LOS CAMINOS DE DIOS
Gobierno, Gracia, y Gloria
Frederick G. Patterson
De la Revista "The Bible Treasury", Vol. 5, 1865-1865
Todas
las citas bíblicas se encierran entre
comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera
Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las
comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:
LBLA = La Biblia de las Américas, Copyright
1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation, Usada con permiso.
VM = Versión
Moderna, traducción de 1893 de
H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY,
Suiza).
Capítulo 1. — El Alcance
General de los Tratos de Dios.
Capítulo 2. — La historia Pasada del Pueblo de Israel
Capítulo 3. — Los Tiempos de los Gentiles y Su Juicio.
Capítulo 4. — La vocación de la Iglesia, y Su Gloria.
Capítulo 5. — La Corrupción de la Cristiandad.
Capítulo 6. — El Juicio de Israel y de las Naciones introductorio del
Reino.
Capítulo 7. — La Gloria, o Reino.
Capítulo 8. — Satanás desatado por un poco de tiempo, el Gran Trono
Blanco, y el Estado Eterno.
Capítulo 9. — Conclusión.
En un momento como el actual, tan pleno de
acontecimientos que se aglomeran en la historia de la época actual — una época
que finaliza con consecuencias tan profundas y solemnes para el mundo, y tan
plena de bendiciones para el Cristiano, y para la Iglesia de Dios — es una bendición
del Señor hacer que nuestras mentes estén dirigidas hacia la palabra profética,
y a los modos de obrar de Dios. De la palabra profética se dice que nosotros
hacemos "bien en estar atentos [a ella] como a una antorcha que alumbra en
lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en
vuestros corazones " (2ª. Pedro 1:19).
Es deseable, de manera tan concisa como sea
consistente con el objetivo en perspectiva, y como el Señor pueda proveer
amablemente guía y bendición para nuestra necesidad, traer ante las mentes del
pueblo de Dios el alcance general de los grandes tratos dispensacionales de
Dios, el cual Le ha complacido a Él, en Su gracia infinita, dárnoslo a conocer
en Su palabra, con el fin de mostrar esos tratos en gobierno, gracia, y gloria.
De este modo, a algunos les será fácil seguir esos tratos en su orden consecutivo
hasta donde ellos pueden ser
seguidos, como para percatarse de los propósitos de Dios revelados así.
De cierto podemos decir verdaderamente que
sólo "en parte conocemos" (1ª. Corintios 13:9); pero el Señor es muy
amable, y espera en nuestra lentitud para aprender.
No se pretende presentar una visión completa
de los detalles de estas cosas, sino lo que puede conducir la mente a una mayor
búsqueda de los más minuciosos detalles en la palabra de Dios, y a una más
perfecta comprensión de Sus propósitos y modos de obrar.
Al llevar a cabo un deseo tal, muchas
verdades, bien conocidas últimamente entre el pueblo del Señor, estarán ante
nosotros — necesariamente — para que las partes más importantes no puedan ser
olvidadas u omitidas, en el orden consecutivo de los modos de obrar de Dios. Y
si se considera que es necesario apartarse de este orden, ello será nada más
que para conectar más plena y claramente los acontecimientos, para que a la
mente se le pueda permitir pasar a lo largo de la cadena sin omitir un eslabón.
El propósito de estos escritos es poner la
verdad clara y sencillamente delante de la mente desde la Escritura, para la
"edificación de Dios que es por fe" (1ª. Timoteo 1:4); no para
combatir con el error, por muy útil y necesario que ello pueda ser a su tiempo.
Porque se siente vigorosamente que cuando la verdad con su luz clara y perfecta
resplandece en el alma, ella disipa las tinieblas alrededor, y encuentra un
lugar de reposo en el corazón que desea estar sujeto a la palabra de Dios.
Que las consideraciones de estas verdades
puedan demostrar ser una bendición de parte de Él, el único que puede bendecir;
y pueda Él habilitarnos para vivir en el poder de las cosas que son invisibles
y eternas, ¡y bendiga Su propia palabra abundantemente!
Al escudriñar estos temas, un alcance muy
amplio de la Escritura estará ante nosotros.
Las Escrituras proféticas del Antiguo
Testamento abarcan cinco temas distintivos, a saber:
1. La Corrupción o Ruina de Israel, la
nación escogida por Dios.
2. El juicio que sigue a la ruina, sea por
mano de los Gentiles o de otro modo.
3. Los tiempos de los Gentiles, y su juicio.
4. La crisis de la historia del mundo, o
corto período de juicio cuando el Señor "ejecutará su obra en la tierra,
acabándola y acortándola" (Romanos 9:28 – VM); introductorio de esa edad
cuando "la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como
las aguas cubren el mar." (Habacuc 2:14).
5. La gloria o Reino, el cual conocemos
familiarmente como el Milenio.
Yo presentaría de antemano una observación
acerca de 2ª. Pedro 1:20: "entendiendo primero esto, que ninguna profecía
de la Escritura es de interpretación privada." Ha habido ciertos
cumplimientos parciales de la profecía en tiempos pasados, los cuales, sin
duda, llevaron en gran parte sobre ellos los rasgos de sucesos a los cuales,
cuando se cumplan, en una aplicación principal, ellos se referían; pero si
nosotros tuviésemos que decir que su alcance termina allí, no entenderíamos el
pensamiento del Espíritu en el tema de la Escritura, y haríamos que fuese de
interpretación privada. La profecía comienza en la mente y los consejos de
Dios, y finaliza sólo en Su propia gloria a ser revelada y perfeccionada y
mostrada en Su Hijo; ella vincula dos cosas, los consejos de Dios y sus
cumplimientos en Cristo. Nosotros no podemos, por tanto, comenzar en un punto
posterior, o detenernos en cualquier punto previo al final, sin perder su gran
objetivo. Con independencia de cuán exacto puede haber sido el cumplimiento
aparente de ciertas profecías, cuando pasamos a examinar los detalles, nosotros
estamos seguros de encontrar rasgos que muestran claramente que, cuando a Dios
le agradó usar las circunstancias que estaban por venir, o que estaban entonces
delante de Él, Él ha mostrado siempre que Él tenía otros pensamientos en
perspectiva que llegan hasta el cumplimiento de Sus plenos propósitos y gloria,
de los cuales el asunto delante de Él sirvió como un tipo o figura. Asimismo,
la profecía se ocupa acerca de acontecimientos terrenales, no acerca de los
celestiales. Ciertamente "una es la gloria de los celestiales, y otra la
de los terrenales" (1ª. Corintios 15:40); pero la profecía guarda silencio
en cuanto al "misterio escondido desde los siglos en Dios" (Efesios
3:9). El "misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero
que ha sido manifestado ahora." (Romanos 16: 25, 26). "Grande es este
misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia." (Efesios
5:32).
1. —
El Alcance General de los Tratos de Dios.
Con referencia a este tema, nos referiremos
a tres Escrituras que siguen a continuación:
1º. "Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo,
Dios envió a
su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley" (Gálatas 4:4).
2º. "Con miras a una buena administración en el cumplimiento de los
tiempos, es
decir, de reunir todas las cosas en Cristo, tanto las que están
en los cielos, como las que están en la tierra. En El también
hemos obtenido herencia" (Efesios 1: 10, 11 – LBLA).
3º. "Y el ángel… juró
por el que vive por los siglos de los
siglos,… que ya no habrá dilación, sino
que en los
días de la voz del séptimo ángel, cuando esté para tocar la trompeta, entonces
el misterio de Dios será consumado" (Apocalipsis 10: 5-7 LBLA).
Estas porciones de la
Escritura señalan los tres grandes acontecimientos o épocas de los tratos de
Dios para con el mundo: el primero de ellos ha pasado, y los otros dos son
manifiestamente futuros; estando la diferencia en los dos últimos en esto: que
uno termina cuando el otro comienza. Vamos a tratar ahora de determinar a
partir de la Escritura, a cuáles tratos pasados y modos de obrar de Dios se
refiere la expresión en Gálatas, "cuando vino el cumplimiento del
tiempo." Nosotros debemos, por lo tanto, dar una mirada general a la historia
pasada del mundo tal como nos ha sido revelada.
Dirigimos nuestra atención a
Génesis 1 y 2, y encontramos allí que Dios, habiendo creado al hombre y a la
mujer, les otorga el "dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del
cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se
arrastra sobre la tierra" (Génesis 1:26 – LBLA).
Un dominio universal otorgado
a ellos sobre todas las cosas creadas. Pasamos a Génesis 3, y encontramos allí
que Satanás había venido y había tenido éxito en obtener esta preponderancia a
través del hombre que había caído, y a través de sus concupiscencias, cuando fue
apartado de Dios. A Adán vivo e inocente se le había dado una ley de cuya
observancia dependía la conservación de las bendiciones y el dominio, y que
podía, como una criatura, haberle guardado en su lugar correcto de sujeción a
Dios. Adán caído así oye una promesa, que la simiente de la mujer (lo que él no
era) heriría, a su debido tiempo, la cabeza de Satanás (Génesis 3:15), el cual
había obtenido así la preponderancia mediante su engaño; y así, él es expulsado
de la presencia de Dios. "Echó, pues, fuera al hombre" (Génesis
3:24). Comienza entonces el período de prueba del hombre en esta condición, la
cual duró cerca de cuatro mil años, hasta que "vino el cumplimiento del
tiempo" (Gálatas 4:4).
Durante 1600 o 1700 años de
este tiempo de prueba, los hombres son dejados a andar en sus propios caminos (si
bien Dios no se dejó jamás a Sí mismo sin testimonio, Hechos 14: 16, 17) hasta
el diluvio; cuando "se corrompió la tierra delante de Dios, y… estaba la
tierra llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba
corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra."
(Génesis 6: 11, 12). "Las cosas invisibles de él, su eterno poder y
deidad," se habían visto con toda claridad, "siendo entendidas por
medio de las cosas hechas," dejándolos sin "excusa" (Romanos
1:20). Dios dijo por tanto, "He decidido el fin de todo ser, porque la
tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré
con la tierra." (Génesis 6:13). Y entonces Él trajo "el diluvio sobre
el mundo de los impíos… por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en
agua", y terminó así la prueba del hombre abandonado a sí mismo. (2ª.
Pedro 2:5; 3:6).
Noé y su familia son salvados
a través de este juicio, y nosotros lo encontramos en la tierra limpiada así.
En sus manos se le da la 'espada'; el gobierno es confiado a él — "El que
derrame sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada, porque a imagen
de Dios hizo El al hombre." (Génesis 9:6 – LBLA). Noé comisionado así,
comenzó a ser un labrador, y plantó una viña, y bebió vino, y se embriagó;
perdiendo así, moralmente, la posición en la que él había sido colocado por
Dios.
Comenzó la adoración de
demonios. Los hombres, aunque conocían a Dios, "no le glorificaron como
Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su
necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y
cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre
corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles." (Romanos 1: 21-23).
"Lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican." (1ª.
Corintios 10:20).
La voluntad propia llena así
el corazón del hombre — voluntad propia que demostraría ser un centro en sí
misma, habiendo perdido el vínculo que la unía a Dios, el único centro del
bien: los hombres se unen para hacer un centro de unidad apartados de Dios.
"Edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y
hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra."
(Génesis 11:4). El hombre llamaría a esto unidad, Dios lo llama confusión,
(Babel), y Él desciende y los esparce desde allí, dándoles la limitación del
lenguaje, "una "atadura de hierro" en torno a los hombres.
Cuando el mundo hubo entrado
así en la idolatría, " adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del
Creador, quien es bendito por los siglos" (Romanos 1:25 – LBLA), Dios
separó para Sí mismo un hombre, Abraham, y en él una familia, una nación, para
que Él pudiese (entre otros consejos) poner al hombre bajo otra prueba, en un
terreno nuevo. Con el transcurso del tiempo, Él separa esta nación de Israel
del mundo (Egipto) para Sí mismo, dándoles, estando separados así, morando Él
mismo entre ellos, Su ley. Esta ley representaba al hombre la norma de su
responsabilidad como pecador, y también representaba la autoridad de Dios. No
conociéndose a ellos mismos, ellos la aceptan como la condición de su relación
con Dios; el legislador va a recibirla, y antes que las condiciones fuesen
nombradas, los que aceptan las condiciones erigen un becerro de oro y lo adoran
como Dios de ellos, ¡y fracasan! Dios coloca entonces la ley en las manos de un
mediador y añade las condiciones de paciencia y misericordia a sus demandas. La
historia de la nación de Israel, colocada así en el terreno nuevo, nos presenta
el resultado de esta nueva prueba del hombre. Ella duró hasta la cautividad en
Babilonia. Durante aquel tiempo de prueba nosotros oímos la voz suplicante de
los profetas y mensajeros de Dios, procurando recuperar el pueblo rebelde a la
observancia de las condiciones de su relación con Él, y a guardar la ley que las
definía. "Mas ellos," dice el profeta, "cual Adán, traspasaron
el pacto; allí prevaricaron contra mí." (Oseas 6:7). Ellos quebrantaron el
pacto del cual dependían las bendiciones, tal como Adán había hecho.
El hombre recibe ahora otra prueba.
El poder supremo es puesto en sus manos. Dominio universal es dado en manos de
Nabucodonosor, rey de Babilonia: "Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el
Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad. Y dondequiera que
habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha
entregado en tu mano, y te ha dado el dominio sobre todo; tú eres aquella
cabeza de oro." (Daniel 2: 37, 38). Entonces, ¿cómo lo usará él? ¿Será
para la gloria y la honra de Aquel de quien él lo había recibido? El resultado
es conocido. Envanecido en soberbia de corazón, él hace de sí mismo un centro,
y para una unidad religiosa e idólatra aparte de Dios, él persigue a Su pueblo.
Envanecido en soberbia él dice, "¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué
para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?"
(Daniel 4:30). Él pierde su raciocinio moral ¡y se convierte en una bestia!
Y ahora, en el desierto de
este mundo, en el sitio donde Dios había colocado Su viña y plantado Su vid,
para que pudiese producir fruto para Él — la viña que Él había cercado y de la
cual Él había quitado las piedras, y había plantado con Sus vides más
escogidas, y de la cuál Él pudo decir, "¿Qué más se podía hacer a mi viña,
que yo no haya hecho en ella?" y cuando Él esperaba que ella diese uvas
buenas, dio uvas silvestres (Isaías 5:4), con todo Su cuidado y cultivo, ""sarmiento
degenerado de una vid extraña" (Jeremías 2:21 – LBLA) — en el desierto
moral de este mundo, en aquel sitio pequeño al que Él había otorgado tal
cuidado, ¡vino Su última prueba del hombre!
«Yo tengo un Hijo, quizás le
vean a Él, le tendrán respeto.» (Lucas 20:13). La historia se narra pronto:
ellos Le entregaron una cruz ¡cuando Él vino a buscar Su corona! Ellos Le
dieron esputos ¡cuando Él vino a buscar fruto! Y terminó así el período de
prueba de cuatro mil años bajo toda forma de prueba; ¡El cumplimiento del
tiempo vino! (Gálatas 4:4). El hombre
no puede mencionar ni una sola manera que haya sido dejada sin probar por Dios;
él es dejado sin excusa. El cumplimiento del tiempo vino, y Dios envió a Su
Hijo. ¡El Hijo vino a buscar y a salvar lo que se había perdido! (Lucas 19:10).
Él tomo la doble posición: "nacido de mujer", a través de la cual el
pecado había entrado, "nacido bajo la ley", para que nosotros
pudiésemos recibir la adopción de hijos; para que Dios pudiese mostrar las
abundantes riquezas de Su gracia a aquellos que eran pobres y miserables por
medio del pecado. El resultado para los que creen es, "Tenemos redención
por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia."
(Efesios 1:7).
Su propósito es revelado para
los tales: "Con miras a una buena
administración en el cumplimiento de los tiempos, es decir, de reunir
todas las cosas en Cristo, tanto las que están en los cielos, como
las que están en la tierra. En El también hemos obtenido herencia"
(Efesios 1: 10, 11 – LBLA). Y cuando este cumplimiento de los tiempos habrá
seguido su curso, el ángel poderoso jurará por Aquel que vive por los siglos de
los siglos, que ya no habrá dilación, y que cuando el séptimo ángel comience a
tocar la trompeta, el "misterio de Dios" se habrá consumado
(Apocalipsis 10). "El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces
en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor
y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos." (Apocalipsis
11:15).
Consideremos ahora estos "tiempos" que avanzan hasta su "cumplimiento."
"El cumplimiento de los tiempos" es evidente pasado; la
"administración en el cumplimiento de los tiempos", o, " la dispensación
del cumplimiento de los
tiempos" es claramente futura.
1. Ahora es el tiempo del testimonio de la cruz y la resurrección de
Jesús, y la reunión de los coherederos para Él, en quien nosotros hemos
obtenido una herencia; el tiempo cuando la obra secreta de Dios está
progresando, adecuando las piedras espirituales a Su casa espiritual. (1ª.
Pedro 2:5).
2. Es el tiempo de la Iglesia padeciendo en quebranto y debilidad aquí
abajo, en el reino y en la paciencia de Jesús. (Apocalipsis 1:9).
3. Es el tiempo de confusión y desgobierno, cuando el juicio está tan separado
de la justicia que, cuando el único Justo estuvo de pie ante el tribunal,
reconociendo que el poder que estaba allí fue dado por Dios: "Ninguna
autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba." (Juan 19:11),
— ¡el juicio condenó al Inocente!
4. Es el tiempo de la ceguera del pueblo amado, el velo estando sobre el
rostro de ellos, la plenitud de los Gentiles siendo reunida.
5. Es el tiempo de la dominación Gentil, cuando la gran imagen de Daniel
no ha recibido aún el golpe en sus pies de la piedra cortada sin ayuda de manos
(Daniel 2).
6. Es el tiempo cuando la creación entera gime juntamente con nosotros y
a una está en dolores de parto, esperando la manifestación de los hijos y
herederos de Dios. (Romanos 8: 17-23 - VM).
7. Es el tiempo cuando Satanás anda rondando, como un león rugiente,
buscando a quien devorar (1ª. Pedro 5:8); cuya voz nosotros oímos en los espíritus
malos, «no nos atormentes antes de tiempo.» (Mateo 8:29).
8. Es el tiempo del "misterio de Dios", cuando Él soporta con
mucha longanimidad el mal; sin juzgarlo; cuando la maldad esta en lugares
elevados, y la bondad es pisoteada; cuando la falsedad triunfa; y la verdad ha
sido botada en las calles.
9. Y es el tiempo cuando Jesús, rechazado por Sus palabras, está sentado
a la diestra de Dios, esperando hasta que "sus enemigos sean puestos por
estrado de sus pies." (Hebreos 10: 12, 13).
Pero nosotros debemos volver ahora sobre nuestros pasos. Vimos que el
hombre había perdido la primacía y el dominio dados a él en Génesis 1, 2.
Pasamos al Salmo 8, y encontramos que hay un "hijo del hombre" al
cual se le otorga todo el dominio. "Le hiciste señorear sobre las obras de
tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies: Ovejas y bueyes, todo ello, Y
asimismo las bestias del campo, Las aves de los cielos y los peces del mar."
(Salmo 8: 6-8). ¿Quién es este "Hijo del Hombre"? y ¿cuándo va a ser
ejercido y disfrutado este dominio? Hebreos 2 nos responde: "No
sujetó a los ángeles el mundo (oikouméne) venidero, acerca del cual estamos hablando; pero alguien
testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, O el
hijo del hombre, para que le visites? Le hiciste un poco
menor que los ángeles, Le coronaste de gloria y de honra, Y le
pusiste sobre las obras de tus manos; Todo lo sujetaste
bajo sus pies… todavía no vemos que
todas las cosas le sean sujetas. Pero vemos a
aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria
y de honra." Es en el mundo (o siglo) venidero que este dominio va
a ser ejercido y disfrutado por Aquel que es también el, "Hijo del
Hombre", "coronado de gloria y de honra" ahora.
Dirigimos nuestra atención a Efesios 1:
19-23, y encontramos al apóstol citando nuevamente el mismo Salmo. Él habla de la
extraordinaria grandeza del poder que obró en Cristo "cuando le resucitó
de entre los muertos y le sentó a su diestra en los lugares celestiales, muy
por encima de todo principado, autoridad, poder, dominio y de todo nombre que
se nombra, no sólo en este siglo sino también en el venidero. Y todo sometió
bajo sus pies, y a El lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,
la cual es su cuerpo, la plenitud de aquel que lo llena todo en todo."
(Efesios 1: 20-23 – LBLA). Nosotros aprendemos de esta y de otras porciones de
los capítulos 1 al 4 que, mientras Él está exaltado así, un cuerpo está siendo
formado para Él de Judíos y Gentiles, y que el mismo poder que fue ejercido
para resucitar a Cristo y exaltarle como hombre a la diestra de Dios (Él fue siempre
el Hijo eterno, el verbo (la Palabra) que estaba con Dios) es ejercido para dar
vida, resucitar, y unir a Él a los coherederos, los cuales forman Su cuerpo, a
saber, la Iglesia.
Nuevamente, en 1ª. Corintios 15:27, el
apóstol cita este Salmo. De allí nos enteramos que este dominio se cumple en la
resurrección, la resurrección de los santos de entre los muertos, de lo cual el
capítulo trata; que cuando llegue aquel día, algunos no habrán sido dejados
dormidos por Jesús, sino todos (muertos y vivos) serán transformados. Es en
este período que se dará curso a la dispensación del cumplimiento de los
tiempos, y Dios habrá reunido todas las cosas en Cristo, tanto las que están en
los cielos, como las que están en la tierra: y cuando se cumplirá la palabra que
está escrita, "Sorbida es la muerte en victoria." (1ª. Corintios
15:54; Isaías 25:8). Entonces Él procederá, tal como lo encontramos por medio
de los pasajes afines de Isaías, a introducir la bendición de los terrenales; y
entonces el reino de este mundo vendrá a ser el reino de nuestro Señor y de Su
Cristo (Apocalipsis 11:15), "cuando Jehová de los ejércitos reine en el
monte de Sion y en Jerusalén, y delante de sus ancianos sea glorioso."
(Isaías 24:23).
Nosotros encontramos esto en Isaías 24-26. El mundo y su sistema es
puesto bajo juicio, cuando este oscile como ebrio bajo el juicio de Dios
(Isaías 24:20). Cuando Él castigará al ejército de lo alto en lo alto (Isaías
24:21 – LBLA): Satanás y sus huestes serán arrojados de las regiones celestes
(Apocalipsis 12), después de haber oscurecido y obstaculizado la bendición de
Dios por tan largo tiempo. Los reyes de la tierra serán castigados en la
tierra, cuando ellos estén reunidos contra el Rey de reyes y Señor de señores.
(Apocalipsis 19). Este juicio universal da paso al establecimiento de Su trono
en Sion. "En este monte hará Jehová de los Ejércitos, para todas las
naciones, un banquete de manjares pingües, banquete de vinos sobre las heces;
de manjares pingües de mucho meollo, de vinos sobre las heces, bien refinados."
(Isaías 25:6 – VM). Él retirará el velo que envuelve a todas las naciones. Él
quitará la afrenta de Su pueblo Israel (Isaías 25: 7, 8), el remanente de la
nación que ha esperado a Aquel que fue "fortaleza para el
desvalido, fortaleza para el pobre en su angustia, su refugio contra la
tempestad, su sombra contra el calor, cuando el resoplido de los tiranos
era como tempestad contra la pared." (Isaías 25:4 – VM). Él humillará la canción triunfal
de los tiranos (Isaías 25:5 - VM), y hará que "los pies del pobre, los
pasos del desvalido" remanente de Su pueblo los pise, y les enseñe en
aquel día de su liberación y restauración, a cantar este cántico en la tierra
de Judá (Isaías 26:6), "¡Ciudad
fuerte tenemos; salvación pondrá Dios
por muros y baluartes!"
(Isaías 26:1 – VM). Los tres capítulos enteros son de una superabundante
hermosura, mostrando lo que el Señor hará en el día cuando se cumpla la palabra
que está escrita, "Sorbida es la muerte en victoria" (1ª. Corintios
15:54), cuando todo lo que ha sido estropeado y destruido en manos de Adán, será
rehabilitado en el "postrer Adán", y cuando él ejercerá la primacía
del Salmo 8 asumida como Redentor-heredero — los coherederos unidos a Él;
cuando el nombre del Señor será excelente en toda la tierra; y Su gloria, no
sólo como Rey en Sion, sino aquella que Él ha puesto sobre los cielos, será
exhibida en los cielos y en la tierra en "los tiempos de la restauración
de todas las cosas." (Hechos 3:21).
En resumen, nosotros hemos visto que el hombre se ha destruido a sí
mismo; toda nueva prueba demostrando solamente cuán completa ha sido su ruina y
fracaso. Él ha perdido sus bendiciones tan pronto como las recibió. Nosotros
vemos que Dios rehabilitará en un sentido mucho más elevado, y para Su propia
gloria, todo lo que el hombre ha arruinado, y bajo lo cual él ha fracasado, en
el Hijo del Hombre — el segundo Adán — ¡en Cristo! Lo que hemos considerado
abarca solamente el período de prueba hasta la cruz y el rechazo de Dios mismo
en la persona de Cristo. Nosotros veremos, al considerar otros temas, este
humillante descubrimiento, no obstante necesario, expuesto más claramente. Es
cierto que el hombre — el primer Adán — estuvo tan realmente perdido en el día
de Génesis 2 como en su rechazo de Cristo; pero fue esto lo que sacó a la luz
claramente la enemistad de su corazón hacia Dios y el bien. Antes de la cruz no
había prueba de esto. Él fracasó en muchas pruebas pacientes por parte de Dios;
pero su ruina fue demostrada plenamente cuando Dios, gentil, humano, amoroso,
lleno de gracia y verdad, vino a estar en su medio y fue rechazado ¡en la
persona de Jesucristo!
F. G. Patterson
Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Agosto 2017.-