CÓMO
VENCER
Pláticas
acerca del Libro de Jueces
J. T. Mawson
Todas las
citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido
tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RV60) excepto en los
lugares en que además de las comillas dobles ("") se indican otras
versiones mediante abreviaciones que pueden ser consultadas al final del
escrito.
1.ª
Plática: Prólogo: El Águila Cautiva
Yo
vi un espectáculo patético en Escocia. Se trató de una gran
águila en una enorme jaula. El sol que brillaba en los cielos parecía llamarla
para que ella se elevara de la tierra y se regocijara en su elemento natural, y
el ave real, en respuesta a la llamada, fijó su mirada en el sol y extendió sus
poderosas alas y se inclinó para volar, y luego, haciéndose consciente de los
barrotes de hierro que la mantenían cautiva, dejó caer sus alas y bajó la
cabeza en evidente decepción y vergüenza. Yo observé aquella ave cautiva en
aquella hermosa tarde de verano con creciente interés. Una y otra vez la luz
destellaba en sus ojos cuando miraba hacia el sol y levantaba sus alas en un
fútil intento de remontarse hacia el aire superior, y con la misma frecuencia
sus alas caían e inclinaba su cuello; y ello fue la imagen más sorprendente de
depresión y derrota que yo jamás había contemplado. Si yo hubiese sido un
artista y hubiese querido pintar un cuadro de una derrota, esa gran ave habría
sido mi modelo. Y no obstante, ella tenía el deseo de libertad, eso era
evidente en sus fulgurantes ojos, y ella tenía poder para la libertad,
eso era evidente en sus alas desplegadas; era la jaula lo que la mantenía cautiva
a pesar de su deseo y a pesar del poder.
El
ave cautiva se convirtió en una parábola para mí. Ella me habló acerca de
cristianos y, ¡lamentablemente! cuántos hay que deseen las cosas de
arriba, "donde está Cristo sentado a la diestra de Dios" (Colosenses
3: 1), y estas cosas son de ellos porque les han sido dadas gratuitamente por
Dios (Colosenses 2: 12 – VM), y la naturaleza divina está en ellos, o ellos no
serían cristianos en absoluto. Ellos también tienen poder para elevarse
en pensamiento y afecto adonde está la verdadera vida de ellos pues el Espíritu
Santo mora en ellos, y aun así ellos no conocen nada en cuanto al disfrute
práctico de estas cosas. Algunos de ellos una vez lo hicieron, tal vez, pero no
ahora, porque son retenidos como cautivos en la tierra. Los que deberían estar
libres están enjaulados.
Estos
cristianos cautivos no son felices. Ellos tienen vislumbres
de la gloria que resplandece en la faz de Jesús, y sus corazones se excitan, y
ellos hacen voto de que serán libres, pero suspiros en lugar de cánticos prorrumpen
desde sus tristes corazones y ellos confiesan a sí mismos, incluso mientras se
ocultan de los demás, la exhaustividad de su esclavitud. A veces ellos se arrojan
a sus camas con remordimientos y quejidos y oraciones, pero descubren que sus
resoluciones son inútiles. Los lazos con los que el diablo los sedujo se han
convertido en una jaula en la que él los retiene, y ellos desesperan por volver
a sentir la emoción del gozo de la libertad cristiana.
Admítase
libremente, como ha sido demostrado plenamente, que
nunca hubo ninguna satisfacción o provecho para ningún cristiano en las cosas
mundanas o carnales, ellas sólo traen luchas en el alma y amargos
remordimientos al corazón, y hacen que el desdichado cristiano sea un cautivo
de las cosas que él ha probado. Sin embargo, ¿acaso no hay manera de liberarse?
Y, ¿acaso el cautivo nunca se convertirá en un vencedor? Sí, hay esperanza,
porque el Señor es benigno, y hay un modo de liberación para los que sienten su
esclavitud. Esos votos en la noche, tan intensos y aparentemente tan
infructuosos, muestran que la vida del alma no ha sido completamente aplastada.
Dichos votos demuestran que hay un fiel Abogado para con el Padre, a Jesucristo
el justo el cual es la propiciación por nuestros pecados (1ª. Juan 2: 1, 2);
ellos demuestran también que hay un fiel Espíritu Santo dentro del alma pues es
Él quien crea el ejercicio en el interior de ella para que el suspirar del
prisionero suba a Dios. Y debido a estas cosas y porque es la voluntad de Dios
que Sus hijos sean libres de todo yugo de esclavitud, nosotros recurrimos a
este Libro del Antiguo Testamento para aprender Cómo Vencer.
Nosotros
necesitamos toda la Biblia y descuidar cualquier parte
de ella significa una pérdida efectiva. El Antiguo Testamento es tan necesario
como el Nuevo, porque en el Nuevo se declara que las cosas que están
registradas en el Antiguo Testamento están registradas como enseñanza para
nosotros. (1ª Corintios 10: 11 - NBA).
La pepita de oro más grande que los campos de
oro californianos jamás produjeron fue encontrada en un terreno reclamado que
se suponía que iba a ser explotado. Algunos suponen que la Biblia está agotada,
lo suficientemente buena para los días pasados, pero anticuada y sin valor
práctico ahora, y por eso la han abandonado por otros campos que no producen
oro en absoluto. Nosotros sabemos que ella es una mina inagotable de riqueza porque
es la palabra del Dios vivo.
Es
con este conocimiento que nosotros acudimos al libro de
Jueces. A nosotros no nos preocupa cuál mano humana sostuvo la pluma al
escribirlo; basta con que dicho libro tenga su lugar en las Escrituras, y
"toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de
Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra." (2ª
Timoteo 3: 16, 17).
En
el libro de Jueces está el oscuro trasfondo de los fracasos y
derrotas de Israel. Son realmente advertencias solemnes para nosotros pues
corremos el peligro de ser vencidos y cautivados por enemigos ni un ápice menos
reales que los que esclavizaron al pueblo de Dios en el pasado. Pero este
oscuro trasfondo no hace más que poner de resplandeciente relieve las grandes
victorias obtenidas por los hombres cuya fe estaba en Dios. Estas victorias son
ilustrativas de la forma en que nosotros, por la gracia de Dios, también
podemos vencer.
De
modo que el título de nuestras pláticas será «Cómo vencer», y
los enemigos de los que hablaremos son—
Los
Mesopotámicos - EL MUNDO
Los
Moabitas - LA CARNE
Los
Madianitas - EL DIABLO
Los
Cananeos - LAS COSAS TERRENALES
Los
Filisteos - LA RELIGIÓN CARNAL
Ellos
nos son presentados en el orden arriba expuesto y en ese
orden los consideraremos orando fervientemente para que todos podamos ser más
que vencedores. Tendremos poca dificultad en demostrar que las naciones que
oprimieron a Israel presentan a nuestros enemigos, como ya se ha afirmado, pues
las marcas son muy evidentes en el rostro de ellos; ni encontraremos muchos que
se opongan a nosotros cuando afirmamos que la mayoría de los cristianos están
bajo el poder de uno o más de estos enemigos, y que la imperiosa necesidad del
día es la liberación.
El Carácter de las Victorias
Las
victorias obtenidas por los Jueces no fueron de carácter
agresivo; no fueron victorias de conquista. Sus enemigos procuraban apagar la luz
de ellos como nación libre y privarlos de la herencia que Dios les había dado,
y cada batalla que estos líderes de Israel libraron fue para mantener su
existencia nacional y para retener y disfrutar lo que les pertenecía.
La
intención de Dios era que este pueblo saliera siempre
victorioso; y cuando cruzaron el Jordán Él estuvo con ellos con todo el poder
de Su fuerza, y si hubieran continuado sometidos a Él ningún otro yugo podría
haber sido puesto sobre sus cuellos. Pero ellos se apartaron de Él y tuvieron
que cosechar los amargos frutos de sus rebeliones. Ellos siguieron los pecados
y los dioses de las naciones y se convirtieron en esclavos de aquello que ellos
seguían. Ahora bien, el mismo Dios que en los tiempos pasados destruyó a los
egipcios y dio la Tierra Prometida a Israel es el que ahora nos ha libertado y
nos ha dado una herencia incorruptible e inmarcesible. (1ª Pedro 1: 3 a 7). Esto
es lo que proclama el Evangelio y todos los que lo han recibido pueden
regocijarse en un gran Salvador, el cual ha destruido por medio de la muerte al
que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y libró a todos los que
por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.
(Hebreos 2: 14, 15). Y esta liberación del poder del diablo ha sido efectuada
para que podamos entrar y disfrutar de las grandes riquezas que se nos han dado
en Cristo y con Cristo.
Pero,
nosotros somos exhortados a mantenernos firmes en esta
libertad con la que se nos ha hecho libres ya que el peligro de estar sujetos a
algún yugo de esclavitud está siempre presente. Es cuando fracasamos en esto y
el corazón va tras las cosas del mundo y de la carne que nos esclavizamos y,
como estos hijos de Jacob, nos convertimos en siervos de lo que seguimos.
Entonces, todo servicio y todo testimonio son obstaculizados y llegamos a ser desdichados,
e inútiles para los demás.
Pero
si nos mantenemos firmes con ojo sencillo y un corazón
indiviso en nuestra libertad dada por Dios, podemos cumplir nuestro elevado
destino como testigos para Cristo y ganar nuevos territorios para Él; porque
cada alma salvada por medio de nuestro testimonio es una nueva porción de
territorio ganada al poder del enemigo para el reino y la gloria del Señor.
El Secreto de la Libertad
Cristiana
El
evangelio nos ha hecho libres del yugo del pecado y de Satanás
para que nosotros pudiéramos presentarnos a nosotros mismos a Dios. (Romanos 6:
13). Este es el secreto de una vida feliz de libertad cristiana pues cuando
presentamos nuestros cuellos a Su yugo nosotros seremos libres de todos los
otros yugos. Y este yugo no es molesto sino fácil porque al someternos a Dios
nos estamos sometiendo a Aquel cuyo amor sin medida ha sido manifestado hacia
nosotros en la muerte de Jesús. La sangre por la que tenemos redención es la garantía
y la señal de un amor demasiado inmenso para comprenderlo, y el conocimiento de
ese amor nos obliga a no vivir para nosotros mismos, sino para Aquel de quien
el amor es.
Un Rasgo Notable
Hay
un rasgo notable en la historia de Israel que en esta ocasión
exige nuestra atención. En 1º de Reyes capítulo 6 se afirma que el número de
años entre la liberación desde Egipto y la edificación del templo de Salomón
fue de 480 años. Pero el número real según el discurso de Pablo a los Judíos en
Hechos 13 fue 573 mostrando una diferencia de 93 años en los dos relatos.
«¿Cómo
puede el Libro ser de origen divino cuando se produce una
discrepancia tan evidente en él?», se mofa el incrédulo, — «una discrepancia
que el cuidado humano común podría haber evitado.»
Pero
aquello en lo que tropieza el incrédulo en su ceguera está lleno de enseñanza para
aquellos que están dispuestos a ser enseñados por Dios, y en esto que parece
ser un error tenemos una solemne lección.
La
edificación del templo de Salomón sigue la línea de las
intenciones de Dios para con Su pueblo. Él los había redimido para que vivieran
enteramente para Él y prepararan una morada para Él (Éxodo 15: 2 – KJV, WB).
Pero durante los noventa y tres años en los que sirvieron a Sus enemigos y a
los de ellos, ellos no vivieron para Él, — no era ese Su propósito para ellos,
— y como consecuencia, Él no podía contabilizar esos tristes años en Su
calendario.
En
Hechos 13 el apóstol Pablo insistió en el hecho de que Cristo
era la única esperanza de ellos. Les mostró que todos, excepto Él, habían
fracasado. Incluso David, el mayor libertador y jactancia de ellos, había caído
bajo el poder de la muerte y vio corrupción. Esta era la línea de la
responsabilidad de ellos, y los años de fracaso son contabilizados para que el
Cristo resucitado, en Su perfección y victoria sobre todos los enemigos,
pudiera destacarse en bienaventurado contraste con todo lo que había pasado
antes de Él.
Los
noventa y tres años omitidos en el cómputo de Dios cuando se
trató de Su propósito para su pueblo parecen estar compuestos de la
siguiente manera:
8 años bajo Mesopotamia, Jueces
3: 8;
18
años bajo Moab, Jueces 3: 14;
20
años bajo Canaán, Jueces 4: 2, 3;
7 años bajo Madián, Jueces
6: 1;
40
años bajo Filistea, Jueces 13: 1,
=
un total de 93 años.
Tenemos,
además de lo anterior, la opresión de los amorreos
durante dieciocho años (Jueces 10: 8), pero aquí se afirma claramente que ello
fue sólo al otro lado del Jordán (no realmente en la tierra), por lo que no
afecta al asunto en absoluto.
Si
esta es la verdadera explicación de la aparente discrepancia
(y creemos que es así), qué lección de peso ella enseña. Todos los días y años
que no son vividos para Dios son días perdidos, y no vivimos verdaderamente
para Él si estamos sometidos en esclavitud por nuestros enemigos. Sólo se puede
decir que nosotros vivimos verdaderamente para Él cuando nuestras almas son
libres y Cristo y Sus cosas son supremas en nuestras vidas. Todo lo demás es
muerte y pérdida.
Todo
esto será manifestado en el tribunal de Cristo cuando la
obra de cada hombre será juzgada. Veremos entonces que cada día en que hemos
vivido para el mundo, la carne, el diablo, o para cualquier cosa en lugar de vivir
para Cristo, ha sido un día perdido. Leemos, "Si la obra de alguien es
consumida por el fuego, sufrirá pérdida; sin embargo, él será salvo, aunque así
como a través del fuego". (1ª Corintios 3: 15 - NBA).
Prestemos
seriamente mucha atención a este asunto de suma
importancia recordando que los días son pocos. La venida del Señor está cerca
cuando seremos llevados por Su poder redentor a la felicidad eterna de nuestra
Patria y, al mirar hacia atrás, al camino que hemos recorrido, nos veremos
obligados entonces a escribir «PERDIDO» sobre cada día y hora en que Cristo no
haya sido lo primero en nuestras vidas porque entonces veremos las cosas como
Dios las ve.
Entonces,
es evidente que vivir para Él es la única vida que vale
la pena vivir porque sólo esto permanecerá por la eternidad. El mundo piensa de
otra manera y la carne dentro de nosotros puede hacer otras sugerencias y
proponer la autocomplacencia, la comodidad, la mundanalidad, la fama, el oro o
el placer, como siendo más dignos de nuestra atención; pero en el fondo de
nuestro corazón sabemos que hay algo mejor y, enseñados por el Espíritu, vemos
claramente que las grandes obras de los hombres se esfumarán, mientras que el
trabajo en el Señor no es en vano; y vemos también que la tierra y las obras que
hay en ella perecerán mientras que nuestra herencia y las cosas de Dios son
preciosas imperecederas y eternas.
Resistan
Es
posible que cada hijo de Dios lleve la guerra al campo del
enemigo como un buen soldado de Jesucristo y que siga audazmente el estandarte
desplegado del testimonio de nuestro Señor; pero esto, que es la verdadera
guerra cristiana, apenas está dentro del alcance de nuestras maneras de vivir.
Sólo cuando son obtenidas las victorias de las que hablamos podemos esgrimir la
espada agresivamente.
Al
vencer al mundo, etc., estamos «resistiendo» contra los
enemigos que buscan un asidero en nuestros corazones para hacernos inútiles
para el Señor. Estamos, a fin de cuentas, «guardándonos para Cristo.»
Nosotros
podemos sentir nuestra debilidad y nuestra inhabilidad
para hacer algo por el Salvador a quien amamos, pero todos nosotros podemos
guardarnos sólo para Él y todo es posible para aquellos que hacen esto. Pero
para ello debemos mantener intacta la línea de comunicación con Él.
Cuando
un general dirige a sus hombres contra el enemigo él debe
mantener una comunicación constante con la base de sus suministros. Él será un
hombre derrotado si no lo hace porque la comida, las municiones y los refuerzos
y todo lo que necesita están en la base de operaciones. El enemigo utilizará
todos los medios a su alcance para superarlo en táctica y cortar la línea de
sus comunicaciones. Él debe proteger esa línea a toda costa pues si se descuida
en esto el valor y el entusiasmo de sus hombres serán en vano.
También
nosotros debemos mantenernos en contacto con, por así
decirlo, nuestra base de operaciones,
si es que queremos salir victoriosos. El
diablo es un enemigo astuto y nos cortará nuestros suministros si puede, de ahí
la necesidad de la exhortación a los creyentes para que "con propósito de
corazón permaneciesen adheridos al Señor" (Hechos 11: 23 – VM), porque
todas nuestras provisiones están en Él. Él es indispensable para nosotros, pero
Él es del todo suficiente para nosotros, y no podemos fracasar si permanecemos
fieles a Él. Nuestra responsabilidad es, 'Presentarnos nosotros mismos a Dios'
(Romanos 6: 13), 'Permanecer adheridos al Señor' (Hechos 11: 23 - VM) y, 'Andar
en el Espíritu.' (Gálatas 5: 25 – RVA).
Así
seremos "más que vencedores por medio de aquel que nos
amó". (Romanos 8: 37).
J. T. Mawson
Traducido del inglés por: B.R.C.O. – Marzo 2021
Otras
versiones de La Biblia usadas en esta traducción:
KJV = King James 1769
(conocida también como la "Authorized Version en inglés"), versículos
traducidos del Inglés al Español por: B.R.C.O.
NBA
= Nueva Biblia de las Américas, Copyright 2005 by The Lockman Foundation.
RVA
= Versión Reina-Valera 1909 Actualizada en 1989 (Publicada por Editorial
Mundo Hispano)
VM
= Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada
por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).
BW
= Webster Bible 1833