Acerca
de la Inspiración y la Autoridad Divinas
de
las Santas Escrituras
H. H, Snell
1ª
Parte - Comentarios Preliminares
Todas
las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles (" ") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera
Revisada en 1960.
Si cuando Moisés
vio que la zarza que ardía no se consumía se le dijo que se quitara el calzado de sus pies porque el lugar donde
estaba era tierra santa, ¡con cuánta humildad de pensamiento y santa reverencia deberíamos acercarnos
a ponderar la imperecedera e inalterable palabra de Dios que ha sido escrita para nuestra enseñanza; especialmente
cuando recordamos nuestra entera dependencia del Espíritu Santo para recibir, revelar o comunicar las cosas de Dios!
(Éxodo 3: 1-5).
Dios conoce nuestra
total incapacidad para escudriñar Sus cosas profundas aparte de la operación del Espíritu de Dios; pero
habiendo sido dado el Espíritu a los que creen, ahora nosotros no sólo podemos conocer las cosas que nos son
concedidas gratuitamente por Dios (1ª Corintios 2: 10-12), sino que se nos manda contender “ardientemente por la
fe que ha sido una vez dada a los santos". (Judas 3). Además la propia revelación de Dios de Su pensamiento
no ha sido dada meramente a predicadores o maestros dotados, sino que es la propiedad común de los santos, —
de todos aquellos que son llamados por Dios por medio del evangelio de Su Hijo Jesucristo. Para ellos es el maravilloso don
de Dios. Es la herencia actual de todos Sus hijos. Por lo tanto, descuidar "la fe que ha sido una vez dada" es deshonrarle
a Él, y muestra claramente que el corazón está en otra cosa. Valorarla aquí por encima de todo
lo demás debe distinguirnos. No encontrar el más profundo interés en las páginas de la Escritura
Santa indica que nosotros la consideramos muy poco. Está bien leerla; pero meditar en ella noche y día con deleite
es lo que Dios da a quienes buscan un mayor conocimiento de Él por medio de Su palabra. Felices son aquellos que pueden
decir verdaderamente, como uno de los antiguos,
“¡Cuán
dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca”. ( Salmo 119: 103).
Entonces, ¡con
qué humildad de corazón deberíamos acercarnos al volumen sagrado y con qué gratitud a Dios por
habernos dado tal tesoro; con qué temor piadoso, también, no sea que por un pensamiento o una expresión
impropios empañemos la gloria de su infinita perfección! Cuando nosotros consideramos que estas "palabras
de Dios" resplandecerán en todo su inmutable resplandor y eterno valor cuando el cielo y la tierra hayan desaparecido,
¿cómo no podemos dejar de temer que por ignorancia o debilidad de nuestra parte estropeemos el testimonio de
la verdad de Dios, o impidamos su bendición para los demás?
Si sólo
pensamos en nosotros mismos, — en nuestras debilidades, nuestros fracasos y nuestra indignidad, ¿cómo
podríamos salir a pelear “la buena batalla de la fe"? (1ª Timoteo 6: 12). Pero cuando consideramos
que Dios ha hecho que las Escrituras estén escritas para nuestro consuelo, que el apóstol deseaba que "la
palabra del Señor corra y sea glorificada" (2ª Timoteo 3: 1), que por medio de ella pecadores son hechos
renacer por Dios (1ª Pedro 1; 22, 23), y Sus santos corregidos y edificados, entonces podemos confiar en el cuidado amoroso
y la bondad sustentadora de nuestro Dios misericordioso, y contar con Su tierna misericordia. Tampoco olvidaremos que, por
gracia, Él ha dicho: "Miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra".
(Isaías 66: 2). ¡Que éste sea el estado de corazón en el que ponderamos el volumen inspirado! Porque
Una gloria dora
la página sagrada, majestuosa, como el sol;
Ella da una luz
a cada época — ella da, pero no la pide prestado.
La mano que la
dio aún abastece, por gracia, la luz y el calor;
Sus verdades al
creer se elevan, — se elevan pero nunca caen.
H. H. Snell
Traducido del
Inglés al Español por: B.R.C.O.- Diciembre 2024.