EDIFICACIÓN ESPIRITUAL CRISTIANA EN GRACIA Y VERDAD

LOS DOCE HOMBRES DE PABLO (Bruce Anstey)

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Los Doce Hombres de Pablo

 

Significado y Aplicación Escritural de Algunos Términos Técnicos en la Doctrina de Pablo

 

B. Anstey

 

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles (" ") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RV60) excepto en los lugares en que además de las comillas dobles ("") se indican otras versiones mediante abreviaciones que pueden ser consultadas al final del escrito.

 

Los Doce Hombres de Pablo

 

El significado y la aplicación Escriturales de ellos

 

Hay una cantidad de términos doctrinales en los escritos de Pablo que denotan ciertas líneas de verdad, los cuales, cuando ellos son entendidos, tienen una inmensa influencia práctica en nuestras vidas. Yo quisiera examinar doce de estos términos en lo que podría ser llamado «los doce hombres de Pablo». Ellos son los siguientes:

 

El "viejo hombre".

El "nuevo hombre".

El "primer hombre".

El "segundo hombre".

El "hombre exterior".

El hombre "interior".

El "hombre natural".

El hombre "espiritual".

El hombre "carnal".

El hombre maduro.

Un hombre "miserable".

Un "hombre en Cristo".

 

Discernir y aprobar las cosas que difieren

 

Es el deseo de Dios que nosotros crezcamos en nuestra aprehensión espiritual de la verdad. Por lo tanto, es de inmensa importancia que prestemos atención a las diferencias en la doctrina en Su Palabra. Si lo hacemos, estas diferencias divinas abrirán una perspectiva de la verdad ante nuestras almas. Aunque Dios quiere que aprendamos estos diversos aspectos de la verdad, Él de ninguna manera pretende que nosotros los convirtamos en un mero ejercicio intelectual. Cada doctrina de la Escritura, si es aprendida correctamente, debe tener una influencia práctica sobre nuestras vidas. El apóstol Pablo oró con este fin por los santos. Él dijo: "Esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor [o lo que difiere, διαφέρω, diaféro], a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo". (Filipenses 1: 9, 10). Él quería que los santos tuvieran "todo conocimiento" y "ciencia" y que fueran capaces de distinguir "lo que difiere" en la Palabra de Dios, con el propósito de que ellos vivieran irreprensible e irreprochablemente en este mundo.

 

En general, en la actualidad los cristianos leen sus Biblias  de manera demasiado trivial. Muchos no creen que sea necesario llevar a cabo un estudio cuidadoso de las Escrituras. Para ellos las precisas diferencias, tal como lo que vamos a considerar, son detallistas e inútiles. Lamentablemente, este enfoque trivial de los temas Escriturales ha llevado a muchos a confundir y a hacer un mal uso de los diversos términos en la doctrina de Pablo. Estos «doce hombres» son un ejemplo. Si nosotros no somos cuidadosos en cuanto a mantener estas diferencias Escriturales ello podría conducir a la eventual pérdida por completo de las verdades específicas del cristianismo. El Sr. Kelly dijo: «Es necesario prestar atención a las diferencias hechas y presentadas en las Escrituras. No teman ustedes creer la Palabra. Los objetores pueden decir, y lo dicen, que estas son sutiles diferencias. Si Dios nos ha revelado así Su verdad (y sólo la Escritura decide que Él lo ha hecho), dichas diferencias pueden ser exquisitamente finas, pero ellas son conforme a Aquel en cuya sabiduría y bondad nosotros confiamos. Estamos obligados a diferenciar  donde y como Dios lo hace; y si nosotros no logramos seguir esto descubriremos demasiado tarde nuestra pérdida… Todo progreso en el conocimiento real es probado mediante el hecho de distinguir las cosas que difieren, tal como el crecimiento en la verdadera sabiduría consiste en gran parte.»

 

Nosotros no queremos "hacer pecar al hombre en palabra" en estas cosas (Isaías 29: 21), porque probablemente todos hemos usado estos términos erróneamente a veces. Sin embargo, debemos querer enterarnos de su correcto significado Escritural cuando nos sean precisados y comenzar a usarlos correctamente. Por lo tanto, la intención de este folleto es presentar al lector una mejor comprensión de estos términos paulinos. Es nuestro sincero deseo que estas cosas tengan también un efecto práctico en nuestras vidas.

 

La mayoría de estos términos aparecen en la Escritura como pareados, — como pares contrastantes. El Espíritu de Dios los presenta de esta manera porque nosotros captamos mejor las cosas comparando sus cualidades contrastantes. Siendo este el caso, nos ocuparemos de ellos en pares.

 

El "viejo" y el "nuevo" hombre

 

Este primer pareado tiene que ver con términos raciales que implican los órdenes morales relacionados con la raza humana caída bajo Adán (Romanos 5: 12), y la raza de hombres de nueva creación bajo Cristo .(Apocalipsis 3: 14).

 

EL VIEJO HOMBRE

 

El "viejo hombre" se encuentra en tres lugares de las epístolas de Pablo, — a saber, Romanos 6: 6; Efesios 4: 22; Colosenses 3: 9. Es un término abstracto que describe el estado corrupto de la raza caída de Adán, — su carácter moral depravado. El "viejo hombre" es la encarnación de cada rasgo feo que caracteriza a la raza humana caída.

 

El "viejo hombre" ha sido crucificado con Cristo

 

Romanos 6: 6 dice: "Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido [anulado], a fin de que no sirvamos más al pecado". De la lectura de esto aprendemos que Dios ha juzgado el "viejo hombre" en la cruz de Cristo. (Romanos 8: 3). La escena de este juicio no es en el alma del creyente; es algo que ha tenido lugar en la cruz.

 

Pablo añade: "Para que el cuerpo del pecado sea anulado". (Romanos 6: 6 – JND). Él usa aquí la palabra "cuerpo", no para significar nuestros cuerpos físicos sino para describir enteramente una cosa. De manera similar nosotros podríamos decir: «el cuerpo del conocimiento científico», o «el cuerpo del conocimiento médico», etc. El "cuerpo del pecado" ha sido "anulado" (no "destruido" como en la RV60), porque el hombre según la carne todavía está muy vivo en el mundo y aún no ha sido destruido. Pablo no pudo haberse estado refiriendo al cuerpo humano en este versículo porque la Escritura nunca llama al cuerpo humano (que es una creación de Dios) una cosa pecaminosa. El cuerpo humano ha sido afectado por el pecado pero no es pecaminoso en sí mismo. Si nuestros cuerpos fueran pecaminosos Dios no nos suplicaría que se los presentemos a Él para uso en Su servicio. (Romanos 12: 1). La versión Inglesa KJV traduce Filipenses 3: 21: "nuestro cuerpo vil", que en el inglés actual transmite la idea de algo repugnante y pecaminoso. Sin embargo, cuando esa traducción fue hecha (hace más de 400 años) ello significaba sencillamente "de poco valor". (Santiago 2: 2). Para evitar este malentendido ha sido traducido mejor como: "el cuerpo de la humillación nuestra".

 

El cristiano ha profesado haberse  despojado del "viejo hombre" 

en su confesión de Cristo.

 

No sólo nuestro "viejo hombre" (el carácter moral depravado del hombre caído) ha sido juzgado en la cruz, sino que Efesios 4: 22 y Colosenses 3: 9 nos dicen que el creyente se ha despojado de él  (de manera posicional) cuando él fue salvo, y por lo tanto ya no está asociado con él. Como parte de nuestra confesión cristiana (al tomar el nombre de Cristo y hacer profesión de ser un cristiano), hemos, mediante nuestra profesión, confesado habernos despojado de todo lo que tiene que ver con el estado corrupto del "viejo hombre".

 

El tema en Efesios 4:17 a 5:21 tiene que ver con el creyente andando de manera digna de Su llamamiento manifestando un cambio completo de carácter delante del mundo. Esto es debido a que el pensamiento de Dios es que haya una continuación de la hermosura moral de Cristo en este mundo durante el tiempo de Su ausencia a través de los miembros de Su cuerpo. Esta es la fuerza de la expresión, "Cristo en vosotros, la esperanza de gloria". (Colosenses 1: 27). Por eso Efesios 4: 22-24 habla del creyente como habiéndose despojado del "viejo hombre" y habiéndose vestido del nuevo. Leemos, "Pero vosotros no habéis aprendido de esta manera al Cristo; si le habéis oído y habéis sido enseñados en Él, conforme a la verdad que está en Jesús; a saber, habiéndoos despojado del viejo hombre que se corrompe según los deseos engañosos en cuanto a vuestra anterior manera de vivir; y siendo renovados en el espíritu de vuestra mente, habiéndoos vestido ya del nuevo hombre que fue creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad". (Efesios 4: 20-24 – JND). Ello es con la finalidad de restaurar la "semejanza" moral de Dios en los hombres (creyentes), que se perdió en la caída. (Génesis 1: 26; Efesios 4: 24). Esto ha sido consumado  en la raza de nueva creación de la que Cristo es la Cabeza. (Gálatas 6: 15; 2ª Corintios 5: 17 – BJ, JND, donde se lee, "Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo"; y Apocalipsis 3: 14). Colosenses ve las cosas desde el punto de vista de la renovación de la "imagen" de Dios en el hombre, imagen que ha sido estropeada en la caída. (Colosenses 3: 10). Esto tiene que ver con que el hombre sea una adecuada representación de Dios en la tierra. Además, esto ha sido consumado en el nuevo orden de humanidad bajo Cristo.

 

En Efesios 4: 17-19, Pablo describe el carácter caído y corrupto del mundo gentil del que habían sido salvados los efesios. Él les dice que un estilo de vida como ese es ahora totalmente incongruente con la vocación de ellos en Cristo. Dice: "No habéis aprendido de esta manera al Cristo". (Efesios 4: 20 – JND). "El Cristo" es un término usado en las epístolas de Pablo para denotar la unión espiritual de los miembros del cuerpo de Cristo con Aquel que es la Cabeza en el cielo, "Porque de la manera que el cuerpo es uno mismo, mas tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un mismo cuerpo, así también es el Cristo. Pues en el poder de un mismo Espíritu todos nosotros hemos sido bautizados en un solo cuerpo, judíos o griegos, siervos o libres, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu". (1ª Corintios 12: 12, 13 - JND). El argumento del apóstol es aquí que primero debemos conocer nuestra vocación en "el Cristo", lo cual desarrollan los tres primeros capítulos de la epístola. Es sólo entonces que podremos ser debidamente "enseñados en él, según es la verdad en Jesús". (Efesios 4; 21 – VM). "Jesús" es el nombre humano del Señor. Cuando este nombre es usado solo, sin Sus títulos usuales de Señor y de Cristo, se refiere a Él cuando anduvo como Hombre en este mundo. Por tanto, es importante mencionar el orden en los versículos 20 y 21 de Efesios capítulo 4; en primer lugar, nosotros debemos conocer nuestro lugar en "el Cristo" antes de que podamos andar como "Jesús" anduvo en este mundo. Muchos cristianos sinceros no conocen su vocación en "el Cristo", y están tratando de vivir como "Jesús" lo hizo en lugares y posiciones en este mundo que son totalmente incongruentes con la vocación de ellos. Como resultado, el Espíritu de Dios no se identifica con ello de ninguna manera apreciable. Un cristiano tratando de comportarse como Jesús mientras ocupa un cargo en el gobierno es un ejemplo de ello.

 

Despojarse del  "viejo hombre" no es un ejercicio cristiano cotidiano.

 

En Efesios 4: 25-32 tenemos exhortaciones basadas en lo que es verdad en nuestra profesión cristiana con respecto al "viejo hombre" y al "nuevo hombre". Desafortunadamente, la versión Reina-Valera 1960 de la Biblia traduce los versículos 22-24 como si fueran una exhortación al cristiano, — casi como si fuera algo que nosotros debemos hacer en nuestras vidas. Sin embargo, despojarse del viejo hombre no es un ejercicio cristiano; es algo que ha sido hecho cuando nosotros asumimos nuestra posición con Cristo. El versículo 22 debería decir, "Habiéndoos despojado del viejo hombre que se corrompe según los deseos engañosos en cuanto a vuestra anterior manera de vivir…". (Efesios 4: 22 – JND).  "Y el versículo 24 debe decir: "Habiéndoos vestido ya del nuevo hombre…". (Efesios 4: 24 – JND). Este despojarse y vestirse no se logra en la vida del creyente a través de un proceso de autodisciplina o educación; pues es algo que nosotros hemos hecho al identificarnos con la confesión cristiana en este mundo.

 

El "viejo hombre" no es sinónimo de "la carne".

 

El "viejo hombre" es un término que es usado a menudo como sinónimo de "la carne" (nuestra naturaleza pecaminosa caída) por la mayoría de los cristianos, pero esto es incorrecto. J. N. Darby comentó: «El viejo hombre es incorrectamente usado como referencia a la carne de manera habitual.»

 

Cuando nosotros examinemos más cuidadosamente la Escritura será abundantemente claro que el "viejo hombre" y "la carne" no son lo mismo, y por lo tanto no pueden ser usados de manera intercambiable. Si el "viejo hombre" fuera la carne, entonces este pasaje (Efesios 4: 22, 23) nos está diciendo que nos hemos despojado de la carne, lo cual claramente no es verdad. Nunca se dice que el "viejo hombre" está en nosotros, pero la carne ciertamente lo está. F. G. Patterson dijo: «Yo tampoco encuentro que la Escritura nos permita decir que tenemos el viejo hombre en nosotros, — mientras que ella enseña muy plenamente que tenemos la carne en nosotros.»

 

Tampoco es correcto hablar del "viejo hombre" como teniendo apetitos, deseos y emociones, como lo hace "la carne". A menudo los cristianos dicen cosas como: «El viejo hombre en nosotros desea esas cosas que son pecaminosas.» O, «Nuestro viejo hombre quiere hacer tal o cual cosa mala…» Tales afirmaciones confunden el viejo hombre con la carne. H. C. B. G. dijo, «Yo sé lo que quiere decir un cristiano que se impacienta y dice que se trata del "viejo hombre", sin embargo la expresión es incorrecta. Si dijera que se trató de "la carne", hubiese sido más correcto.»

 

El "viejo hombre" no es algo que ha muerto en el creyente.

 

Algunos hablan del "viejo hombre" como si estuviera muerto. Pero además, este malentendido sugiere que era algo que vivía en el creyente, pero que ha muerto. Ello es más bien una descripción del carácter de nuestro antiguo estado, no de una entidad viva que ha muerto en nosotros.

 

Por lo tanto, el "viejo hombre" no es algo vivo en una persona con apetitos, deseos y emociones pecaminosos, sino un término abstracto que describe el estado corrupto de la raza caída del hombre, el cual Dios ha juzgado en la cruz y del cual el creyente se ha despojado al identificarse con la confesión cristiana.

 

No se nos dice que consideremos muerto al "viejo hombre".

 

Puesto que el "viejo hombre" se refiere al estado corrupto de la raza humana, y que ha sido juzgado en la cruz y del cual el creyente se ha despojado, no hay exhortación alguna en la Escritura para que los cristianos consideren muerto al "viejo hombre" (como las personas dicen a menudo). Por otra parte, esto supone que ello es algo que vive en nosotros (es decir, la carne), y que necesitamos considerarlo como no siendo así.

 

Esto no significa que no necesitamos estar ejercitados en no permitir que la naturaleza caída actúe. La Escritura dice que nosotros debemos considerarnos "muertos al pecado". (Romanos 6: 11). Como fue mencionado anteriormente, toda verdad doctrinal debe tener una relación práctica con nuestras vidas. La fuerza de los versículos que siguen en Efesios 4 muestra que el creyente ya no debe manifestar las características del "viejo hombre" en su vida, sino manifestar más bien las del "nuevo". Este es el argumento de la exhortación en Efesios 4.

 

El "viejo hombre" no es Adán personalmente.

 

Nosotros añadiríamos también que el "viejo hombre" no es Adán personalmente sino lo que es característico de su raza caída y corrupta. Para ver el "viejo hombre" más claramente debemos considerar la raza caída bajo Adán como un todo, porque es improbable que una persona esté marcada por todas las desagradables características que caracterizan aquel estado corrupto. Por ejemplo, una persona en la raza caída puede caracterizarse por ser iracunda y engañosa, pero puede ser que ella no sea inmoral. Otra persona puede no ser conocida por impacientarse  ni por ser engañosa, pero ella es terriblemente inmoral. Sin embargo, tomando a la raza como un todo, vemos todas las desagradables características que componen el "viejo hombre".

 

El "viejo hombre" no es nuestra antigua posición delante de Dios

 

Tampoco debemos ver el "viejo hombre" como nuestra antigua posición Adánica delante de Dios antes de ser salvos. A nuestra antigua posición se la denomina en el término, "En Adán" (1ª Corintios 15: 22), y nuestra nueva posición ahora que somos salvos, es "En Cristo". (Romanos 8: 1). "En Cristo" significa estar en el lugar de Cristo ante Dios. Cristo ha sido aceptado por nosotros y la medida de Su aceptación es la nuestra. ¡Nosotros somos tan aceptos como Él! Las Escrituras confirman esto diciendo, "Como él es, así somos nosotros en este mundo". (1ª. Juan 4: 17).

 

En las epístolas de Pablo nuestra antigua condición es designada mediante el término, "En la carne". Leemos, "Porque cuando estábamos en la carne…" (Romanos 7: 5) y, "Los que están en la carne no pueden agradar a Dios. Vosotros empero no estáis en la carne…" (Romanos 8: 8, 9 – VM), y nuestra nueva condición es designada mediante el término "En el Espíritu" (Romanos 8: 9; Gálatas 5: 16, 25). Sin embargo, aunque ya no estamos "en la carne", la carne todavía está en nosotros y operará si no andamos en el Espíritu. Y cuando ella opere manifestará las desagradables características del "viejo hombre".

 

EL NUEVO HOMBRE

 

Este término se encuentra en Efesios 4: 24 y en Colosenses 3: 10. Al igual que el "viejo hombre", el "nuevo hombre" es también una expresión abstracta que denota el nuevo orden de perfección moral en la raza de hombres de nueva creación bajo Cristo. El viejo hombre se caracteriza por estar "viciado" y ser "engañoso", pero el nuevo hombre se caracteriza por la "justicia" y la "santidad". (Efesios4: 22-24). El "nuevo hombre" es el nuevo estado que caracteriza a la nueva raza de hombres bajo Cristo. Este nuevo orden moral de humanidad fue visible por primera vez "en Jesús" cuando Él anduvo aquí en este mundo (versículo 21).

 

El "nuevo hombre" no es Cristo personalmente

 

Así como el "viejo hombre" no es Adán personalmente, del mismo modo el "nuevo hombre" no es Cristo personalmente, aunque Su vida caracterizó todo lo que el nuevo hombre representa. El Sr. George Davison dijo: «El nuevo hombre no es Cristo personalmente, pero es Cristo señaladamente». Cada rasgo moral del "nuevo hombre" fue visto en Él en perfección.

 

Esta raza de hombres de nueva creación no comenzó hasta que Cristo resucitó de entre los muertos para convertirse en su Cabeza. Como "el Primogénito de entre los muertos" (Colosenses 1: 18), Él ha enviado el Espíritu de Dios a este mundo para unir a los creyentes (los "muchos hermanos") a Él en la raza de nueva creación que son del mismo orden de humanidad. (Romanos 8: 29). "De uno" somos "todos" con Él, siendo del mismo orden de humanidad en esta nueva raza. (Hebreos 2: 10-13). El "nuevo hombre" no es exactamente lo mismo que el "un solo y nuevo hombre" en Efesios 2: 15, expresión que se refiere a la unión de judíos y gentiles creyentes en un solo cuerpo a Cristo en el cielo. El "nuevo hombre" es una descripción de aquel nuevo orden moral de humanidad en la raza de nueva creación.

 

El "nuevo hombre" no es la vida nueva en el creyente

 

Así como el "viejo hombre" es un término abstracto y no se refiere a algo vivo en nosotros con apetitos y deseos, del mismo modo el "nuevo hombre" no es algo vivo en nosotros. Este es un malentendido muy extendido entre los cristianos. Comentarios como: «El hombre nuevo que hay en nosotros necesita un objeto al cual recurrir» o, «Necesitamos alimentarnos de cosas que satisfagan al nuevo hombre»", están confundiendo el "nuevo hombre" con nuestra vida nueva y naturaleza que muy explícitamente tiene deseos y apetitos.

 

Puesto que el "nuevo hombre" es conformado a imagen de Aquel que lo creó (Colosenses 3: 10), siendo parte de la raza de nueva creación, nosotros podemos representar ahora plenamente a Cristo aquí en este mundo. Las características del "nuevo hombre" serán vistas en nosotros cuando andemos en el Espíritu. (Gálatas 5: 22, 23). Para que manifestemos las características del "nuevo hombre", Dios nos ha dado un ejemplo perfecto en "Jesús" (Efesios 4: 21) y el poder necesario en el "Espíritu". (Efesios 5: 18). Si nosotros consideramos la vida de Jesús como nuestro modelo y estamos llenos del Espíritu Santo, ciertamente manifestaremos estas características en nuestras vidas.

 

La separación del cristiano del malvado orden del "viejo hombre"

andando según el "nuevo hombre"

 

El énfasis de la exhortación de Pablo en los últimos versículos de Efesios 4 es que pongamos en práctica lo que de hecho es verdad. Si nos hemos despojado del "viejo hombre" y nos hemos vestido del "nuevo", entonces terminemos con ese antiguo estilo de vida corrupto y vivamos según lo que caracteriza al nuevo hombre. Pablo menciona un número de transiciones que deben resultar en la vida del creyente de manera natural mientras él anda en "la justicia y santidad de la verdad". (Efesios 4: 24). Ellas son:

 

Honestidad en lugar de falsedad (Efesios 4: 25).

Ira justa e incansable contra el mal en lugar de indiferencia para con el mal (versículos 26, 27).

Dar a los demás en lugar de hurtarles (versículo 28).

Hablar con gracia a los demás en lugar de usar una comunicación corrupta (versículo 29).

Benignidad en lugar de amargura (versículos 31, 32).

Compasión en lugar del ardor de la pasión (versículos 31, 32).

Mostrar gracia a los demás en lugar de ser iracundo, clamoroso, injurioso y malicioso (versículos 31-32).

 

En Colosenses 3 Pablo menciona diez características morales del "nuevo hombre" que deben ser vistas en los santos cuando ellos exhiben la verdad de "Cristo en vosotros, la esperanza de gloria". (Colosenses 1: 27).

 

Misericordia (Colosenses 3: 12).

Benignidad (versículo 12).

Humildad (versículo 12).

Mansedumbre (versículo 12).

Paciencia (versículo 12).

Sobrellevar (versículo 13).

Perdón (versículo 13).

Amor (versículo 14).

Paz (versículo 15).

Agradecimiento (versículo 15).

 

Algunas consideraciones prácticas

 

Como fue mencionado anteriormente, el pensamiento de Dios es que habría una continuación de la hermosura moral de Cristo en este mundo en el tiempo de Su ausencia a través de los miembros de Su cuerpo. Nosotros podemos ser ejercitados acerca de si acaso estamos manifestando a Cristo en nuestro andar y en nuestros modos de obrar. Nuestra tendencia es ser inconsistentes en esto en las diversas esferas de la vida. Nosotros debemos manifestar las características del "nuevo hombre" en nuestras vidas, — no sólo en una esfera, sino en todas las esferas en las que nos movemos.

 

Los hijos de Israel debían tener "un cordón de azul" en los bordes de sus vestidos. (Números 15: 38, 39). En la Escritura el color azul es un tipo de lo que es celestial. Para nosotros significaría que debemos manifestar un carácter celestial en nuestras vidas. Deuteronomio 22: 12 nos dice que esos flecos debían estar en las "cuatro puntas" de sus mantos. Esto sugiere, de manera típica, las cuatro diferentes dimensiones en las que vivimos, — nuestra vida en el trabajo o en la escuela, nuestra vida con nuestros hermanos en la asamblea, nuestra vida en el hogar con nuestra familia, y nuestra vida personal cuando estamos solos. Podemos preguntarnos: «¿Es coherente mi vida en todos estos ámbitos?» Recordemos que el mundo busca hipocresía en el cristiano. Cualquier pequeña incoherencia les basta para lanzar sus piedras de crítica contra Cristo, a quien nosotros representamos.

 

Supongamos que el carácter de nuestra vida ante el mundo cuando vamos a la escuela o al trabajo estuviera escrito en la pared de una habitación, y el carácter de nuestra vida ante nuestros hermanos en la asamblea estuviera escrito en otra pared de la misma habitación, y la manera en que nos comportamos en el hogar con nuestras familias estuviera escrito en otra pared, y además lo que hacemos en nuestra vida personal cuando estamos solos estuviera escrito en otra pared. Si alguien entrara en esa habitación y leyera lo que está escrito en esas cuatro paredes, ¿pensarían ellos que están leyendo acerca de cuatro personas diferentes o acerca de la misma persona?

 

El "Primer Hombre" y el "Segundo Hombre"

 

Este segundo pareado se encuentra en 1ª Corintios 15: 45-49. Leemos, "Y Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial".

 

Al igual que el primer pareado, el "primer hombre" y el "segundo hombre" son también términos raciales pero ellos definen las dos razas de hombres bajo Adán y Cristo desde una perspectiva totalmente diferente. El "viejo hombre" y el "nuevo hombre" son términos que se centran en los órdenes morales opuestos relacionados con cada raza, mientras que el "primer hombre" y el "segundo hombre" son términos que se centran en los órdenes natural y espiritual relacionados con cada uno.

 

La raza de hombres bajo el "primer hombre Adán" es simplemente eso, — la primera. No había otras razas de hombres en la tierra antes de Adán. Esto descarta la noción del hombre de Java, el hombre de Piltdown, el hombre de Neanderthal, etc. La raza de la nueva creación bajo Cristo, el "Postrer Adán", es también simplemente eso, — la postrera. No habrá otras razas de hombres seguidamente. Esto descarta las ideas de ciencia ficción que sugieren que puede haber otra raza de hombres en el futuro.

 

Hay tres diferencias básicas que caracterizan a las cabezas de las dos razas de hombres bajo Adán y Cristo.

 

El primer hombre Adán fue "hecho" alma viviente, siendo una creación de Dios; mientras que Cristo, el Postrer Adán, no fue hecho; Él es el Creador. (Las palabras "fue hecho", implícitas en relación con Cristo en el versículo 45, no están en el texto griego).

 

El primer hombre Adán recibió vida, mientras que Cristo, el Postrer Adán, es un "Espíritu vivificante" que da vida a Su descendencia espiritual bajo Él en Su nueva raza. (Juan 17: 2; Juan 20: 22).

 

El orden de la humanidad bajo Adán es "natural" (anímico) y "terrenal", pero el orden de la humanidad bajo Cristo es "espiritual" y "celestial" (versículos 46-47).

 

Algunos detalles adicionales en cuanto al   "primer"  y  al "segundo" hombres son los siguientes:

 

EL PRIMER HOMBRE

 

El "viejo hombre" y el "primer hombre" son términos utilizados por el apóstol Pablo para definir dos aspectos diferentes de la raza humana bajo Adán. El "viejo hombre" denota el estado corrupto de la raza caída, mientras que el "primer hombre" denota lo que es natural y terrenal en la raza. Por lo tanto, no son términos que puedan ser usados indistintamente.

 

Nunca se dice que el "primer hombre" sea pecaminoso

 

En la Escritura nunca se dice que el "primer hombre" sea corrupto o pecaminoso, mientras que el "viejo hombre" es nada más que eso. El "primer hombre" es un término que se centra en el aspecto terrenal y natural de la raza bajo Adán, — en lo que es puramente natural en la humanidad. Lo que es humano y natural no es malo. Por este motivo nunca se dice que el "primer hombre" ha sido "crucificado" con Cristo o que haya llegado a estar bajo el juicio de Dios, como es el caso del "viejo hombre" (Romanos 6: 6).

 

La creación del hombre según el primer orden tiene muchos atributos de Dios mismo pues él fue creado a Su "imagen" y conforme a Su "semejanza". (Génesis 1: 26). Por ejemplo, el hombre tiene una personalidad definida con gustos y aversiones. Él también tiene sentimientos y capacidad de razonamiento, etc. Las gracias naturales y el intelecto no son malos sino que son parte de la constitución de un ser humano. Dios no ha llevado esto a juicio porque ello salió de Su propia mano en la creación. Lo mismo sucede con nuestros cuerpos; nunca se dice que ellos son malos. Como fue mencionado anteriormente, la Biblia inglesa KJV traduce Filipenses 3: 21, "Nuestros cuerpos viles", pero esta no es la mejor traducción porque lo que Dios ha creado no es vil. Si nuestros cuerpos fueran viles en el sentido moderno de la palabra nunca se nos pediría que los presentáramos a Dios como sacrificio vivo. (Romanos 12: 1). Del mismo modo, nunca se dice que la creación material que ha salido de la mano de Dios es mala. Ella ha llegado a ser inmunda por los efectos del pecado y necesitará purificación (Job 15: 15; Job 25: 5; Hebreos 9: 23), y algún día será envuelta y reemplazada por un cielo nuevo y una tierra nueva. (Hebreos 1: 10-12; Apocalipsis 21: 1). Pero no se dice que es juzgada por Dios, como lo es el hombre en la carne.

 

Aunque no se dice que lo que es natural en el "primer hombre" cae bajo el juicio de Dios, todo ese orden de humanidad ha sido sustituido por otro orden de humanidad bajo Cristo que es superior. Esta es la fuerza de la palabra "luego" en 1ª Corintios 15: 46. Por lo tanto, el primer hombre ha sido desechado y reemplazado por el nuevo orden de humanidad bajo Cristo. Los cristianos son ahora parte de esa nueva raza y están esperando traer la imagen del segundo físicamente. (1ª Corintios 15: 49).

 

EL SEGUNDO HOMBRE

 

El Señor es el "segundo Hombre" y el "Postrer Adán". Como "segundo Hombre", Su humanidad fue de un origen totalmente nuevo al ser concebido por el Espíritu Santo a través de una virgen. ("El ángel le respondió y le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también lo santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios". Lucas 1: 35 - RV1977). Hubo una unión de las naturalezas divina y humana (pero sin pecado) que formó este nuevo orden de humanidad que es visto en Cristo. Cuando el Señor resucitó de entre los muertos llegó a ser la Cabeza de la nueva raza de hombres como el "Postrer Adán". Esta raza se caracteriza por lo que es "espiritual" más que por lo que es "natural". Ella es :

 

Celestial en cuanto a origen (1ª Corintios 15: 47).

Celestial en cuanto a carácter (versículo 48).

Celestial en cuanto a destino (versículo 49).

 

El Señor no trajo Su humanidad desde el cielo cuando Él vino a este mundo; Él era el que era "del cielo" — es decir, Él era una Persona celestial. Nótese también que el versículo 48 dice que también nosotros somos "celestiales". Estamos esperando que nuestros cuerpos traigan la imagen del celestial cuando el Señor venga (versículo 49), pero no tenemos que esperar para ser celestiales, — somos criaturas celestiales ahora. (Versículo 48). Como parte de esta nueva raza celestial nosotros debemos valorar todo lo que lleva su sello y cultivar esas gracias y cualidades celestiales en nuestras vidas y en la asamblea.

 

Algunas consideraciones prácticas

 

Puesto que somos parte de esta raza celestial de nueva creación que ha sustituido a la primera raza bajo Adán, nosotros debemos andar como tales. Siendo criaturas celestiales necesitamos tener cuidado de no introducir nada del primer orden de hombre en la esfera del nuevo. Lo que es del primer hombre no debe interferir en las cosas divinas. Pensar meramente en líneas terrenales y naturales es andar por debajo de lo que somos como seres celestiales. Las gracias naturales, el intelecto humano, el sentimiento humano, etc. no son malos, pero estas cosas emanan del primer hombre y no tienen lugar alguno en la asamblea. La intromisión de estas cosas naturales era un problema en la asamblea Corintia. De hecho, en este mismo capítulo (1ª Corintios 15), Pablo estuvo tratando con esto. Los corintios, con su intelecto humano, estaban  tratando de entender "cómo" resucitan los muertos (versículo 35). Puesto que no podían entenderlo algunos de ellos no creían que hubiera una resurrección de los muertos.

 

Nosotros podemos aplicar el intelecto y la razón humanos en las cosas de Dios y seguramente ello nos llevará al error. ¿Acaso no nos hemos sentado en reuniones de cuidado de la asamblea y hemos oído ideas y opiniones humanas, por muy bien intencionadas que ellas sean? Tales intromisiones no deben ser utilizadas en el ámbito espiritual donde la Palabra de Dios debe ser nuestra única guía.

 

Introducir música en la adoración a Dios en una asamblea cristiana sería una intrusión del "primer hombre" en las cosas de Dios. La habilidad humana para interpretar música hermosa es algo que es natural. Es aceptable en su lugar pero no pertenece al ámbito de las cosas espirituales en la asamblea. Por otra parte, expresarse con soberbia y vanagloria es una característica del "viejo hombre" y ciertamente tampoco tiene lugar en la asamblea.

 

Los sentimientos humanos y las emociones humanas que emanan del primer hombre pueden afectar nuestras acciones en la asamblea y llevarnos a oponernos a la Palabra de Dios. Un ejemplo sería alguien abrazando afectuosamente a una persona que ha sido excomulgada por algún mal (con quien la Escritura dice que no debemos tener comunión) porque ellos sienten lástima por esa persona.

 

Además, lo que es decente y respetable en el "primer hombre" puede ser aceptado y se le puede dar un lugar en la asamblea. Existe una tendencia a valorar a un hermano que tiene encanto natural, gracia y poderes intelectuales en lugar de valorarlo por sus cualidades espirituales.

 

El "hombre exterior" y el "hombre interior"

 

Este pareado se encuentra en 2ª Corintios 4: 16 donde leemos, "Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día". Pablo está hablando de lo que sostiene al ministro en la senda de servicio y testimonio. Él y sus colaboradores estaban sometidos continuamente a los peligros de la persecución. Ellos vivían a sólo un paso de la muerte en cualquier momento. Naturalmente, esto era agotador ya que sucedía día tras día, pero él explica que ellos eran sustentados por Dios en esas circunstancias difíciles.

 

EL HOMBRE EXTERIOR

 

Pablo coloca la renovación del "hombre interior" en contraste con el desgaste del "hombre exterior". El hombre exterior es un término que él utiliza para designar nuestros cuerpos físicos. Estos se están desgastando lentamente porque son mortales y han sido afectados por el pecado. La edad, el dolor, los rigores de la persecución, la tribulación y el trabajo desgastan nuestros cuerpos, — el "hombre exterior". Pero el Apóstol nos dice que él tenía algo mayor que esperar:, a saber,  la gloria, y nosotros también.

 

EL HOMBRE INTERIOR

 

Si el "hombre exterior" se refiere a nuestros cuerpos físicos, el "hombre interior" sería nuestra alma y nuestro espíritu. (2ª Corintios 4: 16; Romanos 7: 22; Efesios 3: 16). Nuestros cuerpos pueden ser renovados en cierta medida mediante la comida y el sueño, pero incluso esto es una batalla perdida. Si el Señor no viene durante el transcurso de nuestra vida nuestros cuerpos sucumbirán finalmente a un colapso total en la muerte. Por otra parte, el "hombre interior" es renovado por el poder del Espíritu Santo mediante la comunión con las Personas divinas. La oración y la Palabra de Dios son los vehículos que Dios utiliza para rejuvenecer el "hombre interior".

 

Mientras continuamos en la senda nuestros cuerpos se debilitarán a medida que envejecemos, pero el "hombre interior", — alma y espíritu, — se fortalecerá, si andamos con el Señor. Por una parte nosotros tenemos nuestra "tribulación" por cuerpos que se desgastan, y por otra parte tenemos la "gloria". (2ª Corintios 4: 17). Es sorprendente que Pablo hable de nuestra tribulación como siendo "leve" y de la gloria como un "peso". Esto es un contraste intencionado. A veces podemos haber pensado que nuestra tribulación era realmente muy pesada, pero en comparación con el peso de la gloria dicha tribulación no es mucho en absoluto. En otra parte Pablo dijo, "Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse". (Romanos 8: 18).

 

Algunas consideraciones prácticas

 

Aunque nuestro "hombre exterior" pueda estar desgastándose Pablo menciona tres cosas que nos sostendrán en la senda de la fe y del servicio. (2ª Corintios 4: 16-18). Estas cosas lo sostuvieron a él y a sus compañeros y ellas sostendrán también nuestra vida espiritual. De hecho, no hay nada más que lo hará. Por lo tanto, es vital que estas tres cosas se encuentren en nuestras vidas. Ellas son:

 

En primer lugar, — La renovación diaria de nuestras almas mediante la oración y la meditación en la Palabra.

(Versículo 16).

 

Si Pablo y sus colaboradores descuidaban la importancia de esta renovación diaria de las almas ellos no habrían podido continuar en la senda de servicio. Ellos no están solos en esto; si nosotros descuidamos una renovación diaria de nuestras almas tampoco podremos continuar. Si no tenemos esto en nuestras vidas vamos a recaer en el mundo. Ello es el sustento espiritual del creyente.

 

En segundo lugar, — Saber que las tribulaciones y adversidades que soportamos en la senda están obrando para nuestro beneficio eterno.

(Versículo 17)

 

Las tribulaciones que experimentamos en la senda están siendo utilizadas por Dios para quebrantar la voluntad de la carne y enseñarnos la sumisión a Su divina voluntad. Las pruebas recibidas de la mano de Dios en un espíritu recto formarán en nosotros algo provechoso para la eternidad. Nosotros debiésemos valorar eso y estar dispuestos para todo lo que el Señor permita en nuestras vidas en la senda de la tribulación. Las recompensas que el Señor da en Su tribunal son para el reino, pero la capacidad que está siendo formada actualmente en los santos será llevada a la eternidad. (Lucas 10: 42; 2ª Corintios 4: 17).

 

En tercer lugar, — Mantener nuestros ojos fijos en las cosas que no se ven que son eternas.

(Versículo 18).

 

Para el hombre del mundo esto es un despropósito. Él pregunta: «¿Cómo puede alguien mirar cosas que no se ven?» Pero nosotros miramos esas cosas con los ojos de nuestro corazón. La Escritura dice que la fe ve cosas que no se ven. (Hebreos 11: 1). Si nuestros ojos se apartan de la meta eterna que tenemos ante nosotros y miramos las cosas del mundo ciertamente desmayaremos por el camino. Pero si las cosas eternas tienen un lugar en nuestra vida cotidiana, «no desmayaremos.»

 

El "hombre natural" y el hombre "espiritual"

 

Los términos que tienen que ver con los hombres naturales y espirituales se encuentran en 1ª Corintios 2: 14, 15. "El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga[discierne] todas las cosas; pero él no es juzgado [discernido] de nadie". Este pareado contrasta a los hombres que no tienen el Espíritu de Dios con los que sí lo tienen.

 

EL HOMBRE NATURAL

 

El "hombre natural" es un término usado para describir al hombre en su condición perdida aparte del nuevo nacimiento. Sin la nueva vida y sin el Espíritu morador él no tiene una facultad interna para procesar y entender los conceptos espirituales y la verdad. Por lo tanto, él está completamente desprovisto de la comprensión de la revelación divina. Él tampoco puede encontrar a Dios mediante su propia búsqueda. (Job 11: 7). En esta condición, el "hombre natural",

No puede "ver" (Juan 3: 3).

No puede "entrar" (Juan 3: 5).

No puede "recibir" (Juan 3: 27, 32).

No puede "venir" (Juan 6: 44, 65).

No puede 'saber' [entender] (Juan 8: 14).

No puede 'escuchar, oír' (Juan 8: 43, 47).

No puede "agradar a Dios" (Romanos 8:8).

 

 

En el versículo 9 de este capítulo 2 de 1ª Corintios Pablo cita a Isaías para mostrar que los hombres tienen tres maneras principales de aprender, — el "ojo" — observación, el "oído" — tradición (oír cosas que han sido transmitidas por generaciones anteriores), y el "corazón" — intuición (mediante los instintos del corazón). Pero estos tres métodos por sí solos no bastan para aprehender los temas divinos y encontrar la verdadera sabiduría de Dios. Nota: el pasaje que él cita es negativo. Dice, "Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre…". Por lo tanto, la verdad de Dios no es descubierta por los sentidos naturales del hombre, independientemente de cuán agudos puedan ser en un individuo. Ello requiere una acción del Espíritu de Dios.

 

EL HOMBRE ESPIRITUAL

 

El hombre "espiritual" es un creyente nacido de Dios y habitado por el Espíritu pero que vive  también bajo el control del Espíritu. Como resultado, el Espíritu de Dios ilumina su alma y es capaz de comprender la revelación de Dios en Su Palabra. El Espíritu de Dios le da la capacidad de pensar en términos espirituales y de conocer la verdad y es enseñado así en "la mente de Cristo". (1ª corintios 2: 16).

 

Algunas consideraciones prácticas

 

Saber que dependemos totalmente del Espíritu de Dios para conocer la verdad debería hacernos ser agradecidos por Sus operaciones en nosotros. Sin embargo, aunque cada cristiano tiene el Espíritu que mora en él, eso en sí mismo no es suficiente para permitirle discernir la verdad. Hay muchos creyentes (que tienen el Espíritu Santo) que están completamente confundidos en cuanto respecta a la verdad. El cristiano debe estar "lleno del Espíritu" y estar en comunión con el Señor para obtener el beneficio práctico de la presencia del Espíritu. (Efesios 5: 18). Y recordemos que la llenura de hoy no servirá para mañana. Necesitamos estar:

"Cada día" escudriñando las Escrituras (Hechos 17: 11).

"Todo el día" clamando a Dios en oración (Salmo 86: 3).

"Cada día" tomando nuestra cruz y siguiendo a Cristo (Lucas 9: 23).

 

El hombre "carnal" y el hombre  'maduro'

 

En 1ª Corintios 2: 6, el Apóstol dice: "Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez". Y luego, en 1ª Corintios 3: 1-3, él dice, "Y yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no alimento sólido; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales". 1ª Corintios 3: 1-3 – RV1977).  Aunque estos dos términos no se encuentran en el mismo versículo ellos parecen ser otro contraste donde Pablo compara el estado y la madurez de los cristianos.

 

EL HOMBRE CARNAL

 

"Carnal" significa, 'guiado por las sensaciones de los sentidos'. Dicha palabra Indica un estado en que la persona es gobernada por la carne y no por el Espíritu. Un hombre "carnal" podría incluso ser un cristiano que tiene el Espíritu de Dios pero no vive según el Espíritu. Un cristiano carnal se anquilosará en su crecimiento espiritual. Este era el problema con muchos de los corintios.

 

Hay tres ocasiones en las que el apóstol Pablo habla de un niño de forma no recomendable. Muchos de los creyentes judíos estaban aún en aquel estado porque no habían abandonado las formas y rituales de la religión terrenal, — el Judaísmo. (Hebreos 5: 11-14). Del mismo modo, un creyente que se aferra a un orden religioso externo, formal, en la cristiandad, también se verá impedido en su crecimiento. Luego, en Efesios 4, Pablo habla de los cristianos que permanecen como "niños" por no aprovechar los dones que Cristo, la Cabeza celestial, ha concedido a la Iglesia. (Efesios 4: 14). El propósito de estos dones es ayudar a los santos a entender la verdad y a andar conforme a ella. Luego estaban los corintios que eran "niños" por otro motivo, — la carnalidad al seguir a hombres. (1ª Corintios 3: 1-4). Ninguno de estos, obviamente, son encomiables. El único momento en que la niñez espiritual es aceptable es cuando una persona es joven en la fe, siendo recién salva. (1ª.  Juan 2: 18-27).

 

EL HOMBRE MADURO

 

Maduro conlleva el pensamiento de 'perfecto' o 'crecimiento pleno'. Un hombre maduro no es uno que nunca comete un error sino un creyente que tiene un solo objeto en Su vida, — Cristo. (Filipenses 3: 13-15). Cuando el Señor venga, seremos hechos perfectos en todo el sentido de la Palabra. Ya no tendremos la carne y por lo tanto ya no fallaremos en nada. (Filipenses 3: 12; Hebreos 11:  40; Hebreos 12: 23). Pero hasta ese momento el deseo de Dios es que espiritualmente "lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños". (Efesios 4: 13, 14).

 

La costumbre de Pablo era hablar de la sabiduría de Dios "entre los que han alcanzado madurez". (1ª Corintios 2: 6). Comentando acerca de este versículo Hamilton Smith dijo: «El término ["madurez"] no designa simplemente a un creyente en contraste con un pecador. Dicho término es usado más bien para describir a un creyente adulto y maduro en contraste con aquellos de quienes el Apóstol habla como siendo niños». Ello significa que Pablo procuraba llegar a aquellos de su audiencia que estaban avanzando espiritualmente. Si ellos recibían su doctrina y eran edificados mediante ella a su vez podían presentarla a los demás cuando ellos podían recibirla. Pablo enseñó a Timoteo a hacer lo mismo. Él debía presentar la verdad a "hombres fieles" para que enseñaran también a otros. (2ª Timoteo 2: 2). Aunque la mayoría de los corintios eran "niños" debido a su carnalidad, había algunos que eran "maduros" en este sentido. 1ª Corintios 16: 15-18  indica esto. Era a éstos a quienes Pablo procuraba comunicar el "alimento sólido" de la verdad, pero a los "niños" él los alimentaba sólo con "leche".

 

Perfil Escritural del Hombre Maduro (Perfecto).

 

Tiene un solo interés en la vida, — Cristo. (Filipenses  3: 13-15).

Toma alimento sólido y no sólo leche. (Hebreos 5: 11, 12).

Anda en separación del mundo. (2ª Corintios 6: 14-17).

Se juzga a sí mismo. (2ª Corintios 7: 1).

Ha abandonado el judaísmo y todos sus principios judaicos. (Hebreos 6: 1-4).

Es gobernado por la obediencia sencilla. (1ª. Juan 2: 5).

Tiene un amor más profundo y amplio por los demás.  (1ª. Juan 4: 11, 12).

Está menos ansioso en la prueba. (Santiago 1: 2-4).

Controla su lengua. (Santiago 3: 2).

Es generoso con sus posesiones. (Mateo 19: 21).

Anda en coincidencia con sus hermanos. (Juan 17: 21-23).

Su servicio es conforme al pensamiento de Dios. (Hebreos 13: 21).

 

Algunas consideraciones prácticas

 

Podemos preguntarnos por qué es que algunos cristianos después de ser salvos, progresan rápidamente en las cosas divinas mientras que otros parecen progresar más lentamente con muchos altibajos. Si nosotros lo tuviéramos marcado en un gráfico la línea sería casi vertical para algunos mientras que para otros ascendería y descendería. Algunos imaginan que esto es debido a que todos tenemos distintos niveles de inteligencia. Otros dirán que ello tiene que ver con que si usted es estudioso o no, — a menudo excusándose ellos mismos  diciendo que no son lectores. Y además algunos piensan que usted necesita tener un don para ello y que no todos los cristianos lo tienen. Pero estos no son los motivos por los que unos crecen más rápido que otros.

 

Alguien dijo que el crecimiento espiritual es como encender una fogata. Usted puede colocar la leña de tal manera que cuando encienda el fuego este realmente prenda y arda bien. Pero usted también puede colocar la leña descuidadamente de modo que el fuego no enciende muy bien. Lo mismo ocurre en las cosas de Dios. Nosotros necesitamos tener ciertos principios a punto en nuestras vidas para que el Espíritu de Dios pueda tomar la verdad de Dios y aplicarla a nuestros corazones y conciencias para crear un crecimiento verdadero. Ya que hay un paralelo entre el crecimiento natural y el crecimiento espiritual nosotros necesitamos tener las siguientes cosas a punto en nuestras vidas, a saber,

Buen alimento, — alimentarse de Cristo en la Palabra de Dios. (1ª Pedro 2: 1, 2).

 

Aire fresco, — Respirar la atmósfera celestial de la comunión con Dios Padre y  con Su Hijo. (Juan 14: 23).

 

Ejercicio regular, — Juicio propio mediante el cual toda cosa carnal es eliminada de nuestras vidas. (1ª Timoteo 4: 7).

 

Un entorno libre de contaminación, — comunión cristiana en separación del mundo. (2ª Corintios 6: 14-17; Hechos. 4: 23; 2ª Timoteo 2: 22).

 

Un hombre "miserable" y un "hombre en Cristo"

 

En Romanos 7: 24 Pablo dice: "¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?" Y luego en 2ª Corintios 12: 2 dice: "Conozco a un hombre en Cristo… ". Estos dos términos parecen estar en contraste entre sí y nos ocuparemos de ellos de esta manera. El hombre "miserable" define a una persona que carece de liberación, y "un hombre en Cristo" es alguien que conoce la liberación en Cristo.

 

UN HOMBRE MISERABLE

 

El hombre "miserable" en Romanos 7: 14-25, es un alma nacida de nuevo que todavía no descansa en fe en la obra consumada de Cristo. Por lo tanto, dicha alma no está en la plena posición cristiana delante de Dios, ni tiene el Espíritu morando en ella.  (Romanos 8: 9).

 

En este pasaje el Apóstol describe a un alma sincera en este estado, alma que intenta mantener la carne bajo control y vivir una vida santa pero que fracasa miserablemente. (Romanos 7: 18-21). Él tiene dos naturalezas que están representadas en el "yo" que se deleita en hacer el bien (versículo 22) y el "yo" que hace el mal (versículo 23); pero carece del poder para hacer "el bien". Cuando un alma está cargada con el deseo de ser santa pero se siente impotente se llena de consternación y desdicha. Aborrece el mal que hace siendo incapaz de refrenar la carne. Carece de liberación porque busca el poder dentro de sí mismo.

 

Mientras está en este estado miserable una persona hará a menudo el error más destructivo de recurrir a la ley para liberación. Asumiendo que la ley es la respuesta la persona la pondrá delante de su alma como una norma para su vida. Si no es la Ley de Moisés, será alguna norma de santidad autoimpuesta. Pero en cualquier caso ello no es la senda de la liberación. Como resultado él sólo se hace más miserable a sí mismo. Dios la proveerá en la Persona de Su Hijo, el Señor Jesucristo, pero primero él debe aprender la lección de que el poder para la liberación no se encuentra en sí mismo.

 

UN HOMBRE EN CRISTO

 

Romanos 8: 1 dice: "Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús". (Romanos 8: 1 – JND, RVA, VM). [Véase nota].

 

[N. del T.] Los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Esta frase no está en los mejores manuscritos. 

 

El Apóstol describe aquí la plena posición cristiana de "un hombre en Cristo". El capítulo explica el estado cristiano normal de vivir "según el Espíritu" (o estar "en el Espíritu", como rezan otras versiones de la Biblia en español) (Romanos 8:. 9), y guiado "por el Espíritu". (Versículo 14). La lucha descrita en el capítulo 7 ha terminado y el creyente es visto como teniendo una liberación actual del pecado interior, y esperando una liberación futura de la presencia del pecado que está a su alrededor, — en la venida del Señor (Romanos 8: 18-23).

 

La liberación del estado miserable de Romanos 7 al bienaventurado estado de Romanos 8 no viene hasta que la confianza en sí mismo y la esperanza en sí mismo de la persona son desbaratadas, y él busca fuera de sí mismo la liberación de las concupiscencias  de su naturaleza pecaminosa. Nótese que él no dice, "«Miserable de mí! ¿QUÉ me librará…?» Él dice "¡Miserable de mí! ¿QUIÉN me librará…?" (Romanos 7: 24). Esto muestra que la liberación no se encuentra en una filosofía o en un programa de autoayuda sino en una Persona, — el Señor Jesucristo. Es relevante el hecho de que mientras el hombre lucha con la carne, como se ve en Romanos 7, el Espíritu de Dios no es mencionado ni una sola vez. Pero en el momento en que él aparta la mirada de sí mismo hacia un Libertador y ve su lugar "en Cristo", el Espíritu de Dios es mencionado muchas veces, tal como se observa en Romanos 8 a partir del versículo 2. El hombre en Romanos 8 es visto como sellado con el Espíritu y en la posición Cristiana completa y está disfrutando de un estado de paz y liberación.

 

La segunda epístola a los Corintios, capítulo 12, versículos 1-3, describe el estado de "un hombre en Cristo" que conoce la liberación en su alma y disfruta de la comunión con Dios. El hombre miserable se ocupa de sí mismo. (Romanos 7: 14-24). Yo, me, mi, mis ¡son mencionados o se sobrentienden unas 28 veces! Pero el hombre en Cristo está tan completamente ocupado con Cristo y con las cosas celestiales que ha perdido la noción de sí mismo. Él no era consciente de si acaso  ¡estaba en el cuerpo o fuera de él! La mujer en Lucas 13: 11 es un retrato de una en la condición miserable. Ella andaba "encorvada", y como resultado todo lo que podía ver era a sí misma. Pero cuando el Señor la tocó, ella se enderezó y pudo mirar Su rostro. Consecuentemente, ella ya no se veía a sí misma.

 

Algunas consideraciones prácticas

 

Aunque la lucha en Romanos 7: 14-25 no es técnicamente una experiencia cristiana, muchos cristianos la experimentan en una forma modificada. Nosotros decimos modificada porque el hombre descrito en Romanos 7 es visto como no teniendo el Espíritu Santo, lo cual es normal para todo verdadero cristiano. La lucha con la carne que los cristianos experimentan a menudo está más apropiadamente descrita  en Gálatas 5: 16-17. Dice, "Andad en el Espíritu, y de ninguna manera cumpliréis el deseo de la carne. Porque la carne desea contra el Espíritu, y el Espíritu contra la carne: pues éstos se oponen el uno al otro, para que no hagáis las cosas que deseáis".  (Gálatas 5: 16, 17 – JND). Esto se refiere a un cristiano que tiene el Espíritu pero no anda "en el Espíritu" (versículo 16). La lucha en Romanos 7 es entre la carne y la nueva naturaleza en un hijo de Dios, mientras que la lucha en Gálatas 5 es entre la carne y el Espíritu en un creyente que no anda "en el Espíritu". (Tampoco debemos relacionar la lucha espiritual de Efesios 6: 10-18 con la de Gálatas 5. Ellas son diferentes. Efesios 6 describe una lucha que resulta cuando un cristiano anda en el Espíritu, mientras que Gálatas 5 es una lucha que resulta cuando él no anda en el Espíritu).

 

Todos sabemos muy bien lo que es carecer de poder espiritual y no poder decir no al pecado en nuestras vidas aunque tengamos el Espíritu en nosotros. ¿Por qué es esto así? Porque:  Una cosa es tener el Espíritu de Dios en nosotros, y otra cosa muy distinta es tenerle allí actuando por nosotros de una manera presente y continua. El aspecto soberano de la liberación es el don del Espíritu, pero el aspecto responsable de ello es que debemos dejar que el Espíritu nos llene para que Su poder esté presente para contener la carne.

 

En Romanos 8: 5-13, Pablo explica que hay dos dominios, o esferas, en las que una persona puede vivir: una esfera que pertenece a "la carne" y una esfera que pertenece al "Espíritu". Él dice: "Los que son de la carne piensan en las cosas de la carne". (Versículo 5 a). Pensar" en algo significa 'prestarle atención'. Él no entra en detalles en cuanto a lo que son estas cosas, pero todos sabemos de qué tipo de cosas la carne disfruta. Esta es la esfera donde vive el hombre perdido: él no conoce otro dominio. Pero también es posible que cristianos vivan en esa esfera.

 

Luego dice: "Los que son del Espíritu [piensan], en las cosas del Espíritu". (Versículo  5 b). Esta es la esfera en la que Dios quiere que el cristiano viva. Además, Pablo no nos da detalles específicos en cuanto a cuáles son estas cosas. En pocas palabras, ellas son aquellas cosas que tienen que ver con los intereses de Cristo. Sería estudiar las Escrituras, orar, cantar himnos en nuestros corazones, ir a reuniones bíblicas, llamar o escribir a compañeros cristianos para animarlos, visitar a personas con una palabra de aliento, compartir el evangelio, repartir folletos evangelísticos, hacer buenas obras para usos necesarios, etc.

 

Lo que el Apóstol quiere decir aquí es que estas dos esferas son exactamente opuestas entre sí. Sus intereses son polos opuestos. Una sirve a los intereses del yo y la otra a los intereses de Cristo. De cada una de ellas sale un ramal que se aleja de la otra. Uno conduce a lo que es verdaderamente "vida y paz" y el otro conduce a la "muerte". (Romanos 8: 6).

 

Luego, en los versículos 12 y 13, Pablo saca una conclusión edificante (que infunde piedad y virtud), a saber, "Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis". Lo que él quiere decir aquí es que nosotros podemos escoger en qué esfera queremos vivir. Él dice: "Si vivís conforme a la carne, moriréis". Esta es una palabra solemne. Si escogemos vivir en la esfera de la carne ello nos llevará a la muerte moral en nuestras vidas. La manera en que Pablo utiliza la muerte aquí es diferente de la mayoría de los otros lugares en la Biblia. El Apóstol no está hablando de la muerte física sino de la muerte moral en la vida del creyente que inevitablemente resulta en fracaso. La muerte, como sabemos, siempre conlleva la idea de separación. En este versículo dicha palabra se refiere a una separación o una ruptura en nuestro vínculo de comunión con Dios. El argumento es aquí sencillo; a saber, si vivimos en la esfera de la carne podemos esperar que ello va a producir muerte. Pero él dice también, "Si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis". Esto significa que si nosotros escogemos vivir en la esfera del Espíritu tendremos mucho poder para vivir una vida santa para la gloria de Dios. Esto es ser llenos del Espíritu. (Efesios 5: 18). Significa que si vivimos en la esfera correcta la carne no podrá consolidarse en nosotros. En Gálatas 5: 16 Pablo habla de lo mismo, diciendo: "Andad en el Espíritu, y de ninguna manera cumpliréis el deseo de la carne". (Gálatas 5: 16 – JND).

 

El motivo por el cual perdemos la batalla contra este enemigo interior es que pasamos demasiado tiempo en la esfera equivocada pensando en las cosas de la carne. Podemos preguntarnos: «¿En cuál de estas dos esferas vivo? ¿Qué es lo que ocupa principalmente mi vida? ¿Son las cosas que pertenecen a los intereses de Cristo, o son las cosas carnales?» Se ha dicho que «si consentimos la carne, estorbaremos al Espíritu.» Por lo tanto, es hora de que empecemos a vivir en la esfera correcta y experimentemos el poder de Dios y la alegría del cristiano vivir en nuestras vidas.

 

Resumen de los doce hombres de Pablo

 

El "viejo hombre", término abstracto que describe el estado moral corrupto de la raza caída de Adán.

El "nuevo hombre": el nuevo orden moral de perfección en la raza de la nueva creación bajo Cristo.

El "primer hombre": la condición natural y terrenal de la raza humana bajo Adán.

El "segundo hombre": el orden espiritual de la humanidad en la raza en la nueva creación bajo Cristo.

El "hombre exterior": el cuerpo humano.

El "hombre interior": el alma y el espíritu humanos.

El "hombre natural", — una persona perdida sin el nuevo nacimiento.

El hombre "espiritual", — un creyente, nacido del Espíritu, sellado con el Espíritu y gobernado por el Espíritu.

El hombre "carnal": una persona gobernada por la carne.

El hombre maduro o perfecto: un cristiano maduro.

Un hombre "miserable", — un creyente que carece de liberación.

Un "hombre en Cristo", — un creyente que conoce su posición en Cristo y la liberación práctica en su alma.

 

B. Anstey

 

Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Diciembre 2023

 

Otras versiones de La Biblia usadas en esta traducción:

BJ = Biblia de Jerusalén.

JND = Una traducción del Antiguo Testamento (1890) y del Nuevo Testamento (1884) por John Nelson Darby, versículos traducidos del Inglés al Español por: B.R.C.O.

KJV = King James 1769 (conocida también como la "Authorized Version en inglés").

RV1977 = Versión Reina-Valera Revisión 1977 (Publicada por Editorial Clie).

RVA = Versión Reina-Valera 1909 Actualizada en 1989 (Publicada por Editorial Mundo Hispano).

VM = Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).

 

Título original en inglés:
"Paul's Twelve Men, by Bruce Anstey
 Traducido con permiso
Publicado por:

Versión Inglesa
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