EDIFICACIÓN ESPIRITUAL CRISTIANA EN GRACIA Y VERDAD

ANDAD EN EL ESPÍRITU (J. G. Bellett)

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ANDAD EN EL ESPÍRITU

 

Gálatas 5: 16.

 

J. G. Bellett

 

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que además de las comillas dobles ("") se indican otras versiones mediante abreviaciones que pueden ser consultadas al final del escrito.

 

De la revista "The Bible Treasury", volumen 19, página 372

 

"Del devorador… salió dulzura" (Jueces 14: 14) ha sido la prueba de la providencia divina ejemplificada en todas las edades del mundo. El pecado, con todo su misterio, trajo a Jesús. En la iglesia de Corinto, la miseria de la carne reveló muchos secretos. Si el devorador no hubiera ido a Corinto, no habría ido tras él otro más fuerte que él, ni del devorador habría salido tanta dulzura para nosotros; ni en los Colosenses tal plenitud del Señor Jesús.

 

 

Pero, los Gálatas muestran eminentemente de qué manera el devorador había entrado y había brindado la ocasión para una bienaventurada expresión de la suficiencia del Señor Jesús, y la bienaventuranza de un conocimiento del Hijo de Dios por parte de un corazón sincero. Oh, qué bienaventurada profesión es cuando profesamos al Hijo de Dios y a nadie más que al Hijo. Ninguna epístola es más ferviente ya que toma su carácter de fervor de un deleite nuevo en Jesús, un fervor que se explica por el pensamiento de Jesús, defendiendo (no meramente el fervor en defensa de la verdad impugnada, sino) el fervor de un alma entregada a gustar de nuevo las virtudes y la perfección divinas del Hijo. ¿Y qué desearían ustedes sino esto en estos días en que el mundo está por todas partes desafiando los derechos del Hijo, introduciendo la religión del hombre, edificios, y ceremonias y ordenanzas? El hombre fuerte entra para desafiar las reivindicaciones del Hijo del Hombre; y pregunto, ¿ veremos esto y estaremos sin el fervor de Pablo?

 

Pasemos a Gálatas capítulo 1 donde encontramos la primera virtud del Hijo revelada a su alma que hace que el apóstol sea totalmente independiente de carne y de sangre; leamos los versículos 15 y 16, "Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre". Teniendo al Hijo Pablo lo tuvo todo, Jerusalén fue nada, incluso los apóstoles fueron nada; como un pecador que tiene claridad absoluta en cuanto a su posición, él no quiso nada más. ¡Qué hermoso es este fervor que reprocha el error Gálata! En el momento que el Hijo se reveló, él no consultaría con carne y sangre. Que solamente sean entendidos esos derechos del Hijo, tan divinos, tan supremos; y yo pregunto a vuestra conciencia convencida si acaso son pretensiones tan exclusivas como para no poder pensar en otra cosa. Nosotros no podemos ver Jerusalén, en un sentido, no podemos ver ni siquiera a los hermanos, no podemos consultar con carne y sangre: ¿podemos cada uno de nosotros exponernos para ser entendidos? Presten atención a la manera en que Pablo lo hizo. En el momento que el Hijo se reveló, él no fue a Jerusalén ni a los apóstoles, sino a Arabia, independientemente de todo lo que pertenece a la carne y a la sangre. Con qué énfasis él entiende la primera virtud del Hijo en esa divina independencia de todo pero ¡menos de Él mismo! ¿Y no debiese cada uno de nosotros dedicarse a mostrar al mundo y a todos los que nos rodean esta preciosa independencia de todo, excepto de Aquel que se ha revelado a nuestras almas? La justicia imputada es tan nuestra como fue la de Abraham; Pablo no tuvo una profesión más intensa que la mía. ¡Oh, que esta independencia divina sea vista en nosotros por todos! Las reivindicaciones que el Hijo tenía sobre la conciencia de Pablo le hicieron instantáneamente independiente de todo. Si Jerusalén, los apóstoles, los hermanos, y todas las reivindicaciones de la carne y la sangre son puestos juntos en la balanza de una conciencia, pongan ustedes al Hijo en una balanza, con todo esto en la otra, ¿y no sería en el caso de esta última como el fino polvo en la balanza?

 

En Gálatas 2 no sólo tenemos a un Pablo independiente sino a un Pablo audaz. Pedro había sido el compañero del Señor Jesús cuando Pablo era el enemigo de Jesucristo; y si alguien podía intimidar a Pablo este Pedro debía haber sido capaz de hacerlo. Pero el hombre que había estado en Arabia no iba a ser intimidado por carne y sangre. ¡Oh si tuviéramos más de la audacia de Pablo para mostrar que hemos estado de camino a Arabia con el Señor! ¿Aquilatamos alguna vez en privado lo que tenemos en Jesús? ¿Hay algunos ante quienes cedemos? Leamos los versículos 4 y 5, "Y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros". El alma de Pablo estuvo aquilatando todo lo que él tenía en Jesús; y hermosa es su independencia de carne y sangre. Y sin embargo ¡éste es el hombre que podía tener su corazón roto por las lágrimas de otros, que podía pedir las oraciones de los santos como quien siente necesidad de ayuda!

 

Pero ahora es un estilo totalmente distinto. ¿Había él dejado entonces de ser sensible y tierno? No, pero las reivindicaciones del Hijo están a la vista, él no puede resistirlas; y cuando se encuentra con Pedro él lo hace con la audacia de un león. Si carne y sangre podían hacerle temblar, ello fue en Pedro. ¿Tembló Pablo? No, sino que le resistió cara a cara y sin embargo Pedro estaba sirviendo a Cristo. Pero Pablo tenía eso en él que no podía tolerar ni por un momento la hipocresía de la carne en Pedro. Y este es el espíritu del que carecemos en este día cuando las reivindicaciones del Hijo son tan desafiadas por el espíritu Gálata en muchas partes. Pablo nos enseña cómo tener esta audacia, y él no se limita a enseñar sino que muestra que ella es de nuestra pertenencia así como de la suya. Si el Hijo se ha revelado en mí, yo no quiero nada más que a Él: las "iglesias" y las ordenanzas no pueden hacer nada por mí. Si tengo al Hijo, lo tengo todo.

 

Nosotros vemos en Pablo el fervor y la sensibilidad del amor: él no podía permitir que las reivindicaciones del Hijo fueran tocadas o manchadas ni por un momento. Se trataba de la revelación de Dios, y ella estaba en lo más profundo de su alma; y eso es lo que usted desea. Entregue las partes más profundas de su alma a Jesús y ¿acaso podrá usted ser algo más que independiente? Tenga usted a Jesús en lo más profundo de su alma y tendrá el espíritu de Pablo a quien Dios le había dado el Hijo, y Él estaba en lo más profundo de su alma. Yo quiero que Cristo se revele de tal manera que me haga independiente de toda carne y sangre, de todo menos de Él, el cual coloca a cada uno y a cada cosa en su debido lugar.

 

En Gálatas 3, habiendo seguido el rastro de Cristo revelado en el hombre independiente de Arabia, el hombre audaz de Antioquía, le encontraremos ahora como hijo en la casa del Padre en la presencia de Dios.

Lea usted Gálatas 4. Observe que él quiere que usted esté allí con él en la misma libertad. "Os ruego, hermanos, que seáis como yo" (Gálatas 4: 12 – VM)  es la feliz libertad de un hijo en la presencia del Padre, (el espíritu de Isaac, la risa, no de Agar engendrando hijos para ser esclavos – Gálatas 4: 24 NLBA). Él no tolerará ni una pizca de esclavitud, él tiene el Espíritu del Hijo en su corazón. Y, ¡oh, qué clase de personas ha hecho de nosotros el Espíritu de Dios! ¡Cómo nos ha libertado por completo de las pretensiones de la carne y de la sangre, y nada menor a una casa del Padre! ¿Hay algo más allá de lo que Él quiso libertarlo? Feliz, en efecto feliz, porque usted es llevado a la relación con el Padre; y nada puede hacerle a usted feliz excepto eso; nada basta para el corazón personalmente excepto el sentido de la relación; y esto es a lo que Él me ha llevado, llamándome a Su reino, y dándome un hogar allí. Si usted mira a su alrededor siendo consciente de la relación, ¿acaso no puede usted sentir que tiene un hogar en lo alto? No sólo es usted un hijo, sino un heredero de Dios por medio de Cristo. Yo nunca pondré en duda la excelencia del don, ni dejaré que otros lo hagan. Quiero todo lo que el Hijo es para mí en lo profundo de mi alma, pero ¡oh! permitan ustedes que yo tenga la sencilla mente infantil que sabe que tengo un hogar allá arriba. El hijo de la esclava no tiene más derecho a estar en la casa del Padre que el que tenía Pedro con sus sutilezas para llevar a los hijos de la mujer libre a la esclavitud. ¿No es esta epístola como un azote de cuerdas para echar fuera todas esas cosas de entre los hijos de la promesa? Conocer la presencia de Dios como santuario y hogar para mi alma, esto es lo que quiero.

J. G. Bellett

 

Traducido del inglés por: B.R.C.O. – Marzo 2021

 

Otras versiones de La Biblia usadas en esta traducción:

 

NLBA = Nueva Biblia de las Américas, Copyright 2005 by The Lockman Foundation.

VM = Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).

Publicado originalmente en Inglés bajo el título:
Walk in the Spirit, by J. G. Bellett
Traducido con permiso
Publicado por:

Versión Inglesa
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