LOS CAMINOS DE DIOS
Gobierno, Gracia, y Gloria
Frederick G. Patterson
De la Revista "The Bible Treasury", Vol. 5, 1865-1865
Todas
las citas bíblicas se encierran entre
comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera
Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las
comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:
LBLA = La Biblia de las Américas, Copyright
1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation, Usada con permiso.
VM = Versión
Moderna, traducción de 1893 de
H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY,
Suiza).
Capítulo 1. — El Alcance General de los Tratos de Dios.
Capítulo 2. — La historia Pasada del Pueblo de Israel
Capítulo 3. — Los Tiempos de los Gentiles y Su Juicio.
Capítulo 4. — La vocación de la Iglesia, y Su Gloria.
Capítulo 5. — La Corrupción de
la Cristiandad.
Capítulo 6. — El Juicio de Israel y de las Naciones introductorio del
Reino.
Capítulo 7. — La Gloria, o Reino.
Capítulo 8. — Satanás desatado por un poco de tiempo, el Gran Trono
Blanco, y el Estado Eterno.
Capítulo 9. — Conclusión.
Capítulo 5. — La Corrupción de
la Cristiandad.
Nosotros hemos visto, en cierta medida, la naturaleza y la unidad de la
Iglesia de Dios, y su vocación (llamamiento) celestial — la Iglesia a la cual
Cristo ha impartido la gloria dada a Él, como Hombre, por Dios el Padre. La
gloria era Suya por derecho como el Hijo eterno, así como por la creación. Pero
la única manera en que nosotros podíamos participar de Su gloria fue mediante
Él haciéndose hombre, y tomando esta gloria, y primacía sobre todas las cosas,
a través de la muerte y resurrección — consumando así la redención de Su
pueblo. ¡Cuán poco ellos se involucran y se percatan, y andan en el poder de su
llamamiento celestial! Al contrario, de muchos se puede decir que, "piensan
sólo en las cosas terrenales." (Filipenses 3:19 – LBLA). Ellos están
abstraídos y absorbidos en los afanes y objetivos de este mundo — "este presente
siglo malo", para librarnos del cual Él se dio a Sí mismo por nuestros
pecados (Gálatas 1:4). Ellos están más conformados a las usanzas del mundo, sus
vanidades, sus proyectos, que a un Cristo rechazado, a quien el mundo se unió
bajo su príncipe para echarlo fuera del mundo, y declarar, en el andar y modos
de obrar de ellos, que la situación de ellos es ser extranjeros en la tierra, y
tener su ciudadanía en los cielos, y que ellos son aquellos de los cuales
Cristo dijo, "no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo" (Juan
17:14); y de quienes el apóstol dice, "como es el celestial, así son también
los que son celestiales" (1ª. Corintios 15:48).
Ojalá hubiese más de esa intensa consagración personal entre los que son
de Cristo — entre aquellos a los cuales Él, en Su gracia maravillosa, ha
enseñado la naturaleza y el significado de esta vocación (llamamiento)
celestial, y la verdad de Su Iglesia, Su Esposa, los cuales están en el lugar
del testimonio de Dios en este preciso momento, ¡en Su bondad soberana!
Ojalá este testimonio de Dios se impusiera más profundamente sobre
nuestras almas, y nos llevase a esa separación intensa del mundo: y a la
consagración personal, individual, como testigos, o siervos, ¡como a Él le agrade!
Ciertamente todos Le pueden servir en calidad de testigos, ¡si bien no todos
son obreros! Y ciertamente el testimonio corporativo sin la consagración
personal — o la consagración personal sin el testimonio corporativo, es una
cosa defectuosa; ambos deben ir juntos para estar en concordancia, en nuestra
pequeña medida, con el pensamiento y los propósitos de Dios.
Por un breve espacio de tiempo el deseo de Cristo, "para que todos
sean uno… para que el mundo crea"
(Juan 17:21) sucedió al principio del altruista gozo de la Iglesia en
Pentecostés, cuando el mundo contempló con asombro la gran multitud de un solo
corazón y alma, teniendo en común todas las cosas (Hechos 2). Pero nosotros
podemos recordar que en nuestro escrito anterior, cuando consideramos la puesta
a prueba del hombre desde el huerto del Edén hasta la cruz, encontramos que,
puesto a prueba de todas las maneras, él había fracasado. Veamos ahora qué es
lo que hará el hombre bajo la gracia — si acaso una posición tal tendrá éxito.
Esta es precisamente otra historia de tristeza, con esta diferencia — que él ha
fracasado ahora estando en ¡aquello que era lo mejor! y lo ha corrompido.
Cuando la Iglesia asumió plenamente su vocación (llamamiento) celestial,
después de la persecución y dispersión que se presentó en la muerte de Esteban,
nosotros encontramos que Pablo fue incorporado por el Señor, para poder Él
sacar a la luz por medio de él, la verdadera vocación (llamamiento) celestial y
la doctrina verdadera de la Iglesia de Dios — el cuerpo de Cristo. En las
consagradas labores del apóstol, y en las Escrituras presentadas a nosotros por
medio de él, nosotros encontramos que llegó a ser necesario que el Espíritu
Santo revelase las consecuencias que resultarían para la Iglesia, por haber
sido confiado Su testimonio en la tierra en las manos del hombre. El mal se
había infiltrado desde el principio mismo, pero mientras la energía apostólica
estuvo allí, se evitó que dicho mal obtuviera ventaja, y fue juzgado. El Judaísmo,
y los falsos hermanos, y hombres impíos se infiltraron encubiertamente, entre
los que eran discípulos verdaderos; e incluso los que eran discípulos
verdaderos llegaron a impregnarse con el espíritu del mundo, y con el mal.
Véase como ejemplo las solemnes palabras de Pablo a los ancianos de la asamblea
en Éfeso, la escena donde todos los que eran de Asia habían oído la palabra del
Señor:
"Yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros
lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán
hombres que hablen cosas perversas
para arrastrar tras sí a los discípulos." (Hechos 20).
Y en vista de semejante estado de cosas, él dirige el corazón del santo
fiel a
"Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para
sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados." (Hechos
20:32).
Dios y las Escrituras de Su verdad habían de ser, para el cristiano fiel,
el recurso seguro y siempre infalible en el tiempo de ruina, el cual se acercaba
rápidamente.
En Corinto nosotros encontramos escuelas de doctrina y de sabiduría humana,
asumiendo el lugar de la revelación y la sabiduría divina entre ellos. (1ª.
Corintios 1, 2). En la epístola a los Gálatas, la influencia de maestros de la
ley y Judaizantes obliga al apóstol a poner en duda, por el momento, si ellos
habían abandonado del todo el terreno del Cristianismo o no; con todo, él tuvo
confianza para con ellos en el Señor. En Filipenses "todos buscan sus
propios intereses, no los de Cristo Jesús." (Filipenses 2:21 – LBLA).
Además,
"muchos andan como os he
dicho muchas veces, y ahora
os lo digo aun llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo, cuyo fin es
perdición, cuyo dios es su apetito y cuya gloria está en su
vergüenza, los cuales piensan sólo en las cosas terrenales." (Filipenses
3: 18, 19 – LBLA).
En Colosenses, Satanás había tenido éxito introduciendo entre la Cabeza
y Sus miembros, ordenanzas, y filosofía, y huecas sutilezas según las tradiciones
de los hombres; comidas, y bebidas, días de fiesta, culto voluntario y trato
severo del cuerpo.
1ª. Timoteo, habla de doctores de la ley y Judaizantes, "aunque no
entienden lo que dicen ni las cosas acerca de las cuales hacen declaraciones
categóricas" (1ª. Timoteo 1:7 – LBLA); y la advertencia de la apostasía de
los últimos tiempos.
2ª. Timoteo nos alerta que la marea de mal entró con una fuerza tal que
el apóstol ve la Iglesia, por la cual él había trabajado, y velado, y edificado,
como perito arquitecto — eso que el Espíritu denomina "la casa de Dios (la
cual es la iglesia del Dios vivo) columna y apoyo de la verdad" (1ª.
Timoteo 3:15 – VM), la casa habitada por el Espíritu Santo — caída en
dilapidación, y ruinas, y transformada en una "casa grande", con "vasos
de oro y de plata," y "también de madera y de barro: y algunos son para
honra, y otros para deshonra" (2. Timoteo 2:20 – VM).
En un estado tal de cosas, en los "tiempos peligrosos" de los
"últimos días", el discípulo fiel tiene una sola senda — no estar
satisfecho con un estado semejante, ni pensar que él puede arreglar la ruina,
sino — purificarse él mismo de los vasos de deshonra, y andar con los fieles "que
invocan al Señor con corazón puro" (2ª. Timoteo 2: 20-22 – VM).
Y el apóstol hace nuevamente que el corazón del fiel se vuelva a las
Escrituras de Dios como siendo ellas útiles para toda y cada una de las
dificultades, para que él pudiese estar "bien preparado para toda buena
obra." (2ª. Timoteo 3:17 – VM).
La advertencia aquí en 2ª. Timoteo 3: 1-5 es tan profundamente solemne, en
cuanto a que aquello que lleva el nombre de Cristianismo y que delante de los
hombres tiene el carácter de piedad alberga todos los peores rasgos del
corrupto corazón humano, que las palabras son literalmente casi las mismas, y
moralmente lo mismo, que las que el apóstol usa al describir la corrupción y
degradación moral del mundo pagano al final de Romanos 1.
"MAS sabe esto, que en los
postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque los hombres serán
amadores de sí mismos, amadores del dinero, jactanciosos, soberbios, blasfemos,
desobedientes a sus padres, ingratos, impíos, sin afecto natural,
implacables, calumniadores, incontinentes, fieros, aborrecedores de los que son
buenos, traidores, protervos (perversos,
obstinados en la maldad), hinchados de orgullo,
amadores de los placeres, más bien que amadores de Dios; teniendo la forma de la piedad, mas negando el poder de ella: apártate
también de los tales." (2ª.
Timoteo 3: 1-5 – VM).
Está también la energía activa del diablo en aquellos "reprobados
en lo que respecta a la fe" 2ª. Timoteo 3:8 – LBLA), están engañando y
siendo engañados (vasos para deshonra); de los tales el hombre de Dios debía
apartarse, dejándolos para el juicio de Dios.
En Tito nosotros encontramos a los "vanos palabreros e
impostores" Tito 1:10 – VM), difundiendo su nefasta doctrina alrededor.
2ª. Pedro testifica también en cuanto a estas malas influencias que están
activas entre los santos. Judas expone la apostasía desde el momento cuando
"algunos hombres se han infiltrado encubiertamente" (Judas 4 – LBLA),
hasta que el Señor viene con Sus santos a ejecutar juicio sobre los tales. En
Judas 11 tenemos un resumen de la apostasía del hombre natural: "el camino
de Caín", recompensar el error en la enseñanza, y usar la verdad para
fines corruptos, "el error de Balaam"; y finalmente, donde la
apostasía termina, "la rebelión de Coré" (Judas 11 – LBLA). Se
recordará que esto último fue la rebelión de los Israelitas, instigados por el
Levita Coré, contra la autoridad de Cristo, en Su realeza, representado por
Moisés, y Su sacerdocio, representado por Aarón. Los Levitas pretendieron el
sacerdocio ("¿Y pretendéis también el sacerdocio?" Números 16:10 –
LBLA, léase todo el capítulo 16), y fueron el móvil de la revuelta de los
sencillos Israelitas. Y ha sido siempre así desde entonces, el mal eclesiástico
instando el poder civil a la rebelión. Véase la revuelta de Absalón contra
David: el motivo impulsor fue el consejero de Absalón, Ahitofel, el cual era un
sacerdote. (Véase 2º. Samuel 15:12). Y es así al final, una bestia, y un falso
profeta el cual insta al primero, y
"ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de
ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia,
cuya herida mortal fue sanada." (Apocalipsis 13).
Esa ha sido la corrupción desde el principio del Cristianismo. Aquellos
que debiesen haber ocupado la posición de los Levitas: es decir, los que fueron
enviados a la Iglesia para trabajar para el Señor, en vez de retener el lugar de Levita,
reconociendo que todos lo que pertenecen al pueblo del
Señor son sacerdotes y, por tanto,
tienen derecho a entrar al Lugar Santísimo (véase 1ª. Pedro 2: 5, 9); la
posición eclesiástica, o sacerdotal, ha sido asumida como intermediadora entre
Cristo y Su pueblo; y esto no se limita al mal grosero y a las groseras
corrupciones de Roma, sino que es lo mismo, en cuanto a principio, en toda la
Cristiandad, aunque no desarrollada en la misma medida. Ambas epístolas — 2ª.
Pedro y Judas — testifican acerca del rechazo del Señorío de Cristo. Apocalipsis
2 y 3 nos presentan en etapas
sucesivas, las diferentes fases en que el mal se desarrollaría en la Iglesia,
contemplada en su lugar de testimonio aquí abajo, desde su abandono de su
primer amor, hasta que es amenazada con un pleno rechazo, como algo repugnante
para Él — un testimonio falso en el mundo. "Te vomitaré de mi boca"
(Apocalipsis 3:16).
Nosotros tenemos también el testimonio del propio Señor en Mateo 13, en
la parábola de la cizaña, mediante la cual vemos que el mal que se produce al
principio por la introducción de la cizaña entre el trigo, continúa hasta la
siega, cuando los justos son reunidos en el granero, y la cizaña es atada en
manojos y luego es echada en el fuego y es quemada; purificando así el reino
del Hijo del Hombre. En lugar de un cambio, tal como los hombres piensan,
viniendo al mundo; y que, mediante el evangelio, el conocimiento del Señor cubra
la tierra como las aguas cubren el mar, el mal aumenta hasta la siega. ¡De qué
manera los pensamientos de los hombres que esperan un milenio introducido
mediante la predicación del evangelio están de acuerdo con esto! En
consecuencia, Mateo 13. Incluyendo la parábola de la cizaña y el trigo, es una
semejanza del reino de los cielos, en la fase que este asumiría cuando el Rey fuese
rechazado completamente, no una semejanza de la Iglesia, la cual no existía. En
un capítulo posterior (Mateo 16) el Señor habla de la Iglesia como una cosa
futura. Él vino como el Mesías de ellos, a Su pueblo Israel — Su viña — a
buscar fruto, y no lo halló. Entonces Él sembró en el mundo aquello que había
de producir fruto — a saber, "la
palabra." ("El campo es el mundo" Mateo 13:38)
Yo he omitido deliberadamente 2ª. Tesalonicenses y las Epístolas de
Juan, porque en ellas encontramos que es nombrado el personaje que consumará
toda esta iniquidad en sí mismo— "el hombre de pecado" — "el anticristo."
En la 2ª. Epístola a los Tesalonicenses, presentada a nosotros con
ocasión de que una epístola espuria había sido recibida por los Tesalonicenses
como siendo de Pablo, (2ª. Tesalonicenses 2:2), diciéndoles que el
"día" de Cristo {día del Señor}
había llegado, el apóstol (versículo 1) les ruega por la correcta esperanza de
ellos, la cual él les había enseñado en su primera epístola, la de la venida de
Cristo, y de la reunión de ellos con Él, que ellos no debían dejarse mover
fácilmente de su modo de pensar, por el pensamiento comunicado por la epístola
falsa, que el "día", o manifestación, era una cosa presente (ενεστηκε) en aquel entonces. El apóstol distingue
claramente la "venida" (2ª. Tesalonicenses 2:1) de la
"aparición" (2ª. Tesalonicenses 2:8), o "día", lo cual es
para llevarles un descanso de las pruebas y tribulaciones del mundo, y juicios
sobre sus enemigos; porque cuando el "día" de Su manifestación
(aparición) vendría, los santos serían manifestados con Él en gloria.
Él prosigue para demostrar que antes que el "día" llegase,
habría, hay, "el misterio de iniquidad (ilegalidad, anarquía)", el
cual estaba obrando ya (2ª. Tesalonicenses 2:7); en segundo lugar, la apostasía
del Cristianismo (2ª. Tesalonicenses 2:3); en tercer lugar, la revelación del
hombre de pecado (2ª. Tesalonicenses 2: 3, 4, 8). El juicio ejecutado por el
propio Cristo sería el "día" en el cual la epístola falsa les dijo
que ellos ya estaban. Nosotros hemos visto ya que en esto Él será acompañado
por Sus santos, previamente reunidos a Él. Hemos visto algo del testimonio de
la Escritura en cuanto al misterio de iniquidad, y también de la apostasía de
la Cristiandad; pero había un buen poder de obstaculización (2ª. Tesalonicenses
2:7), el cual, cuando es quitado, entonces
el inicuo se manifestaría. Los principios estaban todos en actividad, pero el
Espíritu Santo estaba en la Iglesia, el poder de Dios estaba aquí abajo, y la
desenfrenada voluntad del hombre, exaltándose contra todo lo que se llama Dios,
o es objeto de adoración, estaba detenida aún, hasta que el momento adecuado
llegase; entonces el mal asumiría su
forma explícita en "el hombre de pecado."
Nosotros seguiremos el misterio de iniquidad hasta el final. Pasamos a
Apocalipsis 17 y encontramos a la cuarta Bestia, o Imperio Latino (Romano), en
su estado revivido, montada por una mujer falsa, "BABILONIA LA GRANDE, LA
MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA. Imperial y
gloriosamente engalanada, y su copa llena de idolatría y fornicación, ebria de
la sangre de los testigos de Jesús, y de la sangre de los santos. El profeta queda
asombrado ante el fin de lo que una vez fue tan precioso, tan hermoso — ¡la
obra de gracia en Pentecostés! Ella predomina sobre pueblos, naciones, y
lenguas, y sus reyes, los cuales se han embriagado con el vino de su fornicación;
hasta que por fin, cansados de su opresión, los diez cuernos… y la Bestia
(no 'los diez cuernos que
viste en la bestia' como reza la
RVR60 en Apocalipsis 17:16), "odiarán a la ramera y la dejarán desolada y
desnuda, y comerán sus carnes y la quemarán con fuego" (Apocalipsis 17:16
– LBLA). Ella no espera la aparición de
Cristo para ser juzgada, sino que padece en manos de aquellos sobre los cuales
ejerció su perniciosa influencia por tan largo tiempo. Apocalipsis 18 presenta
su juicio, y la lamentación de los reyes de la tierra, y de los que se habían
beneficiado por medio de sus negocios y recompensas, a causa de su destrucción.
Ese es el fin del Cristianismo corrupto en Roma, y dondequiera que se lo
encuentre; porque ella es la madre de las rameras y de las abominaciones de la
tierra.
Al considerar la historia de los poderes Gentiles desde su comienzo
hasta su final en juicio, y la de la Bestia, la cual lo representa, impulsado
por Satanás al final, nosotros vimos también su conexión con el Mesías falso, a
quien los Judíos recibirían al final de la era o fin del siglo, y su juicio
bajo el carácter de falso profeta con la primera Bestia, nosotros quisimos
mostrar de qué manera este personaje forma el vínculo entre la historia de
ellos y la de la falsa Cristiandad profesante al final.
Nosotros vimos, de la lectura de 2ª. Tesalonicenses 2: 3, 4, 8, que el
inicuo no se manifestaría hasta que el buen poder restrictivo fuese quitado: el
misterio de iniquidad hubiese obrado, y la apostasía hubiese llegado; nosotros
trazamos esto hasta su final en el juicio de la mujer corrupta de Apocalipsis
17, pero el día de la manifestación de Cristo en juicio no tendría lugar hasta
que el hombre de pecado se manifestase, habiendo sido quitado primero el buen
poder restrictivo (2ª. Tesalonicenses 2:7). Apocalipsis 13 nos mostró también que
este hombre se manifestaría plenamente durante la forma revivida del imperio
Latino (imperio Romano), al final de la existencia de la cuarta bestia. Aquel
que tiene el título de rey entre los Judíos, la segunda Bestia, ejerce toda la
autoridad de la primera Bestia (no pudiendo desechar los poderes Gentiles)
durante el corto período que antecede al final, cuando Satanás le habrá dado su
poder, y su trono, y su grande autoridad. Vimos también que Satanás fue lanzado
fuera de las regiones celestes antes que los santos fuesen llevados a lo alto
(Apocalipsis 12). Reuniendo todas estas cosas, encontramos que el hombre de
pecado, el inicuo, se manifiesta entre la venida de Cristo a buscar a Sus santos,
y Su aparición en juicio con ellos.
Tal como está descrito en 2ª. Tesalonicenses 2, él hace cosas similares
a las atribuidas a él en Daniel 11: 36-38: él,
"se opone y se levanta contra todo
lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de
Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios… cuyo advenimiento es por obra de
Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos": aun como
Cristo, como el Hombre de justicia que fue "aprobado por Dios entre
vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros
por medio de él" (Hechos 2:22 — véase
el texto Griego). La obtención de esta posición — es decir, de Dios — fue la
primera sugerencia de Satanás a Adán. Aquí encontramos que Adán caído,
plenamente desarrollado y lleno con la energía de Satanás, en este hombre de
pecado, es el que se opone al Señor Jesús — Hombre en el cual toda la plenitud
de la Deidad reside corporalmente en El. (Colosenses 2:9).
Cuando estuvimos examinando Apocalipsis 13, con respecto a este
personaje, nosotros vimos que los milagros que él lleva a cabo tienen, en el
entendimiento de los hombres, la apariencia
de energía divina, y ellos son de carácter mayormente Judío. En 2ª.
Tesalonicenses 2, estos milagros son más una imitación de Cristo. Con respecto
a los que están en Apocalipsis 13, nosotros podemos recordar que cuando Elías
fue levantado para dar testimonio del nombre de Jehová, delante de las tribus
apóstatas de Israel (1º. Reyes 18), la pregunta acerca de si Jehová o Baal era
Dios, fue decidida mediante fuego, el cual descendió y consumió el sacrificio,
y cuando todo el pueblo lo vio, se postraron sobre su rostro y dijeron: "¡Jehová
es el Dios, Jehová es el Dios!" En 2ª. Tesalonicenses, tal como hemos
visto al citar Hechos 2, es más una imitación de Cristo, pero de origen
satánico.
En la primera Epístola de Juan ese hombre de pecado es llamado el
"anticristo", el cual niega al Padre y al Hijo, o, niega la
revelación del Cristianismo. Por lo tanto, es evidente que en estos días de pujante
engaño — cuando los hombres, no habiendo recibido el amor de la verdad para ser
salvos, serán entregados a creer una mentira — este personaje forma el nexo de
unión entre el Cristianismo apóstata, y el Judaísmo apóstata, y la apostasía de
la cuarta Bestia o poder Gentil, y es en sí mismo la expresión de la apostasía
del hombre, afirmando ser Dios. Digo Judaísmo,
porque él se sienta en el
templo de Dios (casi no necesito añadir, en Jerusalén) — digo Cristianismo, por
lo que hemos visto. Y nosotros lo encontramos llegando a su fin, con su
coadjutor en el mal, en Apocalipsis 19:20 bajo el título de "falso
profeta", lo cual es más su carácter Judío; habiendo sido destruida la
mujer falsa, o corrupción eclesiástica, no por el Señor, sino por aquellos sobre
los cuales ella había predominado.
Hemos trazado ahora hasta su final, los diferentes agentes en el mal en
la apostasía del hombre natural al cual se le confió el poder, personificado
por la bestia, el Anticristo hasta su final, y el falso Cristianismo hasta su
final. Temas profundamente solemnes, y sin embargo necesarios (o Dios no nos
habría advertido acerca de estas cosas), ellos no nos afectan en cuanto a su
juicio y a su final, pero nosotros estamos en medio de los principios que son
de rápida maduración alrededor nuestro, y tenemos que ver con ellos. Lo nuestro
es un llamamiento a salir del mundo e ir a lo alto, y estaremos con el Señor,
cuando los males se manifiesten plenamente, y el mundo se entusiasme engañado
por ellos. Nuestra ciudadanía está en los cielos, donde estos males no pueden
ir. ¡Bendito sea nuestro Dios! El mal está madurando con rapidez hasta llegar a
su momento crucial, y las mentes de los hombres están más cegadas, y hay muchos
anticristos. Que la consideración de estas cosas nos conduzcan a una separación
cada vez mayor en nuestros intereses, y modos de hacer las cosas, de aquello
que termina tan tristemente. Y que anhelemos fervientemente la venida de Aquel
que pondrá fin al mal, y llenará el mundo con bendición bajo Él mismo.
Nuestras consideraciones nos han traído hasta aquí. Vemos que los tres
grandes sistemas establecidos en el mundo para la exhibición del gobierno de
Dios y Su gracia (1ª. Corintios 10:32), (a saber, los Judíos, bajo la ley; los
Gentiles,
sin ley, y a los que se les ha confiado el dominio universal; y la Iglesia,
como carta de Cristo en el mundo (2ª. Corintios 3:3) — Su testigo para la
gracia y la verdad, y bajo la gracia), todos ellos han sido, hasta donde la
responsabilidad del hombre alcanza, una escena de ruina y fracaso y corrupción
— demostrando esto que la ruina de lo que es más excelente es la peor de las
corrupciones.
F. G. Patterson
Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Septiembre
2017.-