¿Ha fracasado el Cristianismo?
Wilson Smith, J.
Todas las citas
bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas
de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares
en que además de las comillas dobles ("") se indican otras versiones
mediante abreviaciones que pueden ser consultadas al final del escrito.
¡Una pregunta muy importante!
Todos debemos admitir que el
Cristianismo ha ejercido al menos una influencia altamente benéfica; y, además,
si a sus principios se les hubiera permitido prevalecer eficazmente, esa
influencia habría sido mucho mayor. Pero el Cristianismo se ha encontrado con
la más intensa oposición en todas partes debido a la santidad misma de estos
principios. No se trata solamente de que sus defensores hayan sido castigados mediante
fuego y espada, no solamente que sus páginas impresas hayan sido a menudo
consumidas por el fuego; sino que también ha tenido que lidiar con un corazón y
una mente en cada alma del hombre que se rebela contra sus doctrinas. Leemos,
"El reino de los cielos sufre violencia, y los violentos se apoderan de él".
(Mateo 11: 12 – RVA). "La luz resplandece en medio de las tinieblas, y las
tinieblas no lograron sofocarla" (Juan 1: 5 – VM). Sin embargo, a pesar de
todo, su influencia ha sido, y ciertamente es, purificadora, refinadora y
enriquecedora.
Y así como la imitación es el
mayor halago, también las santas y purificadoras verdades del Cristianismo han
sido ampliamente reconocidas. Pero, ¿cuenta eso mucho? ¡Lamentablemente, no! Lo
que no es más que superficial pronto se desvanecerá. La simple admiración no
significa nada. Veamos el estado de cosas en que el cristianismo encontró al
mundo cuando entró en él. Citaré de la epístola de Pablo a los Romanos 1: 29 a 31,
que da una imagen inspirada y precisa de la condición de los habitantes del
mundo en ese momento; ellos estaban:
"atestados de toda
injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia,
homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores,
aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males,
desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables,
sin misericordia".
Tenemos aquí una acusación de veintidós
terribles cargos nombrados por el inerrante Espíritu de verdad contra la raza
caída y culpable de Adán. Explórelo quien lo desee; apártese si usted lo desea
de un retrato tan repugnante; decline creer la fotografía presentada
divinamente; diga que puede ser una exageración si así usted lo desea; pero
ella está expuesta allí ante la mirada del hombre en la galería de la
Escritura. Esos eran, a pesar de toda la incredulidad, el estado y condiciones
reales y de facto de la raza cuando
la luz gloriosa del Cristianismo irrumpió a través de las tinieblas y
resplandeció sobre los hombres. Eso era el hombre, eso era — para usar una
palabra muy favorita de hoy — ¡la humanidad! ¡Cuán esencialmente aborrecible! Cuán
por debajo de la creación animal visto moralmente.
Hace mucho tiempo que yo dejé
de ser un admirador del hombre como tal — desde que me enteré de lo que él hizo
en el Calvario. Podemos ver allí la maldad inherente de su naturaleza caída,
cuando crucificó al más grande benefactor que el mundo haya visto jamás — ¡el
humilde Hijo del Hombre, el siempre bendito Hijo de Dios!
Todos los cargos de la
acusación arriba mencionada, y más aún, están concentrados en ese pecado
supremo. Eso es suficiente — eso es el hombre.
Esto no es misantropía, no es,
en lo más mínimo, una evaluación resentida de la humanidad. Ello resistirá la
prueba experimental y demostrará su propia exactitud.
Rehuyamos la pobre infidelidad
del día actual que niega la caída en Edén y el hecho demasiado patente de que
"todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" de ese
modo. (Romanos 3: 23).
Sí, pero ese cuadro fue
pintado dos mil años atrás, y ciertamente hay que tener en cuenta todo lo que
el Cristianismo ha hecho.
Muy bien, veamos qué es eso
realmente, y veamos si alguna vez se pretendió que el Cristianismo regenerase
el mundo — si acaso ese era su objetivo. Citaré nuevamente al mismo escritor
inspirado cuando describe el estado de cosas en el círculo del Cristianismo
cuando este habrá llegado los últimos días de su testimonio — no el fin del
mundo, sino el fin de ese sistema del cual estamos hablando. El lector quedará
impresionado por la acusación:
"También debes saber
esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá
hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos,
desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables,
calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores,
impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios".
Tenemos aquí dieciocho cargos
casi idénticos a los de Romanos 1; pero observen el decimonoveno y último,
"tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella".
(2ª. Timoteo 3: 1 a 4).
Compare usted los dos cuadros
— el primero representando el estado del mundo en la entrada del Cristianismo,
el segundo describiendo el estado de la esfera misma en que el Cristianismo había
sido profesado durante estos veinte
siglos, cuando han llegado sus últimos días.
El lector debe admitir que hay
muy poca diferencia entre los dos, y concluirá que el Cristianismo ha sido, en
su propia demostración, un fracaso, y que deja las cosas en el mundo no mejor
de lo que las encontró.
Pero, ¿cuál fue el propósito
de Dios en el Cristianismo? ¿Fue la intención que fuera un medio para exaltar
al mundo como tal, o fue diseñado para liberar almas del mundo y de su
inevitable perdición? Lo último, ciertamente. Por eso el mandato de
arrepentirse y a separase del mundo.
En Juan 12: 31 leemos, "Ahora
es el juicio de este mundo". La cruz de Cristo es su final moral ante
Dios. El veredicto ha sido emitido. La amistad con el mundo es enemistad contra
Dios. El Espíritu Santo está aquí para convencer al mundo de pecado debido a su
rechazo de Cristo. "El mundo entero está bajo el maligno" (1ª. Juan
5: 19). El "presente siglo malo" es la manera en que el período
cristiano es descrito (Gálatas 1). "Los malos hombres y los engañadores
irán de mal en peor" (2ª. Timoteo 3: 13). La Escritura no ofrece esperanza
alguna para el mundo como tal. Su sentencia debe terminar en un juicio final. La
profesión cristiana ha fracasado por completo. Entonces, en segundo lugar, ¿en
qué aspecto el Cristianismo no ha fracasado? ¿Qué es lo que ha logrado?
Sus victorias, y victorias
son, son puramente espirituales. El reino de Dios, mediante el poder del
Espíritu Santo, prosigue su santa carrera, aparte de las fuerzas materiales de
los hombres. Como el viento que "sopla donde quiere" (Juan 3: 8 –
RVR1977), el Cristianismo obtiene sus triunfos secretamente. Su primer soplo,
usando la analogía del viento, en el dichoso día de Pentecostés separó tres mil
almas de una generación perversa y las incorporó en la nueva estructura llamada
la iglesia (los llamados afuera), y así, hacia adelante a través de estos casi
dos mil años, la misma obra silenciosa ha continuado, y continuará hasta que el
Señor venga de nuevo y Él presente esa iglesia a Él mismo sin mancha ni arruga
ni cosa semejante" (Efesios 5: 27).
Muchos intereses se asocian
con la vida y el destino de la iglesia los cuales no podemos abordar aquí. Pero
es sólo en esta obra divina — y no en la imitación de ella — que vemos la
realidad. Esta, el edificio de Dios, permanecerá. Las puertas del infierno no
prevalecerán aquí. {Ver nota 1}
{Nota
1: N. del T.: algunas versiones traducen, "las puertas del Hades", o,
"las puertas del sepulcro"}
En esto, lo cual es realmente
so única misión, el Cristianismo no es ningún fracaso. Externamente, en cuanto
a su mera profesión, el
Cristianismo ha sido remedado, o, imitado, más allá de todo reconocimiento. Ha
sido degradado a una vasta e impía Babilonia cuyo juicio no tarda. Pero, en sí
misma, como la obra de Dios, parecerá intachable. Lo que presenciamos hoy, en
la falsa profesión de ella, no es más que una enorme farsa, que posee poco más
que términos técnicos y frases que indican la conexión — una forma de piedad, de
hecho, donde el poder — la única marca verdadera y distintiva, es negada.
Esta — la falsa profesión
de Cristianismo
— puede ser verdaderamente un "fracaso"; e irrumpirá sobre ella el más
severo de los juicios antes que transcurra mucho tiempo, su desolación vendrá en
"una hora" (véase Apocalipsis 18), repentina, rápida y definitiva, y
demasiado bien merecida.
Pero el propósito de Dios, eso
que Él ha forjado, permanecerá. La ciudad celestial será vista completa,
perfecta, "teniendo la gloria de Dios" (Apocalipsis 21: 9 a 27), El
testimonio de Su gracia y Su poder, Su sabiduría y Su amor, "Todo lo que
Dios hace permanecerá para siempre" (Eclesiastés 3: 14 – RVA).
Distingamos muy claramente
entre lo falso y lo verdadero, entre el núcleo del fruto y la cáscara, entre lo
que Dios edifica y eso que es el resultado de la construcción del hombre, y asumamos
nuestra posición de acuerdo con esto.
Esto último es, si me permite,
"un fracaso". Ha llegado al final predicho acerca de él. No hay
necesidad de sorprenderse ni de alarmarse. La profesión cristiana se ha
derrumbado y quebrantado completamente. La imitación, obviamente, ha demostrado
ser lamentablemente defectuosa.
Al final, dicha profesión parece
ser casi idéntica a la horrible condición que existía al principio de este
escrito. Las acusaciones son casi intercambiables; sólo que hay un crimen
añadido por la luz rechazada y verdad despreciada — ¡una horrible adición!
Estos son hechos solemnes
cuando contemplamos la inminencia de dos acontecimientos cercanos: a saber, en
primer lugar, la venida del Señor para extraer al cielo aquella que es genuina;
y en segundo lugar, el posterior y rápido juicio terrible que sorprenderá a la
falsa. Nos estamos acercando a estas crisis.
La iglesia en Filadelfia fue
animada mediante la promesa, "He aquí, yo vengo pronto". La iglesia
en Laodicea fue advertida mediante el anuncio, "te vomitaré de mi boca".
(Apocalipsis 3).
Que Su gracia haga que cada verdadero
cristiano lleve y exhiba todas las marcas de un Cristianismo vital.
J. Wilson Smith (1842 – 1922)
Traducido del Inglés por:
B.R.C.O. – Julio 2020
Otras versiones de La
Biblia usadas en esta traducción:
RVA
= Versión Reina-Valera
1909 Actualizada en 1989 (Publicada por Editorial Mundo Hispano)
RVR1977
= Versión Reina-Valera
Revisión 1977 (Publicada por Editorial Clie).
VM = Versión Moderna,
traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones
Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).