LOS CAMINOS DE DIOS
Gobierno, Gracia, y Gloria
Frederick G. Patterson
De la Revista "The Bible Treasury", Vol. 5, 1865-1865
Todas
las citas bíblicas se encierran entre
comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera
Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que, además de las
comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:
LBLA = La Biblia de las Américas, Copyright
1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation, Usada con permiso.
RVA = Versión Reina-Valera 1909 Actualizada
en 1989 (Publicada por Editorial Mundo Hispano)
VM = Versión
Moderna, traducción de 1893 de
H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY,
Suiza).
Capítulo 1. — El Alcance General de los Tratos de Dios.
Capítulo 2. — La historia Pasada del Pueblo de Israel
Capítulo 3. — Los Tiempos de los Gentiles y Su Juicio.
Capítulo 4. — La vocación de la Iglesia, y Su Gloria.
Capítulo 5. — La Corrupción de la Cristiandad.
Capítulo 6. — El Juicio de Israel y de las Naciones introductorio del
Reino.
Capítulo 7. — La Gloria, o
Reino.
Capítulo 8. — Satanás desatado por un poco de tiempo, el Gran Trono
Blanco, y el Estado Eterno.
Capítulo 9. — Conclusión.
Capítulo 7. — La Gloria, o
Reino.
El corto período de juicio universal que hemos estado considerando
limpia la esfera del reino de todo lo que ofende, y de los que hacen iniquidad:
y finaliza en la venida (aparición, manifestación presencia) del propio Hijo
del Hombre con poder y gran gloria, para ejecutar el último golpe de juicio; y
reinar sobre el mundo durante la duración del reino. Cuando el reino sea establecido,
Dios habrá
consumado, en y bajo Su Hijo, Sus consejos y propósitos en cuanto a todo lo que
había sido puesto en las manos del primer Adán, y que por medio de él, había
sido contaminado y destruido.
Nosotros hemos visto el primer
Adán, inocente, y rodeado de bendición, fracasando: perdiendo su lugar de
dominio sobre la tierra, y sometiendo la creación a vanidad por su caída
(Romanos 8:20). Abandonado a sí mismo cuando cayó, y afuera del centro del
bien, él llena la tierra con corrupción y violencia, y Satanás usurpa el lugar
que Dios debía haber tenido en su mente. Después, los tres grandes sistemas,
establecidos en el mundo —
— los Judíos bajo la ley,
los Gentiles sin ley, y a los
que se les confió el poder supremo; y
la Iglesia bajo la gracia
— cada uno de ellos demostrando ser un fracaso allí donde es confiado a
los hombres; yo hablo de la Iglesia como un testigo en el mundo, en el lugar de
responsabilidad y testimonio, no como el cuerpo de Cristo.
En los días del reino el postrer
Adán estará allí. En Su humanidad perfecta, inmaculada, Él vino y se situó
entre las ruinas de un mundo perdido, y fue confrontado por Satanás, el cual
había obtenido su poder por medio de las concupiscencias del primer Adán cuando
este cayó (Lucas 4). Él estuvo en Su herencia y encontró "los reinos de la
tierra… y la gloria de ellos" en las manos de Satanás, contaminados por el
pecado y en ruinas. Él lo tomó así, con su carga de pecado y contaminación. Él
frustró y venció a Satanás en el lugar de su poder; ató al hombre fuerte,
procedió después a saquear sus bienes (Mateo 12:29). El príncipe de este mundo
vino, pero nada tuvo en Él, ningún poder sobre Él (Juan 14:30). Él descendió al
dominio "de aquel que tenía el imperio de
la muerte, es decir, el
diablo" (Hebreos 2 – LBLA), y por medio de la muerte Él destruyó su poder.
A su debido tiempo, Él lo lanzará fuera de las regiones celestes con sus
ángeles (Apocalipsis 12); y cuando él haya consumado por un corto período su
maldad tremenda en el imperio latino (Romano) revivido, y en el Anticristo, Él
lo atará y lo arrojará al abismo hasta que los mil años del reino finalicen, y
entonces Él lo lanzará en el lago de fuego (Apocalipsis 20). Cuando Cristo
estuvo aquí, Él exhibió "los poderes del siglo venidero" (Hebreos 6:5),
o del reino, echando fuera espíritus malos y sanando al hombre. Cuando aquel
día estará aquí, Satanás estará en el abismo, y
"los ojos de los ciegos
serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará
como un ciervo, y cantará la lengua del mudo." (Isaías 35).
La creación, la cual fue sometida a vanidad, no voluntariamente,
sino a causa del hombre cuando él cayó, gimiendo y sufriendo dolores de parto,
esperando ese día de su liberación, será libertada de la esclavitud de corrupción,
a la libertad gloriosa de los hijos de Dios (Romanos 8: 18-23). Leemos en
Génesis 3, "maldita será la tierra por tu causa… Espinos y cardos te
producirá." Pero del día de la regeneración leemos, "En lugar de la
zarza crecerá ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá arrayán" (Isaías
55:13). "Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará y
florecerá como la rosa." (Isaías 35:1). Además, la sentencia pronunciada
sobre Caín, " Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza",
será eliminada; porque leemos acerca del día cuando Dios hará resplandecer Su
rostro sobre Israel restaurada, y que
"La tierra ya da su
fruto; y Dios, nuestro Dios, nos bendecirá. ¡Dios nos bendecirá, y todos los
términos de la tierra le temerán!" (Salmo 67 – VM).
Los Judíos, restaurados, serán el centro del gobierno de Dios
reconocido en el mundo bajo Cristo. La supremacía sobre los Gentiles (naciones)
será establecida en Él, el cual se levantará para reinar sobre ellos; la
realeza Judía será restaurada en la casa de David, y el sacerdocio en su
excelencia y pureza será hecho realidad.
Los hombres intentaron formar
un nombre y un centro, aparte de Dios en Babel, y habían sido divididos en
naciones y lenguas (Génesis 11). Israel fue la nación con respecto a la cual
ellos habían recibido su herencia; ella fue propuesta como el centro del
gobierno de Dios en el mundo (Deuteronomio 32:8). Ella llegó a ser indigna de
confianza; tal como leemos acerca de Jerusalén,
"Esta es Jerusalén; la
puse en medio de las naciones y de las tierras alrededor de ella. Y ella cambió
mis decretos y mis ordenanzas en impiedad más que las naciones, y más que las
tierras que están alrededor de ella; porque desecharon mis decretos y mis
mandamientos, y no anduvieron en ellos." (Ezequiel 5: 5, 6).
Y el rey Gentil procuró hacer
una unidad religiosa aparte de Dios. (Daniel 3). Muchos han sido los centros de
reunión propuestos entre los hombres para revertir esa sentencia de dispersión
pronunciada en Babel por Dios; tal como muchas fueron las veces que ellos
fracasaron — ¡Dios tiene solamente Uno!
"No será quitado el cetro
de Judá, Ni el legislador de entre sus pies, Hasta que venga Siloh; Y a él se
congregarán los pueblos." (Génesis 49:10).
Cuando Él vino a Judá Él fue
rechazado. — "Gracia… y… Ataduras" fueron quebrantados (Zacarías 11);
y no hubo ninguna congregación de los pueblos. Su nombre fue propuesto de nuevo
como un centro, cuando la misericordia se glorió triunfante sobre el juicio en
Pentecostés, y Dios en gracia se sirvió de las lenguas, la señal de juicio,
para permitir que las naciones oyesen, cada uno en la lengua (idioma) materna,
las maravillosas obras y gracia de Dios. Pero nuevamente, Su centro fue
rechazado, y no hubo ninguna congregación o reunión de naciones o pueblos, sino
de un pueblo sacado fuera de ellos para Su nombre y para el cielo, al cual el
Centro de reunión, rechazado en la tierra, había sido trasladado. En los días
del reino, del cual hablamos, está eso que nosotros encontramos revelado en
Génesis 28 al errabundo Jacob en un sueño, acerca de una escalera conectando
los cielos con la tierra (el propio Dios haciendo en gracia lo que el hombre
había intentado hacer en voluntad propia en Babel). Nosotros vemos un tipo de
los días del reino, cuando Cristo (tal como Juan 1:51 nos informa) será ese
vínculo de unión entre los cielos habitado por los santos glorificados, y la
tierra milenial, cuando la descendencia de Jacob, que son ahora errabundos en
la faz de la tierra, sin tierra o altar, será "como el polvo de la tierra";
y cuando Dios los habrá traído nuevamente a su tierra, y habrá hecho todo lo
que Él había dicho (Génesis 28:15). La descendencia de Jacob será entonces la
cabeza y no la cola (Deuteronomio 28:13); y
"vendrán muchos pueblos y
fuertes naciones a buscar a Jehová de los ejércitos en Jerusalén, y a implorar
el favor de Jehová. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: En aquellos días
acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a
un judío, diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con
vosotros." (Zacarías 8: 22, 23).
Además, Jehová había cruzado
el Jordán antes que las tribus bajo Josué, en los días pasados, con el título
de "Señor de toda la tierra" (Josué 3); pero cuando Israel dejó de
ser un testimonio rendido a este título, y la nación fue desechada, y el
dominio fue transferido al rey Gentil, Dios asume el título de "Dios del
cielo" (Daniel 2), tal como hemos visto anteriormente, y retiene tal
nombre a lo largo de todo "los tiempos de los gentiles." Pero durante
la escena que introduce el juicio que hemos considerado, Sus demandas como
"Dios de la tierra" son proclamadas nuevamente por Sus testigos
(Apocalipsis 11). Él asume después plenamente ese título, y el botín o
ganancias injustas de los Gentiles, que deseaban tener un mundo sin Dios, es
consagrada al "Señor de toda la tierra." (Miqueas 4:13).
"Y Jehová será rey sobre
toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre." (Zacarías
14:9; véase también Isaías 54:5).
Jerusalén — hollada por los Gentiles, hasta que los tiempos de los
Gentiles se cumplan (Lucas 21:24) — será restaurada en aquel día; cuando
"vendrá el Redentor a Sion." (Isaías 59:20; Romanos 11). A ella se le
dirá,
"Levántate, resplandece;
porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he
aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti
amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. Y andarán las naciones a tu
luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento. Alza tus ojos alrededor y
mira, todos éstos se han juntado, vinieron a ti; tus hijos vendrán de lejos, y
tus hijas serán llevadas en brazos. Entonces verás, y resplandecerás; se
maravillará y ensanchará tu corazón, porque se haya vuelto a ti la multitud del
mar, y las riquezas de las naciones hayan venido a ti. Multitud de camellos te
cubrirá; dromedarios de Madián y de Efa; vendrán todos los de Sabá; traerán oro
e incienso, y publicarán alabanzas de Jehová. Todo el ganado de Cedar será juntado
para ti… te serán servidos; serán ofrecidos con agrado sobre mi altar, y
glorificaré la casa de mi gloria… Tus puertas estarán de continuo abiertas; no
se cerrarán de día ni de noche, para que a ti sean traídas las riquezas de las
naciones, y conducidos a ti sus reyes. Porque la nación o el reino que no te
sirviere perecerá, y del todo será asolado… vendrán a ti humillados los hijos
de los que te afligieron, y a las pisadas de tus pies se encorvarán todos los
que te escarnecían, y te llamarán Ciudad de Jehová, Sion del Santo de Israel.
En vez de estar abandonada y aborrecida, tanto que nadie pasaba por ti, haré
que seas una gloria eterna, el gozo de todos los siglos… En vez de bronce
traeré oro, y por hierro plata, y por madera bronce, y en lugar de piedras
hierro; y pondré paz por tu tributo, y justicia por tus opresores. Nunca más se
oirá en tu tierra violencia, destrucción ni quebrantamiento en tu territorio,
sino que a tus muros llamarás Salvación, y a tus puertas Alabanza."
(Isaías 60: 1-18).
Véase también Isaías 65.
"He aquí que yo traigo a
Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo. Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré
con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor…
Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas.
No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque
según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos
disfrutarán la obra de sus manos. No trabajarán en vano, ni darán a luz para
maldición; porque son linaje de los benditos de Jehová, y sus descendientes con
ellos… El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja
como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán, ni
harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová. (Isaías 65).
Jerusalén, desechada por
Jehová por largo tiempo, tal como nos informa el comienzo de Ezequiel, cuando
Su gloria se marchó al cielo, y Él transfirió la espada a los Gentiles, vuelve
a ser la morada de Su gloria nuevamente. Ezequiel, en la perspectiva del día de
gloria de ella (Ezequiel 60 a 64) describe la ciudad y el santuario
restaurados. En Ezequiel 43: 2-5 nosotros leemos,
"Y he aquí la gloria del
Dios de Israel, que venía del oriente; y su sonido era como el sonido de muchas
aguas, y la tierra resplandecía a causa de su gloria. Y el aspecto de lo que vi
era como una visión, como aquella visión que vi cuando vine para destruir la
ciudad… Y la gloria de Jehová entró en la casa… y he aquí que la gloria de
Jehová llenó la casa."
Y además,
"El nombre de la ciudad desde
aquel día será Jehová-sama", o "Jehová está allí". (Ezequiel
48:35).
"En aquel tiempo llamarán
a Jerusalén: Trono de Jehová, y todas las naciones vendrán a ella en el nombre
de Jehová en Jerusalén" (Jeremías 3:17),
y esto en el día cuando Israel
y Judá serán una nación en la tierra.
Todo el pueblo de Jerusalén será justo, tal como leemos en Isaías
3:4:
"Y acontecerá que el que
quedare en Sion, y el que fuere dejado en Jerusalén, será llamado santo; todos
los que en Jerusalén estén registrados entre los vivientes."
Y además,
"Tu pueblo, todos ellos
justos, heredarán para siempre la tierra; renuevos plantados por mí mismo, obra
de mi mano, para que yo sea glorificado." (Isaías 60:21 – VM).
La ley será escrita en sus
corazones.
"Después de aquellos
días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo
seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo." (Jeremías 31:33).
Todas las naciones (los Gentiles) invocarán el nombre de Jehová. Cuando
Él haya ejecutado el juicio que liberta el remanente de Su pueblo, nosotros
leemos,
"Entonces daré a los pueblos un lenguaje puro para que todos invoquen
el nombre de Jehovah y le
sirvan de común acuerdo." (Sofonías 3:9 – RVA).
Además,
"Se acordarán, y se
volverán a Jehová todos los confines de la tierra, Y todas las familias de las
naciones adorarán delante de ti." (Salmo 22:27).
Las promesas incondicionales a
los padres se cumplirán entonces en gracia, y serán introducidas, como hemos
visto, por medio del juicio. El Salmo 105 es profético de esto, y ofrece
acciones de gracia a Jehová, y exhorta a la descendencia de Abraham y Jacob, a los cuales ellas habían sido hechas, a cantarle a Él, y
glorificar Su nombre. Porque
"Él es Jehová, el Dios
nuestro; en toda la tierra se manifiestan sus
juicios. Se acuerda para siempre de su pacto, de la promesa que ordenó para
mil generaciones; pacto que hizo con Abraham, y
su juramento a Isaac, que estableció
a Jacob como decreto, y a Israel por
pacto eterno; diciendo: A ti te daré la tierra de Canaán, la suerte de vuestra
herencia." (Salmo 105: 7-11 – VM).
Podemos recordar que, al
considerar la historia pasada de la nación, nosotros vimos que estas promesas
nunca se han cumplido hasta ahora: el pueblo, habiendo tomado su herencia bajo
la ley — la perdió. Dichas promesas se cumplirán para ellos en gracia soberana,
tal como el Salmo 105:7 declara, mediante juicio, evidenciando muy claramente
la aplicación aún futura de ellas.
El conocimiento de Jehová y de
Su gloria llenará la tierra, como las aguas cubren el mar; y el trono de Dios,
y Su gobierno justo serán conocidos en el mundo. "El juicio volverá a ser justo."
(Salmo 94:15 – LBLA). Y "Justicia y juicio son el cimiento de su trono."
(Salmo 97:2). Cristo será el Príncipe de este mundo, y Satanás, el cual es
ahora su príncipe, será atado. Su poder manifestado será obedecido, y cuando
esta obediencia no sea observada, el resultado será la escisión (extirpación),
la cual, si tiene lugar durante la duración del reino, se reconocerá que ella
es por los actos judiciales del gobierno de Dios; y todo continuará pacífica y
felizmente. Satanás no estará allí para influenciar a los hombres y tentarlos a
pecar.
Nosotros encontramos los
principios del gobierno del Mesías en la tierra en el Salmo 101.
"El corazón perverso se
alejará de mí: al hombre malo no le conoceré. Al que calumnia en secreto a su
prójimo, le destruiré: al altivo de ojos y orgulloso de corazón, no le sufriré.
Fijaré mis ojos sobre los fieles de la tierra, para que ellos estén conmigo… No
habitará dentro de mi casa quien practica engaño; el que habla mentiras no
parará delante de mis ojos. Con empeño destruiré a todos los inicuos de la
tierra, para cortar de la ciudad de Jehová a todos los obradores de maldad."
(Salmo 101: 4-8 – VM).
Nosotros tenemos la escisión
como resultado del pecado también en Isaías 65:20, donde leemos, " el
pecador de cien años será maldito", es decir, si es extirpado, ello será
considerado como escisión por el pecado en el gobierno de Dios. El reino de
Israel será el centro terrenal de la administración del gobierno de Dios en el
mundo.
"El juzgará a tu pueblo
con justicia, Y a tus afligidos con juicio… [Él] Descenderá como la lluvia
sobre la hierba cortada; Como el rocío que destila sobre la tierra. Florecerá
en sus días justicia, Y muchedumbre de paz, hasta que no haya luna. Dominará de
mar a mar, Y desde el río hasta los confines de la tierra… Los reyes de Tarsis
y de las costas traerán presentes; Los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones.
Todos los reyes se postrarán delante de él; Todas las naciones le servirán…
Será echado un puñado de grano en la tierra, en las cumbres de los montes; Su
fruto hará ruido como el Líbano, Y los de la ciudad florecerán como la hierba
de la tierra… Bendito Jehová Dios, el Dios de Israel, El único que hace
maravillas. Bendito su nombre glorioso para siempre, Y toda la tierra sea llena
de su gloria. Amén y Amén." (Salmo 72).
Además,
"He aquí que un rey
reinará según la justicia, y los magistrados gobernarán según el derecho…
entonces habitará el derecho en el desierto, y la justicia se establecerá en el
campo fértil. El efecto de la justicia será paz; el resultado de la justicia
será tranquilidad y seguridad para siempre." (Isaías 32 - RVA).
Nosotros hemos visto
brevemente hasta ahora las bendiciones terrenales
del reino. Hemos dejado a los santos de los lugares celestiales, los cuales habían
sido tomados y llevados al cielo en la venida
de Cristo, así como aquellos que habían sido martirizados durante la crisis de
juicio que introdujo el reino, sentados sobre tronos en Su manifestación, para
reinar con Él mil años (Apocalipsis 20:4).
Consideremos ahora la
bendición celestial del reino. En
Apocalipsis 21:9 y 22:5, nosotros encontramos una descripción de la exhibición
milenial de la Jerusalén celestial al
mundo. El profeta la ve "descenDIENDO") (no "que descenDÍA"),
desde Dios.
"Y me llevó en el
Espíritu a una montaña grande y alta, y me mostró la santa ciudad de Jerusalén,
descendiendo del cielo, desde Dios" (Apocalipsis 21:10 – VM).
Lo que los santos deben ser
ahora en este día de prueba — "luminares en el mundo", eso es la
iglesia en los lugares celestiales para el mundo en el día de gloria,
reflejando todas las glorias de Dios y del Cordero; la sede del poder
administrativo celestial del reino
("¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo?" 1ª. Corintios
6:2); el carácter y la posición celestiales
de ella, y no obstante, su conexión
con la tierra milenial, es
revelada—vestida con gloria divina, como la de Aquel que estaba sentado en el
trono en Apocalipsis 4.
Los ángeles son los serviciales
guardas de las puertas de esa ciudad segura, la cual es el fruto principal de
la aflicción del alma de Cristo (Isaías 53:11). Ella tiene la plenitud en
perfección del poder administrativo hacia y sobre el mundo — doce puertas,
porque la puerta era el lugar de juicio.
Las variadas muestras de la
naturaleza de Dios, bajo la figura de piedras preciosas, que brillaron en la
creación (Ezequiel 28), y en gracia, en el pectoral del sumo sacerdote (Éxodo
28), resplandecen aquí en gloria (Apocalipsis 21: 10-27). La ciudad y sus
calles están formadas en justicia divina, de la cual el oro es siempre el
emblema adecuado, y en santidad y verdad, "semejante al vidrio limpio."
El Señor Dios Todopoderoso, y el Cordero, son su templo y su luz. Las naciones
(que habían sido salvas a través de los juicios en la tierra) andan a la luz de
la ciudad celestial, y los reyes de la tierra traen su gloria y honor a ella (nunca
'en' ella); ellos reconocen que el reino celestial
establecido ahora, y los cielos mismos, son la fuente de bendición para la
tierra. "El cielo gobierna." (Daniel 4:26).
Ningún mal del hombre o de
Satanás está allí, y no entra en ella nada que contamina o hace mentira, sino
solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero. El río de
Dios y los frutos del árbol de la vida son para el refrigerio de los redimidos
del Señor: no hay allí ningún árbol de la responsabilidad,
sino un solo árbol, el cual es el
árbol de la vida, y las hojas del árbol son para la sanidad de las naciones del
mundo. La ciudad es el vaso de la gracia para el mundo de aquel día — la gracia
la caracteriza; tal como la supremacía
real del restaurado santuario
terrenal, y de la ciudad de Jerusalén,
es preservada siempre; porque leemos, "Porque la nación o el reino que no
te sirviere perecerá." (Isaías 60:12).
Por consiguiente, nosotros
encontramos que todo lo que ha sido arruinado y profanado por el primer Adán,
es enmendado en el día del reino, en y bajo Cristo. Los tres grandes sistemas establecidos
por Dios, y destruidos por los hombres, son establecidos en gloria.
Los Judíos en supremacía y bendición terrenales;
los Gentiles bendecidos de manera subordinada alrededor, gobernados en
justicia, y
la Iglesia de Dios en la gloria celestial;
el centro de la administración del reino, y el vaso de la gracia para el mundo.
El río de Dios (Salmo 65). Su
corriente de bendición, siempre plena de agua, ha sido secada siempre en su
flujo en este mundo, no en cuanto a su fuente, sino cuando Dios formó un
conducto para la bendición en y hacia el mundo; ella ha sido corrompida, Él se
ha visto obligado a trasladar la corriente pura a otros cursos, siempre
dispuesta para la bendición del hombre; habiendo el conducto mismo demostrado
que es indigno de la corriente. En Edén surgió en el principio cuando la época
propuesta fue una de bien terrenal, y se dividía en cuatro cauces, para llevar
al mundo las riquezas de esa época. Sin embargo, pronto, como sabemos, sus
canales se corrompieron, y no se halló lugar alguno para que tal bendición
fluyese, y entonces los cauces se detuvieron, y los canales fueron arrasados
por las aguas del diluvio.
Además, cuando Israel fue
redimido, y Dios estuvo en medio de ellos, el río surgió en la roca que fue
golpeada para Su pueblo en el desierto. "Porque bebían de la roca
espiritual que los seguía" (1ª. Corintios 10:4), durante el viaje de
cuarenta años, hasta que ellos estuvieron a salvo en la tierra. Entonces, en la
serie diaria y anual de fiestas y reuniones para Jehová, el pueblo recibió refrigerio
con las aguas de Siloé, que corrían mansamente entre ellos — "Hay un río
cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios (Salmo 46 – VM). Pero los canales fueron
corrompidos nuevamente, así que cuando Él, el cual era la fuente de dichas
corrientes, vino a visitar a esa única familia que Él solamente había conocido de
todas las familias de la tierra (Amos 3:2), y a la cual Él había escogido para
formar los objetos del flujo del río de Dios, y para ser su canal para el mundo
Gentil, Él la encontró tan corrompida que Él no pudo reconocerla o permitir que
contaminara la corriente; y entonces, nuevamente, la fuente fue transferida a
otro lugar, y el mundo llegó a ser plenamente,
lo que era para Él y lo que ha sido siempre para Su pueblo, "tierra seca y
árida donde no hay aguas" (Salmo 63).
La fuente iba a ser ahora el
Hijo del Hombre glorificado en el cielo; y la época iba a ser una época de
bendiciones espirituales en los lugares celestiales; y el canal de la bendición,
Sus miembros en la tierra. Nosotros leemos en Juan 7, donde el Señor pasó y no
pudo reconocer el canal (las recurrentes fiestas anuales), el cual se había
vuelto impropio para el río de Dios:
"En el último y gran día
de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene
sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su
interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de
recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo,
porque Jesús no había sido aún glorificado."
No obstante la carencia de fe
de Su propio pueblo, y lo muy obstaculizada que había llegado a estar la
corriente, aun así, ella continúa fluyendo aún, y no se agotará o se secará
jamás. Él (el Espíritu Santo) estará "con vosotros para siempre."
(Juan 14:16).
Pero el día está llegando cuando
no solamente existirá una época de bendiciones espirituales en lugares celestiales,
sino una
dispensación de bien terrenal
también. Cuando una será la gloria de los celestiales,
y otra la de los terrenales. Cuando
todas las cosas, tanto las que están en el cielo,
como las que están en la tierra,
serán reunidas en Cristo. Cuando el Señor responderá "a los cielos, y
ellos responderán a la tierra. Y la tierra responderá al trigo, al vino y al
aceite, y ellos responderán a Jezreel." (Oseas 2: 21, 22), la simiente de
Dios. La bendición del río de Dios tendrá entonces una fuente doble en
bendición celestial y terrenal, su fuente en la gloria celestial será la {nueva}
Jerusalén celestial — La Iglesia de los glorificados:
El río limpio de agua de vida,
resplandeciente como cristal sale del trono de Dios y del Cordero en medio de
ella. (Apocalipsis 22:1).
Y la fuente de la gloria terrenal será el santuario de la
Sion terrenal, cuando aguas vivas
emanarán de la Jerusalén restaurada, para la bendición de los Gentiles y de la
tierra milenial.
"He aquí aguas que salían
de debajo del umbral de la casa hacia el oriente", etc. (Ezequiel 47; compárese
también con Joel 3:18 y con Zacarías 14:8).
Y Cristo será el Melquisedec
verdadero, Un Sacerdote sobre Su trono; el vínculo entre la gloria celestial y
la terrenal. La verdadera fiesta de los tabernáculos será celebrada tanto por
Israel como por los Gentiles, pero también por los santos en los lugares
celestiales, después de la cosecha o recolección, y la vendimia de juicio al
final de la era (siglo).
"Y sucederá que todos los
que quedaren de todas las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de
año en año, para adorar al Rey, Jehová de los Ejércitos, y para celebrar la
fiesta de las Enramadas." (Zacarías 14:16 – VM).
Y las naciones que rechazan
subir, no participarán de las refrescantes corrientes del río de Dios. ¡Jehová,
se apresura a hacer esto a Su tiempo! (Isaías 60:22 –
VM).
F. G. Patterson
Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Octubre 2017.-