cuánto gozo Me da bendecirles.» ¿Acaso no muestra esto el corazón de Dios? Esto es lo que sale a relucir en Lucas 15. Yo tengo esperanza en que todos habrán entendido esto, no meramente de manera doctrinal, sino en toda su intensa realidad práctica.

 

Regresando ahora a 2ª. Corintios 3: en el versículo 3, Cristo no fue escrito en tablas de piedra, "sino en tablas que son corazones de carne (es decir, hechos suaves y sensibles)."  (2ª.  Corintios 3:3 – VM). Es muy evidente que Pablo tuvo en cuenta el antiguo pacto cuando habló de las tablas de piedra. Estas últimas, Moisés las trajo del monte, eran un retrato del corazón del hombre por naturaleza, muerto, no impresionable e insensible. Tales fueron una vez nuestros corazones, pero ellos, mediante el poder del Espíritu y a pesar de su dureza natural, han sido hechos sensibles al amor de Dios en nuestro Señor Jesucristo. Y Él es el Espíritu del nuevo pacto (2ª. Corintios 3: 1 al 17), la expresión perfecta del amor de Dios, el cual fue expuesto perfectamente en Su muerte. De ese modo el amor es el espíritu del nuevo pacto.

 

Acudamos por un momento a Éxodo 20. Después de la dación de la ley, en la primera parte del capítulo, Dios tiene, evidentemente, el nuevo pacto en perspectiva en el versículo 24, donde la bendición incondicional es prometida: "Altar de tierra harás para mí, y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas; en todo lugar donde yo hiciere que esté la memoria de mi nombre, vendré a ti y te bendeciré." Ello equivalió a decir que era seguro que ellos iban a fracasar bajo el antiguo pacto y Dios tendría que recurrir a Su derecho soberano para bendecir en el terreno del sacrificio de Cristo. El altar de tierra está allí, hablando de nada del hombre, sino de lo que era enteramente de Dios. Si el altar era de piedras, tenía que ser de piedras sin labrar: "si alzares herramienta sobre él, lo profanarás." (Éxodo 20:25). Esta bendición iba a ser enteramente en el terreno del olor grato del sacrificio en el altar, y todo desde el aspecto de Dios. Eso es Éxodo 20; ¿y qué obtenemos en Éxodo 21? El Espíritu del nuevo pacto. ¿Quién era el siervo? Pues, el propio Señor Jesús, el Espíritu del nuevo pacto. De modo que el Señor Jesús, Aquel que tomó forma de siervo (Efesios 2:7), podía haber salido libre, haberse marchado directamente al cielo desde el monte de la transfiguración, pero Él se habría marchado solo. Pero tal como Él dijo claramente — ¡y cuán claramente, también! — "Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos" (Éxodo 21:5) o en el lenguaje del Nuevo Testamento: "Amo al Padre" (Juan 14:31); "Cristo amó a la iglesia" (Efesios 5:25); y Él amó a Su pueblo terrenal Israel. Eso es lo que se ve en el nuevo pacto, el amor de Dios manifestado en toda su plenitud en Cristo. Porque en 2ª. Corintios 4:4 nosotros vemos que Cristo es "la imagen de Dios", el Único que representa perfectamente todo lo que Dios es, y Él es el Espíritu del nuevo pacto.

 

¿Ha reflexionado usted alguna vez en ese último versículo (2ª. Corintios 3:18) citado tan a menudo, y que se entiende como estando relacionado con el nuevo pacto: "Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor"? Es al Señor, como el Espíritu del nuevo pacto, al cual contemplamos "a cara descubierta", al Único que pudo decir tan claramente, "Yo amo", y ese amor mostrado perfectamente al ir hasta la muerte por nosotros. Y mientras Le contemplamos, y llegamos a conocer más de Su amor, nosotros "somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor", y llegamos a ser moralmente más semejantes a Él, y amamos, y por amor nos servimos los unos a los otros (Gálatas 5:13), así como Él tomó forma de siervo para poder Él servirnos en amor para siempre.

 

Nosotros hemos mencionado sólo unos pocos puntos de este maravilloso y prodigioso tema, pero hemos visto qué valor el Señor Jesús debió haber adjudicado a él como para hablar de ello en relación con la copa en la cena, y cuando nosotros nos reunimos y Él nos da esta copa del nuevo pacto en "Su sangre", a nosotros se nos hace recordar de nuevo todo el amor de Dios, y nos deleitamos en derramar nuestra alabanza y adoración a Él, el cual se ha deleitado tanto en bendecirnos.

 

Que el Señor pueda encaminar nuestros "corazones al amor de Dios", ¡por amor de Su Nombre! (2ª. Tesalonicenses 3:5).

 

Robert F. Kingscote (1811 – 1893)

 

Traducido del Inglés por: B. R. C. O.- Noviembre/Diciembre 2016

Publicado originalmente en Inglés bajo el título:
The Distinction between the Lord's Table and the Lord's Supper briefly considered,
by Robert F, Kingscote 
Traducido con permiso
Publicado por:
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VERSIÓN INGLESA