EL DOMINGO
Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas
dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto
en los lugares en que, además de las comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:
BTX = Biblia Textual, © 1999 por Sociedad Bíblica Iberoamericana, Inc.
RVR1865 = Versión Reina-Valera Revisión 1865 (Publicada por:
Local Church Bible Publishers, P.O. Box 26024,
Lansing,
SPTE = Versión de la Septuaginta en Español (del Pbro. Guillermo Jünemann Beckchaefer)
TA = Biblia Torres Amat
El mundo cristianizado, en general, así como un gran número de verdaderos cristianos, consideran el domingo
como si fuera el sábado (reposo). Se aplica al primer día de la semana los pasajes
de la Escritura que se relacionan con el séptimo, y partiendo de este punto de vista erróneo, se trabaja para introducir
la santificación del día de reposo. Y si vemos que hay creyentes, que aún en domingo se ocupan del trabajo, como cualquier
otro día de la semana, el escándalo que provocan a los que los ven, está en relación con la idea que tienen del sábado
y no con la del domingo.
Por otra parte, verdaderos cristianos también, esclarecidos por la Palabra, han reconocido
que el domingo no es el sábado, que no es un día impuesto, v que el creyente no está bajo la ley. Pero pueden ser fácilmente
conducidos – si no han examinado cuidadosamente la enseñanza
de la Escritura en relación con este tema – a considerar el domingo como cualquier otro
día de la semana, lo que viene a ser igualmente un grave error.
Si es, pues, importante para el creyente el comprender,
según la Palabra, que el domingo no es el sábado (judío), no está de más saber, partiendo de la misma autoridad, lo que
el domingo es en sí mismo.
¿Qué es pues el domingo? Es el día del Señor, o mejor dicho, el día dominical (Apocalipsis 1:10 –
BTX; SPTE; RVR1865; Apocalipsis 1:9 - TA). La expresión en el original difiere de la que es empleada para designar
el día del Señor, es decir, el período de tiempo cuando Él ejercerá el juicio sobre el mundo (2ª.
Pedro 3:10; 1ª. Tesalonicenses 5:2). Es interesante observar que la palabra castellana 'domingo'
es una derivación de la expresión latina 'dominicus dies', que significa "día
del Señor", asimismo en francés 'dimanche', por consiguiente, el mismo sentido; mientras que en otras lenguas, tales como el alemán y el inglés, el
día primero de la semana es llamado 'día del sol' (Sonntag, Sunday).
¿Pero de dónde viene que este día sea "el día del Señor"? Es, porque en los designios de Dios, ha sido escogido
para ser el día de la resurrección del Señor Jesús. Este grande hecho cumplido en ese día es
lo que lo ha consagrado, como siendo especialmente su día.
Es bien notable, en efecto, que en ese año en que el Señor entregó
Su vida, la fiesta de la Pascua, que,
entre los judíos, no tenía lugar el mismo día de la semana todos los años, tocó esta vez la víspera del sábado. Los judíos,
contrariamente a lo que hubiesen deseado (Mateo 26: 3-5), se vieron obligados
a conducir al Señor al suplicio, el mismo día de la fiesta de la
Pascua, que fue un viernes. Y es así que Cristo, el Cordero de Dios, nuestra Pascua, fue sacrificada en ese día,
dando con ello cumplimiento a la figura del Antiguo Testamento. Pero para los judíos este hecho suscitaba escrúpulos
religiosos. Habían conducido a Jesús de casa de Caifás al pretorio ante el gobernador romano; mas no quisieron entrar por
no contaminarse, a fin de poder comer la Pascua (Juan 18:28). Y la tarde del viernes (el sábado empezaba a las seis de la tarde), pidieron que se quebrasen las piernas a los crucificados a fin de que sus
cuerpos no quedasen sobre las cruces el día del sábado, día que esta vez era de gran solemnidad,
porque coincidía con la fiesta de la Pascua (Juan 19:31).
La voluntad de Dios fue, pues, que Jesús
resucitase el primer día de la semana, y no el segundo, ni cualquiera de los siguientes, y menos aún el
séptimo. ¡Cuán solemne para los judíos que el Señor pasara el día de sábado en la tumba, siendo también el signo de la alianza
de Jehová con el pueblo! (Éxodo 31: 13-17; Ezequiel 20:12,
etc.).
Hallamos pues así, que el sábado es el cierre y el fin de un período. En cuanto
a las fiestas judías, hallamos períodos de siete días, siete semanas, siete meses, siete años,
siete semanas de años (Nota del Editor: El
autor quiere decir que el sábado era el séptimo día; la fiesta de las primicias, la séptima semana después de la Pascua; la
fiesta de los Tabernáculos, el séptimo mes; y con el séptimo año, un año de reposo; y el jubileo al final de siete veces siete
años). En la mente de Dios, esto prefiguraba para Su
pueblo el gran sábado milenario del porvenir, glorioso broche de todas las sendas de Dios en relación con Israel, y precediendo
el fin de la existencia de la actual tierra.
Si el sábado es el cierre de un período, el primer día de la semana necesariamente es el principio o la apertura
de otro. Ahora bien, la resurrección del Señor Jesús, el primer día de la semana, ha sido la inauguración de la era eterna.
La vida eterna, para nosotros, hijos de Dios, tiene su punto de partida en la resurrección del Señor Jesús. Para nosotros
esto es la abolición de la muerte.
Es bien notable el hecho de hallar,
en las fiestas judías, indicios de esta apertura del nuevo orden de cosas de que hablamos. La gavilla de las primicias de
la siega, debía ser mecida delante de Jehová al día siguiente del sábado, es decir, el primer día de la semana (Levítico 23:11).
Siete semanas más tarde la ofrenda de los dos panes de dos décimas de flor de harina, se hacía al siguiente día
del séptimo sábado; lo cual se trata aún del primer día de la semana.
(Levítico 23: 15-21). A continuación la fiesta de los
tabernáculos, que cerraba la serie de fiestas anuales, con una duración de siete días, tenía un octavo día, que
parecía anunciar la apertura de un período indefinido. Los términos en los cuales queda
instituido son notables: "el octavo día tendréis santa convocación,
y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová; es fiesta, ningún trabajo de siervos haréis." (Levítico 23:36); vemos también
que en Juan 7:37, este día es llamado el "gran día de la fiesta." Todo esto nos dice y nos habla de la importancia que tiene a los ojos
do Dios la resurrección del Señor Jesús, inaugurando un nuevo estado de cosas, y vemos también que el día escogido entre los
siete de la semana, para ser el día de la resurrección, debía coincidir, en cuanto a su
rango, con el grande y divino pensamiento del principio de una nueva era.
Siete días antes de la resurrección del Señor Jesús, el primer día de la semana, no tenía otra cosa de particular
sino que era el primero y eso en contraste con los otros seis y así había sido siempre desde la creación. Pero el día en que
el Señor salió de la tumba, ha sido consagrado en su calidad del primero entre los siete, como siendo el primer Domingo,
el día del Señor.
A partir de este día, cada uno de los primeros días de la semana, cincuenta y dos por año, tiene para
el creyente este carácter de día consagrado por la resurrección del Señor, como siendo Su día.
Tenemos algunos testimonios de este hecho en los escritos del Nuevo Testamento. Fue la tarde del primer día de
la semana, que el Señor resucitado apareció en medio de los discípulos reunidos. Sancionaba por Su presencia lo
que tenía en Su pensamiento tocante a la reunión de los suyos en ese día. Ocho días después, el Señor, se halla de nuevo entre
sus discípulos. Había dejado pasar toda la semana sin ver a Tomás, esperando que éste se hallara, el segundo domingo,
con los discípulos reunidos (Juan 20: 19-29).
Este día es precisamente el que escogieron, con conocimiento de causa, los discípulos que vivían en países
gentiles, para reunirse con el fin expreso de partir el pan (Hechos 20:7). Solamente los cristianos se reunían en ese día.
Los judíos se reunían en sus sinagogas el sábado y los paganos tenían sus fiestas respectivas en días convenidos. Pero el
Domingo, día del Señor, solo concernía a los cristianos.
Pablo y sus compañeros aprovecharon el sábado para anunciar a Cristo en las sinagogas de los judíos. Aprovechaban
las ocasiones de predicar a los paganos en las plazas públicas y por doquier, fuese el día que fuese. Pero el domingo,
el apóstol, no hubiera ido a evangelizar ni a judíos ni a gentiles en la hora en que los cristianos estaban reunidos
para partir el pan. Su lugar estaba entre ellos y por lo tanto estaba allí. El objeto
de la reunión de Hechos 20:7 no consistía en aprovechar la presencia del apóstol en ese día. Había pasado siete días en Troas;
uno de estos días era el Domingo y es él quien en ese día se reúne con ellos.
Su presencia entre ellos alteró más bien, según parece, el curso ordinario de la reunión, y retardó el momento
del partimiento del pan, porque había muchas cosas por decir a los hermanos, debiendo partir al día siguiente, muy de
mañana y pensando no volverlos a ver más (Hechos 20:25).
El mismo apóstol, escribiendo a los Corintios, referente a una colecta general en favor
de los santos, les prescribe, como ya había hecho también en las asambleas de Galacia, de poner aparte, los domingos, cada
uno en su casa, lo que por la bondad de Dios pudiere (1ª. Corintios 16:2). Esto
prueba que este día, estando reconocido como el día del Señor, se tenía el tiempo necesario para considerar cómo las
cosas habían ido durante la semana terminada, y en lugar de continuar ese día consagrándose
a los asuntos temporales, se ocupaban apaciblemente de los del Señor, porque era Su día.
En fin, tampoco es sin importancia el considerar
que el Señor ha escogido un domingo para dar a Juan el Apocalipsis, la revelación de Jesucristo. Es posible que el apóstol
amado, exiliado y aislado en Patmos, estuviera en este día, en comunión de espíritu
con los santos que él sabía se reunían para partir el pan donde quiera el Evangelio había sido anunciado y creído. Pero esto
fue la ocasión para darnos el nombre escritural de este primer día de la semana, a saber: el día del Señor, o día de domingo (Apocalipsis 1:10 – BTX;
SPTE; RVR1865; Apocalipsis 1:9 - TA).
Observemos aún, que el apóstol Pablo, escribiendo a los Corintios
en relación con la Cena, la nombra Cena dominical (versiones Darby y francesa), lo cual distingue la Cena del Señor de toda
otra comida. Asimismo, el nombre 'Domingo', distingue el primer día de los otros seis.
Todas estas consideraciones Escriturales muestran suficientemente que el día Domingo se impone al corazón y a la conciencia del cristiano, de una manera mucho más preciosa y más poderosa que
si fuera un día cuya observancia fuese impuesta obligatoriamente
por una ley. Un día puesto aparte como privilegio es más precioso que un sábado
impuesto. El corazón adherido al Señor está gozoso de reconocerle Su día. Es Su día y no el nuestro. Por lo tanto, no podemos
disponer de él a nuestro gusto: debe ser según el deseo del Señor. Deberíamos estar contentos y reconocidos
de emplearlo en Su servicio.
Es por lo que, para el corazón que ha comprendido la voluntad de Dios en relación con este día, abstenerse
de trabajar, de vender y de comprar, de viajar por placer, etc.; como el hecho de ausentarse de las reuniones – a no ser que sea por causa de fuerza mayor –, todo
esto viene a ser una obligación más positiva que si hubiesen cien textos formales para establecerla.
Es un principio malo, cuando un cristiano dice: Mostradme un pasaje de la Escritura que prohíba al
creyente trabajar en domingo, vender o comprar, viajar por placer, etc.". Se le podría responder:
Amado
hermano, su corazón no está adherido
al Señor e ignora el alcance de la resurrección del Señor Jesús, así como la importancia que Dios ha dado al hecho de que ésta resurrección ha tenido lugar el primer día de la
semana
y no otro, y que por lo tanto, éste
día, ha sido consagrado como siendo el día del Señor.
Revista
"VIDA CRISTIANA", Año 1963, No. 62.-