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EL SIERVO DE DIOS: ¿CÓMO SE LE RECONOCE? (L. M. Grant)

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Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y  han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60)

EL SIERVO DE DIOS: ¿CÓMO SE LE RECONOCE?

 

 

El autor del siguiente artículo ha sido un siervo del Señor 'a tiempo completo' por muchos años.

 

 

LA RESPONSABILIDAD DEL SIERVO

 

 

El llamamiento de Dios al servicio es absoluta y exclusivamente un asunto entre Dios y Su siervo. Moisés (Éxodo 3:10), Samuel (1 Samuel 3: 19-20), Isaías (Isaías 6: 8-9), Jeremías (Jeremías 1:5), Ezequiel (Ezequiel 2: 3-8), y Juan el Bautista (Juan 1:6), todos ellos rinden testimonio al mismo hecho que Pablo expresa con respecto a sí mismo en Gálatas 1:1, de que él era un "apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos)". Si uno ha de ser un verdadero siervo de Dios, él debe comprender esto por sobre todo lo demás. Es Dios quien le da órdenes, Dios es quien le proporciona el mensaje que él es responsable de dar sencilla y claramente, no añadiendo nada a él y no quitando nada de él en ningún grado. Ya que si uno busca el favor de los hombres, o trata de agradar a los hombres, entonces él no es siervo de Cristo (Gálatas 1:10). No solamente el don de Pablo procedía de Dios, sino que sólo Dios tenía autoridad en cuanto a cómo y cuándo él usaba aquel don; él no hacía esto "por hombre", es decir, con el permiso de los hombres. En cualquiera esfera que uno desee servir al Señor, que ello sea con el sentido establecido de obedecerle sólo y resueltamente a Él, sea que uno ocupe así su tiempo completo, o que tenga otro empleo mediante el cual él pague sus gastos. Pablo trabajó para su propio sustento (1 Tesalonicenses 2:9) y recibió, a la vez, ayuda para su sustento aun de una asamblea pobre en estos bienes del mundo, los Filipenses (Filipenses 4: 10-18). Por otra parte, él no recibiría nada de los Corintios quienes estaban en buenas circunstancias (2 Corintios 11: 9-12), porque había entre ellos aquellos que lo acusarían de sacar dinero de ellos si ellos hiciesen esto.

 

         El siervo recibe su sustento directamente del Señor, no de los hombres. Si los hombres quieren atribuirse el mérito de esto, entonces el siervo no debiera aceptarlo. Si ello es dado en afecto honesto por el Señor, y como a Él mismo, entonces el siervo es libre de recibirlo como tal, con acción de gracias. Que él no demuestre ningún espíritu de ambición de dinero, ni piense en ningún momento indicar a los demás cuáles puedan ser sus necesidades materiales. Él es siervo de Dios, no siervo de ellos. Que él apele solamente a Dios, y confíe en Dios totalmente para cada necesidad. Si Dios le ha enviado y él va en obediencia a Dios, entonces Dios ciertamente se hará cargo plenamente de él, sea ello mediante su propio trabajo o porque Dios ponga en los corazones de Su pueblo dar para su sustento. En ambos casos, que él lo acepte como de parte de Dios y que dé gracias a Dios.

         Si el hecho de que él utilice su tiempo completo en el servicio del Señor llega a ser un ejercicio serio delante de Dios, sea ello en un país extranjero o más cerca de casa, él debe depender, nuevamente, enteramente de Dios en este asunto, él no ha de pedir o de esperar nada del hombre. Si es Dios quien le está conduciendo en esto, Dios se ocupará, ciertamente, de todas sus necesidades.

         Pero que él esté totalmente seguro que Dios le conduce en un asunto tan serio como este. En Lucas 9: 57-58, un hombre que parecía muy entusiasta en su decisión de seguir al Señor no fue alentado en absoluto por el Señor a hacerlo, sino que se le dijo más bien, "Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza." En Lucas 14: 25-33, el Señor Jesús insiste acerca de que uno debería calcular el costo antes de embarcarse en una senda de discipulado. ¿Está él preparado para la persecución, para las severas pruebas de la fe, para los sufrimientos y las dificultades que van a estar siempre presentes en una senda verdadera de servicio para Dios? Esto no es, obviamente, ninguna mera preparación carnal implicando la fuerza y el vigor naturales del siervo, sino la de la fe sencilla, y real en el Hijo de Dios, fe de ha aprendido a depender honestamente de Él.

         Asimismo, uno puede ser llamado por Dios y, no obstante, equivocarse en cuanto al tiempo en el cual tiene que comenzar. Moisés cometió este error y al hacer esto, no sirvió en la manera designada por Dios (Éxodo 2: 11-15). Esto llevó a su humillación hasta que Dios le envió, cuarenta años más tarde, a hacer Su obra, momento en el que Moisés se resistió a ir, en lugar de adelantarse, como lo había hecho anteriormente.

         Pero Dios se deleita asimismo al ver ejercicio, en cuanto a la obra del Señor, compartido por otros que tienen tal preocupación. Pablo menciona en Gálatas 1: 1-10, su ida a Jerusalén y la comunicación que hizo a los demás apóstoles del evangelio que Dios le había dado, con el resultado de una resuelta comunión conjunta en la obra respectiva que Dios le había dado a cada uno. Tal comunión es vista también en Hechos 13: 2-3. Pablo fue llamado para una obra especial y los demás no tuvieron dificultad en discernir esto. Esto es importante. Siempre es sabio comunicarse con los hermanos que están cercanos, y, obviamente, especialmente con la asamblea local con la que uno está relacionado, con respecto al ejercicio en algún servicio especial para el Señor. Si ellos no se sienten libres para expresar comunión en este caso, entonces él debiera considerar esto seriamente; ya que si ellos buscan verdaderamente el pensamiento de Dios, ellos deberían tener algún discernimiento en cuanto al hecho de haber sido él llamado por Dios para lo que él se propone.

         No se trata de que ellos decidan el asunto. Es Dios quien decide esto, pero Dios puede usar las reservas de una asamblea como medio de ejercitar adicionalmente al siervo. ES posible, obviamente, que una asamblea pueda estar errada tanto aprobando como desaprobando las intenciones de un siervo. Si a pesar de las dudas de una asamblea, el siervo se embarca en el servicio que él se propone, que ello sea en verdadera humildad delante de Dios y con la confianza establecida solamente en Dios. Él debe estar preparado para el hecho de que su asamblea probablemente no contribuya a su sustento y que esto también pueda influenciar a los demás en sus pensamientos acerca de su servicio. Pero si Dios le ha enviado, Dios le sustentará. Si Dios no le ha enviado, entonces él debe esperar la vergüenza de tener que renunciar a aquello que habrá demostrado, entonces, haber sido el esfuerzo de la confianza en uno mismo. Si él demuestra ser diligente y fiel en su obra, esto es lo que ganará la confianza de su asamblea y de los demás al reconocer que Dios lo ha enviado.

         Finalmente, que todo siervo ponga la mayor atención a su carácter y conducta personales. Él debe esperar que esto sea observado tanto por creyentes como por incrédulos, pero, sobre todo, por Dios. Por ejemplo, "el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido" etc. (2 Timoteo 2:24). Un capítulo que debería estar minuciosamente impregnado en su mente y corazón es 2 Corintios 6.

 

 

EL RECONOCIMIENTO DEL SIERVO POR PARTE LOS DEMÁS

 

 

El punto de vista del siervo y el de la asamblea deberán mantenerse plenamente diferenciados en este asunto. Mientras el siervo ha de ser enteramente siervo de Dios, y no del hombre, sin embargo a la asamblea se le pide discernir en cuanto a si acaso ella puede tener comunión con él en su obra. Nosotros hemos observado que sólo es correcto y considerado que el siervo debería comunicar a su asamblea el ejercicio que él puede tener en cuanto a cualquier campo de servicio al cual el Señor pueda llamarle. Es conveniente, entonces, una preocupación de la asamblea en cuanto a cuán plenamente ella puede ser libre para expresar comunión en esta obra. Ellos deben, sobre todo, buscar la evidencia de que es Dios quien le ha llamado. En esto está implicado el principio mencionado en la época de la primera salida de Timoteo con Pablo, de que "daban buen testimonio de él los hermanos." (Hechos 16:2). Estaban aquellos que le conocían bien.

         Al dar semejante testimonio, es necesario que los hermanos conozcan:

1. Que su carácter y conducta moral son consistentemente Cristianos y por sobre todo reproche.

2. Que él tiene un conocimiento práctico de la Escritura que iguala a la prosecución de la obra particular que él se propone.

3. Que el Señor le ha calificado evidentemente para el tipo de obra que él desea y que él ya ha manifestado alguna diligencia en tal obra.

4. Que él muestra evidencia convincente de que es Dios quien le ha llamado. Esto involucra una fe que no busca apoyo de parte de los hombres, ni pide sus recomendaciones, sino que tiene un sentido serio de la dependencia completamente en Dios.

 

         La asamblea no debe asumir, de ninguna manera, la responsabilidad de enviarle; esta es la prerrogativa de Dios. Ellos pueden, sin embargo, desear expresar su alegre comunión en su obra propuesta. Otras asambleas pueden inquirir en cuanto a él, y la asamblea donde él se reúne regularmente debería estar preparada para dar la información que será de ayuda para ellos, expresando cualquier medida de comunión que ellos estén libres de expresar, delante del Señor. Si, como asamblea, ellos no son libres de expresar tal comunión, entonces ellos deben, obviamente, comunicar la información en este sentido.

         Ellos pueden indicar al siervo la razón de sus dudas o reservas, para su consideración y ejercicio de alma, aunque ellos no toman ninguna decisión por él en cuanto a su obra. No obstante, la consideración del siervo por ellos y el ejercicio de ellos tendrán, ciertamente, alguna implicación sobre la cuestión de la confianza de ellos en él.

         La asamblea es, en todo tiempo, libre de suministrar apoyo a los siervos del Señor o para retener dicho apoyo, tal como ellos son ejercitados por el Señor. Ellos no debieran considerar como un asunto decidido el suministrar una cierta cantidad a intervalos determinados, sino que debieran preocuparse delante del Señor de suministrar cómo y cuándo Él lo dirija. Si el siervo es llamado a andar por fe en dependencia sólo en el Señor, la asamblea, por otra parte, debería ejercitar fe y dependencia constantes en el Señor en todo lo que ellos suministren. Ellos dan al Señor, no a los hombres, y el siervo ha de recibir como del Señor, no de los hombres.

         El ejercicio genuino del principio bienaventurado de la fe es de gran importancia y, a la vez, es aquello que lleva a la máxima sencillez en todos estos asuntos. Los problemas y las complicaciones serán reducidas a un mínimo allí donde la fe está en verdadero ejercicio, sea de parte del siervo o de la asamblea. No habrá, entonces, ninguna necesidad de que los hombres busquen medios de poner algún servicio bajo control apropiado según como ellos lo vean. Porque Dios estará en control, tal como es, en cada caso, el único principio Escritural.

 

L. M. Grant

 

Revista "Truth & Testimony" Vol. 1 No. 10, 1992.

 

Traducido del Inglés por: B.R.C.O.- Diciembre 2010.-

Versión Inglesa
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Título original en inglés:
"GOD'S SERVANT: HOW IS HE RECOGNIZED?, by L. M. Grant
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