SINOPSIS
de los Libros
de la Biblia
3ª
Juan
Creyentes
alentados a recibir y ayudar
a los
que enseñan la verdad
La tercera epístola alienta al creyente
al ejercicio de la hospitalidad tanto hacia los hermanos conocidos como hacia
los desconocidos, y a toda atención benevolente en la prosecución del viaje de
ellos al partir, siempre que ellos viniesen con la verdad y por amor a la
verdad sin salario ni provisión. Gayo los recibía, según parece, y era servicial
con ellos tanto en su propia casa como para con su viaje. Por el contrario, Diótrefes
no amaba a estos desconocidos que iban, según se dice, sin una misión formal y
sin ningún medio visible de subsistencia. Ellos habían salido por amor al Señor
y no habían recibido nada de los gentiles. Si en realidad ellos venían por amor
a aquel Nombre uno hacía bien en recibirlos.
La
verdad caracterizando el amor verdadero;
el andar
de Gayo en la verdad;
el mal comportamiento
de Diótrefes
Nuevamente el Apóstol insiste en la
verdad como caracterizando ella el verdadero amor: él dice a Gayo, "a quien
amo en la verdad". Él se regocijó cuando los hermanos (yo me imagino que
eran aquellos a quienes Gayo había recibido en su casa y ayudado en su viaje) dieron
testimonio de la verdad que había en él, pues en efecto él andaba en la verdad.
El Apóstol no tenía mayor alegría que la de oír que sus hijos andaban en la
verdad. Al recibir a los que salían a predicar la verdad ellos ayudaban a la
verdad misma; eran colaboradores de ella. Diótrefes no quería tener nada que
ver con esto; él no sólo se negaba a recibir a estos predicadores itinerantes
sino que excomulgaba a los que lo hacían. Él reclamaba para sí la autoridad. El
Apóstol lo recordaría. El deber de ellos era hacer lo bueno. "El que hace
lo bueno es de Dios".
La
verdad misma dando testimonio de Demetrio
Él va tan lejos con respecto a la
verdad como para decir que la verdad misma daba testimonio de Demetrio. Yo supongo
que este último la había propagado y que el establecimiento y la confirmación
de la verdad en todas partes, — al menos donde él había trabajado, — era un
testimonio con respecto a él mismo.
La
verdad como pauta para los postreros días;
predicadores
itinerantes judíos y su acreditación;
se habla
a la asamblea
Esta insistencia acerca de la verdad
como pauta para los postreros días es muy notable; y también lo es esta
itinerancia de predicación por personas que no aceptaron nada de los gentiles
cuando salieron dejando que Dios hiciera que fueran recibidos por aquellos que
tenían la verdad en el corazón, siendo la verdad su única acreditación entre
los cristianos y el único medio mediante el cual el Apóstol podía custodiar a
los fieles. Parece que estos predicadores itinerantes eran de raza judía pues él
dice: "sin aceptar nada de los gentiles" (versículo 7), haciendo así
el Apóstol la distinción. Yo menciono esto porque si ello es así la fuerza de
la expresión, "y no solamente por los nuestros" (1ª Juan 2:2) se
vuelve sencilla y evidente, lo cual no es para todos. El Apóstol, tal como hace
Pablo, hace la diferencia en cuanto a «nosotros»,
los judíos, aunque todos son uno en Cristo.
También podemos comentar que el Apóstol se dirigía a la asamblea y no a
Diótrefes, principal de ella; y que fue este principal quien amando la
preeminencia resistía las palabras del Apóstol, cosa que según parece la
asamblea no estaba dispuesta a hacer.
La
diferencia entre el comportamiento de Gayo
y la
supuesta autoridad de Diótrefes
Gayo perseveraba en su conducta piadosa
a pesar de la autoridad eclesiástica que Diótrefes evidentemente ejercía pues él
expulsaba personas de la asamblea (con independencia de cuál pudiese haber sido
su correcto o pretendido derecho).
La
autoridad y la recepción de un predicador
está en
la doctrina, — la verdad, — que él traía
Cuando el Apóstol viniera él manifestaría
(al igual que Pablo) su verdadero poder. Él no reconocía en sí mismo una
autoridad eclesiástica para remediar estas cosas mediante una orden. Estas
epístolas son muy notables con respecto a esto. En lo que se refiere a los que
iban predicando el único medio que él tenía, incluso en el caso de una mujer,
era llamarla a prestar atención a la verdad. La autoridad del predicador
residía totalmente en eso. Su aptitud era otro asunto. El Apóstol no conocía
ninguna autoridad que confirmara la misión de ellos, ausencia de lo cual demostraría
que era falsa o no autorizada. Todo el asunto acerca de recibirlos residía en
la doctrina que ellos traían. El Apóstol no tenía otro modo de juzgar la
autoridad de la misión de ellos porque no había otra en aquel entonces; porque
si hubiera habido alguna, esa autoridad habría procedido de él. Él habría
podido decir: «¿Dónde
están las evidencias de su misión?» Él no
conocía más que ésta, — ¿traen ellos la verdad? Si no la traen no les digan
"Bienvenidos". Si ellos traen la verdad ustedes hacen bien en
recibirlos a pesar de todos los Diótrefes que hay en el mundo.
J. N. Darby
Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Julio 2023