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LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS (F. G. Patterson)

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LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS

   

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que además de las comillas dobles ("") se indican otras versiones mediante abreviaciones que pueden ser consultadas al final del escrito.

 

Escritos Compilados de F. G. Patterson

 

Pregunta. Una persona que me escribe estaría muy agradecida en conocer hasta qué punto la doctrina de la 'Perseverancia de los santos hasta la obtención de la salvación' es confirmada por el pasaje, "El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo".

 

Respuesta: El pasaje (Filipenses 1: 6) muestra la confianza perfecta que había en el corazón del Apóstol, en que Dios, que había comenzado una buena obra en ellos, es decir, el espíritu de consagración a los intereses del Evangelio (versículo 5), así como todos los demás frutos preciosos que él veía en los Filipenses, la continuaría hasta el día de Jesucristo. Su confianza era segura, porque era Dios mismo el que obraba en ellos tanto el querer como el hacer, por su buena voluntad (Filipenses 2: 12). Y estos frutos que él había visto eran la prueba de la existencia de la vida eterna que Dios había implantado en sus almas. Tal como no puede haber "frutos de justicia" hasta que la justicia es poseída (Filipenses 1: 11), o "el fruto del Espíritu" hasta que el Espíritu está dentro de la persona (Gálatas 5: 22), y "Por sus frutos los conoceréis". En todos estos casos se trata sólo de la feliz efusión de aquello que el Cristiano posee; y ello es para la gloria de Dios. Por eso, querido amigo, no me agrada la expresión, 'hasta la obtención de la salvación'. Nunca encontramos que la obtención de la salvación es algo futuro en la Escritura. Estar seguros del pleno disfrute sin trabas de ella — es decir, 'reinar en vida' (Romanos 5: 17); y de su realización plena es siempre, como bien sabemos, algo futuro; pero su posesión es siempre algo actual para el creyente. Puede estar empañada y obstaculizada, pero está allí. El creyente la ha obtenido tal como ha obtenido el perdón de sus pecados, por medio de la fe en la muerte y en el derramamiento de la sangre de Cristo.

 

La vida y la propiciación vienen a nosotros a través de la muerte de Cristo (véase 1ª. Juan 4: 9, 10). Cuando nosotros oímos Sus palabras y creemos al Padre que Le envió, tenemos vida eterna (véase Juan 5: 24; Juan 17: 3). Nosotros hemos nacido de nuevo por medio de Su palabra aplicada a nuestras conciencias por el Espíritu Santo. "El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra" (Santiago 1: 18). "Habéis nacido de nuevo… mediante la palabra de Dios" (1ª. Pedro 1: 23 – LBLA). Tenemos así una vida en nuestras propias almas que, como pecadores, nunca poseímos. Nosotros estábamos muertos en pecados; Cristo entró al lugar de la muerte por el pecado, y llevó los pecados de muchos (Hebreos 9: 26 a 28). Dios Lo resucitó de los muertos, y, mediante el mismo poder, nos ha vivificado, o nos ha dado vida juntamente con Cristo así resucitado, perdonándonos "todos los pecados" (Léase atentamente Efesios 1: 19, 23; Efesios 2: 5, 6; Colosenses 2: 13); dejándolos detrás de nosotros, por así decirlo, en el sepulcro de Cristo; y llevándonos de este modo a un lugar nuevo en resurrección delante de Él mismo. Y así, Cristo resucitado de los muertos, y ascendido al cielo, es nuestra vida, la cual de este modo está, "escondida con Cristo en Dios" (Colosenses 3: 1 a 4); y está — bendito sea Dios — ¡tan segura como Él! Nosotros tenemos aún la vieja naturaleza (no teníamos nada más una vez) para tratar como un enemigo, para mortificar, y someter. Por eso, querido amigo, con respecto a nosotros no es un asunto de obtener vida; sino de poseer a Cristo, el cual es nuestra vida; y así estar seguros en las propias manos de Dios. "Porque yo vivo, vosotros también viviréis". (Juan 14: 19). Los frutos serán vistos de alguna manera, dondequiera que haya vida en el alma; sin embargo, los frutos no deben ser un objeto que nos ocupe. Que los demás los vean — y ocupémonos nosotros de Aquel que es nuestra vida — resucitado, victorioso sobre la muerte, Aquel que llevó el pecado, el juicio, todo; y su objetivo y medida. Si estamos así ocupados tendremos pocas dudas acerca del desenlace definitivo — más bien tratarlos como se merecen, como del enemigo. La fe, guardando al hacedor de nuestros corazones, no admitirá tales intrusos allí.

 

F. G. Patterson                 

 

Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – diciembre 2019.-

 

Otras versiones de La Biblia usadas en esta traducción:

 

LBLA = La Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation, Usada con permiso.

Título original en inglés:
Perseverance of the Saints, by F. G. Patterson
Traducido con permiso
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Versión Inglesa
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