DENTRO DEL VELO, FUERA DEL CAMPAMENTO
Hebreos
10; Hebreos 13: 9-16.
El poder de nuestra senda - de nuestro andar en este mundo, es la comprensión, por medio del Espíritu Santo,
de nuestra identificación con Cristo en todos nuestros modos, y de que somos establecidos en este mundo para manifestarle
a Él, no simplemente para saber que tenemos salvación, y la limpieza de nuestras conciencias por medio de Su muy preciosa
sangre. El testimonio de un Cristiano muestra este carácter, él está andando en los pasos de Cristo. "Para mí el vivir es
Cristo" (Filipenses 1:21), otra vez, "He sido crucificado con Cristo; sin embargo vivo;
mas no ya yo, sino que Cristo vive en mí: y aquella vida que ahora vivo en la carne, la vivo por la fe en el Hijo de Dios,
el cual me amó, y se dió a sí mismo por mí." (Gálatas 2:20 - Versión Moderna). Eso pone a cada uno de nosotros en el lugar
de la responsabilidad en cuanto a nuestros modos, nuestros hábitos, nuestros sentimientos, y objetos. ¿Estamos realizando
la responsabilidad de vivir a Cristo? Eso es realmente para lo que la Iglesia de Dios es establecida en el mundo - para ser
la expresión de Cristo en Su ausencia. La conciencia de un Cristiano a menudo se satisface a sí mismo entregando una Biblia
al hombre no convertido, para que pueda leer lo que Cristo fue; pero este no es el propósito por el cual Cristo nos dejó aquí.
— "[Vosotros] sois carta de Cristo, conocidas y leídas por todos los hombres." ¿Somos nosotros una epístola
tal que las personas la puedan leer? No se trata de que una persona venga a mí, diciendo, ¿Cuál es su credo? ¿Qué opiniones
sostiene Ud.? y cosas parecidas. Si yo no soy una expresión de los modos y sentimientos de Cristo, soy un estorbo, en lugar
de ser otra cosa. El Cristiano debería ser la expresión viva, viviente, de Cristo — de los principios, características,
gracias, del carácter de Cristo. ¡Es lamentable! a menudo se hace consistir todo el Cristianismo en una serie de opiniones:
uno obtiene su lugar y es caracterizado por las opiniones que sostiene. Nosotros somos llamados, inevitablemente, a vivir
el Cristo en quien creemos; somos uno con Él, y somos llamados a mostrar lo que Él es. Pero todo el poder por medio del cual
yo voy a actuar y a mostrar eso, es la comprensión de que soy uno con Él.
En la Epístola a los Hebreos se nos presentan dos grandes etapas del camino de Cristo, y del creyente como identificado
con Él. El primero finaliza (Hebreos 10) donde el alma es establecida en "el Lugar Santísimo." Hacia eso nos está conduciendo
ahora el Espíritu Santo, paso a paso; allí Él nos sienta en este bendito lugar, "teniendo libertad para entrar en el Lugar
Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne."
El poder de la consagración inteligente es la comprensión de la perfecta limpieza de nuestras conciencias. Muchos
no entienden esto; ellos están aspirando a tenerla, y eso es trastocar completamente el orden de Dios. Yo tengo una conciencia
limpia; sigo adelante, no para obtenerla, sino porque la tengo. ¿Cómo la consigo? No por nada que yo haya hecho, por mis formas
o sentimientos, como un asunto de logro o experiencia; el Espíritu Santo nos enseña que esto es por la sangre de Jesús.
Él nos muestra la gloria de la persona de Cristo, en contraste con los ángeles y con Moisés; la de Su sacerdocio
en contraste con el de Aarón; el de Su sacrificio, en contraste con los sacrificios bajo la ley. ¿Y cuál es el resultado?
Nosotros tenemos una conciencia limpia. Él nos ha sentado dentro del velo. Esto no es lo
que tiene un Cristiano, y lo que otro está esforzándose por tener, sino la plataforma común de todos - todos
nosotros tenemos una conciencia limpia. Algunos suponen que la sangre de Cristo
ha quitado nuestros pecados antes de la conversión; y entonces, en cuanto a lo que pasa con aquellos que se convierten posteriormente,
ellos son alcanzados por el sacerdocio de Cristo; pero esto no es lo que Él dice: es por la sangre de Cristo; nosotros estamos
dentro del velo con una conciencia limpiada perfectamente, sin "más conciencia de pecado." (Hebreos 10:2). Sólo es digno del
sacrificio de Cristo ponerme en posesión de esto, y nada menor de ello; todos mis pecados, no algunos de ellos,
borrados. El más simple de los creyentes está sentado allí, donde el Sumo Sacerdote podía ir una vez al año, y sólo entonces.
Cuando uno llega a tratar estrechamente con las almas, uno descubre cuáles dudas, nubes, temores, y ansiedades,
se han posesionado de ellas y las afligen. Si la sangre de Cristo hace algo por nosotros, ella nos pone allí sin mancha, ni
arruga, o cualquiera cosa tal. "Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo
. . . . acerquémonos," etc. Aquí no hay diferencia entre apóstol y otros; el apóstol Pablo y el ladrón en la cruz: en otras
palabras, todos tienen, por igual, un lugar común dentro del velo.
El sacerdocio de Cristo se introduce para mantenerme, en forma práctica, donde la sangre de Cristo me ha puesto.
Así como en la expresión en la Epístola de Juan, "Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere
pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo [Jesucristo está a la diestra de Dios en todos los principios
de la justicia]. Y él es la propiciación [el propiciatorio] por nuestros pecados." (1 Juan 2: 1, 2). "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados, y limpiarnos de
toda iniquidad." (1 Juan 1:9 - Versión Moderna). Es una cosa mucho más fácil para un niño pedir perdón por alguna falta que
confesarla. Nosotros podemos pedir perdón por cualquier pecado especial, y no tenemos ninguna garantía en la Escritura de
que sepamos que este es quitado; pero cuando lo confesamos, es un asunto de fe saber que es quitado. Ahora estoy
hablando de un creyente: si fuese un asunto de una persona no convertida, la sangre de Cristo se encarga de eso. Dios es "fiel
y justo (no dice amable y misericordioso), para perdonar nuestros pecados," etc. En el momento que me he juzgado a mí mismo
acerca de ello, tengo derecho a saber que este ya no está.
¡Qué lugar más maravilloso donde al creyente es colocado al comienzo mismo del curso de su discipulado! —
¡lavado de sus pecados, limpia su conciencia, sentado en el claro sentido de la luz de la faz de Dios! ¿Pero para hacer qué?
¿Reposar allí? No; ese es el fundamento en que está basada la superestructura de la consagración práctica. El legalismo y
al antinomianismo [*] son igualmente enfrentados. ¿Qué dice el sistema del legalismo? Tú mismo tienes que obrar para subir
a este lugar de aceptación. El evangelio dice, Cristo me ha puesto allí. Yo nunca podría llegar allí; la ley ha probado eso.
Cuando Dios dio la ley, ¿qué estaba haciendo Él? Las palabras, 'Harás esto', 'No harás eso', sacaron a luz lo que era el corazón
del hombre; fue imposible que pudiese hacer lo que Dios le decía que debía hacer, e imposible que no fuese lo que Dios le
decía que no fuese: — "Porque todos los que son de las obras de la ley están bajo maldición." (Gálatas 3:10 - LBLA).
Yo nunca puedo, por las obras de la ley, entrar en el Lugar Santísimo. Soy puesto allí como resultado de lo que Cristo ha
cumplido por mí en la cruz; y esto está declarado al comienzo mismo de la epístola: "habiendo efectuado la purificación de
nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas." (Hebreos 1:3). ¿Por qué dice
"se sentó"? Para evidenciar lo completo de la obra. Aarón nunca se sentó; no había silla preparada para el sacerdote, ya sea
en el tabernáculo o en el templo.
[* N. del T.: ANTINOMIANISMO: La palabra viene del griego anti,
contra, y nomos, ley. Se refiere a la práctica no bíblica de vivir sin la debida consideración de la rectitud de Dios,
emplear la gracia de Dios como si fuera una licencia para pecar y confiar en la gracia para ser limpio del pecado. En otras
palabras, ya que la gracia es infinita y somos salvos por gracia, entonces para el antinomianismo podemos pecar cuanto queramos
y aún ser salvos. Esta idea es errónea porque, aunque como cristianos no estemos bajo la Ley (Romanos 6:14), todavía somos llamados a vivir en santidad, alejados del mundo y sus placeres y cumplir la Ley del
amor (Romanos 13:8,10; Gálatas 5:14;
6:2). Debemos amar a Dios con todo nuestro corazón, alma, fuerza y mente, y a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Lucas
10:27) y, de este modo, evitar la ofensa del pecado que le costó a Dios Su unigénito Hijo. Pablo habla contra la noción del
antinomianismo en Romanos 6:1-2: "Qué, pues, diremos? Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera.
Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?" No hemos de usar la gracia de Dios como una excusa para
pecar; en lugar de esto, hemos de ser controlados por el amor de Dios y de esta forma traer el fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22-25).]
¿Qué dicen los hombres guiados por el antinomianismo? <<Lo tengo, yo lo poseo todo en Cristo>>, y
allí termina. ¡Pero, no! el evangelio me pone allí, para correr la bendita carrera que tengo por delante, en un ansia ardiente
y ferviente del alma para llegar a ser semejante a Cristo.
Si la primera sección me sienta dentro del Lugar Santísimo, la segunda me coloca fuera del
campamento. En lo que respecta a mi conciencia, encuentro a Cristo "dentro del velo." En lo que respecta a mi corazón,
encuentro a Cristo "fuera del campamento."
No viene a ser solamente que nosotros tomemos el consuelo que emana de conocer que Cristo está dentro del velo
- el consuelo que su Sacrificio nos da -, yo debo buscar la identificación práctica con Él fuera del campamento. Cristo dentro
del velo tranquiliza mi conciencia. Cristo fuera del campamento vivifica, vigoriza mi alma para correr más consagradamente
la carrera que tengo por delante. "Los cuerpos de aquellos animales cuya sangre a causa del pecado es introducida en
el santuario por el sumo sacerdote, son quemados fuera del campamento. Por lo cual también Jesús, para santificar
al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta. Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando
su vituperio." (Hebreos 13: 11-13). No hay dos puntos que sean más distantes moralmente que dentro del velo
y fuera del campamento, y, con todo, ellos son juntados aquí. Dentro del velo era el lugar donde moraba la 'shekinah'
de la gloria de Dios; fuera del campamento era el lugar donde la ofrenda por el pecado era quemada — ningún lugar da
una idea tal de lejanía de Dios como ese. Es bendito saber que el Espíritu Santo me presenta a Jesús llenando por completo
todo lo que está entre estos dos puntos. Yo no tengo nada que ver, en absoluto, con el campamento. El campamento era el lugar
de profesión manifiesta (en tipo, el campamento de Israel; en antitipo, la ciudad de Jerusalén). ¿Por qué Cristo padeció fuera
de la puerta? Para mostrar el apartamiento de la simple maquinaria de la profesión externa de Israel.
Nosotros podemos tener claro lo referente a la obra de Cristo hecha por nosotros (y que Dios impida que haya
una nube cubriendo la bendición de ella), sabiendo que la conciencia es hecha perfecta; pero, ¿es tranquilidad de conciencia
todo lo que yo quiero? ¿No hay allí ninguna responsabilidad? ¿Es la voz de Cristo desde dentro del velo todo? ¿Él no tiene voz fuera del campamento? Se encontrará que, después de todo, el gozo, la paz, la libertad,
fluyendo de oír nosotros la voz de Cristo dentro del velo, depende mucho de oír nosotros Su voz fuera del campamento. Aquellos
que conocen mucho acerca del sufrir con Él, y de llevar su vituperio, conocerán más de la bendición de Su lugar dentro del
velo. Nuestra conducta, nuestros modos, nuestra senda a través de la tierra, debe ser puesta a prueba por medio de Cristo.
- '¿Cristo estaría allí?' o '¿Cristo haría esto?' El Espíritu Santo debe contristarse
si el santo sigue un curso contrario del que Cristo habría seguido; y entonces el alma debe ser estéril. ¿Cómo puede un Espíritu
Santo contristado testificar de Cristo - cómo puede Él dar al alma el consuelo y gozo y paz de Su testimonio a Él? ¿Cómo puedo
disfrutar de Cristo si no estoy caminando en compañía de Él? Sabemos que nosotros no podemos disfrutar de la compañía de una
persona a menos que estemos donde esa persona está - ¿dónde, entonces, está Cristo? "Fuera del campamento." — "Salgamos,
pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio." (Hebreos 13:13). Esto no es salir a
hombres, o a opiniones, o una a iglesia, o a un credo, sino a Cristo mismo. Nosotros no somos del mundo - ¿por qué? Porque
Cristo no es de este mundo; la medida de nuestra separación del mundo es la medida de la separación de Cristo. "Porque no
tenemos aquí ciudad permanente;" ¿Acaso nuestros corazones buscan una? — ¿buscan alguna serie de circunstancias o algo
similar, algo en que apoyarse? ¿Decimos nosotros, por expresarlo así, 'Oh, déjame algo'?
como Lot suplicando por Zoar, "(¿no es ella pequeña?)" no la quites del todo, "(¿no es ella pequeña?), y salvaré mi
vida." (Génesis 19:20). El corazón de Lot era un corazón que aún anhelaba un poco del mundo. Cuando el corazón es llenado
con Cristo, puede dejar el mundo, no hay dificultad en hacerlo entonces. Decir simplemente, 'Deja esto,' o 'deja eso,' a una
persona que ama al mundo, no servirá de nada; lo que yo debo hacer es buscar ministrar más de Cristo a esa alma.
Yo estoy fuera del campamento, estoy buscando una ciudad por venir, estoy esperándole a Él quién está por venir.
En esta condición, desalojados del mundo y de su sistema, yo me encuentro en dos posiciones - una para con Dios, y la otra
para con los hombres. La primera, "Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir,
fruto de labios que confiesan su nombre." (Hebreos 13:15). La segunda, el amoroso desarrollo del espíritu de benevolencia
activa en el siguiente versículo, "Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada
Dios." (versículo 16).
Yo estoy dentro del velo con Cristo, - fuera del campamento en el mundo, "llevando su vituperio"; y, librado
así de la profesión a mi alrededor, que no es de Él, estoy ocupado en la adoración y haciendo bien a todos.
En lo que respecta a mi esperanza, ella no es, como dice la gente, 'sustentar la doctrina de la segunda venida', sino que es 'esperar de los cielos al Hijo de Dios.' (1 Tesalonicenses 1:10).
Esta no es una doctrina muerta, seca. Si nosotros estamos realmente esperando de los cielos al Hijo de Dios, nos desataremos
de las cosas del mundo.
Yo tengo a Cristo para la necesidad de mi alma, y solamente 'estoy esperando de los cielos al Hijo
de Dios', que Cristo venga del cielo a tomar a Su Iglesia a Sí mismo, para que donde Él está nosotros también estemos, y eso
puede ser esta noche. No espero al Anticristo, ni señales, ni movimientos entre las naciones, sino esa cosa santa, feliz,
espero de los cielos al Hijo de Dios. Oh, no dejes que seamos inconsistentes, no dejes que contradigamos eso - procurando
asir a Cristo de una mano, y con el mundo adherido a la otra. Si sabemos nuestra posición "dentro del velo," debemos saber
nuestra posición "fuera del campamento," vituperados, puede ser, desdeñados, odiados, bajo sospecha, de todos quiénes no están
fuera, pero en el gozo de la comunión con Él. "Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis
manifestados con él en gloria." (Colosenses 3:4).
C.
H. Mackintosh.
Traducido
del Inglés por: B.R.C.O. - Mayo 2005.-
Título del Original en Inglés:
"INSIDE THE VEIL, WITHOUT THE CAMP", by Charles Henry Mackintosh
Versión Inglesa |
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